Colofón al Encuentro de artistas Curare Alterno

Folclore, cultura,  ahhh, y arte…

Aceptamos la distinción entre folclore y cultura, siempre y cuando sea para afirmar que aquello que denominamos folclore es el corazón palpitante de toda cultura.

En este sentido, aquello que los amanuenses del régimen neoliberal entienden por cultura se reduce a administración, a organización del pálpito que vitalmente emerge con el folclore. Claro, el administrador ingenuo no cuenta con la siguiente condición:¡el pálpito no se deja administrar! Por ello mismo, la administración de la cultura sobra. Quizá la misma noción de cultura sea algo prescindible si el folclore logra liberarse de los estigmas con que aquélla le lastra.

Apreciados artistas: noten que queda por fuera la palabra arte, quizá por hueca, vana, o como dice Octavio Paz, quizá por ser puta del peor burdel. (Dicho con perdón de las mujeres). Actualmente, el arte configura una contracción. Dejó de ser una práctica expandida (quizá nunca lo fue, porque los artistas son artistas por su vocación de engaño). Hoy, el arte es algo interno a la cultura. Una petrificación. Una curiosidad de Feria de Fenómenos, algo así como el Hombre Elefante. Es la cultura vuelta mercancía, consiste en la administración radicalizada al servicio de unos pocos consumidores compulsivos.

En este orden de ideas, la imagen que nos llega de Pereira, que nos comparte Óscar Salamanca como colofón a Curare Alterno y al 44SNA, se localiza más  cerca del del folclore que de la cultura y de su pequeño y veleidoso Calígula. No sobra decir que existen diálogos entre el folclore y la artesanía (el saber hacer), así el Régimen comercial desprecie a uno y otra. La constancia del colectivo Curare Alterno, muestra una vez más, que la verdad del arte no se localiza donde el Estado señala.

De los diálogos que hoy se establecen entre Pereira y los Santanderes a propósito de un próximo Encuentro Nacional de Artistas, puede emerger la diferencia de la igualdad en el folclore, pues tenemos claro que todos tenemos corazón, como lo evidencia Curare Alterno en su propuesta gráfica durante su controversia al 44SNA.

Maestro Óscar Salamanca, Libardo Arcila, Luis Fernando Arango, maestros y maestras, colegas: ¿les ofende que hoy de manera inconsulta los localicemos más cerca del folclore que de la cultura y muy distantes del arte?

NOTA:

El presente texto fue editado luego de escuchar a este respecto algunas intervenciones en la plataforma de Facebook

Corridas de Toros: ¿libertad de expresión, arte, acto de barbarie o tauromafia? 

LIBERATORIO y Jorge Peñuela han estado muy presentes animando un debate en las recientes manifestaciones anti-taurinas luego de que la actual administración de Enrique Peñalosa, en un descarado sin igual decidiera volver a alquilar la Plaza de Toros para realizar las corridas de toros, un espacio que es del Distrito. Los medios de desinformación se preguntan si el toreo, esa práctica bárbara y salvaje con lastres medievales y peor aún coloniales, es arte o no. Y creo que para no dejarles la vocería a estos medios, al menos los expertos en artes deberíamos decir algo. Porque no decir ni mu en las actuales circunstancias hasta nos clavan banderillas.

Ahora bien, así se hayan escrito sendos tratados para tratar de entender qué es arte, y no haya un consenso en particular, lo que si podemos afirmar sin tapujos, es que esa práctica, donde una multitud de salvajes con ínfulas de aún pertenecer a la decadente nobleza española, se reúnen a gritar Oléee, con bota llena de lícor, tirando sombreros y gorras al aire, gritan rabo y oreja cuando un insensato o insensata se lanza al ruedo, frente a un imponente toro, que se ve asediado por esa turba de salvajes que le pinchan el lomo con banderillas, y los rejoneadores y piqueteros lo torturan sin parar  montados a caballo, hasta que la pobre bestia decide responder con embestidas a la capa roja del toreador vestido de lentejuelas y apretadito como ninguno, no es arte.

La arena, ese círculo que se tiñe de sangre la mayoría de las veces del toro y muy de vez en cuando del torero, recuerda como no, la arena del circo romano donde gladiadores y esclavos se enfrentaban a fieras salvajes y entre ellos mismos. Por lo tanto defender hoy esa práctica más aún en tiempos donde aquí queremos salir de la violencia, es una verdadero despropósito. Que Antonio Caballero o  Alfredo Molado, y aquí a nuestro querido y respetado sociólogo se le han ido completamente las luces y no necesariamente hacia el traje del torero y, más aún cuando habla con el autor de Tauroética Fernando Savater quien se ha quedado en la filosofía premoderna, donde los dos desconocen por completo que no hay diferencia entre lo humano y lo animal. Siguiendo sus desafortunadas declaraciones, vemos  que sí existen diferencias entre una obra de arte como el Lago de los Cisnes (Molano)[i] y una diferencia abismal entre la carrera de caballos y la corrida de toros (Savater)[ii]. Aquí el sociólogo y el filósofo dan claras muestras de una ingenuidad sin precedentes.

Por otra parte, los que insisten que el toreo es arte, citan como no una y otra vez, los dibujos y grabados de Goya, de Picasso y algunas citas de Lorca, Ortega y Gasset, Hemingway entre otros que si bien se sintieron atraídos por las corridas de toros, también encarnan las contradicciones de su época. Pero a ellos no se los va a juzgar por eso ya harto hicieron por el arte y la cultura. Es arte lo que ellos hicieron como es arte los desastres de la guerra de Goya o los dibujos sobre la guerra de Kathe Kollwitz. Pero que no nos vengan a nosotros con el cuentico que “el movimiento del torero”, “el traje de luces”, “la gallardía de los picadores”, “la elegancia con el torero mete la espada mortal sobre el lomo del toro”, es arte. Dicho de otra manera un artista, un escritor, un poeta hace arte por evidente que sea; pero alguien que mata a un ser viviente vitoreado por la multitud bárbara como en los tiempos del César, no es un artista. Por lo tanto las corridas de toro no son arte y punto  final.

Nosotros aquí en pleno siglo XXI, en Colombia, no podemos olvidar tampoco que este acto cultural es herencia de la estructura social más decadente que ha dado la historia: la realeza que insiste que los reyes son descendientes de Dios en la tierra. Y por lo tanto todo les he dado. Que en Colombia, aún haya gente que crea hacer parte de esa nobleza, venga y vaya pero que no olviden que también existimos muchos que alabamos la muerte de la Monarquía. Que pena se me salió lo ilustrado. Que los poetas, artistas y algunos intelectuales sigan creyendo que eso es arte, pues allá ellos, pero no yo no puedo olvidar, que fue en la época colonial que esta práctica se acentúo en nuestro país, que además cobró fuerza en plena Restauración del siglo XIX y se consolidó en los periodos más conservadores de la historia del país, así se haya construido la Plaza gracias al señor Ignacio Sanz de Santamaría durante el gobierno del liberal Olaya Herrera. A mi me recuerda la España de Franco (por eso los catalanes han prohibido esa fiesta brava), la Colombia de  Laureano Gómez y como no la de los ganaderos impulsores del paramilitarismo o de la cultura de la tauromafia.

Las corridas de toros no son arte lo digo sin tapujos, pero si son el escenario ideal para entender las contradicciones políticas de una sociedad que sueña salir de la barbarie y la violencia. De ahí que el debate no es de orden moral sino ético y político. Si Gaitán iba a las corridas de toros no era propiamente porque le encantaban los toros, sino porque era el escenario ideal donde se reunía la élite oligárquica -diría él-, que manejaba país. Yo veía ese espectáculo desde el balcón del apartamento de una amiga en las Torres del Parque muy de vez en cuando sin comprender por qué razón en pleno siglo XXI esto existía aún. La primera vez que pisé la arena de la Plaza de Toros, fue con Jacques Rancière: ya no habían toros, sino deportes de arena, entre otros; el Alcalde Gustavo Petro había ganado la partida con el apoyo de los antitaurinos y los animalistas. Hoy cientos de jóvenes ya no creen en esa herencia colonial y mucho menos que torturar a un animal frente a una grupo de gente que desea saciar su impulso violento sea arte. Ya es hora de terminar con esa herencia española de mala leche que nos tiene aún en el medio evo.

 

Ricardo Arcos-Palma.

Crítico de arte y de la cultura.

Fotografía: Jacques Rancière en La Plaza de Toros de la Santamaría durante la Bogotá Humana. Bogotá 2012. Archivo Arcos-Palma

Notas:

[i] Alfredo Molano opina sobre la fiesta brava: http://www.elespectador.com/opinion/ensayo-0

[ii] Alfredo Molano entrevista a Fernando Savater: http://www.elespectador.com/noticias/nacional/solo-un-barbaro-no-distingue-entre-un-humano-y-un-anima-articulo-384540

 

Régimen contemporáneo o mercantil: el artista como asistente de artista que es asistente de artista…

Nada que ganar. Nada que perder.  Se tata de una propuesta creativa la cual se nutre de las problemáticas que padecen hoy los y las artistas.  La investigación es realizada por el colectivo Somos Nosotros (Begonya García y Alfonso Fernández).  El colectivo aúna esfuerzos: García explora, localiza y elabora los conceptos. Fernández los visualiza.

Mediante la confección y aplicación de un cuestionario acerca los puntos neurálgicos que acentúan  el malestar actual que muestran muchos artistas, García y Fernández producen una video-performancia en la cual se ponen en escena los resultados de su investigación. Presentan una genealogía del arte contemporáneo emergente: becas, jurados, residencias, salones, entre otros dispositivos mercantiles. La importancia de la propuesta consiste en que los resultados de la investigación evidencian que el modelo neoliberal para las artes funciona urbe et orbi.

Cada uno de l0s puntos fue contestado por el grupo de artistas seleccionado. Las respuestas fueron relacionadas diversamente, de tal manera que el guión literario da cuenta de toda la investigación sin redundar. Se evita la pesadez de pormenorizar qué afirma cada uno de los artistas respecto a cada uno de los puntos indagados.

Pregunta:

¿Reconoces alguna convocatoria del circuito artístico emergente que te parezca abusiva?

Respuesta:

Sí, claro (…) pagué porte por participar en varias exposiciones sin repercusión futura.

Siga aquí el cuestionario…

Los Warhol en la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Teherán

Por estos días, en la prensa europea, en especial la alemana, se habla profusamente acerca de una exposición abortada. Se trata de una selección de obras realizada en Teherán dentro de la colección de arte moderno más grande, por fuera de Europa y Estados Unidos.

En los años setenta del siglo XX, el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán fue concebido y puesto en marcha por la emperatriz Farah Diba Pahlavi. Con la generosa chequera de la Empresa de Petróleos de Irán (antiguo Persia), la emperatriz adquirió un conjunto de obras de los artistas occidentales más importantes del siglo XX. Con este proyecto estético, el Estado persa mostraba internacionalmente, en primer lugar, un vivo interés por las expresiones que resumían el pensamiento liberal y, en segundo lugar, evidenciaba su compromiso con los dictados geopolíticos de Washington. El Museo se inaugura en 1977, pero la celebración no dura mucho. En 1979, el Shah es derribado por la revolución islámica de  Ruhollah Jomeini,  y junto con su esposa, debe exiliarse en Europa. Los emperadores huyen del país. Actualmente, la exemperatriz reside en un lujoso apartamento de Paris. A propósito de esta exposición fallida, no cesa de afirmar a la prensa que el Museo de Arte Contemporáneo, fue creado también para promocionar los artistas iraníes. Como reza la sabiduría popular: “explicación no pedida, acusación manifiesta”.

Los últimos emperadores de Persia. (Fotografía tomada del Facebook de Farah Diba Pahlavi).

La caída del Shah introduce reformas radicales dentro del Estado persa. El Museo es censurado y aún hoy sus obras yacen descolgadas y almacenadas en el sótano. Los muros están vacíos, libres del influjo liberal. Luego de múltiples trámites diplomáticos, las autoridades culturales de Alemania logran programar una exposición de estas obras en Berlín, la cual estaba programada para comienzos de 2017. Algunas de estas obras no son conocidas en Occidente. Cuando todo estaba listo, a última hora el gobierno iraní cancela los permisos. Los intereses de la política prevalecen sobre la libertad de expresión artística.

La emperatriz de Persia con Salvador Dali. (Fotografía tomada del Facebook de Farah Diba Pahlavi).

Dos aspectos de esta colección llaman mi atención. En primer lugar, se debe tener en cuenta el contexto político dentro del cual se organiza la colección del Museo de Arte Contemporáneo de Teherán. La represión política del Shah no daba respiro: el rey de reyes era implacable con sus críticos. La libertad de expresión que se reivindica dentro del pensamiento liberal resumido en las obras adquiridas por la emperatriz Farah Diba, da la espalda a la realidad política de Irán, se la reducida al goce estético de las élites. El interés privado de la Emperatriz ignora los intereses colectivos. El Museo daba la espalda a la realidad real, se constituía en refugio de algunos elegidos.

En segundo lugar, es importante estudiar el uso de los recursos del Estado iraní por parte de la Emperatriz en su afán de tener obras importantes en su Museo. Los artistas occidentales estaban fascinados con la belleza y la generosidad de la emperatriz. Según se relata en Interview, luego de una comida de Estado, ofrecida por la Casa Blanca en honor de los emperadores de Persia, Andy Warhol comenta:  “the shah was cool to me, but the empress was really, really kind and soooo beautiful”. Según cuenta la misma revista, la emperatriz invita a Warhol y a su equipo de trabajo a Teherán para que le hagan un retrato. Allí son recibidos con honores y Warhol realiza algunos retratos de su graciosa majestad. No hay claridad sobre el estado actual de estos retratos. Farah Diba se queja de que alguno de ellos fue acuchillado.

 

 

 

 

 

Autocoprologías, dibujos recientes, una idea-gesto de Óscar Salamanca para la exposición “Escatografías; arte último de las Américas profundas”

 

¿Qué alegoriza Salamanca con estos dibujos, con ese penacho artístico que ostenta todo el poder económico al cual, el  arte contemporáneo se ha entregado? ¿Muestra la banalidad de algunas prácticas artísticas de Salón de Baño, en especial algunas modalidades de “arte político” o comercial?

No nos alarmemos. No se trata sólo de Colombia. Como se sabe el “arte político” es una ideología global. Las conferencias magistrales acerca del “arte político” se producen en otros lares. Colombia aún no se encuentra con la política, con ese espacio de igualdad que modela seres humanos libres y solidarios.

Salamanca no es considerado un artista político, porque está por fuera del régimen oficial que agrupa a los artistas políticos. Sin embargo, con sus Autocoprologías muestra que es uno de los mejores artistas políticos de Colombia. Tan bueno, que no podía estar en el 44 Salón Nacional de Artistas, al lado de “artistas políticos” como Beatriz González.

La exposición tiene lugar en la Casa del Lago de la Universidad Veracruzana en la ciudad de Xalapa-Enríquez, Veracruz, México.

La Huelga del Arte en los Estados Unidos: un llamado a la resistencia

 

En Estados Unidos, a mediados de diciembre de 2016, varios espacios digitales como Hyperallergic y e-flux, comienzan a recoger y a hacer circular los rumores acerca de la propuesta de una Huelga Nacional  de Artistas. Con este gesto, los artistas y críticos de arte muestran su inconformidad con el nuevo presidente de su país.

A pesar de su falta de solidaridad consigo mismos y a la dificultad que conlleva reunir con un solo propósito a los artistas y críticos de arte, hoy este rumor logra concretarse. En la lista de quienes apoyan el malestar artístico con Donald Trump, se aprecian artistas y críticos de alto reconocimiento nacional e internacional. Muchos de ellos y ellas son referentes plásticos y teóricos de artistas colombianos.

A continuación, traducimos parte del texto mediante el cual se hace este llamado a cesar actividades el día 20 de enero de 2017, día de posesión del presidente de los Estados Unidos.

“Este llamado trasciende el campo del arte. Se realiza en solidaridad con una solicitud nacional: a partir del 20 de enero de 2017, los negocios no pueden continuar como siempre en ningún campo. Consideramos que la Huelga del Arte es una táctica entre otras para combatir la normalización del Trumpismo, es decir, esa mescla tóxica de supremacía blanca, misoginia, xenofobia, militarismo y régimen   oligárquico. Como cualquier otra táctica, esta no es un fin en sí misma. Se trata de una intervención que se ramificará en el futuro. Esto no es una huelga contra el arte, el teatro, o ninguna otra forma cultural. Una vez más, se trata de una invitación a motivar estas actividades, a reimaginar de nuevo estos espacios como lugares en donde se pueden producir formas de resistencia para pensar, ver, sentir y actuar.”

Desde este espacio compartimos las preocupaciones de los artistas estadounidenses. En Colombia, esperamos que este gesto sirva de ejemplo. Urge canalizar y concretar las muestras de inconformidad que actualmente de manera amorfa presentan muchos artistas colombianos en contra de las políticas de sus gobernantes, en especial en contra del Ministerio de Cultura y el Idartes.

 

Cali: Frente al Otro, dibujos en el Posconflicto

Andrés Bustamante

Actualmente en Cali, el Banco de la República realiza  la exposición Frente al Otro: dibujos en el Posconflicto. Los artistas invitados reciben un encargo de carácter terapéutico, una tendencia clínica que se impone tanto en los Salones estatales como en el Premio Luis Caballero.  Doce artistas proponen talleres en doce ciudades colombianas. Los talleres están dirigidos a aquellos y aquellas que padecen la guerra en directo, y en su peor fase: la recapitulación psicológica. Sin embargo, no se trata de una acción frente al Otro externo, como ingenuamente propone el Banco de la República, como si se tratara de la performancia de reencuentro entre Marina Abramovic y Ulay. Se trata del Otro en nosotros mismos, en aquello que el trauma hace de nosotros. No es fácil desatar ese nudo que amarra a hombres y mujeres a una cultura económica de espolio y feudal, de guerra y violencia. Al final de los ejercicios, los artistas modelan una imagen adecuada al sentir común compartido con sus tutorados.

 

Tatiana Cordoba

El proyecto es de mucha relevancia artística, política y social. Por un lado,  porque de este tipo de prácticas puede emerger la imagen con la cual se nos reconocerá en el futuro. Por otro lado,  porque este tipo de iniciativas pone a prueba la sensibilidad de los artistas colombianos, formarteada con códigos de guerra, la mayoría de las veces ideologizados, y, en el peor de los casos, mercantilizados. No cabe duda de que este tipo de gestos se masificará en la llamada fase de Posconflicto. Por estas razones es importante, pensar un poco lo que aquí, en este espacio del arte, sale a nuestro encuentro para cuestionar nuestro entendimiento.

 

José Rosero, Intervalos

 

Pese a la relevancia del proyecto, es importante notar que la elección de los artistas invitados no tiene criterios claros. El dibujo pretende ser el lazo que envuelve a los artistas con el trauma de los participantes. Sin embargo, a mi modo de ver, a pesar de que la condición de dibujante unifica,  este criterio es precario. En artes plásticas, no existe un artista que no dibuje, y la mayoría  ¡con excelencia!  Atendiendo a la especificidad clínica, social y política  de la convocatoria, merece que a futuro se preste más atención a la construcción de los criterios de selección. A pesar de que en la exposición se aprecian buenos resultados artísticos, la ausencia de criterios pertinentes para este tipo de actividades y no solo estéticos, puede lastrar los mismos vicios que otro tipo de convocatorias con fines comerciales y de mercado.

 

José Rosero, Intervalos

En primer lugar, no se entiende por qué no se seleccionan artistas que conozcan en carne viva las ciudades en las cuales se ofrecen los talleres. Esto se evidencia más en unos casos que en otros.  Que los artistas sean gestores locales, por una parte, evitaría que los talleres fueran tan mermados y,  por otra parte, se frenaría la crítica  al denominado centralismo bogotano.

 

Manuel Kalmanovitz

 

 

En segundo lugar, las preguntas que orientan el proceso en general, son vagas y pecan de irrelevantes. Por ejemplo, se pregunta: ” ¿qué queremos mostrar de nuestra naturaleza? ¿Qué rasgos exaltar o esconder? ¿Cómo mostrarnos? ¿Qué palabras ponerles a esas figuras que nos definen?” A estas alturas, preguntar por la ‘naturaleza’ del ser evidencia cortedad de miras en el enfoque conceptual y literario. No cabe duda de que no es fácil hacer una pregunta que detone procesos de pensamiento creativo, libres, desprendidos de taras conceptuales o de bellos arcaísmos como el de ‘naturaleza’. Por ello mismo, vale la pena afinar estos mecanismos de construcción para que las ideas que se ponen en marcha logren sus propósitos: modelar una sensibilidad en donde la igualdad marque los espacios artísticos, políticos y sociales .

 

Taller Angélica María Zorrilla

 

Taller Angelica María Zorrilla

Por otro lado, es importante notar que la concepción del respectivo montaje expositivo muestra una coherencia precaria. Se aprecian desniveles que crean  confusión en el observador. Unos artistas muestran “Obra” estética que sale de su “experiencia” con las víctimas de guerra que participan de buena fe en los talleres. Es decir, en algunos casos, los artistas plantean sus actividades desde sí mismos, desde un horizonte estético, y no desde la perspectiva traumática que afecta a las víctimas.

 

 

A pesar del refinamiento de este tipo de “Obras”, o precisamente por ello mismo, se silencia ese otro que mediante el proyecto se pretende escuchar. En algunos casos, se da la impresión de que se pone a las víctimas frente al caballete a la manera de los artistas impresionistas. Unos pocos artistas muestran los ejercicios realizados por los participantes. Otros, instalan dentro de la sala de exposición un dispositivo que invita a los visitantes —en especial a los niños y niñas— a continuar con el ejercicio del taller.

 

 

El esteticismo que reivindican algunas propuestas  no es una debilidad. Al contrario, tiene su virtud y es importante reconocerle este mérito a los artistas que así se presentan. El esteticismo evita la narración, sus artificios. Contrario a estas ficciones, mediante el impulso esteticista en las composiciones se aíslan unas figuras de otras para que desprendidas del relato puedan decir más. En este tipo de ejercicios apreciamos la propuesta de  Manuel Kalmanovitz, Kevin Mancera y José Rosero. En este grupo puede localizarse la propuesta de Andrés Bustamante, no obstante, el gran mérito de este último artista consiste en que logra relacionar los dos intereses que se aprecian en la propuesta curatorial: el interés  político y el interés estético.

 

 

 

En general, se aprecia algunos artistas que no se complican mucho con los talleres, quizá para no implicarse. Las mejores propuestas son aquellas en que se indican las actividades realizadas, se muestran los procesos puestos en marcha y finalmente el artista presenta una propuesta artística. Por estas circunstancias se destacan los talleres de  Andrés Bustamante y María Angélica Zorrilla.

 

Taller Andrés Bustamante

 

 

La iniciativa del Banco de la República puesta en acto mediante el proyecto Frente al Otro, es de gran relevancia y debe apoyarse, sin embargo, requiere ponerse en marcha sin las andaderas del arte contemporáneo o comercial, que de pedagogía sabe poco. Sería un error no matizar desde ya el impulso esteticista que anima la selección de algunos de los artistas invitados. Se está a tiempo.

 

 

Con los recientes Acuerdos de Paz, se configura un marco político para el cual quizá los artistas no están del todo preparados, ni para pensar con independencia esta coyuntura ni para dirigir talleres clínicos concebidos para abrir espacios de interacción política y social en los cuales se promuevan la inclusión y la igualdad.

 

 

La exposición de Cali es importante por dos razones. Por un lado, señala que los artistas no se pueden separar de la actualidad ni de sus escenarios políticos. Por otro lado, muestra las carencias, las debilidades, las flaquezas, las fortalezas y las torpezas del sistema del arte colombiano en el momento de abordar programas de tanta responsabilidad ética, política y social.