Excrito en los márgenes del discurso

A propósito de la 37 Muestra de Trabajos  de Grado de la  facultad de artes ASAB. Las y los artistas reunidos en este ejercicio excrito, desbordado, ubicado en los márgenes de la academia, ofrecen al espectador una mirada otra a la realidad del arte contemporáneo que circula en las instituciones culturales, las galerías y los museos colombianos. Más allá del interés estético, cada uno de los gestos aquí expuestos, son un diagnóstico social, político y cultural que es necesario comprender e interpretar. La relación disyuntiva entre arte y cultura muestra así su vitalidad e importancia para la vida de nuestro país. Los márgenes hacia los cuales los artistas se desplazan, o a los que son desplazados, aportan sentido real a las modas instrumentales que imperan en la actualidad.

Los ejercicios plásticos expuestos en el Espacio Odeón, lugar de la exposición, reivindican el regreso de lo más reprimido en el arte internacional durante los últimos cincuenta años: la verdad. Quienes aspiran hoy al reconocimiento académico y social como profesionales en artes, se presentan libres de las imposturas de los intereses del mercado artístico y tienen la relevancia de un diagnóstico espontáneo y desinteresado de la actualidad. La academia tiene la responsabilidad de presentar a sus artistas en la mayor libertad posible, así la sociedad del mercado a muy corto plazo los y las corrompa. En este sentido, sus propuestas se constituyen en preguntas que cuestionan los protocolos con los cuales se maniata la expresión artística contemporánea. Por la franqueza que anima sus esperanzas de otro orden, estas inquietudes no pueden ser desoídas. Esta mirada alternativa al ser de la creatividad contemporánea, obliga a pensar la verdad del arte institucionalizado en las academias y en las instituciones responsables de la promoción de las artes.

La verdad del arte es un quiebre, el quiebre del artista en sí mismo, es la verdad que emerge de la ruptura que realiza el artista con todos aquellos discursos que le impiden hablar con libertad. Hablar con libertad es hablar con franqueza. Cuando se habla con franqueza se habla con verdad. Hablar en arte no consiste en argumentar como se cree en las academias, es excribirse, es salirse de todas las escrituras que coartan las libertades expresivas, es comenzar a hablar un lenguaje no escuchado con anterioridad. Hablar en arte  consiste en presentar figuras que anuncian otros estados de ser. La esperanza de todo gesto artístico, consiste en traer a la presencia realidades no posibles hasta el momento en que el artista se atreve a dejar tras de sí toda la palabrería, toda esa charlatanería acerca de la naturaleza del arte. Pocos se dan cuenta que el arte no tiene naturaleza. Como el ser humano, el arte es flor de un día.  Esta exposición evidencia esta verdad. Estamos en presencia de múltiples expresiones de esa terrible verdad, no osbtante,  bella en su temeridad. Finalmente,  lo que cuenta en arte es la belleza, sin importar si las emociones que detona duran un instante, un día o un milenio.

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El Centro Pompidou celebra en sus instalaciones el sesentavo aniversario de Jeff Koons

Para celebrarle su, el mundo se convierte en un almacén de golosinas disponibles para el artista y los millonarios que lo siguen en Instagram.

“Todo aquello que  existe en el universo está ahí. Todo aquello que a usted le interesa está ahí. Si usted se concentra en sus centros de interés, todo  se presentará por sí mismo, cada vez más mucho más cerca. Usted se dará cuenta que todo está disponible.” Según la filosofía de Koons, todo estára ahí, ¡disposible para usted! Es decir, para la bolsa del artista. ¡That’s my guy!

Más provocadora no puede ser su declaración de principios. Por eso mismo, es el artista favorito de los multimillonarios y de los desarrapados que lo seguimos a través de las ediciones económicas de Taschen, dice el crítico del periódico Liberation.

 

Fuente:

https://www.centrepompidou.fr/cpv/ressource.action?param.id=FR_R-e512d91cbb73116208e81d4584b326&param.idSource=FR_E-6f51c7b95ceb20406cca543d6cde836

Chapinero Mutantex: graffiti arquitectónico

JAKER MATE: Sistema Audiovisual Callejero.

Chapinero Mutantex y  Jaker Mate, es una idea que nace aproximadamente en 2011 al reciclar objetos encontrados en la calle, dichos objetos son de un material específico: icopor, residuos de computadores y diferentes objetos electromecánicos. Las combinaciones que se logran con estos materiales son muy atractivas y su dimensión estética muestra otras posibilidades de síntesis y belleza en un objeto resignificado.

Jaker Mate lleva consigo la teoría del “eterno retorno”, donde todo regresa a su origen, es decir que los objetos que se encontraban en la calle se transmutaban estéticamente y de nuevo se dejaban en la calle a manera de intervención.

 

 

Jaker Mate es una ficción que pretende contar historias a partir de la prosaica callejera en Chapinero, es un personaje que deambula las calles de Chapinero y Bogotá.

En esencia Chapinero Mutante y Jaker Mate es un ejercicio que materializa la calle en constante transformación mediante la fotografía y el videoclip, en este proceso pretende justificarse también bajo la ciencia ficción y relacionarlo escenográficamente con todos estos interesantes espacios urbanos que están en mutación gracias a esa modernidad que buscan tanto los grafiteros como los arquitectos.

 

Video: cortesía de Carlos Andres Molina Perdomo

En “La Matria*”/ tu historia ¿es tu mejor herencia?

Hace unos días publiqué en una red social un comentario acerca de la recién estrenada película “Matria”, la primera del artista visual mexicano Fernando Llanos. Un amigo a quien admiro y a quien me gusta leer –Leonardo Tarifeño– la reseñó elogiosamente, especialmente debido a un episodio histórico poco conocido, sobre un destacamento de charros que se preparó en el caso de que los nazis invadieran México durante la segunda guerra mundial [1]; sin embargo, yo comenté a su post que a mi la película me había parecido “malísima.” De inmediato me arrepentí de ese primer impulso y ante la sorpresa de ambos por mi comentario, lo correcto tanto para el artista visual como para el reseñista, sería sustentar ese juicio espontáneo con una lectura y una crítica acerca de la obra y compartirla, y es lo que ahora voy a hacer.

Asistí a una de las funciones en las que se proyectó “Matria” en el marco del 12º Festival de cine de Morelia con la presencia del autor. En la sesión de preguntas que siguió a la proyección, se le preguntó al realizador el por qué del título “Matria.” Fernando Llanos contestó que era una restitución de lo femenino en el concepto de patria para recuperar la relación de la nación como ese “lugar materno” que acoge a sus hijos.

Hasta ahí todo parecería bien. Sin embargo, no, de ninguna manera iba bien. A Fernando Llanos se le olvidó citar el origen del término. O lo olvidó o lo ignora. No sé qué es peor en este caso, porque una sencilla operación de consulta nos ofrece una información básica de dónde proviene, qué autores lo han utilizado y con qué finalidad conceptual:

Matria es un neologismo utilizado desde la escritura y la crítica feminista por autores como Virginia Wolf o Miguel de Unamuno o más recientes como Diamela Eltit, pero también por antropólogos que buscan rescatar la idea de ciertas etinas indígenas del concepto femenino de la “patria” precisamente para oponerse a los valores del patriarcado. La ‘matria’ sería aquel espacio en el que prima una ‘política maternal’, es decir, una fuerza que las mujeres adquieren por el hecho de dar a luz. Gran parte de la fuerza política del concepto de ‘matria’ proviene de la potencia asociada a la maternidad. [2].

Pero hagamos a un lado, por un momento, esta cuestión de la omisión de la fuente que inspira el título del film y centrémonos en cómo el artista Fernando Llanos trabaja, documenta y significa en el documental esta idea suya de “Matria”, de la Madre-Patria.

Lo primero que resulta curioso es que lo haga a través de un ancestro suyo: su abuelo (y no por ejemplo, su abuela). Un personaje bastante peculiar, que luchó en la revolución junto a Villa, que fue presidente del club de charros, masón al igual que muchos priístas, que desempeñó varios cargos políticos en el estado de Oaxaca (de donde no era originario) de manera bastante dudosa y al parecer mafiosa (al decir de alguno de los entrevistados en el propio documental) pero que además, y aquí entra uno de los elementos centrales del film el elemento “telenovelezco” –que se mantiene a lo largo de la narración y tan desgraciadamente extendido en estas tierras– el señor mantuvo dos casas, es decir, dos mujeres y dos familias, como muchos machos orgullosamente mexicanos y de otras geografías: la casa grande y la casa chica.

Este elemento, el de la doble vida amorosa del personaje del abuelo, que el artista intenta reconstruir en su trabajo fílmico es uno de los que más pone en duda aquella intención primera que él asegura le ha motivado a realizar el documental: restituir la imagen de la mujer. Ya que casi la única mujer que (no)aparece en el documental sino –invisibilizada– es la propia madre del artista, quien solo se percibe de manera “espectral” a través de una voz desesperada y herida y que en reiteradas ocasiones le ruega a su hijo –desde el otro lado del teléfono– que desista de su proyecto de sacar a la luz ese lado “oscuro” de su padre y que tanto dolor le infligió sobre todo a las mujeres: sus esposas y sus hijas.

He aquí la primera contradicción de este film, mientras Llanos dice querer reivindicar la imagen de la madre la presenta como alguien débil desprovisto de cualquier “voz” de autoridad, su queja lastimera produjo risa en algunos espectadores –por lo menos en la función a la que yo asistí–, es decir el cineasta casi la “ridiculiza”, olvidando su papel de víctima en el drama del machismo mexicano y olvidando también restituirle su dignidad: es decir, respetar su deseo y encontrar otras vías para su obra que no fuera el de la exposición “forzada”.

Por otro lado, también incurre en contradicciones de discurso al pretender hacer la “crítica” del abuelo revolucionario que encarna uno de los peores estereotipos del mexicano macho, pillo, de doble moral, mujeriego, listillo corrupto que usa los recursos del Estado para hacer autopromoción y ganarse los favores que le permiten “gozar y mantenerse” en el poder y hasta posiblemente asesino de su primera esposa, quien fallece en un extraño accidente de coche (todos estos podrían ser los elementos de una nota periodística de nota roja que leyéramos sobre cualquiera de los personajes sin escrúpulos que hoy gobiernan a México, incluso debería ser objeto de una investigación judicial, otra de las muchas que no se han hecho y no se harán). Esta contradicción se revela cuando ya cerca del final, el propio nieto, es decir el documentalista hace un comentario exculpatorio y que le resta importancia a los graves episodios de la vida del abuelo que va descubriendo a lo largo de sus pesquisas.

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Resulta sorprendente que habiendo dado con los elementos para hacer realmente una (auto)crítica feroz acerca de cómo se ha (mal)construido la nación a partir de la perversión de los valores de la Revolución Mexicana por los mismos “revolucionarios” como el abuelo y sus “herederos”, el artista Fernando Llanos no se percate de esta falla, y que con esa omisión lo que precisamente consigue hacer resulta lo opuesto a lo que supuestamente dice buscar desde el título de su obra: invisibilizar y callar a la “Matria”, bajo la imagen más fácil y vendible de la exaltación del “nacionalismo” de postal: el charro, el caballo, el supuesto héroe de la revolución y la historia de los charros en contra del nazismo que obviamente mueve lo más profundo de la defensa del nacionalismo. Otra de las contradicciones (que no es responsabilidad suya, pero de la que es inadmisible no sea consciente): la pretensión de oponer un nacionalismo a otro.

La verdadera Matria, es decir, México, no aparece nunca, ella está ahí queriendo mostrar su herida y denunciar a quienes se las han infligido con su avidez insaciable, no los nazis precisamente, pero el artista no parece ver aquello: ella La Matria, al igual que la madre también es acallada e invisibilizada bajo la imagen turística y exaltada del exotismo macho.

Esta película no me ha parecido malísima, como señalé en mi primer comentario impulsivo, sino al contrario, buenísima para hacer una lectura y un análisis acerca de lo que sucede en nuestro país: un ejercicio de contemporaneidad. La falsa y ausente crítica de los arquetipos sobre los que se asienta la imagen y la idea de lo “nacional” tan nocivos y que con tanta urgencia deben ser cuestionados por sus inconsistencias y por sus chantajes, los falsos relatos de la heroicidad y, si me apuran, por ser el alimento del mismo género de la telenovela que parece ser aquel con el que se quiere escribir la historia nacional.

¿Porqué digo falsa crítica? Porque lo que en realidad Fernando Llanos está presentando a los espectadores es un (auto)elogio de esos valores del patriarcado machista que aún perviven y que tanto daño han hecho y nos siguen haciendo, pues sobre ellos se sustenta una sociedad con profundas desigualdades de género y misoginia, en donde las mujeres son transformadas en idealizaciones espectrales, objetivadas para su uso o para adorno, dan lástima por lloronas o son vejadas y asesinadas… pero pocas veces tratadas como iguales con respeto. Falsa crítica, al no tomar una distancia, al no desmarcarse de esa historia –la suya– y verla con ojos no de nieto perdido en busca del ancestro y hacer una lectura “emotiva” de qué ha significado en la construcción de la familia y de este país. Falsa crítica al aparecer él mismo en varias ocasiones a lo largo del film, satisfecho de sí mismo, vestido de charro mexicano paseándose por las calles de la Ciudad de México, y con ese gesto, simbólicamente acepta la “herencia” sin cuestionarla.

El artista deja pasar estas particularidades del personaje de su abuelo y las comenta a medias para luego pasar al olvido por medio del autoelogio. Y lo que es aún más grave termina de alguna manera admitiendo que poco importa lo que su abuelo haya hecho y lo que de él se diga o se oculte. Algo inadmisible en un momento en el que las conciencias despiertan, en el que muchas de las instituciones emanadas de ese pasado revolucionario están siendo cuestionadas y en el que más que nunca se exige de todos los ciudadanos un ejercicio de “consciencia”.

Quizás la intención del artista fuera realmente “sanar” una herida familiar que de alguna manera simbolizara la sanación “nacional”. No pongo en duda “sus buenas intenciones”, pero si me parece que no logró dar con la forma “inteligente” para conseguirlo. Pues uno se queda con la impresión de que a Llanos lo que le interesa aquí es aparecer “retratado” –de manera un tanto banal e insistente– haciendo que su película también sea una suerte de selfie, desprovista de otro “relato” que no sea la cansina telenovela de una familia más, sufrida y aplastada por las mentiras dentro ese episodio de la historia mexicana de la fallida construcción “moderna” del siglo XX, del que como bien afirma en el subtítulo de su película se reclama “heredero”.

El festival de cine de Morelia es excelente, y realmente me sorprendió el nivel de la programación. Sin embargo, el que le hayan dado el premio al mejor documental mexicano a esta película me sorprendió y me hizo preguntarme cuál es la capacidad de lectura del jurado, su capacidad crítica y la enorme ceguera ante un mal que siempre ha aquejado a este país: el interés desmedido por todo lo que se dice de él sin pasar por ningún filtro. El ombliguismo que nos aqueja. Al que debemos que todo lo que hable de México y de lo mexicano resulte un producto “exitoso”, sumado al triunfo inmemorial del ya mencionado “autoretrato” (de cuya prueba ya tenemos facebook).

Pienso que un acto realmente de reivindicación y de amor a la Matria habría sido un ejercicio muy diferente a lo que se plantea aquí. Desaparecerlo a “él” al “macho héroe” al que ya bastante se ha homenajeado y de los que hay miles de monumentos ecuestres a lo largo y ancho de la República, para dar voz y darle presencia a “ella”. Habría sido para el artista un verdadero reto llevar a cabo una verdadera crítica a esa figura “patriarcal” y a lo que ella nos ha dejado como “legado”.

Es por ello que las preguntas -con las que me gustaría cerrar estas reflexiones no solo para Fernando Llanos como artista sino para cualquier productor de imágenes y de relatos contemporáneo- podrían ser: ¿esta es la “herencia” simbólica de la que podemos sentirnos orgullosos? ¿Somos conscientes de que esta herencia que se honra tiene una deuda impagable con la herida que la “Matria” mexicana supura y por la que agoniza hoy? Acaso ¿no se esperaría del arte que además de ser estético, fuera original, honesto, y que aporte una visión sutil y crítica de su contexto y circunstancia?

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*Para los lectores no mexicanos darse “en la madre” es literalmente estrellarse.

[1] Véase “Todo por la matria
[2]. Véase Natalia Toledo Jofré, “El concepto de ‘matria’ desde la crítica literaria feminista y su lectura en “Por la patria” de Diamela Eltit,” Tesis de postgrado de Filosofía y Letras por la Universidad de Chile.

 

Publicado originalmente en Salon Kritik

Premios de Consolación: apostilla a una intervención de Alexa Cuesta en Crítica Pública

A pesar de que es preocupante el purismo territorial y cultural que reivindica la maestra Alexa Cuesta en sus querellas, creo que en su respuesta a la invitación reciente que le cursa el Ministerio de Cultura se muestra bastante intuitiva y sagaz. La investigadora sospecha gato encerrado. Quizá se quiere legitimar aquello que los expertos en administración pública llaman “hechos cumplidos”, pues, ¿qué se va a “negociar” en esta mesa cuando ya se otorgaron las becas de investigación curatorial? Es decir, cuando la mermelada ya fue repartida. Pienso que la nueva Gerencia de Artes del Ministerio de Cultura se quiere estrenar gestando premios de consolación, otra vez pactados entre los mismos con las mismas, las mismas con los mismos, y los mismos con los mismos. Se trata del discreto encanto del secretismo estatal que tanto ama la incultura burguesa: la enigmática razón de Estado del  inner circle del Maestro que a distancia  sigue operando misteriosamente en el Ministerio de Cultura. Cabe preguntar en este momento: ¿quién recomendó para su actual cargo a Carolina Ponce de León? ¡Alexa Cuesta sabe al resepcto que los Misterios del Señor son insondables! En este debate, que apenas comienza gracias al ímpetu de Alexa Cuesta, y respecto al dominio curatorial, Dimo García evidencia una verdad que por evidente nadie aprecia: el arte retórico aupado por medio del sofístico mercado de  las investigaciones curatoriales es sólo eso, retórica  institucional para enseñarle el arte contemporáneo o comercial  a los niños y las niñas, que, en Colombia, juegan a ser artistas.

Quienes participaron en la reconfiguración  del Premio Luis Caballero hace tres años, saben de qué hablamos. Se convocó a artistas, a curadores, a críticos, a galeristas, a gerentes, a asesores burocráticos, entre otros agentes, sólo para legitimar las decisiones que en secreto ya habían tomado tres personas. Si existen actas al respecto, con seguridad se encontrará en llas que el Distrito consultó los intereses de la comunidad artística. Por supuesto, no registrarán que los intereses de aquélla no cuentan, que aquello que mueve el corazón del régimen es algo sublime, innombrable e incomprensible para quienes no sabemos de arte contemporáneo.

Tiene razón la maestra Alexa: en adelante  los artistas deberían participar en estas mesas de trabajo  solo bajo una premisa: que estos espacios sean espacios constituyentes de un nuevo orden estético, es decir, que lo que allí se acuerde sea vinculante para el Estado. De otra manera pasará lo que sucedió en el Luis Caballero: los artistas y críticos independientes, por fuera del mercado de estímulos estatales,  quedarán expuestos como rey de burlas, pues, quienes lo saben todo previamente ya han tomado las  decisiones  que afectan a los menores de edad del campo del arte colombiano.

Ahora bien, para zanjar el regionalismo retórico que no le aporta nada  al arte colombiano, ¿no es oportuno comenzar a hablar de una arte (inter) regional, para de paso evaluar la impertinencia o pertinencia de un arte (inter) nacional, desnacionalizado, privatizado y puesto al servicio del mercado de bienes suntuarios? Si se está pensando el montaje de las “investigaciones estético-curatoriales” 2014, ¿por qué no pensar ese (inter), ese mico-orangután que nos metió el maestro Jaime Cerón durante su gestión en el Ministerio de Cultura?

A propósito del próximo Salón Nacional, ¿por qué no pensar en un Salón de artistas marginales? ¿Por qué no volver a mirar hacia los márgenes del discurso institucional? ¿Por qué no volver a mirar a  los pintores que hacen propuestas tan interesantes en los márgenes de las retóricas curatoriales, y que por su excelencia plástica son silenciados? ¿Por qué no mirar a esos pintores que en las regiones hacen caso omiso  de las consignas del mercado?   ¿Qué nos importa que Hugo, Paco y Luis se rasguen sus investiduras? ¿Qué nos importa que sus retóricas insulsas se hagan añicos?

El próximo jueves 27 de noviembre a las 5 P.M., en La ASAB se abordarán estas y otras inquietudes de la deriva del arte colombiano reciente.

 

Imagen: Ernesto Neto, 43SNA, Medellín.

Fotografía Ricardo Muñoz.

IV Encuentro Historias Emergentes en la ASAB

¿Qué se dice cuando se habla de la (inter) nacionalización del arte y la cultura?

Michel Foucault plantea que la modernidad se despliega en dos direcciones. Por un lado, la ciencia se centra en la afirmación de su autonomía y su confianza en la progresión del conocimiento científico. Por otro lado, ubicados en los márgenes de los discursos, un grupo de intelectuales preocupados con los excesos de racionalidad que la ciencia implementaba en alianza con las instituciones, opta por cuestionar el despotismo de la razón instrumentalizada y pregunta acerca del lugar del científico social en la actualidad. La actualidad interrumpe la automonía del despotismo científico e investigativo. Otro tanto, se puede afirmar de la relación de las artes con la actualidad. El evento de la facultad de Artes-ASAB de la Universidad Distrital  denominado Historias Emergentes, se ubica en los márgenes de los discursos institucionales,  sale  al encuentro con la actualidad  realizando su cuarta versión. En esta oportunidad  el subtítulo es: ¿Qué se dice cuando se habla de la (inter) nacionalización del arte y la cultura? Los investigadores del arte y la cultura invitados meditarán acerca del Nuevo Orden artístico y cultural con que se anuncia el Siglo XXI. Programas como el Proyecto Pentágono y su dispositivo curatorial, Art-BO y su dispsositivo ferial, la implementación del despotismo investigativo en artes y la (inter)nacionalización del Salón Nacional de Artistas, son síntomas de la emergencia de otra manera de relacionarse en artes. Algunos consideran que la “episteme” del mercado se ha apoderado de los imaginarios de los artistas. Cada uno de los participantes invitados presentará su análisis y su respectivo diagnóstico. El evento es el 27 de noviembre, a partir de las 4 P.M., en el auditorio Samuel Bedoya de la Facultad, carrera 13 No. 14-69.

Investigadores invitados: Nadia Moreno, Manuel Zúgiña, Gustavo Sanabria, Camilo Ordoñez,  Muriel Angulo, Alejandro Martin, Pedro Pablo Gómez, Jorge Peñuela.

Tres Américas

La exposición “Tres Américas” está conformada por un conjunto de obras elaboradas a seis manos entre 12 artistas-docentes de la UQTR (1) -Canadá, 12 de la UAEM (2) -México, y 12 de la UDFJC (3)-Colombia. Este proyecto de carácter académico, artístico y cultural está itinerando por cada una de las instituciones implicadas; se presentó en Octubre de 2014 en la galería R3 de la UQTR-Canadá, se presenta en Noviembre de 2014 en la Sala de Exposiciones ASAB-Colombia y se presentará en Marzo de 2015 en México.

tres amricas bLa investigación-creación planteada tiene dos principios básicos: La reflexión alrededor del concepto de “Tres Américas” como denominador común para los artistas y el “cadáver exquisito” como la forma de trabajo a utilizar.  En su desarrollo se prevén distintas maneras de abordar el trabajo colectivo, las cuales permiten que el diálogo visual y conceptual establecido por los ejecutantes haga referencia a los distintos cuestionamientos posibles de interpretación artística; desde lo geográfico, lo político, lo económico, lo histórico, pasando por los procesos de mestizaje cultural, racial, artístico, religioso, hasta las formas de integración y comunicación mediática como la internet. Además, este proyecto deja entrever una preocupación latente de los artistas-docentes por el devenir de las formas de creación plástica y visual en la contemporaneidad.

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El primer grupo de obras (de formato mayor) establece una división espacial en el soporte, para que cada uno de los artistas de continuidad a la imagen inicial interpretando y asumiendo el propósito de su antecesor. El segundo grupo (de formato medio) establece una complicidad y compromiso plástico entre sus ejecutantes, dado que trabajan sobre la imagen que previamente elaboró el primero de ellos hasta configurar la imagen final. Y el tercer grupo (de formato triangular) incluye la figura del curador, quien visualizará la comunión entre las piezas y realizará la configuración final de las imágenes.

tres amricas dos bEn ese sentido, este tipo de actividades permite que los proyectos de creación e investigación  actúen como gestores y mediadores de vínculos entre los participantes, las instituciones y sus comunidades académicas en beneficio de la internacionalización de sus currículos.

(1) UQTR: Universidad de Quebec a Trois-Rivières.
(2)  UAEM: Universidad Autónoma del Estado de México en Toluca.
(3)  UDFJC: Universidad Distrital Francisco José de Caldas.

 

Nota del director:

La exposición puede verse de lunes a viernes en la Sala de Exposiciones ASAB, carrera 13 No. 14-69. Los días 26, 27 y 28 de noviembre de 2014 tendrá lugar un coloquio con los artistas internacionales que hacen parte de la exposición.

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Continúa en España el debate a los dispositivos que controlan la circulación del arte contemporáneo

Esto último me parece importante porque lanza la actividad artística en muchas direcciones, territoriales y temporales, muy en sintonía con dos ideas de Benjamin: la primera de ellas se encuentra en “Una breve historia de la fotografía“, donde Benjamin plantea la necesidad de que la fotografía no se convierta en una simple herramienta al servicio del arte o de la publicidad, comotécnica empleada por un dispositivo de poder, sino que siga operando en un espacio intersticial que, según Benjamin, pondría en jaque las categorías impuestas por la división del trabajo. La otra idea es la que plantea en sus tesis sobre la historia, acerca de la necesidad de peinar la experiencia del pasado a contrapelo. Vale la pena reproducir la cita: “Articular históricamente el pasado no significa conocerlo tal como verdaderamente fue“, dice Benjamin. “Significa apoderarse de un recuerdo tal como éste relumbra en un instante de peligro. De lo que se trata para el materialismo histórico es de atrapar una imagen del pasado tal como ésta se le enfoca de repente al sujeto histórico en el instante del peligro. E1 peligro amenaza tanto a la permanencia de la tradición como a los receptores de la misma. Para ambos es uno y el mismo: el peligro de entregar se como instrumentos de la clase dominante. En cada época espreciso hacer nuevamente el intento de arrancar la tradición de manos del conformismo, que está siempre a punto de someterla

Nuestra necesidad de consuelo es insaciable

Estoy desprovisto de fe y no puedo, pues, ser dichoso, ya que un hombre dichoso nunca llegará a temer que su vida sea un errar sin sentido hacia una muerte cierta. No me ha sido dado en herencia ni un dios ni un punto firme en la tierra desde el cual poder llamar la atención de dios; ni he heredado tampoco el furor disimulado del escéptico, ni las astucias del racionalista, ni el ardiente candor del ateo. Por eso no me atrevo a tirar la piedra ni a quien cree en cosas que yo dudo, ni a quien idolatra la duda como si ésta no estuviera rodeada de tinieblas. Esta piedra me alcanzaría a mí mismo ya que de una cosa estoy convencido: la necesidad de consuelo que tiene el ser humano es insaciable.

Yo mismo persigo el consuelo como el cazador su presa. Por dondequiera que en el bosque lo vislumbre, disparo. A menudo no alcanzo más que el vacío; pero alguna que otra vez cae a mis pies una presa. Y como sé que el consuelo no dura más que el soplo del viento en la copa del árbol, me apresuro a apoderarme de ella.

¿Y qué tengo entonces entre mi brazos? Puesto que estoy solo: una mujer amada o un desdichado compañero de viaje. Puesto que soy poeta: un arco de palabras que no puedo tensar sin un sentimiento de dicha y de horror. Puesto que soy prisionero: una súbita mirada hacia la libertad. Puesto que estoy amenazado por la muerte: un animal vivo aún caliente, un corazón que palpita sarcásticamente. Puesto que estoy amenazado por el mar: un arrecife de duro granito.

Pero también hay consuelos que me llegan como huéspedes sin haberlos invitado y que llenan mi aposento de odiosos cuchicheos: Soy tu deseo -¡ama a todo el mundo! Soy tu talento -¡abusa de él como abusas de ti mismo! Soy tu sensualidad -¡solamente viven los sibaritas! Soy tu soledad -¡menosprecia a los seres humanos! Soy tu deseo de muerte -¡corta!

El equilibrio es un listón estrecho. Veo mi vida amenazada por dos poderes: por un lado, por las ávidas bocas del exceso; y por otro, por la avara amargura que se nutre de sí misma. Pero rehuso elegir entre la orgía y la ascesis, aunque sea al precio de una confusión mental. Para mí no basta con saber que, puesto que no somos libres en nuestros actos, todo es excusable. Lo que busco no es una excusa a mi vida sino todo lo contrario a una excusa: la reconciliación. Al fin me doy cuenta que cualquier consuelo que no cuente con mi libertad es engañoso, al no ser más que la imagen reflejada de mi desespero. En efecto, cuando mi desespero me dice: Desespera, puesto que cada día no es sino una tregua entre dos noches, el falso consuelo me grita: Espera, pues cada noche no es más que una tregua entre dos días.

Pero de nada le vale al ser humano un consuelo brillante; necesita un consuelo que ilumine. Y todo aquel que quiera convertirse en una persona malvada, es decir, una persona que actúa como si todas las acciones fueran defendibles, debería, al lograrlo, tener al menos la bondad de advertirlo.

Son innumerables los casos en los que el consuelo es una necesidad. Nadie sabe cuándo caerá el crepúsculo y la vida no es un problema que pueda ser resuelto dividiendo la luz por la oscuridad y los días por las noches; es un viaje imprevisible entre lugares inexistentes. Puedo, por ejemplo, andar por la orilla y sentir de repente el horrible desafío que la eternidad lanza sobre mi existencia y el perpetuo movimiento del mar y la huida constante del viento. ¡En qué se convierte entonces el tiempo sino en un consuelo por el hecho de que nada de lo humano es duradero y qué consuelo tan miserable que sólo enriquece a los suizos!

Puedo estar sentado ante la lumbre en la habitación menos expuesta al peligro y sentir de pronto que la muerte me rodea. Está en el fuego, en todos los objetos puntiagudos que me rodean, en la solidez del techo y en el grueso de las paredes, está en el agua y en la nieve, en el calor y en mi sangre. ¡En qué se convierte entonces el sentimiento humano de seguridad sino en un consuelo por el hecho de que la muerte es lo más cercano a la vida y qué consuelo más miserable que no hace más que recordarnos aquello que quiere hacernos olvidar! Puedo llenar todas las hojas en blanco con la más hermosa combinación de palabras que mi cerebro pueda imaginar. Puesto que deseo confirmar que mi vida no es absurda y que no estoy solo en la tierra, junto todas estas palabras en un libro y se lo ofrezco al mundo. A cambio, éste me da dinero, gloria y silencio. Pero qué me importa a mí el dinero y qué me importa contribuir al progreso de la literatura; sólo me importa aquello que nunca consigo: la confirmación de que mis palabras conmueven el corazón del mundo. ¡En qué se convierte entonces mi talento sino en un consuelo a mi soledad y qué consuelo más terrible que sólo consigue que sienta mi soledad cinco veces más fuerte!

Puedo ver la libertad encarnada en un animal que atraviesa veloz un claro del bosque y oír una voz que murmura: ¡vive con sencillez, toma lo que desees y no temas las leyes! ¡Pero qué es este buen consejo sino un consuelo por el hecho de que la libertad no existe y qué implacable consuelo para quien entiende que el ser humano tarda millones de años para convertirse en lagarto!

Puedo, finalmente, descubrir que esta tierra es una fosa común en la que el rey Salomón, Ofelia y Himler reposan uno junto al otro. De lo cual concluyo que el verdugo y la infeliz gozan de la misma suerte que el sabio y que la muerte puede parecer un consuelo a una vida errónea. ¡Pero qué consuelo más atroz para quien querría ver la vida como un consuelo por la muerte!

No tengo filosofía alguna por la que moverme como pájaro en el aire o como pez en el agua. Todo lo que tengo es un duelo que se libra cada minuto de mi vida entre los falsos consuelos que sólo aumentan mi impotencia y hacen más profundo mi desespero, y los consuelos verdaderos que me llevan a la liberación momentánea, o mejor dicho: el consuelo verdadero, puesto que sólo existe para mí un consuelo verdadero, aquel que me dice que soy un hombre libre, un individuo inviolable, un ser soberano dentro de mis límites.

Pero la libertad empieza por la esclavitud, y la soberanía, por la dependencia. La señal más cierta de mi servidumbre es mi temor de vivir. La señal definitiva de mi libertad es el hecho de que mi temor cede el sitio a la alegría de la independencia. Puede parecer que necesito la dependencia para poder conocer, al fin, el consuelo de ser un hombre libre, y seguramente es cierto. A la luz de mis actos me doy cuenta que el objetivo de toda mi vida ha sido labrar mi propia desdicha. Lo que podría traerme libertad me trae esclavitud y cargas en vez de pan.

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Otra gente tiene otros señores. A mí, por ejemplo, me esclaviza mi talento hasta el punto de no atreverme a utilizarlo por miedo a perderlo. Además, soy de tal modo esclavo de mi nombre que apenas me atrevo a escribir por miedo a dañarlo. Y cuando al fin llega la depresión soy también su esclavo. Mi mayor aspiración es retenerla, mi mayor placer es sentir que todo lo que yo valía residía en lo que creo haber perdido: la capacidad de crear belleza a partir de mi desesperación, de mi hastío y de mis debilidades. Con amarga dicha deseo ver mis casas caer en ruina y verme a mí mismo sepultado en las nieves del olvido. Pero la depresión es una muñeca rusa y en la séptima muñeca hay un cuchillo, una hoja de afeitar, un veneno, unas aguas profundas y un salto al vacío. Acabo por convertirme en esclavo de todos estos instrumentos de muerte. Como perros me persiguen, o yo a ellos como si fuese yo mismo un perro. Y creo comprender que el suicidio es la única prueba de la libertad humana.

Pero, viniendo de un lugar insospechado, se acerca el milagro de la liberación. Puede acaecer en la orilla y la misma eternidad que, hace un momento suscitaba en mí temor, es ahora el testigo de mi nacimiento a la libertad. ¿En qué consiste este milagro? Simplemente en el súbito descubrimiento que nadie, ni ningún poder ni ningún ser humano tiene derecho a exigirme que mi deseo de vivir se marchite. Ya que si este deseo no existe, ¿qué es lo que puede existir?

Puesto que estoy en la orilla del mar puedo aprender del mar. Nadie puede exigirle al mar que sostenga todos los navíos, o al viento que hinche constantemente todas las velas. De igual modo nadie puede exigirme que mi vida consista en ser prisionero de ciertas funciones. ¡No el deber ante todo, sino la vida ante todo! Igual que los demás hombres debo tener derecho a unos instantes durante los cuales pueda dar un paso al lado y sentir que no soy únicamente parte de esta masa a la que llaman población, sino una unidad autónoma.

Solamente en este instante puedo ser libre ante los hechos de la vida que antes causaron mi desesperación. Puedo confesar que el mar y el viento me sobrevivirán y que la eternidad no se preocupa de mí. ¿Pero quién me pide preocuparme de la eternidad? Mi vida es corta sólo si la emplazo en el cepo del tiempo. Las posibilidades de mi vida son limitadas sólo si cuento el número de palabras o de libros que tendré tiempo de escribir antes de morir. ¿Pero quién me pide contar? El tiempo es una falsa unidad de medida para medir la vida. El tiempo, en el fondo, es una unidad de medida sin valor ya que sólo alcanza las obras avanzadas de mi vida.

Pero todo lo importante que me ocurre y que da a mi vida un maravilloso contenido: el encuentro con una persona amada, una caricia, la ayuda en la necesidad, el espectáculo de un claro de luna, un paseo a vela por el mar, la alegría que se siente por un hijo, el estremecimiento ante la belleza, todo esto ocurre completamente fuera del tiempo. Da lo mismo que encuentre la belleza en el espacio de un segundo o de cien años. La dicha no solamente se sitúa al margen del tiempo sino que niega toda relación entre la vida y el tiempo.

Descargo pues de mis hombros el fardo del tiempo y, a la vez, la exigencia de sacar buenos resultados. Mi vida no es algo que deba ser medido. Ni el salto del ciervo ni la salida del sol son buenos resultados conseguidos en una prueba. Tampoco una vida humana es la superación de una prueba, sino algo que crece hacia la perfección. Y lo que es perfecto no realiza pruebas con buenos resultados, lo que es perfecto obra en estado de reposo. Es absurdo pretender que el mar está hecho para sostener armadas y delfines. Ciertamente lo hace, pero conservando su libertad. Del mismo modo es absurdo pretender que el ser humano esté hecho para otra cosa que para vivir. Ciertamente aprovisiona máquinas y escribe libros, y también podría hacer otras cosas. Lo importante es que, haga lo que haga, lo hace conservando su libertad y con la plena conciencia de ser, como cualquier otro detalle de la creación, un fin en sí. Reposa en sí mismo como una piedra en la arena.

Puedo incluso librarme del poder de la muerte. No es que pueda librarme de la idea que la muerte corre detrás de mis talones, y menos aún puedo negar su existencia; pero puedo reducir a la nada su amenaza dejando de apoyar mi vida en soportes tan precarios como el tiempo y la gloria.

Por el contrario no está en mi poder permanecer siempre vuelto hacia el mar y comparar su libertad con la mía. Llegará el momento en que tendré que volverme hacia la tierra y encararme a los organizadores de mi opresión. Entonces me veré obligado a reconocer que el ser humano ha dado a su vida unas formas que, al menos en apariencia, son más fuertes que él. Incluso con mi libertad recientemente alcanzada no puedo destruirlas, sino solamente suspirar bajo su peso. Por el contrario, entre las exigencias que pesan sobre el hombre puedo distinguir las que son absurdas y las que son ineludibles. Para mí, un tipo de libertad se ha perdido para siempre o por un largo tiempo: la libertad que procede de la capacidad de dominar su propio elemento. El pez domina el suyo, el pájaro el suyo, el animal terrestre el suyo. Thoreau dominaba todavía el bosque de Walden. ¿Dónde se encuentra ahora el bosque en el que el ser humano pueda probar que es posible vivir en libertad fuera de las for mas congeladas de la sociedad?

Debo responder: en ninguna parte. Si quiero vivir libre debo hacerlo, por ahora, dentro de estas formas. El mundo es más fuerte que yo. A su poder no tengo otra cosa que oponer sino a mí mismo, lo cual, por otro lado, lo es todo. Pues mientras no me deje vencer yo mismo soy también un poder. Y mi poder es terrible mientras pueda oponer el poder de mis palabras a las del mundo, puesto que el que construye cárceles se expresa peor que el que construye la libertad. Pero mi poder será ilimitado el día que sólo tenga mi silencio para defender mi inviolabilidad, ya que no hay hacha alguna que pueda con el silencio viviente.

Este es mi único consuelo. Sé que las recaídas en el desconsuelo serán numerosas y profundas, pero la memoria del milagro de la liberación me lleva como un ala hacia la meta vertiginosa: un consuelo que sea algo más y mejor que un consuelo y algo más grande que una filosofía, es decir, una razón de vivir.

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* Por varias razones traemos hoy a nuestra columna dominical este hermoso texto de Stig Dagerman. No solo por la evidente necesidad de consuelo a esta hora en tantos lugares del planeta y especialmente en México, también por la enorme y hermosa fuerza que subyace en él y finalmente por recordar a su autor. Stig Dagerman nació el 25 de octubre de 1923 en Suecia, y murió voluntaria y prematuramente el 5 de noviembre de 1954 (hace ahora 60 años) en el mismo país escandinavo. Desde muy joven, y hasta el fin de su vida, colaboró con la prensa anarcosindicalista. También escribió novelas y dramas que le hicieron conocido como excelente escritor en Europa. El texto que aquí reproducimos fue originalmente publicado en la revista “Husmodern”, en 1952. Ha sido extraído del volumen de ensayos titulado “Nuestra necesidad de consuelo es insaciable”, publicado en 1997 por Al Margen (Valencia), Etcétera (Barcelona) y la Fundació D’Estudis LLibertaris i Anarcosindicalistes (Barcelona). La traducción al castellano es de José Mª Caba.

Publicado originalmente en Salon Kritik

El papel y el secreto

Y todavía como enigma contemplamos el grabado Melancolía de Durero. Tan especial asociación de elementos, la esfera, el poliedro, la rueda, la escalera de siete peldaños. La no definida esquina, la torre invisible y luego la tabla numerón, las cuatro llaves que no se pierden y también el fuego, la luz que no da sombra, el cometa y el arco. Uff, también la expresión pensativa de los dos seres. Y todos partimos de las palabras que el mismo Durero imprimió y que gritan Melancolía…

Así y despidiendo desde aquí ese papel que ha visto quinientos años y tantas interpretaciones, volvemos a confiar en esas palabras ansiosas que van tras el sentido de las obras de arte, y deseamos y pedimos a nuestros artistas más enigma, tanto como les sea posible para dar fe de todo esto que nos toca vivir aquí.