Por: Jorge Peñuela
Fecha: junio 24, 2013
Nadia Granados: nosotras las victorianas
Un grupo adelantado de artistas colombianos residentes en Bogotá, hacen eco de una tendencia internacional en boga desde hace cincuenta años, lo cual en arte es muy poco tiempo.
Nadia Granados, David Lozano, Dioscórides Perez, Fernando Pertuz, Adrián Gómez, Gustavo Villa, Juan Fernando Cáceres, Sandra Camacho y Rosario Jaramillo, entre muchos otros artistas, se encuentran comprometidos en explorar otras maneras de ser cuerpos. Sin embargo, Nadia Granados es quien actualmente radicaliza esta mirada a los cuerpos contemporáneos, escrutando con coraje sus discursos. Disuelta la poesía del mundo en las Ferias de Arte Contemporáneo, algunos restos de cuerpos quedan extraviados o perdidos entre los escaparates de los mercaderes. Sobre estos restos de cuerpos contemporáneos, se erige el arte colombiano actual, un arte que hace resistencia a los dispositivos gastronómicos de la globalización mercantil. La gesta contemporánea de los artistas que tienen algo que decir, gira en torno a esa pérdida de cuerpo, verdad y sentido. Los cuerpos se ofrecen como verdad del sentido. Se trata de una búsqueda frenética y desesperada de los cuerpos. Todos hablan de ellos, nadie sabe dónde se esconden estos restos con los cuales se modelan los cuerpos contemporáneos, ni de quién se esconden. En todo caso, en la contemporaneidad liberal, no es del poder que huyen: su sí mismo es lo que hace metástasis.
Los cuerpos contemporáneos son un problema, son lo más desconocido para aquellos que los viven como gestos de arte. El ser de los cuerpos es aquello de lo cual más se discute en la actualidad artística, así gestos como los de Granados arranquen con violencia el habla. Cuerpos como los de Granados ansían hablarse. Aunque poseen un saber no discursivo, los cuerpos no lo expresan en los lenguajes cosificados, buscan otras salidas a la minoría de edad que el régimen discursivo moderno les impone. Tampoco quieren representarlo mediante el uso de un discurso puesto al servicio de los artificios, de los dogmas del arte contemporáneo liberal: la globalización de las mercancías y el comunitarismo antropológico, el favela art. Los eruditos que disertan acerca de los cuerpos sacan provecho de sus silencios. Sin embargo, los silencios de los cuerpos tienen sus límites. Hartos los cuerpos de las venalidades antropológicas, gritan y se expanden aplacando la palabrería acerca del su sí mismo. Cuerpos es aquella multiplicidad que se expande en el grito. Cuerpos es aquella intensidad, aquella voz que clama en el desierto de verdad y de sentido contemporáneo. No hay el cuerpo, existen cuerpos que buscan formas, sentido y verdad.
A partir del 20 de junio de 2013, la Fundación Gilberto Alzate Avendaño muestra el resultado de una de sus convocatorias. Se trata de la curaduría internacional realizada por Emilio Tarazona. Mediante un criterio historicista, el curador peruano visibiliza a un grupo de artistas colombianos. Tiene el propósito de hacer conocer en Lima, algunos de los artistas que durante los años setenta y ochenta del siglo XX, despejaron el horizonte del arte contemporáneo en Colombia. Cuerpo en disolvencia, flujos, secreciones, residuos, es el dispositivo de selección. El criterio es interesante pero en algunos casos, su aplicación es ingenua u oportunista. El curador habla de el cuerpo, lo comprende de manera unidimensional, como productor de desechos, algunos de ellos nauseabundos. Los cuerpos producen mucho más que secreciones orgánicas. Existen flujos imperceptibles para la mirada del artista empírico. El pensamiento es un flujo de borde, intenso, creativo. Los cuerpos sólo son cuerpos cuando se arrastran hasta el abismo y gritan con el propósito de producir verdad y sentido. El sentido es el producto desconocido del cuerpo. El grito es la voz de los cuerpos, les da verdad, sentido, libertad y existencia. Los cuerpos artísticos se constituyen mediante procesos de verdad y de sentido. Los flujos orgánicos no tienen la potencia suficiente para modelar cuerpos libres. Cuando los artistas los utilizan, lo hacen para elaborar sus traumas, para darles sentido. Trauma, libertad, verdad y sentido se entretejen porque en el trauma se pone en escena una relación abismal. Ahí en donde hay relación con lo insondable del trauma, acontece la verdad del sentido. La lucha con el trauma es inútil cuando no se cuenta con herramientas, con formas plásticas apropiadas para conducirlo hacia la verdad y el sentido. Los cirujanos ya no abren los cuerpos con tijeras. El Cuerpo en disolvencia que presenta Tarazona en Bogotá, es poco lo que alcanza a tejer de la experiencia viva reciente del arte contemporáneo en Colombia. Debido a la fractura ideológica que divide a los países latinoamericanos, la selección del curador puede ser muy interesante para Lima, una ciudad enigmática de cuyas tradiciones las colombianas y los colombianos estamos separados por la miamización de las elites que administran y desgobiernan simbólicamente Colombia, que ferian sus esperanzas.
Derramada, es el grito de Nadia Granados a esta convocatoria. El grito constituye su respuesta-pregunta. Mediante su exposición, la artista responde a un llamado, pero su respuesta es una pregunta. Granados responde con tal intensidad que mengua las propuestas de los artistas que la acompañan. A su lado, algunas de estas voces lucen tímidas, otras son ingenuamente inocuas. Cuando los cuerpos se disuelven en su búsqueda de sentido, gritan, se expanden, anuncian otro ser, otro orden, un mundo diferente. Sus preguntas requieren libertad: por eso huyen del Dirty Boulevard, de las heces que les niegan verdad y sentido: no se orinan, no se sangran, no se defecan, no dispersan sus secreciones al aire público. Los cuerpos lozanos, frescos son más peligrosos que los cuerpos enfermos, no porque exponen sus tetas o sus culos al aire, o porque tienen vaginas y penes que producen erecciones y secreciones orgánicas. Constituyen un riesgo político porque producen entusiasmo y despiertan una voluntad de cambio. Transforman el gusto retenido en el lenguaje y anuncian otros estados de ser en mayor libertad.
Fotografías:
Cortesía de Ricardo Muñoz.