María Evelia Marmolejo, Wilson Díaz y Fernando Pertuz: Cuerpos en disolvencia

Con tesón, estos tres artistas trangreden el lenguaje plástico común a la modernidad feudal colombiana.

Como Joseph Beuys, se refugian en pequeños oasis orgánicos y allí, a su sombra, remodelan la comprensión que tienen de sí y del arte contemporáneo. Se reencuentran con el sentido de la existencia más allá de los clichés plásticos impuestos por la sociedad mercantil a sus artistas más aventajados. Marmolejo, Diaz y Pertuz, persisten en responder el llamado que resuena en cada uno de sus cuerpos.
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Instalación de Wilson Diaz

 

El uso plástico de la sangre, del semen o de cualquier otro elemento orgánico sustancial, es un síntoma; indica la precariedad de la época. Los tres se niegan a responder positivamente a las demandas del mercado. Tampoco lo buscan. He ahí la importancia de su lucha, la cual en algún momento será ampliamente reconocida.

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María Evelia Marmolejo

 

La exposición puede verse en la Fundación Gilberto Álzate Avendaño.

 

Fotografías: cortesía de Ricardo Muñoz.

Otros artistas participantes:



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Una exposición vandalizada varias veces en París

Se trata de Parejas Imaginarias, una exposición  del fotógrafo Olivier Ciappa en contra de la homofobia. La inauguración fue presidida por el alcalde de Paris Bertrand Delanoë.

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Instalada en las rejas de entrada a una de las alcaldías de Paris, en las noches es asaltada. Ciudadanos espontáneos se solidarizan con Ciappa y le envían imágenes de apoyo a su portal de Facebook, o las pegan en las mismas rejas en donde se exponen las fotografías mutiladas.

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Algunas de las imágenes son de una gran belleza.

Facebook del artista:

https://www.facebook.com/ciappa.olivier

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Rewind: una Revisión al Salón Nacional de Arte Universitario

En 1995, (hace ya casi veinte años) se realizó el primer Salón Nacional de Arte Universitario,  una iniciativa de la Academia de Artes Guerrero que ya llega a 10 ediciones y en la cual han participado cerca de  230 jóvenes artistas provenientes de 16 instituciones especializadas en arte de 9 ciudades del país.

En diferentes momentos, el Salón ha contado con el apoyo de numerosas instituciones como la Presidencia de la República, el Ministerio de Cultura, la Alcaldía Mayor de Bogotá, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, e incluso de patrocinadores privados que han contribuido con los premios brindados a los estudiantes participantes. Incluso la misma participación de jurados ha sido destacable en cada uno de los certámenes: Nadín Ospina, Nelly Peñaranda, John Castles, Jaime Cerón, Eduardo Serrano, José Ignacio Roca, Raúl Cristancho, María Elvira Ardila, Ana María Lozano y Andrés Gaitán para nombrar solo algunos.

Al hacer una mirada rápida para evaluar la pertinencia de un certamen como este y su trascendencia en el arte joven colombiano no es necesario escarbar mucho para encontrar que en gran medida y con varias excepciones, los jóvenes artistas colombianos contemporáneos que se destacan en el panorama nacional pasaron por ahí. Lo interesante es ponerse a pensar que había en la cabeza de estos adolescentes cuando presentaban trabajos al Salón (producidos todos desde las escuelas de artes) con la pretensión de ser reconocidos y con la ambición de conquistar el mundo ingenuamente con sus obras. Ver los listados de los participantes del evento comprueba que de esos 230 estudiantes participantes, muchos en el camino cambiaron de parecer y dedicaron su vida a otras profesiones. También sorprende encontrar algunos teóricos como Nadia Moreno (reciente ganadora del Premio de Ensayo Histórico de IDARTES) o al joven curador Inti Guerrero, quienes en su momento participaron en el salón, producían obra y seguramente tenían una visión muy diferente del camino que pretendían seguir profesionalmente. Precisamente esto revela cómo el proceso entre estudiante de artes y profesional del campo abre rangos lo suficientemente amplios como para pensar la obra desde distintos escenarios, cosa que solo se va descubriendo en el camino y que refuta al ingenuo  estudiante de artes de primer semestre que tiene una visión radicalmente opuesta del que se está graduando e iniciando un proyecto profesional.

En cualquier caso, revisar el salón, las distinciones entregadas a lo largo de 10 ediciones y el listado de artistas participantes a lo largo de su historia, demuestra un certero ojo a la hora de apostarle a jóvenes estudiantes que después han confirmado con su obra un puesto meritorio en el panorama artístico local e internacional.

Con motivo de esa revisión surgió el proyecto curatorial REWIND, que mas que una retrospectiva de obras del Salón de Arte Universitario es una retrospectiva de participantes, una selección de jóvenes artistas destacados  que  con obras de  su trayecto como estudiantes y trabajos actuales revelan cómo sus procesos se fueron construyendo y cómo esa pretensión de reconocimiento profesional que se entreveía en su formación se cumple años después. En su momento sus nombres revelaban una prometedora novedad; en la actualidad Rodrigo Echeverri, Eduard Moreno, Saúl Sánchez, Camila Echeverría, Norman Botero, Luis Hernández Mellizo, Fernando Pertúz, Fabián Cano, Carlos Castro, Alex Rodríguez, Tot, Jean Barbato, Oscar Danilo Vargas, Andrés Bustamante, Julián Santana, David Peña, Santiago Escobar, Lorena Díaz, Sair García, Jaime Tarazona y Marco Mojica, son nombres familiares, consagrados en la plástica nacional.

Gracias al proyecto curatorial REWIND, promovido por Arteria y la Academia de Artes Guerrero se reunirán las obras de estos artistas entre el 27 de junio y el 2 de agosto en la sede Agora (Cra 18 A # 43 – 50, Bogotá), para lo cual se le pidió a ellos que rebobinaran el cassette (<< REWIND)  y al hacer memoria encontraran sus trabajos de la universidad y los pusieran en dialogo con su producción actual, tarea nostálgica en la cual algunos desempolvaron trabajos de hace más de 15 años y se encontraron con obras completamente coherentes con las que han venido realizando. Así que el ejercicio  ha sido para ellos una pausa para mirar la congruencia de su proceso, y desde la curaduría, para reevaluar y reflexionar la pertinencia de un certamen que ha pretendido promover la formación de artistas, su divulgación y visibilidad en un escenario artístico que parece excluyente con la producción de los artistas jóvenes. Al responder esa pregunta con la misma obra de los artistas también se plantea una gran pregunta para los estudiantes de arte, una incómoda duda que ahora estos maestros consagrados pueden ayudar a responder: ¿de qué vive un artista? Por lo tanto la exposición estará acompañada de un ciclo de conversatorios con los participantes, con jurados que hicieron parte de  la selección y premiación del Salón, y con ex-participantes del Salón que a pesar de no realizar obra plástica en la actualidad trabajan en campos de la gestión, la curaduría, la investigación, la docencia, la comercialización de arte y otras posibilidades que se les fue abriendo en el camino. Así que en cierta medida, la retrospectiva del Salón sigue dedicada a los universitarios: no solo se respondería la pregunta sobre la necesidad de un salón de artistas jóvenes sino que además  sería un escenario de reflexión sobre los campos profesionales laborales en torno al arte en Colombia.

 

Fotografía: Carlos Castro. Risus satibus. Máquina musical, cuchillos decomisados por la policía. 2011.

El ángel de lo extraño: el romanticismo negro de Goya a Max Ernst

No creemos en fantasmas pero aquellos que ven la luz en la exposición actual del MuseoD’Orsay asustan la razón. Obsesiones, deseos secretos, superstición, libertinaje, espectros, vampiros, castillos, brujas, monjes satánicos, abadías,  sectas secretas, mitos a acerca del origen de los pueblos, se toman por asalto a la razón. La Revolución de las Luces desata todo tipo de resistencias, unas razonables, la mayoría “irracionales”. Esta moda del siglo XIX regresa al siglo XXI. Como toda moda, se trata de un indicio de que algún extraño toca a nuestra puerta. Anuncia alguien nos observa desde la oscuridad: como las dos primeras, ¿otra guerra devastadora?

 

dante y virgilio en el infierno obra de bouguereau

johann heinrich fssli la locura de kate
caspar david friedrich 1774-1840 ribera con luna oculta por las nubes claro de luna sobre el mar

el abismo de alphonse mucha

Los curadores, Côme Fabre y Felix Krämer, articulan su ejercicio bajo la categoría historiográfica  Romanticismo negro, del historiador de la literatura Mario Praz. Del romanticismo romántico, al simbolismo y el surrealismo, dos siglos de horrores son puestos en escena. Los caprichosLos proverbios o Los desastres de la guerra de Goya; La Balsa de la Medusa, de Géricault;  La Pesadilla de Füssli, entre otras doscientas obras,  confrontan al espectador ilustrado con todos los miedos que la mercancía reprime, con los restos de una rica tradición pictórica y literaria que visibiliza la resistencia que ejercen los artistas al predominio de la razón instrumental. Dante, Milton, Shakespeare y Goethe motivan la expresión de múltiples exploraciones de la razón puesta en sus límites.

 

Paris: del 5 marzo a  9 de junio de 2013

francisco jos de goya y lucientes el vuelo de las brujas
william blake 1757-1827 el gran dragn rojo y la mujer vestida de so
julien-adolphe duvocelle 1873-1961 crneo con ojos exorbitados

 

Nadia Granados: nosotras las victorianas

Un grupo adelantado de artistas colombianos residentes en Bogotá, hacen eco de una tendencia internacional en boga desde hace cincuenta años, lo cual en arte es muy poco tiempo.

Nadia Granados, David Lozano, Dioscórides Perez, Fernando Pertuz, Adrián Gómez, Gustavo Villa, Juan Fernando Cáceres, Sandra Camacho y Rosario Jaramillo, entre muchos otros artistas,  se encuentran comprometidos en explorar otras maneras de ser cuerpos. Sin embargo, Nadia Granados es quien actualmente radicaliza esta mirada a los cuerpos contemporáneos, escrutando con coraje sus discursos.  Disuelta la poesía del mundo en las Ferias de Arte Contemporáneo, algunos restos de cuerpos quedan extraviados o perdidos entre los escaparates de los mercaderes. Sobre estos restos de cuerpos contemporáneos, se erige el arte colombiano actual, un arte que hace resistencia a los dispositivos gastronómicos de la globalización mercantil. La gesta contemporánea de los artistas que tienen algo que decir, gira en torno a esa pérdida de cuerpo, verdad y sentido. Los cuerpos se ofrecen como verdad del sentido. Se trata de una búsqueda frenética y desesperada de los cuerpos. Todos hablan de ellos, nadie sabe dónde se esconden estos restos con los cuales se modelan los cuerpos contemporáneos,  ni de  quién se esconden. En todo caso, en la contemporaneidad liberal,  no es del poder que huyen: su sí mismo es lo que hace metástasis.

Los cuerpos contemporáneos son un problema, son lo más desconocido para aquellos que los viven como gestos de arte. El ser de los cuerpos es aquello de lo cual más se discute en la actualidad artística, así gestos como los de Granados arranquen con violencia el habla. Cuerpos como los de Granados ansían hablarse. Aunque poseen un saber no discursivo, los cuerpos no lo expresan en los lenguajes cosificados, buscan otras salidas a la minoría de edad que el régimen discursivo moderno les impone. Tampoco quieren representarlo mediante el uso de un discurso puesto al servicio de los artificios, de los dogmas del arte contemporáneo liberal: la globalización de las mercancías  y el comunitarismo antropológico, el favela art. Los eruditos que disertan acerca de los cuerpos sacan provecho de sus silencios. Sin embargo, los silencios de los cuerpos tienen sus límites. Hartos los cuerpos de las venalidades antropológicas, gritan y se expanden aplacando la palabrería acerca del su sí mismo. Cuerpos es aquella multiplicidad que se expande en el grito. Cuerpos es aquella intensidad, aquella voz que clama en el desierto de verdad y de  sentido contemporáneo. No hay el cuerpo, existen cuerpos que buscan formas, sentido y verdad.

A partir del 20 de junio de 2013, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño muestra el resultado de una de sus convocatorias. Se trata de la  curaduría internacional realizada por Emilio Tarazona. Mediante un criterio historicista, el curador peruano visibiliza a un grupo de artistas colombianos. Tiene el propósito de hacer conocer en Lima, algunos de los artistas que durante los años setenta y ochenta del siglo XX, despejaron el horizonte del arte contemporáneo en Colombia. Cuerpo en disolvencia, flujos, secreciones, residuos, es el dispositivo de selección. El criterio es interesante pero en algunos casos, su aplicación es ingenua u oportunista. El curador habla de el cuerpo, lo comprende de manera unidimensional, como productor de desechos, algunos de ellos nauseabundos. Los cuerpos producen mucho más que secreciones orgánicas. Existen flujos imperceptibles para la mirada del artista empírico. El pensamiento es un flujo de borde, intenso, creativo. Los cuerpos sólo son cuerpos cuando se arrastran hasta el abismo y gritan con el propósito de producir verdad y sentido. El sentido es el producto desconocido del cuerpo. El grito es la voz de los cuerpos, les da verdad, sentido, libertad y existencia. Los cuerpos artísticos se constituyen mediante procesos de verdad y de sentido. Los flujos orgánicos no tienen la potencia suficiente para modelar  cuerpos libres. Cuando los artistas los utilizan, lo hacen para elaborar sus traumas, para darles sentido. Trauma, libertad, verdad y sentido se entretejen porque en el trauma se pone en escena una relación abismal. Ahí en donde hay relación con lo insondable del trauma, acontece la verdad del sentido. La lucha con el trauma es inútil cuando no se cuenta con herramientas, con formas  plásticas apropiadas para conducirlo hacia la verdad y el sentido. Los cirujanos ya no abren los cuerpos con tijeras. El Cuerpo en disolvencia que presenta Tarazona en Bogotá, es poco lo que alcanza a tejer de la experiencia viva reciente del arte contemporáneo en Colombia. Debido a la fractura ideológica que divide a los países latinoamericanos, la selección del curador puede ser muy interesante para Lima, una ciudad enigmática de cuyas tradiciones las colombianas y los colombianos estamos separados por la miamización de  las elites que administran y desgobiernan simbólicamente Colombia, que ferian sus esperanzas.

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Derramada, es el grito de Nadia Granados a esta convocatoria. El grito constituye su respuesta-pregunta. Mediante su exposición, la artista responde a un llamado, pero su respuesta es una pregunta. Granados responde con tal intensidad que mengua las propuestas de los artistas que la acompañan. A su lado, algunas de estas voces lucen tímidas, otras son ingenuamente inocuas. Cuando los cuerpos se disuelven en su búsqueda de sentido, gritan, se expanden, anuncian otro ser, otro orden, un mundo diferente. Sus preguntas requieren libertad: por eso huyen del Dirty Boulevard, de las heces que les niegan verdad y sentido: no se orinan, no se sangran, no se defecan, no dispersan sus secreciones al aire público. Los cuerpos lozanos, frescos son más peligrosos que los cuerpos enfermos, no porque exponen sus tetas o sus culos al aire, o porque tienen vaginas y penes que producen erecciones y secreciones orgánicas. Constituyen un riesgo político porque producen entusiasmo y despiertan una voluntad de cambio. Transforman el gusto retenido en el lenguaje y anuncian otros estados de ser en mayor libertad.

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En condiciones espaciales precarias, Granados presenta el registro de una acción realizada en Lima, la cual debió suscitar todo tipo de reacciones. El libro del registro de visitas  a la galería Pancho Fierro de Lima, muestra algunas de estas reacciones. Con seguridad, algunos peruanos y peruanas no comprendieron que cuando un artista muestra el culo al aire, refleja sus tetas en el agua, entrega su vagina al fuego de la mirada, u ofrenda su pene a la tierra, no lo hace por el gusto de secretar en público fluidos orgánicos. Tiene el propósito de desencarnarse de los discursos que visibilizan sus cuerpos, que obstruyen el despliegue de las libertades de ser. Las secreciones artísticas son fluidos de verdad y de  sentido, son una purificación de la existencia, liberan el gusto y el flujo del pensamiento, rompen los tabiques que obnubilan la comprensión de sus verdades y su sentido. Si es legítimo relacionar los cuerpos de Granados con algún fluido, en con los fluidos de verdad y de sentido que es necesario relacionarlos. Por estas mismas razones, es extraño que David Lozano no esté presente en esta exposición.

 

Los gestos recientes de Nadia Granados tienen varias virtudes. En primer lugar, anuncian lo improbable: la ruptura de los mitos agrarios en que se subsume la identidad de los padres de la patria que regentan a las colombianas y a los colombianos. Granados interroga el conjunto de arcaísmos fundamentalistas que tiene secuestradas las libertades de las mujeres y los hombres. En segundo lugar, sacan a la luz el acartonamiento de algunos artistas contemporáneos en Colombia. Algunos de ellos la acompañan en Cuerpos en disolvencia… En tercer lugar,  arrancan el habla; pacíficamente, pero con la violencia propia de las artes contemporáneas. Despojan al espectador de las pocas certezas de que dispone para hablar del hombre, de la mujer, del arte, de la contemporaneidad y de la actualidad inactual de los cuerpos. En cuarto lugar, muestran un interés por el autorretrato. En lugar de echarle en cara a los otros sus propios pecados, en lugar de hacerlos responsables por su minoría de edad, en lugar de acusarlos por la precariedad de su ser, Granados vuelve sobre el discurso mariano acerca de la mujer que hace visible su sí mismo; se estudia y modela otra imagen de sí. En sus acciones, se metamorfosea en múltiples seres. Como Débora Arango, hace de sus gestos artísticos una serie de  autorretratos en los cuales expresa la transición de su ser. Desde Rembrandt, esta actitud es denominada  una voluntad de presente. En la actualidad, a estos autoreetratos se les llama arte contemporáneo.
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El descaro, el coraje, el cinismo, la sinceridad, la franqueza, la inocencia con las cuales Granados despliega su percepción de las ferias del mundo liberal, preludian un desvío artístico en Colombia, reiteran la esperanza de que aún se puede respirar con algo de libertad, así sea en espacios tan reducidos como aquellos que de vez en cuando algunos artistas logran abrir. Las acciones en las cuales se expone, se despelleja ante la mórbida mirada de una sociedad falofílica, por ende racista, misógina y homofóbica, son  un síntoma de que en Colombia, algunos artistas persisten en su lucha en contra de los moldes míticos con los cuales se marca la experiencia de los hombres y las mujeres. Al lado de María Evelia Mamorlejo, Granados da un empujón más, para que los mitos agrarios que modelan la colombianidad, caigan en el abismo y se disuelvan en los fluidos de verdad y sentido que la artista propicia.

 

De regreso a Bogotá, Granados toma decisiones importantes para la segunda exposición de Cuerpos en disolvencia. Todos y todas esperaban que repitiera en la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, la acción ejecutada en Lima. Partiendo de la idea de que toda repitición es diferencia, se consideraba necesaria la acción en vivo en las precarias salas de la Fundación. Granados frustró estas expectativas teóricas. No repite la acción de Lima. ¿Mató el león mariano y se asustó con su cuero evangélico? ¿Tiene miedo del abismo al cual se acerca peligrosamente? ¿Teme que sus flujos disuelvan la ideología que financia este proyecto? ¿Tiene miedo de la misoginia bogotana que profesa en público su gusto y amor por las mujeres que golpea o maltrata en casa? ¿Considera que este espacio es inadecuado para una acción con alguna relevancia plástica para la contemporaneidad colombiana? Granados todavía no responde. No debe hacerlo. El artista responde con sus preguntas espaciadas en acto. En su próximo autorretrato puede seguir preguntando acerca de sus inquietudes, lo cual es la manera en que los artistas responden a sus críticos y controvierten las objeciones del arte por venir. Es mejor que siga haciendo más cosas, que deje las banalidades discursivas a los expertos del cuerpo.

 

Granados ya lucía incómoda en Lima. El cuadro de la Leche derramada se realiza en un espacio claustrofóbico, en el cual ni los elementos que acompañan la acción, ni los espectadores, ni la artista son arrastrados a una experiencia espacial, por ello mismo a todos se les escapa irremediablemente el sentido del cuerpo. Provocar en el espectador la claustrofobia del armario en que hombres y mujeres son encerrados, quizá  fue una intención no explícita. Por ello mismo, repetir la acción en Bogotá en las circunstancias espaciales que ofrece la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, hubiera sido un fracaso. La decisión de Granados fue acertada, así muchos se sientan frustrados por ella. Con seguridad, los cuadros deborianos que con coraje Granados pinta, mejorarán con el tiempo sin perder su intensidad. Las formas, así sean transitorias, dan carácter al gesto artístico. Permiten caminar el abismo. El artista torpe se lanza al abismo, se funde con sus fluidos orgánicos. El artista creativo se mantiene en la cuerda floja de sus bordes de verdad y de sentido. El ejercicio de equilibrista requiere mucha concentración, pero sobre todo arte. Un espacio no pensado da al traste con cualquier acción plástica. Los gestos artísticos colombianos requieren  descaro, coraje,  cinismo, sinceridad, franqueza, inocencia, no obstante, expresados sin forma quedan privados de verdad y de sentido. No alcanzan su propósito: la libertad.

Fotografías:
Cortesía de Ricardo Muñoz.

La folie de los hombres sobre papel

En la Sala de Exposiciones Débora Arango, del Centro Cultural Gabriel García Márquez, Rosario Jaramillo, realiza una acción plástica durante la inauguración de la exposición Hombres sobre papel,  de Lorenzo Jaramillo, la noche e 13 de junio de 2013.
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Rosario, pone en escena el gesto, el brío, el color, el candor y la locura  del dibujo de su hermano mayor. Para Lorenzo, la folie es una cualidad esencial del ser humano, a mayor folie, mayor humanidad. Los hombres y las mujeres deben ser evaluados con base en este criterio. Hombres sobre papel, es una exposición que vale la pena ver, es un pasado actual y relevante. Gracias a Rosario,  la música del pasado resuena en el funeral del presente. Rosario desdobla la intensidad medida de cada gesto de Lorenzo Jaramillo. En su acción, el gesto de Lorenzo se expande en el espacio y se dispersa en muchas direcciones. El gesto llega al habla de Nabokov, el cual es convocado como testigo de la acción. El perfume que usaba Lorenzo alcanza las narices de los espectadores contemporáneos y mediante el olfato construyen el perfil del artista. La palabra convocada por Rosario  es un perfume. Hombre como término, es un perfume con que se exalta las locuras de esos gestos que piden habla.
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Para la última generación de colombianas y colombianos, Lorenzo es un artista desconocido. Los 24 dibujos de la exposición muestran el brío existencial del trazo del artista. Rosario está tentada a seguir los pasos de Lorenzo, lleva sus gestos a un espacio en donde interactúa vivazmente con los espectadores, brinda con ellos por la salud del hermano fallecido, cuya ausencia se hace presente en su cuerpo. Lorenzo, tendría hoy 58 años.
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En la acción de Rosario, Gesto y habla se tensan, se retan uno al otro. Mediante el despliegue específico de  su cuestionamiento del concepto de espacio y tiempo, de belleza y hombre, de sexo y forma, gesto y habla divergen uno del otro, cada uno muestra aquello que el otro no ve, cada uno reivindica una verdad exclusiva. El gesto y el habla de Lorenzo Jaramillo cuestionan todo aquello a lo cual se refiere la noción de arte. Ojalá tengamos la oportunidad de seguir viendo acciones de Rosario en el campo del arte. Afortunada su aparición en este escenario de la Sala Débora Arango.
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Acción plástica de Rosario Jaramillo en:

 

Cildo Meireles: los espacios del arte que se nos niegan a los latinoamericanos

con mirar en la red de internet la programación cultural y artística de otrospaíses, paracaer en la desesperanza y dejarse arrastrar hacia  los bajos fondos que nos acechan:el entretenimiento pasajero, ese goce frío y trivial que no alcanza para encender esta noche oscura que nos encandila.

En Colombia estamos bloqueados. Como muestra Antonio Caballero en Semana, estamos atascados en unos atavismos artísticos, éticos y políticos propios del medioevo, así los artistas de buena fe nos hagan creer que somos un país poshistórico, igualitario y libre; así los políticos sueñen a Colombia como Dinamarca y siendo parte de la Otan. Bajo estas condiciones de existencia, es imposible hablar de la igualdad y la libertad que reivindican algunos artistas como Cildo Meireles. Países con graves crisis económicas como España, en la actualidad  tienen una amplia oferta cultural. Es el caso de la exposición de Meireles en el Museo Reina Sofía de Madrid. ¿Por qué no llega a Bogotá, o a cualquier otra ciudad colombiana, una exposición como la de Meireles, premio Velásquez 2008? ¿Por qué se nos cuida de esta manera? ¿Nos ocultan el mundo? O, como a los niños y niñas con algunas discapacidades, ¿somos ocultados del mundo? ¿Por qué las élites artísticas que administran lo bello colombiano, no han logrado superar las banalidades y venalidades de la  cultura pop? El victimismo no deja pensar. En el victimismo la muerte no se deja pensar. En el victimismo todos aparecemos muertos. Sería interesante tener en Bogotá la obra de Meireles, en ella se podrían rastrear algunas de las ideas más prolíficas de algunos artistas colombianos. Sin embargo, esta exposición itinerará en Europa hasta 2014.

Las obras expuestas en Madrid evidencian dos intereses de Meireles. Por una parte, se presenta la inquietud anglosajona  por el concepto en toda su pureza. Por otra parte, se encuentra la política como contexto inevitable de producción. Estos dos intereses hacen que cada una de sus acciones condensadas en obras de arte, generen muchas tensiones formales, estimulen tantas lecturas y abran tantos horizontes de creación. Es el caso de la crítica ácida que el artista realiza a las políticas de los Estados Unidos de América.


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Sin duda alguna, la instalación Amerikkka es una de las obras más provocadoras de la exposición. La relación que Meireles establece entre la triple K y el llamado mundo libre, pone en aprietos a las directivas de los museos concernidos. Amerikka no es un territorio, es una manera de pensar, es un sistema de exclusión que funciona tanto en Europa como en los Estados Unidos. Se trata de 20.000 huevos de madera pintados de blanco, los cuales fueron dispuestos en el piso, dentro de una retícula rectangular. Sobre ellos, Meireles instaló otra plancha con 50.000 balas que apuntan hacia ellos.

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Sin embargo, las obras que logran desprenderse de las anteojeras políticas, de las conceptuales anglosajonas o las conceptualistas del sur, son aquellas que muestran la potencia de su pensamiento. Es el caso de la instalación Murmullo del mar: una plataforma de madera mediana, una especie de muelle para acercarse al mar con el cual sueña Meireles. El mar está modelado sobre el piso de la sala con libros que tienen cubiertas de color azul.

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Sin duda, la obra más poética de la exposición es Descala. En ella se expresa con mayor libertad y hace asequible a los espectadores sus esperanzas de una verdadera vida. Formalmente, se trata de un ejercicio virtuoso de deconstrucción plástica.

Fuente:
http://www.museoreinasofia.es/exposiciones/cildo-meireles

Consideraciones sobre la obra de Lara Almarcegui en el pabellón Español de la Bienal de Venecia

Se ha criticado mucho la obra de Lara Almarcegui en el pabellón español de la Bienal de Venecia y creo que pese a tal vez certera sobservaciones sobre la banal presentación en prensa que se ha hecho de la obra, en general casi todas las críticas se quedan en una primera lectura que puede hacerse de la obra, la más mediática, que nos lleva a pensar en el estallido de la burbuja inmobiliaria en España, en un país con más de tres millones de viviendas vacías.

Por la impresión que he tenido leyendo las críticas a la obra, algunas en prensa y otras sueltas en los medios sociales, se considera el trabajo de Almarcegui como una simple repetición formal de sus anteriores trabajos o un gasto desmesurado para estos momentos de crisis. El hecho de que un artista repita una fórmula no lo hace menos artista, del mismo modo que un músico que repite su repertorio no es menos interesante por ello. Respeto pero en este caso difiero de tantas voces críticas hacia la obra de la artista, porque las considero injustas y quizá también algo resentidas o si se quiere con poca voluntad objetiva y, dicho sea de paso, productiva. Y es que en cierta medida si se pudiera hablar de fallo en la obra lo sería en todo caso por su inoperatividad, por sí sola, como mecanismo de cuestionamiento, en un mundo del arte encogido, desperdigado y depotenciado. En realidad las piedras que se lanzan a la obra (valga la analogía jocosa) son piedras lanzadas al “estado” del arte contemporáneo, incapaz de construir discurso(s) y de sostener consenso, lo que parece ser el mal de nuestro tiempo.

En la trayectoria de Lara Almarcegui se puede ver una investigación sobre las formas de vida en estado puro, fuera de imposiciones formales por parte de una arquitectura que desdeña lo humano. Sus piezas también nos acercan a modos reales de organización de la economía individual –cobijo y sustento- en oposición a la global que anula y aliena las necesidades individuales y las sacrifica por una idealizada visión del progreso. Su línea de trabajo pone en evidencia a la arquitectura como una forma artística en decadencia, y si repite el planteamiento es porque sin duda no nos ha quedado aun bien claro que el “patrón piedra” ha dejado de ser el modelo. La arquitectura de autor en Occidente no es ya viable en un escenario de crisis global donde los magnates del diseño arquitectónico han sido dotados de poder y medios comparables a los que Hitler diera a Speer y que incluso éste rechazó, según él, por motivos éticos en el momento en que entendió que no se podía continuar con tal estipendio, cuando la población pasaba hambre a causa del racionamiento de la guerra. En Europa hemos vivido quizá los últimos ilustres momentos de la arquitectura con voluntad de hacer Historia. En España, La Ciudad de las Artes o el Centro Niemeyer son ejemplos de ello. Tales hitos son ya inasumibles y muy probablemente lo serán también en el futuro. Son el clímax del delirio que nos llevó a pensar que algún día serían una señal de identidad para un pueblo.

El trabajo de Lara ha tenido la claridad suficiente para hacer ver que un guijarro en nuestro zapato puede ser más real que un santuario a una identidad que no nos pertenece. Un parque de atracciones que no nos podemos permitir y que ni siquiera supone ya un tipo de atracción para nadie. Y es que en realidad es una cuestión de mantenimiento inasumible y los cambios de hábito en consecuencia que me recuerda a algunas mansiones americanas de los alegres años 20, caras de mantener e incómodas para vivir y hoy reconvertidas en decrépitas instituciones. Se trata de un cambio de paradigma dictado por una economía global encogida y con pocos visos de expandirse en algún momento futuro. Lo queramos o no vamos a tener que acostumbrarnos a una economía de escasez y tal vez desmontar todos nuestros planteamientos incluyendo qué gastos son los que verdaderamente sobran en la ecuación presupuestaria.

La obra de Almarcegui es una de las muestras más críticas menos complacientes que hemos visto en el pabellón español de la bienal, independientemente de su coste, por otra parte ridículo si lo comparamos con el de cualquier dislate arquitectónico reciente. Creo firmemente que es momento de apoyar a los que han tenido el coraje y los medios para hacer realidad un proyecto crítico, cuando han tenido presupuesto y cuando no lo han tenido, y más tratándose de algo tan oportuno y de tanta importancia como lo son los espacios construidos y los espacios usurpados, mantenidos interesadamente con fines especulativos o expropiados a quienes los verdaderamente lo necesitan. Siento que en el fondo de todo esto late inexorable el pulso entrópico sobre el que tanto investigó Smithson, acelerado por movimientos de conciencia interesados que nos acercan a una ruina física y simbólica y que, a poco que nos descuidamos, estamos ayudando a propagar.

 

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Imagen del Pabellón Español cortesía de Octavio Zaya.

Publicado originalmente en : www.salonkritik.net

¿Alguien sabe algo acerca de los $6.000.000 Que Santiago Trujillo prometió gestionar para la sede de la nueva Galería Santa Fe en la plaza de mercado La Concordia?

¡Y NOSOTROS QUE PENSÁBAMOS QUE LOS ARTISTAS ESTABAN MUERTOS!

En Bogotá, el dinero y la envidia hacen milagros. Al parecer, entrarán $40.000.000 a dinamizar el campo del arte y la cultura. Todos quieren un pedazo de la torta, los arquitectos,  los galeristas, los artistas, entre otros. Todos se creen con derecho a gastar las indulgencias que ganó legítimamente Gloria Zea con sus Avemarías. La persistencia logra todo aquello que se le niega a la arrogancia de algunas élites.

Buena gestión la de la señora Zeaquien consiguió los $40.000.000 para ampliar el Museo de Arte más antiguo de Bogotá. La cultura requiere dinero, no sólo esta partida que logró. Bien por Juán Lozano cuyo gesto pellizca a la aristocracia bogotana, la cual, al parecer, no fue consultada. No hay razón para las pataletas. Aquello que hay que exigir es claridad en el manejo de los recursos y concertar cómo se implementará  la presencia de un representante del Estado parafiscalizar esta inversión.

Sabotear la gestión de la señora Zea es infantil. Bogotá es una ciudad en la cual no hay lugares adecuados a las exigencias de la época, nisiquiera para mostrar un proyecto tan sencillo como el premio Luis Caballero, el cual se montará en las trastiendas que tienen todos los museos bogotanos.

Se le censura al Museo de Arte Moderno de Bogotá, ser una institución privada. Pues bien, el Museo Nacional también lo es, por lo menos se le administra como tal. ¿De cuáles  otros museos se puede hablar como instituciones de carácter público? ¿Queda algo que sea de interés público en Colombia?  Si se quiere criticar el retrato de Gloria Zea hecho por Obregón, es recomendable primero aprender a pintar, a comprender cuál es la naturaleza de las gracias que acontecen con el color.

A propósito, ¿alguien sabe algo de los $6.000.000 que Santiago Trujillo prometió gestionar para la sede de la Nueva Galería Santa Fe en la plaza de mercado La Concordia? Por lo pronto la Ludoteca del Parque Nacional, proyetada inicialmente para ser su sede, sigue pudriéndose. No hay nadie en la Secretaria de Recreación y Deporte que responda por este detrimento patrimonial.