Visita guiada en la exposición de Miguel Ángel Rojas

Preguntas iniciales para la conductora por parte de un “espectador emancipado”: No teníamos la menor idea de que el dólar fuera una entidad sagrada para el artista. ¿De quién este lapsus lingue? ¿En verdad el dólar es una cultura?  ¿Qué entiende la curadora de la exposición  por Cultura? ¿Acaso destrucción?

Ahora,  ¿en verdad estamos presenciando un choque de culturas? ¿No se trata más bien de que una incultura está devorando a la cultura? En verdad, ¿el dólar configura  una manera de “habitar” el mundo? ¿En verdad Miguel Ángel Rojas piensa así? Concedámosle el beneficio de la duda. Hasta aquí el análisis de la Guía de Estudio. Lo demás es ilegible.

Lo cierto es que no podemos identificar el dólar exclusivamente con los Estados Unidos. El dólar no tiene patria, por lo tanto, no tiene cultura. Entre otras cosas, porque es incapaz de habitar con el cuidado que silenciosamente nos exigen aquellos y aquellos que nos salen al encuentro.  Por lo tanto,  decir que el dólar no tiene patria, no quiere decir que en los Estados Unidos no haya gente buena. La hay. Allá está el número más grande de damnificados por el dólar.

Esta es la propuesta para el recorrido: “Estamos ante dos entidades sagradas: la hoja de coca y el billete de dólar, el dinero. Estas instalaciones nos adentran en la tensión que genera el choque de dos culturas y formas de habitar el mundo, que cuando se encuentran en un punto perdido, del no espacio / no tiempo, en planos de existencia que buscan su equilibrio imposible, generan un choque que moviliza ambiguas formas de relación resultantes en violencia, dolor, destrucción del medio ambiente, de formas de vivir y de la destrucción de la vida misma”.

 

Sábado 3 Noviembre. 10 A.M. Museo de arte Universidad Nacional.

Ferias y Arte Por Fernando Pertuz

Ferias de Arte en Bogotá como ArtBo, Odeón y Usaquén confirman el momento por el que pasa el arte local, nacional y global; con sus burbujas en el mercado; y el mito del artista, que vive de su obra.

 

Son muchos los artistas y pocos los escogidos, muchas las técnicas, pero pocas en las ferias; muchas las maneras de acceder a un espacio ferial y un solo factor en común, El Dinero. Ferias, Feriamos obras, Feriamos Talentos, Feriamos Artistas, Feriamos Teóricos, Feriamos Galerías, Feriamos Espacios, Feriamos Vidas, feriamos, Feriemos… Vivan las FERIAS.

 

ferias internet

 

Días de ferias y fiestas vivió Bogotá permitiendo articular galerías, espacios independientes y la sferias de arte en un circuito de exposiciones. El recorrido organizado con transporte facilito a galeristas, curadores, artistas internacionales y nacionales circular la ciudad y conocer la diversidad del arte.

 

Las preguntas que nos deja el artista colombiano Fernando Arias pueden ser… Me Vendo, No me Vendo… y cómo se comercializa el arte, los teóricos, los espacios y los artistas. Esperemos que no sea como en el escudo Nacional de Arias, donde las Aves de rapiña se pelean la libertad, la Justicia, las riquezas, el arte, los artistas y que más?…
fernando arias - escudo de culombia - 2012
Fernando Arias 2012

 

En las Ferias de Bogotá se reunieron unas 70 galerías, más de 20.000 metros cuadrados en exhibición, para solamente 500 artistas, pocos teóricos y muy pocas obras. En algunos casos los artistas pagan por su espacio y en otros con los porcentajes y los descuentos, pagan por exponerse en las Ferias de Arte.

 

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Feria de Arte ArtBO

 

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Feria de Arte Odeón

 

Con más de 5 facultades, diversas escuelas y academias de arte en Bogotá; con más de mil graduados en artes por semestre; y con solo 100 apoyos estatales en becas y estímulos; con pocos trabajos, investigaciones, publicaciones y casi nada de apoyo de la empresa privada se construye el futuro de las artes. Cabe anotar el interés de galerías internacionales por el arte colombiano así como artistas de diversas nacionalidades, permitiendo apreciar el nivel que tienen las producciones colombianas a escala mundial. Muchos de estos espacios apuestan por un arte universal y no solo local, encontrando diálogos entre conceptos que nacen en puntos geográficos distantes.

 

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AP ARTE

 

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Galería Bianconi

 

AP-Arte comparte espacio con artistas Colombianos y Frances es así como la Galería Bianconi de Italia quien presentó seis artistas de los cuales cinco eran Colombianos; además la presencia de la fotografía confirma el gran momento de esta técnica en el arte.

 

Una lástima fue no presenciar ni una performance, nada de intervención pública, poco de video arte y menos instalación, arte relacional, arte para internet, grafiti y otras ramas de las artes que el comerciante de arte no ve, no entiende, no acepta y en últimas no le interesa vender; pero que se enseñan o se deben dejar de dar en pregrado posgrados y maestrías.

 

¿Quién y quiénes son los que organizan los  stands? ¿Quiénes los responsables de lo que ven estudiantes de arte, profesores, medios y público? ¿Dónde se hace pregrado, posgrado y maestrías para abrir espacios, seleccionar, curar, montar y vender ¨artículos decorativos¨ o arte? Pues terminan vendiéndose de la misma forma, con las mismas palabras, similares whiskies, fiestas e intensas sonrisas.

 

Qué lástima cuando una obra solo sale con la pared o el sofá de la casa de alguien; o qué absurdo que una obra crítica sea parte de una de esas colecciones que solo existen por la responsabilidad social de empresas que fueron irresponsables y sucias en otras épocas; qué honor que se ofrezca la producción nacional e internacional a coleccionistas que compran porque creen en mercachifles, apellidos y no en obras.

 

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Galería La Mutante 2012 charla en Odeón

 

Cabe recordar la falta que hacen en estas ferias  las propuestas de espacios a nivel nacional e internacional; o encuentros y festivales que ayudan a construir la imagen y la cultura de nuestros días.  Solo en Colombia encontramos, El festival de performance de Cali; El Encuentro Internacional de Medellín; Los Salones de la Álzate Avendaño, la Bienal de Venecia, Fotología, Fotográfica, Encuentro de performance y Arte Relacional ASAB, Laboratorios Waja, PerfoArtNet, Columna de Arena, Espacio Vacío; EsferaPublica.org, Liberatorio.org  con sede en  Bogotá; El Festival de la Imagen de Manizales o espacio 3300; La Casa Guillermo; Mapa Teatro; La Redada; Miami; LIA; Casa tres Patios; Casa iMago; Colectivo Alterna-VIAS, Galería La Mutante;  Espacio 101; El Bodegón; El Parche; El Sanatorio, Residencias en la Tierra; Espacio Van Staseghem; Lugar a Dudas; Ni se compra ni se vende y muchos otros donde se ve el arte cotidiano; el arte.

 

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Arte cámara ArtBO 2012

 

La apuesta al arte joven brilló como siempre en arte cámara como en otros de los espacios feriales; una recomendación para la empresa privada, guiada por la cámara de comercio; debemos hacer una mayor inversión para los artistas de arte cámara; qué sería de los artistas jóvenes y sus propuestas con presupuesto.

 

Y algo que no podemos dejar atrás es los homenajes que estas ferias deben rendir a los maestros que nos enseñaron y a todos aquellos teóricos, críticos, montajistas, curadores, y demás personas que han dado su vida por impulsar las artes y ampliar el concepto y el límite de las artes.

 

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Antonio Caro

 

Por último me pregunto, qué compraría en una de estas ferias de arte… Y mi respuesta será, Arte… y me sorprende dos nuevos cuestionamientos, ¿qué es Arte?… Todo aquello que me despierte, que lleve un mensaje, que sea necesario en su momento histórico… y un segundo: ¿qué no es Arte? Ferias, Rifas y Espectáculos…

 

fernando arias - pas - 2012
 Fernando Arias – PAS – 2012

 

Los dejo en ¨Pas¨, ya que en momentos de diálogos de paz, nadie habla de paz, sino de ferias y fiestas, que vivan las ferias…

El tiempo de la emancipación ha pasado ya de los derechos del otro a la emancipación

Jean François Lyotard  estuvo en Bogotá hace diez y ocho años. Aquella tarde, en medio del desconcierto general que expresaban los rostros de estudiantes y profesores, se arriesgó a pronunciar una conferencia en el Auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá

Pocos minutos antes, las vidrieras del auditorio habían volado por los aires. No fue una “papa caliente” como  los espectadores que aguardaban impacientes, podrían haber pensado  una vez sentido el estruendo. Colmado el auditorio y cerradas sus puertas, la presión sobre las porterías por parte de quienes no habían madrugado a hacer la cola de rigor civil, logró derribar sus resistencias materiales y humanas. Ante el riesgo de quedarse por fuera de la historia optaron por entrar de cualquier manera. En esto consiste la consistencia del acontecimiento. El acontecimiento arrebata porque mediante su intensidad todos los fragmentos o muñones que conforman nuestro ser quedan unidos y se constituyen en fuerza renovadora. Nadie quería quedar excluido de la lecto-escucha programada y preparada meses atrás. Todos queríamos estar adentro. Todos y todas queríamos escuchar una buena nueva, una idea diferente que abriera caminos de igualdad y libertad en Colombia.

El evento tuvo lugar  el 7 de marzo de 1994. Eran cerca de las cuatro de tarde. ¿Han entrado a Transmilenio en una hora pico? Instantes después de la estampida hacia adentro, así quedó de apeñuscado el auditorio del alma mater, –cuando esta  ágora estaba puesta  al servicio  del ejercicio de las libertades, regulada por la igualdad y no por el poder adquisitivo de sus dirigentes.

 

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A las siete de la mañana se empezaron  a ver estudiantes haciendo cola. Se imaginaron diferentes estrategias para lograr un puesto cómodo desde el cual escuchar el anuncio de horizontes de comprensión alternos a los atávicos que nos determinan. Se pusieron en práctica ideas como hacer turnos o simplemente buscar en la cola a las compañeras de clases para colarse. Seis horas en cola en los alrededores y dos  de espera paciente dentro de las instalaciones, transcurrieron antes de la entrada estrepitosa del resto de estudiantes. Quienes estábamos sentados no salíamos del asombro de ver, de repente, una multitud de hombres y mujeres asomados por todos lados. Poco después de la estampida y mientras las directivas hicieron sus consultas, cuando estábamos más o menos recuperados del estallido de entusiasmo, apareció el filósofo. Entró despacio y se sentó ante una mesa acompañado de por lo menos  una veintena de personajes. Saludó y comenzó su lectura ante la élite intelectual de la ciudad. Dedicó su primera línea al pensamiento de Hannah Arendt y la citó: “parece que un hombre que no es más que un hombre, ha perdido precisamente las cualidades que permiten a los otros tratarlo como su semejante”, y hasta allí llegó (….) Unos estudiantes de antropología irrumpieron en el escenario, callaron al filósofo para exigir atención respecto a algunas de sus problemáticas y demandas.
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El desconcierto fue total en el auditorio. El rechazo de la acción también se hizo sentir. Calmados los ánimos de lado y lado, el filósofo escuchó las arengas de los estudiantes hasta que éstos por las buenas decidieron dejar libre el escenario para que aconteciera el habla que se había esperado desde el año anterior. Allí, como en todo escenario de libertad, todo se resuelve por las buenas. La lectura se realizó completamente pero la comprensión ya había sido afectada por los choques de entusiasmo entrecruzados, los dos desconciertos habían generado otra cosa no prevista, la emancipación de los espectadores, quizá diría Rancière. La presencia de la Otra, masiva, fue apabullante. Todos encima de todos para que la voz de los estudiantes tuviera salida, así fuera al costo de silenciar a uno de los intelectuales más importantes del siglo XX.  No obstante, el evento concluyó bien pese a los espasmos estudiantiles que sacuden de vez en cuando a las universidades públicas de Colombia para sacarla de su modorra académica y sus dinámicas embrutecedoras.
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Durante los meses previos, Edgar Garavito (q.e.p.d.) puso al tanto de la comunidad universitaria el contexto filosófico en que se ubicaba el pensamiento de Lyotard. Él fue quien con su entusiasmo alineó las estrellas para que se diera el acontecimiento. Son memorables sus charlas preparatorias del encuentro,  las cuales centró en la problemática de lo sublime kantiano y su posterior elaboración por cuenta de Lyotard. Con su carisma y generosidad, Garavito captó la atención y el respeto de la universidad. Sus charlas fueron seguidas con entusiasmo por quienes veíamos el pensamiento de la diferencia encarnado en este hombre delgado con sombrero negro que nos recordaba en algo  a ese Joseph Beuys decidido a transformar las pedagogías embrutecedoras en prácticas democráticas. Pese al recelo que el departamento de filosofía mostraba a la filosofía francesa, e, inclusive, al pensamiento latinoamericano, el entusiasmo compartido logró abrir este espacio, así hubiera sido momentáneamente.
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Ahora bien, tiempo después volvemos a estar de plácemes. Jacques Rancière llega a Bogotá y despierta la misma expectativa entre el público universitario. No recordamos otro pensador de tanta trayectoria que haya venido a Bogotá desde  que Lyotard nos ofreció aquella conferencia asaltada por la vida.  Orientado por las sospechas de Marx, Rancière es un crítico de los derechos humanos, considera que estos son un instrumento más diseñado por los amanuenses de El Capital para satisfacer sus demandas obsesivas. Principalmente, la reducción a mercancía de las esperanzas de igualdad de mujeres y hombres. Si Lyotard vino a hablar de “Los derechos del Otro”, Rancière, nos hablará de modernidad y  emancipación, nos proporcionará elementos adicionales para seguir pensando la relación entre modernidad y colonialidad, el primer problema que tenemos agendado en academias como la ASAB. Previamente, en contra de los pedagogos embrutecedores, Rancière ha proclamado la igualdad de todas las inteligencias. Ha ignorado las jerarquías oprobiosas que los intelectuales y artistas pedantes han establecido para diferenciarse de todos los “ignorantes” que no estamos en capacidad de entender sus obras.

Ahora, como todas las inteligencias tienen la potencialidad de modular mundos diferentes, las artes se constituyen en una inteligencia más al lado de otras muchas, actuales o por venir. Lo mismo podemos decir del pensamiento instrumental de las ciencias y el meditativo que caracteriza a la filosofía, éstos no tienen un lugar privilegiado dentro de nuestro paisaje cultural, como solemos creer quienes no hacemos parte de esas elites.  Todas las prácticas de pensamiento  pueden hacer posible el derrumbe del dispositivo mediante el cual se establece el régimen de  desigualdades con que se somete las esperanzas  de libertad de hombres y mujeres. Todas contribuyen a hacer cesar la supresión del régimen que separa a hombres y mujeres, entre obreros e intelectuales, entre artistas y empíricos. Rancière les ha planteado a los artistas un reto: les pregunta si  se atreverán a emancipar el espectador cautivo de sus obras, si se arriesgarán a permitir que aquél  construya sus propios imaginarios al margen de las ideas de los artistas, si dejarán de pensar finalísticamente, a saber, concibiendo efectos de sumisión a sus ideas con destino a sus espectadores anónimos. Rancière ha hecho un análisis respecto a las maneras como el espectador ha sido subordinado de manera inclemente por regímenes  discursivos que lo relegan a ser sólo recipientes manipulables, divulgadores de las consignas de los intelectuales. Un régimen que considera que unos son los que saben y otros son los que deben escuchar a los primeros: que  éstos son amos y los otros esclavos. Es tiempo de emancipar al espectador, nos dice, de dejar de utilizarlo como caja de resonancia de las ideas de los artistas, filósofos y científicos sabios.

 

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La consistencia de toda  idea  prolífica consiste en generar preguntas. Por lo tanto, las ideas de Rancière generan más de una incertidumbre. En primer lugar, al establecer la igualdad de la inteligencia en todas las mujeres y los hombres, parece que nos dejara  sin criterios para determinar quién es artista y quién no, qué debemos cuidar de aquellas prácticas artísticas que día a día emergen, y qué productos  hemos de desechar para no llenarnos de basura. ¿La idea de igualdad deja sin lugar a los museos y a las academias de arte? No creo que Rancière esté planteando este despojo, pues, insiste en lo contrario. Debemos pues  complementar la idea del filósofo. Rancière piensa probablemente que todos los que tienen inteligencia logran su acometido diversamente y, que por lo tanto, no podríamos reprimir ningún resultado mediante la censura o destacar otros mediante el elogio. No obstante, el problema surge cuando constamos que esta igualdad se pierde tan pronto como nos insertamos en un dominio de pensamiento que ya cuenta con unas formas específicas de estructuración de lo sensible, modos de presentación de lo visible y formas de enunciación propios (Rancière, 2010:66). Con la igualdad de la inteligencia  se pueden hacer muchas propuestas o transacciones, así los artistas corran el riesgo de perderla. La historia nos muestra con creces que a unas les va bien, y a otros no tanto; –que de unos se habla porque habla era lo que la obra misma prometía. Otros no comprendieron que el trabajo de arte muestra su consistencia en que debe mostrarse como habla que convoca habla.
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Así, todos somos iguales en la inteligencia como punto de partida para la acción, pero lo que acontezca después por el uso que cada uno de nosotros hagamos  de esa inteligencia, sí podría ser objeto de juicio. Por supuesto, aquí estamos pensando en resultados pragmáticos, los cuales no son objeto de ninguna práctica artística. Esto no quiere decir que las prácticas artísticas no se puedan juzgar. Ahora, ¿cómo construimos los parámetros del juicio estético? Esclareciendo las lógicas que se entrelazan en la producción artística (Rancière, 2010:68). El asunto, entonces, no es que todos  seamos artistas “por naturaleza”, sino que cada uno tenga la certeza del potencial de su inteligencia, así el uso que hagamos de ella nos diferencie de los otros para bien o para mal. Puesta en estos términos, ¿la igualdad de inteligencia no es otro imperativo formal azuzado por Kant? Al contrario, la igualdad de la inteligencia que nos propone Rancière se muestra como principio material, todos tenemos voz y podemos hacer uso de ella mediante el habla. La inteligencia está ligada a un hacer en el que caemos al nacer. La igualdad en la inteligencia  no se da en abstracto. Al filósofo le interesa asegurarnos la igualdad creativa para que nuestras voces puedan desplegarse en mundo, y todas y todos podamos participar en la reconfiguración de la realidad. Este es el punto de partida de toda interacción social, política o estética.
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Rancière nos recuerda la premisa de R.W. Emerson para la acción: “confía en ti mismo”. Atiende al llamado a la autenticidad que te hace tu imaginación. Ten claro que a la sociedad sólo le interesas mientras reproduzcas sus puntos de vista: “(…) la sociedad es una compañía anónima, en la que los miembros se han puesto de acuerdo para mejor asegurar el pan de cada uno de sus socios, a cambio de que abdiquen de la libertad y de la cultura que lo comen. La virtud que más se exige es la conformidad. Experimentan aversión hacia la confianza en sí mismos. No quieren realidades, ni creadores, sino nombres y clientes” (Emerson, 1990. 133-134).  Si no confiamos en la igualdad de nuestra inteligencia respecto a otras mujeres y hombres, ningún imperativo logrará movernos de este marco oprobioso en que el capitalismo se sostiene.

Quedan algunas preguntas en las que valdría la pena insistir, así ya hayamos atisbado una respuesta incipiente para iniciar una conversación con el filósofo: ¿emancipar al espectador no es una formulación abstracta o formal de algo que debe ser más aterrizado en la realidad? ¿No es mejor hablar de la emancipación del ciudadano? ¿Por qué en la experiencia artística desaparecen los ciudadanos y ciudadanas? No podemos evitar la siguiente  pregunta material: ¿el espectador del que habla Rancière tiene género, color de piel, o alguna necesidad material que interfiera en la manera como realiza su igualdad para desplegarse en acciones? La respuesta de Rancière en sencilla: los espacios que logran abrir las artes son espacios de neutralización, sin finalidad e indiferentes,  como consecuencia allí somos iguales, devenimos seres anónimos y podemos ser más allá de nuestros condicionamientos naturales, sociales o políticos. “Poder ser más allá” tiene un efecto político en la sociedad, es por esto que podemos hablar de la política del arte. Para sustentar esta idea argumenta que las artes introducen rupturas, suspensiones de sentido, desconexiones respecto al orden que nos subyuga, y ordena las maneras en que todos podemos  obedecer las leyes de aquellos que hacen uso de su inteligencia para someter otras inteligencias. Rancière está convencido de que la distancia estética que logran  las artes, configura su dimensión política y propicia la acción política propiamente (Rancière, 2010: 60). La distancia estética es una idea que nos ayuda a comprender el pensamiento de Rancière: aún estamos dentro del régimen inaugurado en la modernidad.

Rancière se dirigirá a los/las capitalinas durante los días 29, 30 y 31 de octubre de 2012. Invitado por la maestría de estudios artísticos de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas, dará una conferencia en el auditorio Teresa Cuervo del Museo Nacional el día lunes 29 a las 11 A.M. Vaya uno a saber por qué se programó su intervención en este horario tan atravesado. ¿El museo desconoce la importancia del evento y no facilitó un horario que facilitara más la asistencia de las ciudadanas? Los días martes 30 y miércoles 31, Rancière estará en la Universidad Jorge Tadeo Lozano. De 2 a 5 P.M. el primer día, y de 11 a 1 P.M. el segundo. Ahora, su presencia en Bogotá ha sido posible gracias a la gestión ardua de Ricardo Arcos y su empeño en ampliar  los marcos conceptuales que regulan las prácticas artísticas contemporáneas en Colombia. Arcos ha buscado apoyo en algunas universidades  para realizar por quinta vez La Cátedra de Altos Estudios Franco-colombianos, y gracias a su persistencia lo ha recibo en varias oportunidades por parte de la Universidad Distrital.

Como nos tomamos en serio la proclama de Rancière, nos atrevemos a proponer finalmente algunos caminos-pregunta para encontrarnos en algún lugar con el filósofo. ¿Cómo podemos quebrar la relación que hoy podemos constatar entre la emancipación y la imaginación, puestas al servicio de la producción de mercancías? ¿Emanciparnos sí, pero de quién? ¿Quizá el opresor no es tan obvio como creemos saber o como sospecha el sentido común? ¿No somos nosotros mismos nuestros opresores? ¿Por qué se da esta paradoja?  ¿Emanciparnos del saber del que se vanaglorian los inteligentes, los preciosos ridículos? ¿De la desigualdad naturalizada por todos regímenes discursivos, en los que los que tienen talento son puestos a un lado y los que no al otro, en que los primeros entran con honores a las escuelas de arte, y a los segundos se les humilla al recomendárseles otro tipo de preparación para la vida? Ahora, ¿la emancipación de la que hoy parloteamos se ha convertido en otra mercancía, en la pátina, en el empaque que puede hacer más atractiva a una obra de arte insulsa? ¿La emancipación contemporánea es el arte de los insulsos hechos ellos mismo mercancía?   Fotografías: Ricardo Muñoz (Acción plástica 13 de junio 2009, Antiguo Matadero Distrital.

 

BIBLIOGRAFÍA
Emerson, Ralph Waldo. (1990) Ensayos. México: F.C.E. Rancière, Jacques. (2010)
El espectador emancipado. Buenos Aires: Manantial Lyotard, Jean Francois.
http://es.scribd.com/doc/84999860/Lyotard-Jean-Francois-Los-Derechos-Del-Otro

 

 

Manuela Ortiz: In Memoriam

El dolor solo es abordable cuando se trata del dolor de los demás. Cuando el dolor del mundo se ensaña en nuestra precaria existencia, ahí deja de ser expresable.

Sólo las artes pueden acercarse a este estado de cosas no ordinario. Pueden hacerlo porque sus sensaciones, prácticas y acciones son no ordinarias. Se apartan de lo ordinario cuando la muerte devela sus misterios y nos pone frente a frente con el infinito que padece por ausencia de expresión.

¿A dónde fue la sonrisa de aquella bella mujer que correteaba por los corredores de la ASAB? ¿Qué mundos estás iluminando Manuela? Pocas como ella. Mientras no la recordemos vivamente no lograremos olvidarla. Como no podemos traer a la presencia la intensidad de su belleza, no podremos olvidarla. Siempre estaremos en  lucha por recordar cada uno de esos gestos con los que lleno la existencia de sus amigos y compañeros.

La acción comunitaria fue realizada por los compañeros de Manuela Ortiz, de esos cómplices con sus sueños de fugarse a otros mundos más libres, allí en donde las artes dejan de ser excepción y se convierten en vida cotidiana.

Fotografía: Ricardo Muñoz (registro de una acción plástica en el antiguo Matadero Distrital en la cual ella no puedo participar).

Manuela murió el 23 de septiembre de 2009.

La belleza de la economía: la debacle de la belleza

Andrés Hoyos escribe hoy miércoles 24 de noviembre, un artículo acerca de artBO-12, arte escrito con letra minúscula y Bogotá con mayúscula. Por un lado hablamos de un arte para el mercado, y, del otro,  de una Bogotá pujante, pese a la insidiosa campaña de los medios y el gobierno nacional en su contra. Hoyos sabe del asunto del que habla y por ello mismo puede tomar la distancia requerida para hacer una crítica necesaria en un campo que anda al garete. No es habitual que quienes saben del asunto de la belleza, hablen acerca de ella. El error de Hoyos consiste en buscar la belleza que dejó la casa de sus padres en lo mejor de su existencia, que la busque, decimos, en un hipermercado. No es el único nostálgico, otros también estamos haciendo duelo. Los artistas contemporáneos también la buscan, sólo que creen que está escondida en el Bronx, pero ni siquiera quiso hablar con Petro, dicen que esto era lo nuestro alcalde buscaba allí en días pasados. Pero, es inútil seguir buscando la belleza.

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Tanto los artistas como Hoyos pierden su tiempo. La belleza nos sale al encuentro a propósito de lo inesperado, su presencia es fugaz porque su destino es la eternidad. Captarla requiere artistas diestros, pero ya no los hay, y esto debe ser objeto de crítica, como las oportunas críticas del Buenpensante que hoy nos sorprende con estas notas. Ojalá Hoyos emprenda un rescate de la crítica de arte en Colombia. Si quiere belleza, idea que parece resonar en los ecos de cada uno de los pasos que dan sus frases, debe cuidar para que  la belleza sea posible en Colombia. Quien sabe del asunto es quien tiene más responsabilidad en la debacle de la belleza.  Dice el columnista de El Espectador:

“(…) Es la belleza de la economía de mercado, que no discrimina, que convierte todo en sumas de dinero y en mercancías que pueden pasar de mano en mano sin que nadie sepa a quién pertenece en últimas cada mano. Porque lo que no admite discusión es que, pese al ruido, el dinero domina el mundo del arte como nunca antes”.

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¿Comprar o no comprar? ¿Comer o no comer?: Un proyecto de Fernando Pertuz en el espacio de arte contemporáneo Van Staseghem

There is fire on the mountain
And nobody seems to be on the run”

Asa.

El Espacio Van Staseghem no es muy conocido todavía dentro de los seguidores del arte contemporáneo en Bogotá, pero se proyecta como centro contemporáneo para prácticas artísticas diversas, nos dice su director, el artista Lorenzo Freydell.

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Este lugar ha dado asilo a las Ideas de Fernando Pertuz,  uno de los artistas contemporáneos  más consecuentes de los últimos lustros en Colombia. En una época en que sus artistas giran en torno al sol-dólar que más caliente, ser fiel a sí mismo se convierte en uno de los criterios con que los procesos artísticos deben ser recibidos. Freydell toma distancia respecto al parasitismo que determina la relación entre artista y curador, o entre artista y galerista. Su colaboración está motivada por la necesidad de crear otros espacios de encuentro para las artes, alternos a aquellos que están férreamente determinados por la usura monetaria.

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Ser o no ser ya no es la cuestión. El dilema del  Hamlet, el crítico de arte de Dinamarca, ya no es la existencia arrebatada por la ignomia de los dictadores  elegantes como O’Brien. Ya no tenemos ser, ha escapado, se ha refugiado en un lugar secreto, asequible sólo a iniciados: ¿los artistas que también se han puesto a salvo de la mano negra del capital? Sólo nos queda gozarnos las basuras y alimentarnos con las bellotas que generosamente distribuye el Ingsoc, el partido de “los proles”. Sólo nos queda Eurasia, Estasia y Oceanía. De estas comarcas de escombros y muñones humanos  sólo restan sus banderas, el rojo, el negro y el blanco. El azul es interrogado permanentemente por el sofisticado O’Brien en el Ministerio del amor. En efecto, el asunto contemporáneo sólo va en una dirección: comprar o no comprar.  Si comer hoy o esperar hasta el día siguiente, tal y como recomienda el Ministerio de la Abundancia.

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Pues bien, Pertuz ha concebido una obra anti transgenestética, la cual muestra toda su potencialidad en un momento en que las estéticas contemporáneas han sido sometidas a todo tipo de intervenciones monetaristas que han desdibujado la tradición emancipatoria del arte contemporáneo, a tal grado que los criterios de feria comercial, del decorativismo contemporáneo,  es lo que anima las grandes puestas en escena de muchos de los productos artísticos de nuestros días. Aunque esta idea aparece como subtexto en su proyecto, Pertuz tiene claro que debe evitar la contradicción del artista anticapitalista: querer vender a cualquier precio. En efecto, toma distancia con respecto a vender vendiéndose, pues, un artista puede vender sin venderse porque tiene que comer, o si no sus ideas desaparecen, es decir, Pertuz vende pero sigue  fiel a sí mismo. ¿Qué es el sí mismo? Las ideas. ¿Y qué son las Ideas? La pasión de sus convicciones  puesta en escena.

 

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Ahora bien, los alimentos transgénicos son una de las preocupaciones del artista. Ésta es una preocupación dietética, en el mejor de los sentidos. Toda dieta expresa una preocupación por el cuerpo, implica toda una serie de cuidados con el entorno y con el cual el cuerpo se relaciona, acciones que, como bien lo vio Foucault, implican una ética y una estética de la existencia. Este cuidado de sí lleva a Pertuz a preguntarse qué cantidad de transgénicos consumimos sin nuestro conocimiento, cómo es posible evitar la comida para cerdos que distribuyen marcas de prestigio publicitario, y cómo evidenciar las técnicas de dominación que ellas despliegan con la complicidad de los gobiernos locales, ávidos de corrup-dólares, entre otras ideas.

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Pertuz ha pensado con cuidado las tres salas del espacio. Las ha identificado con colores, que bien podrían corresponder a algunos de los colores de las banderas de alguna de las potencias económicas que pone en evidencia. Blanca es la Sala en que los líderes económicos del planeta saludan graciosamente a sus subordinados. Negro es el muro norte de la Sala en que un ensamble de armas ha sido dispuesto. Las “armas de alimentación masiva”, como las llama intuitivamente, han sido modeladas con logos impresos de las  empresas multinacionales que  vigilan sus colonias y posesiones  planetarias.  El muro sur de esta Sala fue pintado en rojo y en él se representaron las posesiones de El Capital, dentro de las cuales se destaca Colombia y sus productos vitales. Pertuz usa la forma de los tradicionales lingotes de oro para simbolizar la extracción de nuestros recursos más vitales. Finalmente, negro y blanco son los muros de la Sala en que realiza una instalación que tiene como epicentro un austero carro de supermercado para “proles”, intervenido con  el tejido artesanal característico de los canastos tradicionales para hacer mercado. El carro aguarda un mercado de barrio, austero y marginal,  que ha sido separado del mundo y convertido en objeto de culto, en bodegón compuesto para ser contemplado. Algunos artistas contemporáneos  ya han empleado estos recursos estéticos y estas estrategias políticas para cuestionar el sentido de nuestra época. En efecto, Hans Haacke es uno de los referentes de Pertuz. No obstante, el asunto aquí no es indagar acerca de la originalidad de las ideas, pues no hay ideas originales, tan sólo diferentes maneras de hacer presente las fuerzas en conflicto que ellas hacen visibles.  Sin duda alguna, Pertuz conversa con Haacke, pero lo hace desde una problemática concreta y personal. El asunto entonces a valorar es cómo el artista relaciona los recursos físicos de que hizo uso y cómo transformó una materia orgánica e inorgánica en signos expresivos, y, por lo tanto, comunicantes.

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El sentido de la exposición toma forma una vez hemos meditado el humilde bodegón que nos ha salido al encuentro y en que parece enraizar toda la propuesta, bodegón compuesto por una botella de aceite ordinario, un cuartico de maizena, un paquete de café, un cuarto de mantequilla, una libra de lentejas, una de arroz, una veladora y otros productos. Allí donde un ciudadano anónimo ve objetos cotidianos que le ayudan a pasar los sinsabores diarios, el artista aprecia composición, color, entre otras cualidades estéticas. Pero Pertúz ve más. Ve marcas transnacionales, ve regímenes de explotación y de dominio. En el bodegón no aparece una Coca-cola, porque este falo-objeto es un episodio del arte colombiano de los años setenta del siglo XX.  Al recoger estos objetos en su bodegón, con seguridad sin ser ésta su intención, Pertuz ha realizado el primer bodegón contemporáneo en Colombia. Se trata de una naturaleza muerta para una contemporaneidad liberalizada por las mercancías, y en la cual ya no estamos en posesión de criterios que nos ayuden a diferenciar “lo artístico” de “lo cotidiano”, lo imaginario de lo real, según Arthur Danto. He aquí el delirio liberal.

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Las ideas de Pertuz  pueden tener despliegues posteriores, pues, se pueden crear otros  bodegones  que contrasten la austeridad  que el artista ha constatado en los hogares de muchas familias “proles”. Pertuz no ha hecho este contraste porque este bodegón de canasta familiar sub-básica para los que Orwel llamó “proles”, se encarga de mostrarnos de manera ostensible lo que oculta: los carros de mercado XXL que desbordan con todo tipo de comestibles y mercancías en los grandes hipermercados. Comprar o no comprar es una obra meditada con cuidado, madura, que nos muestra, como siempre,  a un Pertuz apasionado con lo que hace y a veces desbordado, pero  con un manejo formal cada vez más tranquilo, seguro de sus herramientas plásticas, que con seguridad seguirán sofisticándose en  elaboraciones posteriores.  Pertuz se mueve entre dos aguas y eso es bueno, entre el activismo intenso del Doctor Krápula y la poética sutil de Asa. A corto plazo de aquí puede emerger algo con la intensidad del primero y las promesas de la segunda.

La exposición puede verse en Espacio Van Staseghem, carrera 7bis No. 124-64.

Fotografías: cortesía de Fernando Pertuz

¿Poetas en tiempos de escasez?

Video Instalaciones en el  Centro de arte contemporáneo El Parqueadero, sala de exposiciones del Museo de Arte del Banco de la República.

Los curadores retoman una idea de Hölderling que Heidegger recogió en sus escritos de los años cincuenta del siglo XX: ¿para qué poetas en tiempos aciagos? Esta es una pregunta del poeta-filósofo  por la poesía y su lugar en momentos de desgracia universal. Por lo tanto creeríamos que la exposición pretende dar cuenta de ella como último reducto en esta contemporaneidad sin sensibilidad poética, dominada por el princpio homo hominis lupus. Pero no nos hagamos ilusiones, no encontramos mucha poesía en esta exposición. Al contrario, se nos receta más de lo mismo y en dosis más altas: al que no quiere caldo se le dan tres tasas. Seguimos anclados en un antropoesteticismo usado para revelar las destrezas tecno-estéticas de los artistas y nada nos cuentan de la poesía que desvela a los curadores. En verdad, es una desgracia. Vemos mucha escaséz poética en tiempos desgraciados, quizá por ello mismo, diría Adorno.

No obstante, la video instalación de Pablo Lobato es una de las pocas excepciones. Se trata de una investigación de este artista brasileño acerca de campanas en iglesias de Brasil. Coreografía vigorosa, cuerpos intensos que se mecen al ritmo de un universo que amenaza con devorarlo todo. La coreografía intenta contener la amenaza del capital, –persuadir a las fuerzas del universo económico de cesar su amedrentamiento  a la humanidad. El lunar de la exposición  es la instalación de Camilo Restrepo: It’s my head, Schwartz! Vaya uno a saber lo que está pasando por la cabeza del autor de estos trazos pseudoexpresionistas, y por la de los curadores poéticos. Aunque Restrepo intenta comprender el espacio, la falta de sensibilidad por el dibujo o su no cultivo, deja la impresión de que nos las vemos ante un artista naif.