Pánico al Totalitarismo: aclaraciones y conceptos por parte del artista Ricardo Moreno

La exposición Pánico al Totalitarismo (Ricardo Moreno), configura una búsqueda transversal en mis intereses de investigación – creación, la apropiación de la figura del Capitán Berlín es solo el punto de partida para una producción transmedia, que explora cómo la implementación de los discursos políticos hegemónicos, se tergiversan al ponerse en práctica por modelos de gobierno en las diferentes sociedades que habitan actualmente territorios, países y regiones de América y Europa, desvirtuando el ideal de progreso utópico moderno. Esta puesta en escena, aborda cómo a partir de la memoria (historia) que tiene una ciudad como Berlín, se pueden interpolar los problemas políticos contemporáneos de Latinoamérica, específicamente, reflexiona por qué los discursos de odio al otro, propios de la segunda guerra mundial y la Guerra Fría, están calando nuevamente en Colombia, lo anterior, evidenciado en dos hechos significativos de la historia reciente y posteriores a la firma del acuerdo de Paz, las victorias del No al referendo y de Iván Duque a la presidencia. 

La narrativa del proyecto se construye cuando el Capitán Berlín (original creado por Jörg Buttgereit en 1982) se niega a luchar en Colombia, por tal motivo, un colombiano cualquiera se ve envuelto en circunstancias que lo obligan a convertirse en el nuevo héroe para librar las luchas en contra  de la instauración del totalitarismo en su país. Desde este momento, la historia asume un carácter propio, pero de igual manera se erige con base a alegorías del contexto político actual, la comunicación de masas, la cultura popular, la imaginería Pop y el simbolismo que ha dejado la guerra. Pánico Al Totalitarismo presenta una instalación transmedia compuesta por una película experimental, una composición sonora,  4 animaciones, un juego de naipes y publicidad POP.

En cuanto a los referentes que menciona Jorge Peñuela, la principal característica del Capital Berlín, fue el diseño de su personalidad, un súper héroe borracho, disoluto y proclive al fracaso, como síntoma de la sociedad misma e impotencia por cambiar el status quo, además, el capitán a diferencia de Salsita, no lucha contra la institución arte o artistas para hacer comentarios políticos, esto la hace muy bien Oscar Salamanca con sus video-performance, por el contrario, el Héroe Berlinés combate a quimeras que emulan con sátira a los personajes políticos de extrema que ejercen gobiernos totalitarios, a su vez, es mas contextual con la ciudad y se manifiesta como un luchador (lucha libre o callejera), Salsita es un boxeador que apropia la estética y narrativa de este deporte para introducir comentarios políticos pero principalmente respecto al arte. Malandres, considero que es una propuesta lejana a lo aquí tratado, se podrían dar algunas similitudes y contrastes, pero básicamente con lo expresado respecto a Salcita se intuye. En el ultimo referente, solo aprecio un registro en video de una acción, este simple hecho lo distancia de mi proyecto, sin embargo, la idea de un personaje facho es interesante, pero lo presentado no es un proyecto concreto, reiterando la lejanía con Pánico al Totalitarismo que es una apuesta transmedia.

Otros apuntes particulares de la obra, es la creación de personajes de su propio universo, como la Chica Medallo y las quimeras anteriormente mencionadas, asimismo, la construcción de una relación simbólica con el imaginario e historia de la guerra y sus discursos hegemónicos. Próximamente el capitán volverá a Berlín para lidiar con sus demonios de postguerra, seguidamente buscara inspiración en México, pero corre el riesgo de caer ante las mieles del capitalismo.   

En conclusión, quiero señalar que la creación de este proyecto es resultado de una colaboración transdiciplinar, que involucro el apoyo de artistas, músicos, realizadores audiovisuales, productores y diseñadores. Es importante esclarecer que la curaduría fue propuesta a Sandra Rengifo, artista e investigadora en video y sus posibilidades expandidas, como una necesidad de una interlocutora versada en el ámbito de la creación en medios y el trabajo interdisciplinario, dado que, sin un conocimiento profundo de las apuestas narrativas y conceptuales, no se lograría dar a entender este proyecto, propiciando interpretaciones facilistas y sin rigor. 

Finalmente, comparto los créditos y texto curatorial del proyecto, y aprovecho la oportunidad para agradecer a las personas que se involucraron en esta aventura de un año de producción y dos de investigación. 

Ricardo Moreno

Instalación Transmedia 

Alemania / Colombia

2018

Película

Dirección: Ricardo Moreno

Actores: 

Chica Medallo / Mari Luz Gil

Mafe sin Cabales / Diana Vergel

Iván El Duque / Jimmy Morales

Capitán Berlín original / Ringo.zone 

Capitán Berlín Colombiano / Ricardo Moreno

Mujer Berlín / Valery Cristina Rojas

Diseño vestuario Chica Medallo / Marita Prendas y Accesorios 

Colorización / Sandra Rengifo

Cámara / Jimmy Morales / Ricardo Moreno  

Diseño de piezas gráficas / Adrián Leal

Música

Copyright free Peter Synthetik’s Captain Berlin (Original version, 1982) 

Arreglos en acordeón y clarinete Toy / Lil Letona

Producción

Zoila Arias

Montaje

Diana Vergel

William Martínez 

Agradecimientos

El Kruce + Kunstrial / Residencia en Berlín 

Sección de video Arte Panorama Colombia / Festival de Cine Colombiano en Berlín 

Puerto Contemporáneo 

La Radio Criolla

Fundación Gilberto Álzate Avendaño 

www.morenoricardo.com

www.puertocontemporáneo.org

Pánico al totalitarismo

Totalitarismo.

De totalitario e -ismo.

1m. Doctrina y regímenes políticos, desarrollados durante el siglo XX,

en los que el Estado concentra todos los poderes en un partido único y 

controla coactivamentelas relaciones sociales bajo una sola ideología oficial.

Pareciera que algo viene obsesionando a Ricardo Moreno desde sus dos últimos proyectos individuales, tal vez, como el mismo lo enuncia todo se resume en un pánico al totalitarismo. Durante el 2017, Moreno se aventuró con el ejercicio de apropiación titulado: “La Situación, Remake de Geraldo Anhaia Mello, 1978”, en esta pieza intentaba actualizar su referente y evidenciar la vigencia de las problemáticas que se planteaba este tipo de prácticas performáticas y videográficas durante los 70’s en Latinoamérica. Sin embargo, un intertexto que nace de esta pieza, en tanto el discurso, el acontecer político y las dimensiones del cuerpo del artista que se manifiesta como una degradación política, social y cultural, emerge ante nuestros ojos como una reflexión al movimiento cíclico de los resurgimientos de los totalitarismos a partir de ideologías que nacen como residuales y que toman fuerza en muy poco tiempo, nutriéndose de la crisis y el odio. Este preludio que lo hizo acreedor al Premio II Salón de Arte Joven FUGA 2017, ha evolucionado hacia nuevas dinámicas que buscan lugar en esta suerte de stand monstruosode Comic-Con, con tufo a formalidad de un espacio de exhibición. Desde el pregrado Moreno ha sido aficionado al cine B y sus estéticas derivadas, que más allá de su bajo presupuesto es un formato que actualmente es reconocido por su ingenio artesanal y en algunos casos como sub-versión de las narrativas establecidas en la cinematografía, en este caso, Moreno se apropia de varios de sus recursos y lo convierte en parte protagónica de las irónicas imágenes que emplea para articular su discurso. Tal vez por eso, Moreno se lanza en esta ocasión a regresar a formas más populares, tratando cada dispositivo como una versión de otra versión ya familiar.

Pánico al totalitarismo, es el resultado de un encuentro –de nuevo apropiacionista-, durante su residencia artística en Berlín a principios del 2018; allí Moreno conoce el superhéroe Capitán Berlíncreado por Jörg Buttgereit en 1982 y esta fascinación por su discurso reaccionario, B y fundado en un pánico y melancolía ochentera de una Berlín dividida y postpunk, remite a Moreno a relaciones posteriores locales que conecta y propone desde el acontecer político y social de Colombia hacia Latinoamérica, encontrando su lugar en esta ‘juguetona’ instalación. 

Diferentes dispositivos que exploran una suerte de narración transmedia,son el pretexto para mutar no solo el referente inicial, sino también los tiranos locales y universales que renacen a modo de zombies  -como si no fuera suficiente con que las crisis del capitalismo se fundan en la repetición y estos movimientos tiranos y opresores aprovechen estos momentos para resurgir-. Es así como, en el recorrido por el espacio un standse activa con el público participante para encarnarse por unos segundos como un héroe echado a menos, enmarcado dentro de dos torres que son íconos y que con un carácter irónico -como en el caso local con la Bacatá-, se erigen como efigies de poder, elefantes blancos o monstruos de la gentrificación. Un juego de cartas de tiranos de varias épocas, aparecen dentro de un soporte para ser observados, como pies de página que interpelan los fragmentos videográficos, generando otras posibles conexiones, por ejemplo, con las situaciones que se proyectan en los video carteles Gif, que desde el ejercicio de repetición y vacío casi memético, se detienen como señalamientos que Moreno nos quiere acentuar sobre el consumo y la banalidad de la imagen.

Un video silente, solo acusado por sonidos incidentales, ambientes y musicalización, articulados con algunos textos que dan pistas sobre los momentos que acontecen, se convierte en una pieza central que de manera exploratoria, encarna los caprichos de una segunda versión perdida de un Capitán Berlín que recibió una misión de su originario Berlinés. El local Capitán es un tipo borracho, anónimo y distraído pero con una ‘voluntad de fracaso’ infranqueable que establece un recorrido por diferentes lugares entre Medellín y Bogotá,  apelando a un carácter geopolítico que aparece como un esbozo objetivo de los vínculos subjetivos e imaginarios socio-culturales que construye Moreno. Junto con su heroína y coayudante la Chica Medallo, varias situaciones aparecen en modo de viñetas que se concatenan en un corte que explora diferentes capas, para reflexionar o incluso casi a modo de bufón, revelar un totalitarismo que se manifiesta de forma camuflada en el cotidiano de nuestro país.

Pánico al Totalitarismo, se convierte en una unión de varios recursos y dispositivos que tal vez hacia donde intentan apuntar, es de nuevo a un cuerpo de un artista que se caricaturiza y finalmente se degrada, haciendo finalmente un señalamiento y reflexión sobre un cuerpo fragmentado político, social y económico que también resulta degradado y corrupto. 

Sandra Rengifo

Curadora

./.

Fotografías: cortesia Ricardo Moreno

Murmullos en la Ciudad, recital polifónico en el Centro Cultural El Bukowski

Murmullos en la Ciudad recoge voces de un colectivo de artistas interdisciplinares que se reúne en torno a la figura de Juan Andrés Gutiérrez. La poesía siempre sorprende cuando nos sale al encuentro una y otra vez, aunque el hombre y la mujer de la calle no tienen el tiempo para prestarle un poco de atención. Sin embargo, en esta oportunidad, los sorprendidos eran los poetas mismos. La acogida que tuvo la convocatoria al recital desbordó sus expectativas.

Con razón estaban sorprendidos. Por lo general, se cree que hacemos parte de una sociedad que solo responde en función de realizar acciones utilitarias. Pero nos equivocamos. La cantidad de asistentes al recital desmiente esta creencia, además, su actitud muestra que la gente aún necesita poesía, que aquello que aún tiene una finalidad por fuera del orden prágmático, tiene un lugar dentro de los imaginarios sociales.

Anima a las artes este ambiente de secta, de estar por fuera de la ley que apreciamos en el recital. Este tipo de quebrantamientos poéticos abre el entendimiento a estados de ser no codificados. No toda la gente que llegó pudo acomodarse. Pero valió la pena la incomodidad de estar sentado a ras de piso. Hubo más de un verso que caló en la sensibilidad de los asistentes. Un buen obsequio en una ciudad tan inculta como Bogotá.

Cada uno y cada una de las poetas tejió su sentibilidad con ideas que dejaron pensando a los asistentes. Las artes requieren volver a pensarse por medio de figuras, de todas esas imágenes que nos comparieron los poetas la noche del 25 de enero de 2019, en el Bukowski, un centro de producción y circulación artística en donde nada queda fuera de lugar. 

Vendrán otros recitales en otros espacios, porque el colectivo es nómada, rehuye la institucionalidad que se sedimenta en los espacicos del arte.

Registro del recital. Poetas y artistas en orden de aparición:

Amanrouge en el piano y voz.
Erick en el Teheremin.
Enrique Delgado, Adriana Carrillo, Andrés Castañeda, Juan Andrés Gutierrez, Johana Gómez y Gabriela Hart.

Fotografia: Juan Andrés Gutierrez

Pánico estético y totalitarismo bufo: exposición en la Fundación Gilberto Álzate Avendaño.

La exposición Pánico y Totalitarismo, en la Fundación Gilberto Álzate Avendaño, es uno de los premios que Ricardo Moreno recibe como ganador del II Salón de Arte Joven, en 2017. Se trata de una puesta en escena para una lente que es desbordada por la realidad y se refugia en la imaginación. Moreno recurre a un juego bufo sin reglas evidentes, entre unas figuras populares y un concepto de filosofía política. 

A primera vista se nota que hay algunos avances con respecto a la propuesta de Moreno para el Salón de Arte Joven, una video performance, densa, de difícil lectura y mediada por un exceso de discurso historicista. Se aprecia un avance no solo porque la instalación está mejor pensada y las ideas fluyen en los espacios menos artificiosamente y sin las agotadoras mediaciones discursivistas propias del arte contemporáneo. Principalmente, mejora el anterior ejercicio porque las imágenes desplegadas invitan a pensar lo común-local-popular-real, aquello que a su pesar comparten locaciones de tres metrópolis que han sido modeladas a golpes de pánico: Berlín, Bogotá y Medellín. Germania se constituye en el referente paradigmático de esta estética del pánico psicológico y social.

En lo personal, la propuesta es arriesgada, debido a la actual coyuntura política por la cual Colombia atraviesa. Hoy más que nunca. Sin embargo, Moreno tiene claro que pese a unos clichés deliberados expuestos sin pudor estético y a una estética casi panfletaria, su escritura es artística. En efecto, los espacios del arte sirven de pararrayos a propuestas como Pánico y Totalitarismo, por más ingenuas que sean; quizá precisamente por ello mismo. Moreno activa milenarias estrategias literarias como  la parodia y la sátira para salir al encuentro de una realidad tan apabullante como la colombiana. Exploradas durante el II Salón de Arte Joven,  estas herramientas críticas con los totalitarismos le permiten no solo realizar una perlaboración bufa de un problema político muy complejo y delicado. Principalmente, esta estrategia narrativa le permite desviar la atención crítica que el totalitarismo recibe, hacia lo que Moreno intuye es su fundamento subjetivo: el pánico. La debilidad del carácter psicológico y social es uno de los signos de nuestro tiempo.

Las imágenes que se recogen en Pánico al Totalitarismo perlaboran la experiencia del artista en ciudades tan semejantes y disímiles como los son Berlín, Bogotá y Medellín. Piensan los mitos urbanos en que se resguardan los habitantes de cada una de ellas.  Relacionan arquitecturas grandilocuentes que apabullan y silencian la riqueza visual y sonora que se articula en los lenguajes cotidianos de estas ciudades.  Exploran diálogos prolíficos con disciplinas artísticas abiertas a experienciar modos de ser otros y a experimentar otras maneras de producir imágenes e interpelar aquello que se nos construye como realidad, aquello que permitimos se avale como realidad. 

Moreno escribe un relato con dos personajes que quizá rememoran antiguas fantasías infantiles: Capitán Berlín y la Chica Medallo. Es relevante que el artista piense en términos de relato, pues, con la escritura se activa la olvidada inquietud por la historia como eje central en toda apuesta artística. En su querella en contra de las tradiciones estéticas, ciegos a lo real, los artistas modernos descuidan esta exigencia clásica; y sordos a los llamados de la lengua, los artistas contemporáneos se olvidan de ella. La historia es la esencia del arte, dice Aristóteles. Sin embargo, hoy todo es instalación, escenario, efectos de luces y sonoros, algo prescindible, según plantea el filósofo griego en su Poética. 

La idea de inventar un personaje que es anti-héroe es interesante. Lejos está Moreno de las propuestas recientes del anti-monumento, pero cabe preguntar: ¿quién se encarna en este personaje bufo que es el Capitán Berlín? ¿El artista contemporáneo ansioso de realidad gratuita, simbolizada velozmente y a muy bajo costo para la imaginación? ¿La pedantería del artista político, un tanto pasado de kilos por su consumo excesivo de calorías teóricas? ¿El ciudadano indiferente que no quiere hacerse cargo de su responsabilidad ciudadana y solo vocifera derechos sin asumir ninguna responsabilidad política? 

Pánico al Totalitarismo detona muchas asociaciones, así sea débilmente. Toda exploración artística se pone a prueba en la activación política y social de la imaginación colectiva. Sin embargo, se siente en las imágenes el peso visual de la propuesta performática de Óscar Salamanca y Luís Fernando Arango, inclusive, aunque un poco más de lejos, la apuesta de Juan Fernando Cáceres. Salsita, SúperBank y Maladrés quedamente hacen mella en las imágenes de Moreno. Especialmente, se nota el efecto cuando el visitante  se localiza dentro del horizonte de la forma, que, en estricto sentido, se constituye en el espacio que hace de algo una propuesta artística. A futuro, Moreno planea mejorar las situaciones y los diálogos con el Capitán Berlín (así este último se la pase borracho) y la intrépida Chica Medallo. Sin embargo, debe procurar diferenciar sus personajes de manera más clara de Salsita, SúperBank y  Maladrés,  o incorporarlos a su escritura como interlocutores legítimos. No puede dejarlos así no más en la sombra. Ahora bien, la idea de un héroe borrachín es muy potente, muy acorde con el sopor que unos padecen y al pesimismo que a otros roe el pensamiento. Esta imagen narcótica constituye otra de las señales de nuestros tiempos.

 

Pese a los referentes políticos explícitos del siglo XX, hay que notar que aquello que centra las ideas del artista es el pánico. Hacemos parte de una sociedad del pánico: débil de carácter, medrosa, temerosa, vengativa, adicta a todo tipo de sustancias, predispuesta a ejecutar venganzas irracionales, poco ilustrada; y por todo esto, muy fácil de manipular, engañar, silenciar o suprimir. 

La propuesta de Ricardo Moreno es novedosa en este sentido: lo inquietante de nuestra época es la fábrica de sujetos proclives al pánico. El totalitarismo viene por añadidura.

Entrevista con Ricardo Moreno:

¿Salvar el Salón Nacional? ¿Por qué? ¿Para quiénes?

Curare Alterno diagnostica la decadencia estética y ética de las élites comerciales que controlan estímulos artísticos esenciales para la producción de otro tipo de sensibilidad política y social.

La decadencia del dispositivo Salón se evidencia en la indiferencia artística y social que este evento suscita no solo dentro de los y las artistas colombianas. La ciudadanía en general tampoco ve en estos espacios algo que mejore su sentir. Aún no pensamos el tipo de pobreza que las alianzas del Estado nos imponen.

Desde Curare, no hemos avanzado. Oscar Salamanca, Dimo Garcia Camargo, Mauricio Cruz, Juan Fernando Cácereso, Jorge Torres Gonzalez, Sol Astrid Giraldo Escobar, Margarita Ariza Aguilar, Pedro Pablo Gómez Moreno, Artista Jorge Alonso Zapata, Teresita Rivera Ceballos, Yecid Calderon, Manuel Zuñiga, Manuel Antonio Velandia Mora, Velandia Guerrero H, Julian Santana, Julian Zapata Rincon, Ricardo Muñoz, Eddy Cabrera, Ana Lucia Forero, Altocalcifilico Camilo, Salome Rodriguez, Carmen Von Wolkenstein, Olivia Margarita Miranda, Rafael Escallón, Muriel Angulo, Fernando Rivas, Luis Fernando Arango Duarte, Dario Fernando Ramirez, Jose Omar Valbuena, José Orlando Salgado, Nadia Granados, Carolina Holguin, Carolina Chacón, Diego Sierra Enciso, Diego Prieto,Esneider Alfonso Gamboa Burbano, podemos dar un paso más. La indiferencia no es ninguna salida para entrar al país que queremos. Hasta el momento, nos han hecho creer que este país no es nuestro, que la sensibilidad ética y estética es un asunto de élites comerciales.


En conclusión: el dispositivo Salón es obsoleto. No responde ni a las urgencias que plantea el país actual ni a las esperanzas del país que queremos. Hagamos reuniones con los y las artistas que trabajan en las Universidades y en otros espacios de formación. Socialicemos el diagnóstico, mejorémoslo y hagámoslo llegar a la Ministra de Cultura.


Nuestras prácticas académicas producen conocimiento. Como académicos y académicas, el Estado está obligado a conversar con nosotros y nosotras. Si Ricardo Arcos-Palma se anima, podemos solicitar un espacio en UN Análisis y en otros espacios de comunicación universitaria, como Laud Estéreo. Muchos de ellos tienen muy buena acogida ciudadana. Lo cierto es que estamos obligados a dar ese paso.

¿Qué opinan si después de esas reuniones con las “bases” de nuestra sensibilidad estética nos reunimos y redactamos la carta?

Imagen: campaña del artista Nadín Ospina para Salvar el Salón Nacional de Artistas, en 2013.

Fotografía: cortesía artista y fotógrafo Ricardo Muñoz Martinez.

El arte contemporáneo no tiene ser: diálogo con los artistas Óscar Salamanca, Mauricio Cruz, Dimo García y Juan Fernando Cáceres.

Primera Jornada: escritura artística, ¿un lenguaje privado?

Oscar Salamanca, la experiencia  vuelve a entrar dentro de nuestro multiverso conceptual. Hay experiencia cuando logramos salir de nuestro amado hacer en común, ese camino trillado sin nada qué ofrecer a las libertades, hoy más que nunca amenazadas de muerte.

La importancia de Picasso y Duchamp es esta: salir no con un grito de Salón sino con formas reales (Duchamp) o con figuras pensadas, justas (Picasso). Real y justo es todo aquello que mantiene una relación.  No es fácil  encontrarse con esas formas y esas figuras, y pensarlas adecuadamente. Solo se puede pensar-con, pues se habla-con,  se habita-con, se es-con, se existe-con.

Con sus soliloquios huecos, muchos artistas contemporáneos ostentan estar en un “afuera”, cuando en verdad solo están atrapados en un invierno estético. Encontrar esa forma o figura precisa, justa, asegura desbordar y dispersar la unidad semántica de la cual nos habla Mauricio Cruz.

En arte, la unidad se sostiene en la dispersión que activan las figuras con que irrumpe el artista en “ese con” que es lenguaje (público). ¿Para qué menciono todo esto? Para mostrar que el artista no es dueño de nada, que eso que llamamos lenguaje es un problema público. La riqueza del artista consiste en reconocer su pobreza. Pero hoy nadie quiere ser pobre, así ser signifique pobreza. El arte contemporáneo no tiene ser. No existe. Todos quieren triunfar a lo Trump. ¿Hay una pintura a lo Trump? (No se trata del Art Brut). 

Por eso estamos aquí estudiando,  tratando de hacer reventar la Unidad Semántica que el Estado nos ha impuesto. Al no ser dueño de nada, el artista debe mostrar humildad. Sólo  así gana la confianza que se requiere para activar y ampliar el lenguaje en que estamos atrapados. Actualmente, como afirma Dimo García en otras ocasiones, el artista es formado para la soberbia. La soberbia lo devora todo, como en un Obsoleto Salón Estatal.  Nadie quiere aprender técnicas, se queja Dimo. ¡Y hay que aprenderlas! Pero, ¡las técnicas no son el arte! Así ayuden al arte, no son el arte. El arte piensa, La técnica no.

Segunda Jornada: el Salón.

Curare Alterno diagnostica la decadencia estética y ética de las élites comerciales que controlan estímulos artísticos esenciales para la producción de otro tipo de sensibilidad política y social.

La decadencia del dispositivo Salón se evidencia en la indiferencia artística y social que este evento suscita no solo dentro de los y las artistas. La ciudadanía en general tampoco ve en estos espacios algo que mejore su sentir. Aún no pensamos el tipo de pobreza que las alianzas del Estado nos imponen.

Desde Curare, no hemos avanzado. Oscar Salamanca, Dimo Garcia Camargo, Mauricio Cruz, Juan Fernando Cácereso, Jorge Torres Gonzalez, Sol Astrid Giraldo Escobar, Margarita Ariza Aguilar, Pedro Pablo Gómez Moreno, Artista Jorge Alonso Zapata, Teresita Rivera Ceballos, Yecid Calderon, Manuel Zuñiga, Manuel Antonio Velandia Mora, Velandia Guerrero H, Julian Santana, Julian Zapata Rincon, Ricardo Muñoz, Eddy Cabrera, Ana Lucia Forero, Altocalcifilico Camilo, Salome Rodriguez, Carmen Von Wolkenstein, Olivia Margarita Miranda, Rafael Escallón, Muriel Angulo, Fernando Rivas, Luis Fernando Arango Duarte, Dario Fernando Ramirez, Jose Omar Valbuena, José Orlando Salgado, Nadia Granados, Carolina Holguin, Carolina Chacón, Diego Sierra Enciso, Diego Prieto,Esneider Alfonso Gamboa Burbano, podemos dar un paso más. La indiferencia no es ninguna salida para entrar al país que queremos. Hasta el momento, nos han hecho creer que este país no es nuestro, que la sensibilidad ética y estética es un asunto de élites comerciales.

En conclusión: el dispositivo Salón es obsoleto. No responde ni a las urgencias que plantea el país actual ni a las esperanzas del país que queremos. Hagamos reuniones con los y las artistas que trabajan en las Universidades y en otros espacios de formación. Socialicemos el diagnóstico, mejorémoslo y hagámoslo llegar a la Ministra de Cultura.
Nuestras prácticas académicas producen conocimiento. Como académicos y académicas, el Estado está obligado a conversar con nosotros y nosotras. Si Ricardo Arcos-Palma se anima, podemos solicitar un espacio en UN Análisis y en otros espacios de comunicación universitaria, como Laud Estéreo. Muchos de ellos tienen muy buena acogida ciudadana. Lo cierto es que estamos obligados a dar ese paso.

¿Qué opinan si después de esas reuniones con las “bases” de nuestra sensibilidad estética nos reunimos y redactamos la carta?

Diálogo en marcha en Facebook.

La Alfombra Botero: una nota frívola acerca del Arte colombiano años cincuenta

Con frecuencia, el usuario de Facebook Eduardo López Salazar recurre a la aparente frivolidad del Meme como medio de comunicación, como herramienta conceptual, como estrategia crítica y como paño para enjugar sus nostalgias artísticas y ciudadanas. (La frivolidad es una fuerza crítica en los regímenes totalitarios.)

Su insistencia en la figura de Fernando Botero como referente plástico nacional, alude, en primer lugar, al estatismo nacional, y en segundo lugar, a la ausencia fatal de otras realidades plásticas dentro de los espacios del arte. Al igual que muchos otros usuarios de Facebook, López nota que falta ese algo  propio de toda propuesta artística, le demanda  al  arte contemporáneo imágenes que sean de interés para comprender el peligro que marca nuestra época y  que tengan el vigor de abrir la imaginación hacia verdades aún no comunicadas.

Cuando en los Memes de López el interlocutor es Nadin Ospina, localiza al artista en las antípodas de Fernando Botero, como el fin del esplendor de un arribismo estético que por pereza no ha salido al encuentro de realidades otras. El arte colombiano de élites y su crítica anacrónica perviven, caminan en círculo alrededor de una estética formalista que dice nada acerca del hoy del aquí, así sus escribas vociferen lo contrario.

No dijo que el sentido de los Memes de López sea traslúcido o que los diseñe de manera consiente, porque entonces no tendrían importancia plástica. Y la tienen, lo mismo que otras expresiones que florecen por fuera de los soberbios recintos del arte contemporáneo. Los Memes del Arte, la caricatura de Matador y la parodia Drag son referentes futuros para comprender todo aquello que se oculta bajo la Alfombra Botero, desde Años Sincuenta.

Las élites comerciales que gobiernan nuestro país aman ocultar todo aquello que no hablan de sí mismas. Cuando algún artista, se atreve a mirar hacia otro lado, lo llaman pornomísero. Con tal expresión rasgan sus vestiduras para naturalizar sus imposturas, sus atavismos de clase.

C.C. A los artistas y críticos que participaron en el Encuentro de Emergencias Críticas, acerca del Duchampismo Nacional, realizado en la Universidad Nacional de Colombia.

El contra-monumento, concepto del año 2018

La estética del Monumento expresa la soberbia de seres que no solo se igualan a los dioses, sino que los suplantan. Es impotencia para hacerse cargo de la precariedad con que la vida pone a prueba a sus mejores mujeres y hombres. Separa lo humano de lo divino, aunque la primera condición sigue subordinada a la segunda, al Dios suplantado. Es feudal: crea amos y siervos. Se Instala como piso de una humanidad sojuzgada, subyugada. Reivindica virtudes que niegan la igualdad y solidaridad entre todos los seres humanos. Ante la soberbia mercantil que se apodera de las esperanzas de igualdad, libertad y solidaridad, los dioses parten espantados. Sin dioses solo resta el homo economicus como medida de todas las cosas.

El contra-monumento es obra de Hefesto: es lucha, invención y resistencia. Configura la ética del entre , aquello que mejora la supervivencia de quien se escribe a sí mismo dentro de una comunidad específica. El contra-monumento es una estrategia cultural en donde las mentiras del poder se ponen en evidencia. Pone en público una sensibilidad singular-universal, una modalidad de pensamiento que modela con lo propio de las manos figuras, antes que cualquier acto de simulación, de pretender esclarecer o producir conceptos. Lo propio de las manos consiste en su fuerza para mantenerse juntas y producir un entre diverso y por ello mismo emancipador. Su filosofía está al alcance de todos: sirve a quienes en común instituyen un lugar de articulación y comprensión.

El contra-monumento es acción, una lucha diaria en contra del dispositivo del Monumento y sus ínfulas imperiales. Su estética es una escritura del día a día, abierta pero personal, manual pero libre, plástica pero profunda.  Es verdadera: con sencillez, habla acerca de la arrogancia de quienes se igualan a los dioses, roban su fuego, los suplantan y apagan las luces de la igualdad, la libertad y la solidaridad. La soberbia del homo economicus es una manera de mentir acogida por todo tipo de escribas.

Hay Monumentos que se enmascaran como contra-monumentos. Estos “Monumentos” mienten: no evidencian que en lo evidente la verdad se pierde. También suplantan la verdad y la historia de las mujeres y los hombres. El Monumento es una estrategia de subalternización. Es la peor manera de diezmar la fuerza de la imaginación política, muy escasa, por cierto, en nuestros días. La potencia del contra-monumento surge de la humildad con la cual quien escribe su día a día sobre el lienzo del azar, explora la verdad de una existencia entregada al servicio de sí mismo y de otros y otras. La discreción práctica y estética niegan la grandilocuencia formal y discursiva del Monumento. El contra-monumento no es un Contra-Monumento. Un Contra-Monumento es un Monumento enmascarado o disfrazado de Fragmento.

El contra-monumento rompe el discurso. Abre a nuestra comprensión realidades domesticadas por el discurso del Régimen Feudal que sobrevive plácidamente dentro del Régimen Global. Nunca refuerza la ideología económica que impone el discurso del Monumento Contra-Monumento. La sombra que nos ofrece el contra-monumento nos permite ver la oscuridad de la luminosidad de la época, muestra una fractura social y una subordinación política. No es cuantificable. Nunca se expone como un Fragmento supeditado a un Orden Matemático y Calculador de efectos. Es una herida. La herida que se niega, que la lógica del espectáculo vela y nos impide apreciar.

De ser plausible, el contra-monumento es móvil, rechaza toda fijeza o unidad. Su potencial disruptor lo encuentra en prácticas de humildad y servicio. Humildad y servicio son prácticas críticas poco exploradas dentro de las estéticas contemporáneas diseñadas por el homo economicus. Su discreción práctica y estética rehúsa las luces del espectáculo.

Por su arrogancia, por su soberbia discursivista, el arte contemporáneo no puede considerarse un contra-monumento. Mejor aún: “contra” no es un prefijo adecuado para indicar prácticas de servicio como las que evoca la imagen que acompaña este mensaje.