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Premios de Consolación: apostilla a una intervención de Alexa Cuesta en Crítica Pública

A pesar de que es preocupante el purismo territorial y cultural que reivindica la maestra Alexa Cuesta en sus querellas, creo que en su respuesta a la invitación reciente que le cursa el Ministerio de Cultura se muestra bastante intuitiva y sagaz. La investigadora sospecha gato encerrado. Quizá se quiere legitimar aquello que los expertos en administración pública llaman “hechos cumplidos”, pues, ¿qué se va a “negociar” en esta mesa cuando ya se otorgaron las becas de investigación curatorial? Es decir, cuando la mermelada ya fue repartida. Pienso que la nueva Gerencia de Artes del Ministerio de Cultura se quiere estrenar gestando premios de consolación, otra vez pactados entre los mismos con las mismas, las mismas con los mismos, y los mismos con los mismos. Se trata del discreto encanto del secretismo estatal que tanto ama la incultura burguesa: la enigmática razón de Estado del  inner circle del Maestro que a distancia  sigue operando misteriosamente en el Ministerio de Cultura. Cabe preguntar en este momento: ¿quién recomendó para su actual cargo a Carolina Ponce de León? ¡Alexa Cuesta sabe al resepcto que los Misterios del Señor son insondables! En este debate, que apenas comienza gracias al ímpetu de Alexa Cuesta, y respecto al dominio curatorial, Dimo García evidencia una verdad que por evidente nadie aprecia: el arte retórico aupado por medio del sofístico mercado de  las investigaciones curatoriales es sólo eso, retórica  institucional para enseñarle el arte contemporáneo o comercial  a los niños y las niñas, que, en Colombia, juegan a ser artistas.

Quienes participaron en la reconfiguración  del Premio Luis Caballero hace tres años, saben de qué hablamos. Se convocó a artistas, a curadores, a críticos, a galeristas, a gerentes, a asesores burocráticos, entre otros agentes, sólo para legitimar las decisiones que en secreto ya habían tomado tres personas. Si existen actas al respecto, con seguridad se encontrará en llas que el Distrito consultó los intereses de la comunidad artística. Por supuesto, no registrarán que los intereses de aquélla no cuentan, que aquello que mueve el corazón del régimen es algo sublime, innombrable e incomprensible para quienes no sabemos de arte contemporáneo.

Tiene razón la maestra Alexa: en adelante  los artistas deberían participar en estas mesas de trabajo  solo bajo una premisa: que estos espacios sean espacios constituyentes de un nuevo orden estético, es decir, que lo que allí se acuerde sea vinculante para el Estado. De otra manera pasará lo que sucedió en el Luis Caballero: los artistas y críticos independientes, por fuera del mercado de estímulos estatales,  quedarán expuestos como rey de burlas, pues, quienes lo saben todo previamente ya han tomado las  decisiones  que afectan a los menores de edad del campo del arte colombiano.

Ahora bien, para zanjar el regionalismo retórico que no le aporta nada  al arte colombiano, ¿no es oportuno comenzar a hablar de una arte (inter) regional, para de paso evaluar la impertinencia o pertinencia de un arte (inter) nacional, desnacionalizado, privatizado y puesto al servicio del mercado de bienes suntuarios? Si se está pensando el montaje de las “investigaciones estético-curatoriales” 2014, ¿por qué no pensar ese (inter), ese mico-orangután que nos metió el maestro Jaime Cerón durante su gestión en el Ministerio de Cultura?

A propósito del próximo Salón Nacional, ¿por qué no pensar en un Salón de artistas marginales? ¿Por qué no volver a mirar hacia los márgenes del discurso institucional? ¿Por qué no volver a mirar a  los pintores que hacen propuestas tan interesantes en los márgenes de las retóricas curatoriales, y que por su excelencia plástica son silenciados? ¿Por qué no mirar a esos pintores que en las regiones hacen caso omiso  de las consignas del mercado?   ¿Qué nos importa que Hugo, Paco y Luis se rasguen sus investiduras? ¿Qué nos importa que sus retóricas insulsas se hagan añicos?

El próximo jueves 27 de noviembre a las 5 P.M., en La ASAB se abordarán estas y otras inquietudes de la deriva del arte colombiano reciente.

 

Imagen: Ernesto Neto, 43SNA, Medellín.

Fotografía Ricardo Muñoz.

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