Desde Bogotá, al oído de las españolas y los españoles, de los y las europeas, de los y las iberoafrodescendientes que a partir de hoy visitan Arco 2015

 

Junto con un selecto grupo de artistas colombianos y colombianas,  Abel Azcona mostró en Bogotá hace dos años que en Colombia otras experiencias artísticas son posibles, y no sólo aquellas prescritas en los jolgorios del mercado, el nuevo régimen planetario para la legitimación de las artes.* Aún se sienten los efectos de esta sacudida a un medio artístico tan aristocráticamente conservador como el bogotano. Los y las invitamos a apreciar  la edición de esta bella performance popular, puesta en cuerpo múltiple  bajo la idea de  Habitacción en la sede temporal de la fenecida Galería Santa Fe. Popular y bella, porque con su gesto, Azcona tocó y resquebrajó las creencias de muchos y muchas espontáneas que se metieron en los asuntos del artista y del alicaido arte de la ciudad. El asunto del arte contemporáneo es tocar, aunque en menor medida los cuerpos.

 

 

Como se aprecia en el registro de la experiencia de la verdad de los cuerpos convocados por Azcona, el asunto es afectar las creencias que atan y subyugan los cuerpos de creencias puestos en juego en la performance. El asunto del arte es emancipar de sí mismos a sus seguidores más infieles. Por desgracia para ustedes, el mercado de feria en el cual está inmersa tanto España como Colombia, tanto Europa como América, sólo puede ser correctamente hipócrita y servil. Dejen que otros sacudan sus joyas en sus flâneries estéticos. Ustedes, ciudadanos y ciudadanas de a pie, sacudan sus pensamientos.

En una segunda reescritura, fruto del diálogo con el colectivo de conversantes en Contraindicciones, no se puede ignorar la crítica de arte española a las performances de Azcona. Uno de los conversantes lo relaciona con una especie de nacional-catolicismo reacccionario. Si aquello que cuenta en la experiencia del arte post-contemporáneo es la verdad, es necesario atender la crítica. Pénsemos entonces la crítica. La contradicción conceptual es propia de los artistas de talento, pues, el discurso siempre es tramposo. Otra cosa cosa es la contradicción propia de toda práctica. Estas contradicciones constitiyen la oportunidad que tiene todo artista para hacer colapsar el régimen discursivo en el cual se sustenta la política de la exclusión universal. Azcona es un artista joven y hay que darle tiempo para que se vuelva más oscuro, más contradictorio en sus prácticas. Sin embargo, tiene el reto de mostrar que su contradicción es solo conceptual, que sus gazapos sólo son una estrategia para no dejarse cegar completamente por las modas como aquellas que se dan cita en Arco 2015. Volvamos a nuestra problématica in situ.

La Galería Santa Fe en la cual se realizó Habitacción no existe más. Este espacio que restablecía la igualdad entre los artistas colombianos, se deshizo entre las pujas  burócraticas de quienes administran los recursos recibidos por los y las artistas como respaldo a sus ejericios de libertad creativa para la consolidación de la igualdad entre todos y todas las hablantes.  Los trámites impuestos por la burocracia feudal y la aristocracia mercantil local  devoran las mejores iniciativas del arte colombiano. Hoy la Galería es cuerpo glorioso: proyecto: idea platónica. Por ello mismo, muchos artistas y la prensa estética financiada por el Estado están de plácemes. Unos y otra aman los “proyectos” que demanda la tétrada ideológica conceptual y económica en boga: el esnobismo, la hipocrecia, la crueldad y la traición. Como se sabe, estas son las cualidades impuestas por la modernidad mercantil (Shklar, 1990).  Sea esta la ocasión de repensar las acciones de los artistas de Habitacción, pero también de rememorar el espacio común de los artistas sin patrocinio comercial, perdido por decidía administrativa y por la indiferencia aristocrática que caracteriza al arte colombiano.

Habitar es esencialmente tocar los cuerpos lastimados con los silencios impuestos por el régimen del mercado neoliberal. El sueño americano de los artistas locales sólo lo puedes vivir a través de los comerciales de televisión con máscara de noticieros. La verdad de muchos artistas contemporánes es la verdad del mercado. El mercado aglutina, amalgama, hace indiscernible la miel de la mier*, como lo plantea con clarividencia Santiago Sierra.  Solo para unos pocos artistas, la verdad consiste en una actividad denominada propiamente  política, porque mediante esta experiencia el artista se transforma a sí mismo; su cuerpo de creencias es el soporte con el cual se lía su pensamiento. Crencias y pensamientos están entreverados. El cuerpo nuestro de cada día no es carne de feria. Es un arrume de heridas y creencias inconexas. Entre las heridas y las crerencias emerge el pensamiento del artista contemporáneo. La política del artista no es una transmisión de las consignas ideológicas impuestas por el Mercado. A veces es una “transmición” como aquellas en las cuales Nadia Granados se desrealiza. En cada gesto, el individuo que se presenta como artista se desrealiza y traza las  primeras marcas de aquello  que a partir de este gesto constituye los límites de su espacio vital: los cuerpos que se le muestran en su abismal mismidad. A la vez, se habitan múltiples cuerpos de creencias, así el régimen imponga  a diario desde las urnas de sus medios de incomunicación, la exhibición de un solo cuerpo, aquel que el puritanismo ideológico exige.

Son muchas las heridas que el artista de acción  saca adelante en sus acciones, son muchas las llagas que airea en los espacios del arte que logra arrancarle al Estado. Sólo así se  modelan las subjetividades de los hombres y las mujeres contemporáneas que se atreven a pensarse iguales y libres. Lejos de aquello que considera el sentido común, los cuerpos de creencias son un conjunto de marcas intrincadas y  entreveradas con las heridas y llagas que impone la guerra infame con la cual el mercado neoliberal asola el planeta entero. Las marcas de los artistas que piensan las diferencias en sus propios cuerpos, no tienen finalidad específica pero persisten en la esperanza de que su ser no quede confinado en lo real desprovisto de  palabra. La esperanza de palabra no es una finalidad, es el comienzo mismo de la realidad humana. Compulsivamente, Abel Azcona repite, grita una y otra vez la misma palabra: vida: prostitución. Algo sucede entre la vida y la prostitución, entre la existencia y su dispositivo administrativo.  El arte más allá del mercado al cual  llamo postcontemporáneo, es comienzo y fin porque sus búsquedas enraizan en su sí mismo, es palabra viva  que figura el estado de cosas que padecen los hombres y la mujeres, aquellos y aquellas que a diario hacemos las calles con nuestros recorridos compulsivos. El arte postcontemporáneo que destaco es aquel que figura la cualidad del régimen actual: su venalidad. Como se sabe con creces, los artistas contemporáneos niegan con tozudez la evidencia de esta caracteristica.

Al tratar de ser contemporáneos, los artistas caen fácilmente en la tentación de ser héroes fracasados de una de las cientos de acciones que inundan el mercado del arte urbi et orbi, por supuesto, en competencia con todos aquellos realitys de carácter comercial crudo que padecemos bajo la ideología de la comunicación. Este no fue el caso de la acción del español Abel Azcona, artista responsable de que otras acciones realizadas de manera simultánea en la Galería Santa Fe, la noche del 7 de febrero de 2013 se percibieran  algo distantes, como algo que esencialmente no compromete los modos de vivir de los visitantes que tuvo este espacio.

Amigas españolas y españoles: pasados dos años, en Bogotá ya no contamos con la Galería Santa Fe como espacio común de los y las  artistas con declaración de principios respecto a las lógicas del mercado neoliberal. Nos queda el recuerdo de las pocas  acciones allí realizadas. Asimismo, podemos decir que las acciones plásticas que hoy desrealizan todos los y las artistas que participaron en Habitacción no dejan indiferente a nadie. Nadia Granados, Dioscórides Pérez, Adrián Gómez,  Gustavo Villa, Juan Fernando Cáceres, Fernando Pertuz, entre muchos otros y otras artistas colombianas, son artistas que ustedes  no tendrán la oportunidad de apreciar porque no hacen parte de statu quo administrativo que hace presencia hoy en Madrid con dinero de los contribuyentes colombianos. Fundamentalmente, no estarán porque no quieren comprometer su libertad en su Feria de Vanidades, una feria patrocinada por el Mercado del Arte que promociona el Estado colombiano a través de ArtBO.

Para finalizar, me atrevo a decir que a estos y a estas artistas no les preocupa hacer parte de las fiestas del mercado internacional, mucho menos cuando estas son “aceitadas” con dinero de contribuyentes de un país precario que aún no sabe cómo saldrá de su estado de naturaleza, –la guerra infinita– . Quedan varias peguntas abiertas en la conversación abierta con Contraindicaciones. ¿En verdad ya no podemos decir nada nuevo con respecto al lugar del arte en la era de la globalización de la avaricia? ¿El lugar del artista dejó de estar al lado del “proletario” excluido y vejado? ¿Damos por sentado que ahora el lugar del artista está del lado de la mercancía? ¿No podemos insistir en que aquello que nos interesa del arte son las experiencias de igualdad y libertad que propicia? ¿No podemos insistir en que la mercancía de feria no proporciona ninguna experiencia real, capaz de transformar sus propias teorías enlatadas a lo Campbell? ¿No podemos exigir a los Estados que los impuestos de los ciudadanos y las ciudadanas no se usen para hacer turismo diplomático y artístico? ¿Tan agotados estamos? Las preguntas fueron planteadas a Germano Paris, conversante de Contraindicaciones. Remitimos a este blog para conocer sus respuestas.

 

* En vista de la respuesta crítica  de algunos españoles al artículo acerca del lugar de Abel Azcona? en el arte post-contemporáneo, realizo unos hoy 28-FEB-15.

 

Bibliografía:

Shklar, Judith N. (1990). Vicios Ordinarios. México: F.C.E.

El Señor Global y los Relicarios Contemporáneos

Erika Diettes y Dominic Bracco II son nominados al premio de fotografía Tim Hetherington. Cada uno a su manera son fotógrafos de guerra y honran la memoria de Hetherington. En los dos casos, se trata de relicarios que, simultáneamente, evidencian y ocultan las violencias de la guerra económica que padecen los países sujetos a las lógicas inclementes de la globalización.

 

erika diettes relicarios

 

Hasta aquí, el gesto de los artistas se percibe con toda su intensidad. Sin embargo, colapsa cuando vemos sus figuras colgadas al lado de la propaganda más trivial de Vanity Fair. ¿Quién vende a quién? ¿No puede elegir el artista dónde se mostrará su trabajo? ¿No tiene ninguna injerencia en la elección de quienes patrocinan los espacios en los cuales aparecen?¿Están condenados los artistas contemporáneos a congraciarse con los lords del mercado, quienes precisamente  son o deben ser objeto de sus críticas? ¿En verdad lo son? ¿Hay una crítica en los gestos “críticos” del arte contemporáneo?

 

erika diettes relicarios vanity iv

 

dominic bracco ii tegucigalpa.jpg vanity ii

Fuente:

http://www.vanityfair.com/culture/photos/2015/02/tim-hetherington-trust-finalists#1

Guacherna 2015: Barranquilla, Antes de…

El pueblo en sus múltiples espaciamientos y presentaciones se toma el arte en sus manos. Sólo así se realiza la belleza reivindicada  en cada gesto artístico.  Por otro lado,  cuando el arte y  los artistas  logran alcanzar al verdadero pueblo,  la  luz del color lo transforma todo. Los museos y las galerías de arte palidecen por el terror que les suscita la intensidad de las performances de la vida real. Temen verse obligados a cerrar sus puertas, les angustia que se evidencien las imposturas ideológicas que el Carnaval denuncia sin las estridencias ni los victimismos exaltados por los artistas contemporáneos de las grandes urbes.

 

beso

 

La alegría y la esperanza de quienes  por estos días se vuelcan en las calles barranquilleras, no cesan de recordar al resto de Colombia que las marginalidades un día lograrán instaurar la palabra igualdad en todos los imaginarios artísticos, sociales y políticos. Cuando los hombres y las mujeres se reencuentran con lo más propio de sí mismos, cuando todos y todas tenemos la oportunidad de reinventarnos a nosotros mismos,  todo cambia.  El alma transformada logra salirse del sistema que la mantiene capturada y todo se vuelve acontecimiento. En este momento acontecimental el arte se vuelve política real, movimiento renovador sin las ínfulas del llamado “arte político” por los órganos del Estado colombiano.

 

danzarin con sombrero

 

Felicitaciones a Barranquilla por sus fiestas, sus artistas y los miles de aquellos y aquellas que con fervor los respaldan con sus múltiples expresiones de júbilo. Pese a que las figuras del  Carnaval no  cuestionan directamente las estructuras sociales y políticas que sus artistas ilustran, los ciudadanos y las ciudadanas barranquilleras se renuevan a sí mismos, ellos mismos se dan aquella voz que algunos artistas contemporáneos  pretenden darle. El gesto libre, espontáneo y artístico de Barranquilla es un ejemplo para Colombia. La organización, la participación amplia de toda la ciudad en la preparación y ejecución de su principal fiesta, muestran el compromiso consigo mismos y el sentimiento de pertenencia que tanta falta le hace al resto del país. Es Inigualable el trabajo artístico que por estos días los visitantes nacionales e internacionales aprecian en Barranquilla.

 

 

cuatro danzarinas

 

danzarn detalle

 

danzarn

 

danzarn dos

 

venus de los besos

 

miss teen

 

danzarina

 

selfie de carnaval

 

la troja tres

 

danzarinas dos

 

danzarines dos

 

nio en carnaval

Violencia jurídica en Colombia

La cultura de la barbarie: secreto de la felicidad. La Corte Constitucional declara la crueldad como vocación y señal de identidad nacional.  Fallos jurídicos como estos, amparan las lógicas que refuerzan día a día la primacía del más fuerte. La Corte legisla acerca de la cultura como dominio de la diferencia y como arte de imponerse a quienes piensan que un mundo igualitario y respetuoso con los animales y el medio ambiente es posible. Con el fallo feudal acerca de las corridas de toros, se pone al servicio de la barbarie los ejercicios de libertad y las reflexiones acerca de la tradición artística universal. Amparada en la idea de arte, la Corte ordena reabrir la Plaza de Tortura de animales en Bogotá, el circo feudal de los bogotanos y bogotanas que se recrean en La Santa María. Estos hombres y mujeres detenidos, sumergidos en un tiempo mítico y violento, no tuvieron la oportunidad de apreciar la belleza de la igualdad que pintan los verdaderos artistas. La corte llama “arte” a la tortura de animales indefensos. Nerón también creía que el sacrificio de seres humanos era “arte”. Los artistas deberían protestar, por lo menos decir algo, pero la melancolía contemporánea se los impide.

Sin un cambio del orden jurídico represivo, la paz es imposible. La ley colombiana mutila la diferencia, exalta el régimen gamonal que se expresa en la crueldad con los animales. No queremos una paz romana.