Descartes, Mejora tu Huella: una exposición en la Fundación Santa Fe

En Bogotá, se cierra 2017 con una exposición importante que es un buen referente de aquello que se nos niega: la diversidad expresiva en los espacios del arte. Es importante por varias razones. En primer lugar, por el número de artistas comprometidos con unas prácticas que en la actualidad son duramente cuestionadas por su declive comercial en detrimento de las búsquedas de lo común que caracterizan al arte del último siglo. Por lo general, el arte contemporáneo evidencia carencia de autonomía, cada vez más luce entregado a los vaivenes del mercado de bienes suntuarios y a satisfacer la burocracia estatal.

Estey Ducuara

En segundo lugar, en su totalidad la muestra responde por la calidad y seriedad de cada una de las propuestas, las cuales suscitan interés en la ciudadanía. El arte contemporáneo ha supeditado la calidad estética al interés comercial. En Descartes, la calidad juega un libre juego con el interés, para recoger aquí la expresión de Kant.

En tercer lugar, la exposición muestra claramente la idea que anima el pensamiento de los y las artistas. Se aprecia un compromiso con otras maneras de sentir el contexto inmediato, y por otra parte, los artistas se muestran diestros en la elaboración de otras maneras de pensar imágenes dentro de lugares densamente simbolizados con unas lógicas discursivas cerradas a la sensibilidad artística. Es cuarto lugar, porque los y las artistas convocados logran dialogar con un espacio generoso pero celoso con el rigor de sus formas arquitectónicas.

Mauricio Combariza

Descartes es un Salón de Arte Joven bien pensado en donde los artistas salen al encuentro de otros públicos, como son todos aquellos y aquellas que frecuentan los espacios en donde se cuida a hombres y mujeres quebrados o aquejados por algún problema médico. A pesar de la especificad de su trabajo in situ, los artistas muestran con convicción estética y política sus ideas acerca de aquello que significa pensar artísticamente. La política del arte consiste en mantener una distancia prudente frente a las modas del momento con las cuales se acosa a los espíritus libres.

Iván Castiblanco

Los artistas de Descartes no sucumben al arte de ilustración de agendas políticas programadas por fuera del sistema del arte. Sin declinar su vocación artística, cada uno, cada una, logra acceder a un conjunto de residuos industriales propios de la actividad médica. Con base en este encuentro fortuito, exploran escrituras que tienen la potencialidad de abrir los muros de la Historia: la historia de una institución médica, la Historia del arte y la historia de cada una de las subjetividades puestas en juego durante la exposición.

Los artistas tienen el mérito de pensar por fuera de los circuitos de poder en los cuales se reguardan las elites comerciales que controlan la circulación artística en Bogotá. La autonomía sazonada con la marginalidad que muchos de ellos reivindican de manera singular, le da un toque de autenticidad a cada propuesta que no es fácil apreciar en el arte contemporáneo. Por ello mismo, se aprecian obras que despliegan ideas que emergen de la experiencia personal de cada artista, de gran factura y con sensibilidad epocal.

Reinaldo Castro

Los artistas de Descartes se relacionan con todo aquello que queda deshilachado en los desvanes de la historia del inconsciente colectivo, creando signos que comunican ideas acerca de la actual debacle ambiental y la precariedad de nuestra época. Comprenden, finalmente, que la historia en un conjunto de restos de aquellos y aquellas que con cada uno de sus gestos, abren con tenacidad las entrañas de la Historia. La historia es un conjunto de hilachas que una y otra vez deben ser hiladas con sensibilidad artística y pertinencia política y social. Mejora tu huella apunta a eso: a recuperar las hilachas perdidas en los espacios que habitamos más sentidamente y con mayor sentido de pertinencia política.

En general, la estrategia expositiva de la cual se valen los artistas convocados a Descartes es la instalación. Algunas propuestas de pintura instalada están bien logradas y dejan bien parada a la pintura y a los gestores del espacio. Destaco propuestas pictóricas, sencillas y contundentes como la de Jorge Magyaroff, Liliana Rodríguez e Iván Castiblanco. Se aprecian instalaciones sencillas e ingeniosas como la de Jaime Pérez y esculturas inquietantes como las de Estey Ducuara. Pero son muchos los méritos que se pueden apreciar en las otras propuestas de esta exposición de fin año. Con seguridad y por su pertinencia estética y social de cada una de las propuestas, los y las volveremos a ver a corto plazo, con más obras. De esta manera podremos pensar con mayor amplitud la comprensión que cada uno y cada una tienen de la actualidad.

Jaime Perez

Artistas participantes: Jorge Magyaroff, Iván Castiblanco, Erika Díaz, Mauricio Combariza, Fredy Forero, Otoniel Borda, Paul León, Evelyn Tovar, Diana Torres, Vanessa Cárdenas, William Bahos, Liliana Rodríguez, Edgar Jiménez, Leonardo Guayán, Reinaldo Castro, Alexa Ospina, Estey Ducuara, Carlos Machado, Nardy Getiva, Jaime Pérez, José García, Angélica Chavarro, Carlos Villabón y Johana Barreto.

Desde la Fundación Santa Fe, Descartes, es una exposición que construye obra plástica con base en residuos industriales, con el propósito de reflexionar acerca del medio ambiente en su relación con la medicina. Orientan el ejercicio: Diego Prieto y Estey Ducuara, Angélica Delgado, Estey Ducuara y  Estudios Faenza

Fotografías: cortesía Diego Prieto

Judith Butler escribe acerca de las agresiones de las cuales fue objeto durante su reciente visita a Brasil

La filósofa relata los ataques que sufrió, explica en qué consiste el enfoque de género y trata de comprender el odio dirigido a un pensamiento que defiende la dignidad y los derechos sexuales, que condena la violencia contra las mujeres y las personas trans, entre otras comunidades en riesgo permanente.

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Desde el comienzo, la oposición a mi presencia en Brasil estuvo envuelta en una fantasía. Un petitorio pedía al Sesc Pompeia que cancelera una charla que yo no iba a dar. La charla imaginaria, al parecer, iba a ser sobre “género”, a pesar de que el seminario planeado haya sido dedicado al tema “Los fines de la democracia”.

O sea, había desde el inicio una charla imaginada en lugar de un seminario real, y la idea de que yo iba a hacer una presentación, a pesar de que en la realidad yo estaba organizando un evento internacional sobre populismo, autoritarismo y la actual preocupación de que la democracia esté bajo ataque.

No sé realmente qué poder le fue otorgado a la charla sobre género imaginada que yo daría. Debe haber sido una charla muy poderosa, ya que, aparentemente, ésta amenazó a la familia, la moral y hasta a la nación. Para aquellos que se opusieron a mi presencia en Brasil, “Judith Butler” significaba la proponente de una ideología de género, la supuesta fundadora de este punto de vista absurdo y nefasto, alguien aparentemente que no cree en restricciones sexuales, cuya teoría destruye enseñamientos bíblicos y responde hechos científicos. ¿Como sucede todo esto y qué significa?

 

LA TEORÍA

 

Consideremos lo que yo de hecho escribí y en lo que de hecho creo y comparemos eso con la ficción interesante y nociva que dejó tanta gente alarmada. En el final de 1989, casi treinta años atrás, publiqué un libro titulado “Problemas de Género” (lanzado en portugués en el 2003 como “Problemas de Género: Feminismo y Subversión de la Identidad”, Civilización Brasilera), en el cual propuse una descripción del carácter performativo del género. ¿Qué es lo que significa esto?

A cada uno de nosotros, nos es atribuido un género en el nacimiento, lo cual significa que somos nombrados de ciertas maneras por parte de nuestros padres y por las instituciones sociales. A veces, con la atribución del género, un conjunto de expectativas es transmitido: esta es una nena, entonces ella, cuando crece, asume el papel tradicional de la mujer en la familia y en el trabajo; este es un nene, entonces él asumirá una posición previsible en la sociedad como hombre. Aunque, muchas personas sufren dificultades con su atribución —son personas que no quieren atender aquellas expectativas— y la percepción que tienen de sí mismas difiere de la atribución social que les fue dada.

La duda surge con esta situación y la siguiente pregunta: ¿en qué medida jóvenes y adultos son libres para construir el significado de su atribución de género? Ellas nacen en la sociedad, pero también son actores sociales y pueden trabajar dentro de las normas sociales para moldear sus vidas de manera que sean más vivibles. Y las instituciones sociales, incluyendo instituciones religiosas, escuelas y servicios sociales y psicológicos, también deberían tener capacidad de apoyar a estas personas en su proceso de descubrir cómo vivir mejor con su cuerpo, buscar realizar sus deseos y crear relaciones que les sean provechosas. Algunas personas viven en paz con el género que les fue atribuido, pero otras sufren cuando son obligadas a conformarse con normas sociales que anulan el sentido más profundo de quién son y quién desean ser. Para estas personas es una necesidad urgente crear las condiciones para una vida posible de vivir.

 

LIBERTAD Y NATURALEZA

 

Así, en primer lugar y por encima de todo, “Problemas de Género” busca afirmar la complejidad de nuestros deseos e identificaciones de género y juntar aquellos integrantes del movimiento LGBTQ moderno que creían que una de las libertades fundamentales que necesitan ser respetadas, es la libertad de expresión de género. ¿El libro negó la existencia de una diferencia natural entre los sexos? De ninguna manera, aunque destaque la existencia de paradigmas científicos divergentes para determinar las diferencias entre los sexos y observe que algunos cuerpos poseen atributos mixtos que dificultan su clasificación.

También afirmé que la sexualidad humana asume formas diferentes y que no debemos presumir que el hecho de saber el género de una persona nos da cualquier pista sobre su orientación sexual. Un hombre masculino puede ser heterosexual o gay, y el mismo raciocinio se aplica a una mujer masculina.

Nuestras ideas de masculino y femenino varían de acuerdo con la cultura, y esos términos no poseen significados fijos. Ellos son las dimensiones culturales de nuestras vidas que asumen formas diferentes y renovadas en el correr de la historia y, como actores históricos, nosotros tenemos alguna libertad para determinar esos significados. Pero el objetivo de esta teoría era generar más libertad y aceptación para la gama amplia de identificaciones de género y deseos que constituyen nuestra complejidad como seres humanos. Este trabajo, y mucho de lo que desarrollé después, también fue dedicado a la crítica y a la condenación de la violencia y de las violencias corporales.

Además de esto, la libertad de buscar una expresión de género o de vivir como lesbiana, gay, bisexual, trans o queer (esta lista no es exhaustiva) sólo puede ser garantizada en una sociedad que se rehúsa a aceptar la violencia contra mujeres y personas trans, que se rehúsa a aceptar la discriminación con base en el género y que se rehúsa a transformar en enfermos y degradar a las personas que abrazan estas categorías en el instinto de vivir una vida más vivible, con más dignidad, alegría y libertad. Mi compromiso es oponerme a las ofensas que disminuyan las oportunidades de alguien para vivir con alegría y dignidad. Así, estoy inequívocamente en contra de la violación, el acoso y la violencia sexual y contra todas las formas de explotación de niños.

Libertad no es —nunca es — la libertad de hacer el mal. Si una acción hace mal a otra persona o la priva de su libertad, esa acción no puede ser calificada como libre —ella se transforma en una acción dañina.

 

VIOLENCIA DE GÉNERO

 

De hecho, algo que me preocupa es la frecuencia con que personas que no se encuadran en las normas de género y en las expectativas heterosexuales son acosadas, agredidas y asesinadas. Las estadísticas sobre femicidio ilustran el punto. Mujeres que no son suficientemente subordinadas son obligadas a pagar por eso con la vida.

Personas trans y travestis que desean la libertad de moverse en el mundo público como son y desean ser, sufren frecuentemente ataques físicos. Madres corren el riesgo de perder a sus hijos si ellos salen del closet, muchas personas todavía pierden sus empleos y la relación con sus familiares cuando salen del closet. El sufrimiento social y psicológico derivado del ostracismo y condenación social es enorme.

La injusticia radical del femicidio debería ser universalmente condenada, y las transformaciones sociales profundas que puedan transformar este crimen impensable necesitan ser fomentadas y llevadas adelante por movimientos sociales e instituciones que se rehúsan a permitir que personas sean asesinadas debido a su género y sexualidad.

En Brasil, una mujer es asesinada cada dos horas. La tortura y el asesinato reciente de Dandara dos Santos, en Fortaleza, fue un ejemplo explícito de la matanza generalizada de personas trans en Brasil, una matanza que le dió a Brasil la fama de ser el país más conocido por el asesinato de personas LGBT.

Son esos los males sociales inequívocos y atrocidades a los cuales me opongo, y mi libro —bien como el movimiento queer en el cual se inserta— busca promover un mundo sin sufrimiento y violencia de este tipo.

 

IDEOLOGÍA

 

La teoría de la performatividad de género busca entender la formación de género y subsidiar la idea de que la expresión de género es un derecho y una libertad fundamental. No es una “ideología”. En general, una ideología es entendida como un punto de vista que es tanto ilusorio cuanto dogmático, algo que “tomó cuenta” del pensamiento de las personas de una manera acrítica.

Mi punto de vista, sin embargo, es crítico, porque cuestiona el tipo de premisa que las personas adoptan como ciertas en su cotidiano, y las premisas que los servicios médicos y sociales adoptan en relación a lo que debe ser visto como una familia o considerado una vida patológica o anormal. ¿Cuántos de nosotros todavía creemos que el sexo biológico determina los papeles sociales que debemos desempeñar? ¿Cuántos de nosotros todavía sostenemos que los significados de masculino y femenino son determinados por las instituciones de la familia heterosexual y de la idea de nación que impone una noción conyugal del casamiento y de la familia?

Familias queers y travestis adoptan otras formas de convivencia íntima, afinidad y apoyo. Madres solteras tienen lazos de afinidad diferentes. Lo mismo se da con las familias mixtas, en las cuales las personas se casan nuevamente o se juntan con familias, creando amalgamas muy diferentes de aquellas vistas en estructuras familiares tradicionales.

Encontramos apoyo y afecto a través de muchas formas sociales, incluyendo la familia.  Pero la familia es también una formación histórica: su estructura y su significado cambian a lo largo del tiempo y del espacio. Si dejamos de afirmar eso, dejamos de afirmar la complejidad y la riqueza de la existencia humana.

 

IGLESIA

La idea de género como ideología fue introducida por Joseph Ratzinger en 1997, antes de transformarse en el papa Benedicto XVI. El trabajo académico de Richard Miskolci y Maximiliano Campana acompaña la recepción de este concepto en diversos documentos del Vaticano.

En 2010, el argentino Jorge Scala lanzó un libro titulado “La ideología de Género”, que fue traducido al portugués por una editorial católica [Katechesis]. Este puede haber sido un punto de inflexión para las recepciones de “género” en Brasil y América Latina. De acuerdo con la caricatura hecha por Scala, aquellos que trabajan con género niegan las diferencias naturales entre los sexos y piensan que la sexualidad debe ser libre de cualquier restricción. Aquellos que se desvían de la norma del casamiento heterosexual son considerados individuos que rechazan todas las normas. Visto por esta lente, la teoría de género no sólo niega las diferencias biológicas. También genera un peligro moral.

En el aeropuerto de Congonhas, en San Pablo, una de las mujeres que me confrontó comenzó a gritar cosas sobre pedofilia. ¿Por qué eso? Es posible que ella piense que hombres gays son pedófilos y que el movimiento en favor de los derechos LGBTQI no es nada más que una propaganda pro-pedofilia. Entonces me quedé pensando: ¿por qué un movimiento a favor de la dignidad y de los derechos sexuales y contra la violencia y la explotación sexual es acusado de defender pedofilia si, en los últimos años, es la Iglesia Católica quien viene siendo expuesta como abrigo de pedófilos, protegiendo los contra procesos y sanciones, al mismo tiempo en que no protege sus centenas de víctimas?

¿Será posible que la llamada ideología de género se haya transformado en un espectro simbólico de caos y predación sexual precisamente para desviar las atenciones de la explotación sexual y corrupción moral en el interior de la Iglesia Católica, una situación que avaló profundamente su autoridad moral?

¿Será que necesitamos comprender cómo funciona la “proyección” para comprender cómo una teoría de género puede ser transformada en “ideología diabólica”?

 

BRUJAS

 

Tal vez aquellos que quemaron una efígie mía como bruja y defensora de las trans no sabían que aquellas que eran llamadas brujas y quemadas vivas eran mujeres cuyas creencias no se encuadraban en los dogmas aceptados por la Iglesia Católica. A lo largo de la historia, se les atribuyeron a las brujas poderes que ellas jamás podrían, de hecho, tener; ellas se transformaron en chivos expiatorios cuya muerte debería, supuestamente, purificar la comunidad de la corrupción moral y sexual.

Se consideraba que esas mujeres habían cometido herejía, que adoraban al diablo y habían traído al mal a la comunidad de lugares como Salem (USA), en Banden-Banden (Alemania), en los Alpes Ocidentales (Austria) y en Inglaterra. Con mucha frecuencia ese “mal” era representado por el libertinaje.

El fantasma de esas mujeres como el demonio o sus representantes en contra, hoy, hace eco en la “diabólica” ideología de género. Y, aunque, la tortura y el asesinato de esas mujeres por siglos como brujas representaron un esfuerzo para reprimir voces disidentes, aquellas que cuestionaban ciertos dogmas de la religión.

Quien puso fin a este tipo de persecución, crueldad y asesinato, fueron personas sensatas dentro de la Iglesia Católica, que insistieron que la quema de brujas no presentaba los verdaderos valores cristianos. Al final, quemar brujas era una forma de femicidio ejecutado en nombre de una moralidad y ortodoxia.

A pesar de que yo no sea estudiosa del cristianismo, entiendo que una de sus grandes contribuciones haya sido la doctrina del amor y del aprecio por la preciosidad de la vida —muy lejos del veneno de la caza de las brujas—.

 

DEMOCRACIA

Aunque mi efigie haya sido quemada, y yo misma haya salido ilesa, quedé horrorizada por la acción. No tanto por interés propio, sino en solidaridad con las corajudas feministas y personas queer de Brasil que están batallando por mayor libertad e igualdad, que buscan defender y realizar una democracia en la cual los derechos sexuales sean afirmados y la violencia contra las minorías sexuales y de género sea abominada.

Aquel gesto simbólico de quemar mi imagen transmitió un mensaje aterrorizante y amenazador para quienes creen en la igualdad de las mujeres y en el derecho de mujeres, gays y lesbianas, personas trans y travestis, sean protegidos contra violencia y asesinato. Personas que creen en el derecho de los jóvenes a ejercer la libertad de encontrar su deseo y vivir en un mundo que se rehúsa a amenazar, criminalizar, patologizar o matar aquellos cuya identidad de género o forma de amar no hiere a nadie.

Esta es la visión del arzobispo Justin Welby, de Inglaterra, que destacó recientemente el derecho de los jóvenes a explorar su identidad de género, apoyando una actitud más abierta y acogedora en relación a papeles de género en la sociedad. Esta apertura ética es importante para una democracia que incluya la libertad de expresión de género como una de las libertades democráticas fundamentales, que visualice la igualdad de las mujeres como pieza esencial de un compromiso democrático con la igualdad y que considere la discriminación, el acoso y el asesinato como factores que debilitan cualquier política que tenga aspiraciones democráticas. Tal vez el foco en “género” no haya sido, en el final, un desvío de la pregunta de nuestro seminario: ¿cuáles son los fines de la democracia?

Cuando violencia y odio se tornan instrumentos de la política y de la moral religiosa, entonces la democracia es amenazada por aquellos que pretenden rasgar el tejido social, punir las diferencias y sabotear los vínculos sociales necesarios para sustentar nuestra convivencia aquí en la Tierra.

Yo voy a recordar de Brasil a todas las personas generosas, religiosas o no, que reaccionaron para bloquear los ataques y el odio. Son aquellas que parecen saber que el “fin” de la democracia es mantener encendida la esperanza por una vida común no violenta y el compromiso con la igualdad y la libertad, un sistema en el cual la intolerancia no se transforma en simple tolerancia, pero es superada por la afirmación corajuda de nuestras diferencias.

Entonces todos comenzaremos a vivir, a respirar y a movernos con más facilidad y alegría —es este el objetivo mayor de la corajuda lucha democrática que tengo orgullo de integrar: nos tornaremos libres, seremos tratados como iguales y viviremos juntos sin violencia—.

 

Texto original: Folha De S.Paulo

Fotos: FolhaPress

Traducción: Emergentes

Texto divulgado por la revista virtual  “Lectura de los viernes”.

¿Es muy provocador afirmar que hoy estamos sentados como reinitas dentro de las frases que configuran el contexto del mejor arte colombiano?

Gracias a una referencia suministrada por el historiador y crítico de arte Eduardo Serrano, es oportuno recordar las poéticas latinoamericanas que aplacan los aullidos de los perros con imágenes que igualan en libertades a mujeres y hombres. Neruda nos recuerda que nuestros países nos ricos en imágenes de libertad y palabras de igualdad. Nuestro oro más imperecedero son las palabras.

Eduardo Serrano nos recuerda que el arte colombiano habitó en la palabra, que se alzó para aplacar los aullidos de los perros. Ya no. No es poético. Es ‘epistemológico’. Hoy ladra al servicio de los Mercados Académicos y se expone con ostentación en la Feria. El arte ‘epistemológico’ ciega a toda una generación de artistas con mucho talento.

¡Lástima que muchos y muchas artistas no comprendan que solo se puede ser libre en la imagen del artista y la palabra del poeta! Imagen y palabra configuran una crítica. En arte, no hay imagen sin palabra ni palabra sin imagen. La fractura entre imagen y palabra priva al arte de crítica. Sin crítica no hay arte. Sobrevivimos sin amor. La crítica es expresión de amor. Algunos confunden la crítica con los aullidos.

¡Lástima que muchos artistas no profesen más amor que por los discursos ideológicos! La ausencia de imagen pensante y palabra crítica dentro del arte colombiano reciente nos bestializó.

Las imágenes de la poética de Neruda configuran una ética del amor al encuentro con lo otro diverso, con ‘eso’ que no es ese YO mayúsculo y consumidor impuesto por el mercado.

Por su ideología, el discurso no es imagen ni palabra poética. Resalto este verso de Neruda que referencia Eduardo Serrano:

“Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció…” (…)

¿Es muy provocador afirmar que hoy estamos sentados como reinitas dentro de las frases que configuran el contexto del mejor arte colombiano? ¿Seguiremos obedeciendo a estas reinitas?

IX Premio Luís Caballero: preguntas que el jurado debe resolver

¿Quién premia? ¿A quién premiar? ¿Cómo premiar?

Pese a sus alegres vaivenes, voceros del Estado afirman con frecuencia que el Premio Luís Caballero (LC) es el certamen artístico más importante del arte contemporáneo en Colombia. Aunque a nivel nacional pocos creen en esta consigna, en especial las artistas, la afirmación puede ser verdad, pues, con creces sabemos que en tierra de ciegos la tuerta es la reina.

Expongo algunas razones para destacar la importancia del LC, claro, relativa. En primer lugar, sea cual sea su mímesis específica, las artes contribuyen a que los odios se apacigüen y finalmente cesen. Es un secreto a voces que las artistas son cada vez más ignoradas por la ciudadanía en general, pues, difícilmente se les reconoce sus aportes a las culturas de las comunidades de las cuales hacen parte. Sin duda alguna, el LC mantiene viva la esperanza que expresa el Estado al crear este tipo de estímulos, en especial, en la motivación para la creación del Primer Salón Nacional de Artistas: que la artista y la sociedad dejen de odiarse. Ante la ausencia de un diálogo social abierto y sincero, hoy se diría: que las artistas dejen de odiarse entre ellos y ellas.

En segundo lugar, es importante resaltar las artes como espacios de libertad. Habla bien de un país que un grupo de ciudadanas y ciudadanos libremente elijan explorar por fuera de las lógicas del mercado de bienes suntuarios, otras maneras de escribir y pensar los problemas que abruman la existencia en la actualidad. En tercer lugar, es relevante recordar que las artes son requisito esencial para el despliegue de las inteligencias de un pueblo, para que sus ciudadanas y ciudadanos participen diversamente en el juego de lenguajes que abren las artistas con cada una de sus propuestas.

A pesar de que el LC no cuenta con una sede propia que le dé carácter y reconocimiento al arte de la ciudad que lo convoca, así sea precariamente, sus administradores han logrado mantenerlo vigente dentro de los imaginarios de las élites artísticas, luego de su expulsión del Planetario Distrital y su posterior peregrinación a lo largo y ancho de Bogotá. Se puede afirmar que la mendicación de espacios a la cual las artistas se ven forzadas, ha presionado a los organizadores del LC a entrar en diálogo con instituciones culturales que nunca participaron en este estímulo bajo la modalidad que se instituyó en el Planetario a partir de 1996.

Con tantos problemas a los cuales la ciudadanía debe enfrentarse en su día a día, necesita razones de peso para seguir apoyando este tipo de prácticas. Las relaciones que propicia el LC constituyen aire fresco para una ciudad muy contaminada con todo tipo de excesos y violencias.  Y lo principal, no cuestan mucho y tienen la virtud de mejorar la calidad de vida de sus ciudadanas, así solo sean unas pocas. Sin embargo, que sean pocas las beneficiadas, no demerita el Premio, solo significa que es necesario repensar qué hacer para que sean más las alcanzadas y beneficiadas con este tipo de ejercicios.

En principio, el problema de ampliar el cubrimiento debiera ser resuelto por la institución que administra el LC. Sin embargo, dado el poco alcance que tienen este tipo de estímulos actualmente, seguir dejando en manos del Idartes la responsabilidad de modelar la sensibilidad colombiana, es una decisión poco razonable por parte de la ciudadanía en general. Pese al escepticismo de lado y lado, de los artistas con respecto al Estado, y viceversa, la ampliación del espectro social del LC exige que la ciudadanía participe mucho más, que pregunte con mejores consideraciones, que exprese sin maldad sus reservas al Estado y cuestionen sin odio a los artistas. Y esto solo es posible mediante una actitud crítica. Es decir, nunca mediante lugares comunes y sectarios, o a través de arengas facilistas, ya sean de clase, de ocasión o partidistas. La crítica consiste en el esclarecimiento y la evaluación in situ de los criterios que intentan modelar la sensibilidad de la ciudad y los gestos mediante los cuales esta última intenta ser reconocida nacional e internacionalmente.

¿Qué criterios aplicarán los jurados para premiar al ganador del IXLC? El Idartes ofrece unos criterios demasiado abstractos, de difícil aplicación a casos concretos como los que se han puesto en escena en los últimos cuatro meses de 2017. Vale la pena escuchar la crítica y repensar los criterios de evaluación artística que impone el Estado. Bajo estas circunstancias, el perfil profesional de los jurados se vuelve relevante para el IXLC. Tenemos un jurado cien por cien colombiano: ¡somos mayores de edad! Sin embargo, es oportuno preguntar, ¿de qué insumos se vale el jurado para hacer la premiación? Plantear que la materia de reflexión de la cual parte el juicio del jurado la constituye los proyectos y las exposiciones, es una ingenuidad que perjudica al LC y al arte colombiano. Reitero: lo importante en toda práctica crítica y de evaluación, son sus criterios, su análisis y su aplicación específica.

Ahora bien, como institución que se sostiene con recursos públicos, el Idartes tiene sus políticas. Cabe preguntar, de buena fe, ¿de qué recursos se vale el Idartes para orientar la premiación en uno u otro sentido? Ante la ausencia de crítica y por lo tanto de criterios específicos para la comprensión de las artes, ¿es legítimo que la ciudadanía ejerza presión dentro del juicio estético de los jurados? Entiendo por “criterios específicos”, criterios comunes. Si el LC es algo común a las bogotanas, sus voces deberían ser recogidas y procesadas. En Colombia, no tenemos los criterios que demanda toda crítica y toda evaluación. Para ningún estímulo. Por ello mismo, todo juicio estético es arbitrario, así sean formulados por agentes culturales reconocidos. La premiación del IXLC no escapa a esta condición, a pesar de las calidades profesionales de Mariana Varela, Juan Mejía y Natalia Gutiérrez. Muchos nos preguntamos: ¿qué tan influenciables son los jurados por parte del Idartes y de los diversos intereses que se cruzan en esta institución? ¿De qué herramientas conceptuales, críticas, experienciales e históricas se valdrán para que su juicio tenga la apariencia de no arbitrariedad? ¿Legítimamente la crítica debe hacerse oír por el jurado? Sí, pero, ¿cómo hacerlo en esta coyuntura hiperconectada que garantiza la desconexión con respecto a lo común?

Si los jurados del IX Premio Luís Caballero quieren contribuir al mantenimiento de este estímulo, como es el deber que le exige la ciudad, deberán considerar con profundidad qué tipo de estética nos proponen para los años por venir. Para eso son los premios, para abrir caminos de libertad.

En general, los artistas nominados al IXLC, despliegan sus inquietudes mediante dos enfoques conceptuales. En primer lugar, se aprecia una especie de activismo estético que muestra un vivo interés por algunos de los problemas que agendan algunos centros de poder ajenos al arte, como son la minería, la explotación y expropiación cultural por parte de los grandes medios de comunicación, la manipulación de la historia por parte de la industria del entretenimiento, entre otros problemas. Esta tendencia es correcta políticamente, es decir, responde a aquello que esperan los centros de poder.  En segundo lugar, hacen presencia en IXLC ejercicios que piensan el país y sus habitantes desde las artes, no a la inversa. Dicho en otras palabras, las artistas libremente deciden no usar las artes para hacer activismo en ningún sentido. Esta tendencia es políticamente incorrecta. De viaja data, estos dos enfoques estéticos siguen siendo legítimos.

El jurado del IXLC debe localizarse entre estas dos tendencias, debe desplegar su experiencia y sabiduría para hacer frente a estas dos fuerzas en conflicto: la libertad para pensar autónomamente la actualidad mediante las formas del arte y la sintonía y compromiso con una agenda política o social. Toda artista quiere, sabe que necesita ser mirada, ser escrita en la historia de su ciudad. Lucha por atrapar la mirada de la visitante hacia sus problemas. Algunas lo hacen de manera evidente y despiertan suspicacias entre sus intérpretes, pues, nos despojan de un gran bien dejándonos en condición de minoría de edad. Otras, lo hacen con discreción y no apabullan la imaginación y el entendimiento con grandes montajes conceptuales o escénicos. El despliegue de ideas de un artista debe ser pensado en común por las visitantes a una exposición. Denomino arte al resultado de esa conversación, menos entre el artista y sus intérpretes, y más entre las que construyen la historia del día a día del arte. Para pensar hace falta experiencia, delicadeza, agudeza, pero, sobre todo, se requiere libertad, tanto para el artista que explora ideas como para la visitante que construye sus historias. Solo gozando de una libertad en común, pueden hacer presencia dentro de una comunidad otras maneras de sentir y pensar.

Antes de la evaluación final, el jurado del IXLC debe considerar varios aspectos. En primer lugar, debe esclarecer a las visitantes la idea que mueve todo el trabajo expuesto por cada una de las artistas. A mi modo de ver, la idea de hablar acerca del amor como lo hace Adriana Marmorek, configura el acto más político del Premio. Político, en el sentido que es políticamente incorrecto no hablar de los temas de moda, de aquellos que garantizan su venta a los grandes compradores. En segundo lugar, debe tener en cuenta el despliegue de la idea dentro del montaje. Juan David Laserna, organiza el espacio del Archivo de Bogotá de una manera tan sugestiva que logra desplazar el interés de la visitante por la idea hacia la ficción de la historia, acomodándola en una realidad sensible en donde la copia de la copia reclama toda su verdad. En tercer lugar, deberá estudiar la oportunidad, pertinencia y propiedad con las cuales cada artista maneja la técnica que le permite llevar la idea al espacio y configurar el lugar propuesto. En cuarto lugar, debe darle un gran relieve a la actitud del artista. Luís Fernando Ramírez, es quien muestra mayor autonomía y experiencia, es decir, mayor solvencia para hacerse cargo de su libertad. Cuando se es dueño de nuestra libertad solo resta la incorrección política. Ramírez es incorrecto política y estéticamente. En toda artista, la actitud de libertad debe afrontar varios peligros. Aunque la artista es quien elige aquello que urge pensarse, muchas veces la libertad nos tiende trampas o nos sobrepasa. La artista no sigue una agenda.  De otra manera, puede ser capturada por la lógica del espectáculo y el sensacionalismo. En quinto lugar, es importante considerar el juego de la visitante dentro del trabajo expuesto. Rodrigo Echeverry introduce a la visitante dentro de su ejercicio, la saca de su rol contemplativo y la lleva a participar de una acción a través de la cual se activan ideas, imaginarios y sentimientos de muy diverso interés. A su manera, Felipe Arturo intentó hacerlo, pero sin el éxito de Echeverry: aquél se perdió en la selva que diseñó. En sexto lugar, el jurado del IXLC deberá tener en cuenta cuál de los trabajos expuestos logra conjugar dos o más de los criterios aquí expuestos.

Finalmente, como presente navideño dejó planteadas tres preguntas, especialmente dirigidas a las artistas: ¿por qué el arte actual se queda sin pueblo? ¿Se puede sostener un arte sin pueblo real? ¿El Estado debe promover un arte que no tiene vínculos reales con el pueblo?

Feliz navidad y un próspero año 2018

Fotografía: cortesía Ricardo Muñoz Martinez