Los Salones Rabinovich: la inactual actualidad del arte moderno en el Nuevo Museo de Arte Moderno de Medellín

Fuimos a conocer la nueva edificación del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Los espacios de la antigua sede estaban en montaje, así que pudimos solazarnos en las bellas terrazas de la edificación y extasiarnos en la contemplación de los bellos paisajes de la amable, dinámica, pujante y sonriente Medellín. A pesar de la contaminación ambiental de la cual se habla tanto en los medios, la ciudad se muestra optimista y generosa con sus visitantes.

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Vamos al grano del arte inactual, el verdaderamente actual, el que cuenta con espacios físicos y escriturales. Esta no será la última vez que los artistas o los ciudadanos se quejan de los Museos de Arte diseñados por artistas arquitectos. No es la primera vez que se dirá que los espacios son egocéntricos y no se piensan para dialogar con las propuestas de los artistas sino para imponer regímenes discursivos e ideológicos.

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Sorprenden las bellas terrazas, las amplias escalinatas y la amplitud de los corredores del Nuevo Museo. Sin embargo, y pesar de la importancia de la colección permanente del Museo, los espacios destinados a la legitimación ciudadana de sus obras son pequeños.  El recurso de dispositivos móviles de exposición estrecha el montaje de las obras, muchas de estas útlima se ven apretujadas y luchando por conquistar un espacio más cómodo. Tampoco se favorece un desplazamiento libre de los espectadores ni la apreciación y  evaluación de las obras mostradas.  Dada la importancia de la colección permanente del MAMM,  ojalá los montajes sean mejor concebidos, pensando siempre en la comodidad del espectador y el lucimiento del pensamiento en cada una de las obras.

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El Nuevo Museo de Arte Moderno de Medellín da la bievenida al siglo XXI. Bogotá, en arte, aún vive en el siglo XIX. Medellín expone su vitalidad quedando ad portas de un neopaisajismo global.  Como sucedió con el Museo de Arte de Moderno de Bogotá, los espacios del nuevo MAMM destinados a la exhibición de obras ennaltecen el paisaje circundante, pero no son idóneos para albergar el pensamiento de los artistas. Las iniciativas de los artistas se tienen que acomomodar al espacio como puedan, sus ideas y propósitos dentro del campo del arte pasan a un segundo plano. La presencia vehemente del artista arquitecto minimiza el acto vital de presentar los trabajos artísticos a las comunidades que visitan el Museo.

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La antigua sede —los antiguos Tallerres Robledo—, se constituye en la Sala Temporal y seguirá siendo el epicentro artístico del Museo, lo cual no deja de ser una paradoja, pues, sugiere la idea historicista según la cual “todo pasado fue mejor” y seguirá siéndolo. Es probable que allí, sin el boato arquitéctonico del nuevo edificio, los montajes favorezcan los diálogos que requiere y exige el arte post-contemporáneo.

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Los nuevos espacios del MAMM presentan una bella e impactante colección de Débora Arango, asimismo una Revisión pertinente de los Salones Rabinovich, los cuales fueron realizados entre 1981 y 2003. Dos reseñas visuales de gran relevancia para comprender el arte colombiano, en especial para esclarecer el aporte de las comunidades antioqueñas a la consolidación de este  frágil campo.

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En su momento, los Salones Rabinovich siguen los pasos dados por Eduardo Serrano como curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá. En efecto, cuando el proyecto de los Salones Atenas de Bogotá daba muestra de fatiga, el MAMM se abre a proyectos abiertos a las emergencias que eran silenciadas por los protocolos artísticos imperantes tanto en Medellín como en Bogotá. Los Salones Rabinovich, se afirma en la guía de estudio, reivindican un arte que “no está vinculado necesariamente  con apuestas ideológicas, no se basa en el conflicto, no se opone, no desdeña del pasado ni anhela el futuro, no se figura lo nuevo como criterio, no representa utopías ni revoluciones; más bien admite una pluralidad total para hacer arte con o sin propósito”. A pesar de las tensiones conceptuales propias de las formulaciones artísticas que aquí se ponen en escena,  “Pluralidad total”, “arte con o sin propósito”, son los criterios propuestos para avaluar someramente la inactualidad de lo actual en los Salones Rabinovich.

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Es poca la información que la exposición saca del closet del arte moderno colombiano. Todavía hay muchos tabúes acerca de sus reglas, de sus protocolos de circulación y los mecanismos de promoción de los artistas. La muestra es una provocación, un llamado de atención,  una invitación a que los historiadores del arte se tomen en serio estas emergencias vitales. Falta contar a fondo la historia de los Salones Rabinovich y de los Salones Atenas. El Ministerio de Cultura debe comprender que su excelente serie editorial de Artistas Colombianos Contemporáneos, es ciega sin el contexto de los Salones aquí reseñados.

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El Nuevo Museo de Arte Moderno de Medellín muestra el empeño de una ciudad y un departamento por estar al frente  de una vanguardia artística venida a menos. Habla bien de Medellín el apoyo que reciben las artes por parte de los y las antioqueñas. Así las artes contemporáneas sean responsables de una pérdida de imaginación y sentido de comunidad, los nuevos espacios abiertos muestran la fortaleza de unas colectividades que poco a poco con sus ideas artísticas y estéticas se están consolidando como líderes indiscutibles dentro del campo artístico colombiano.

Nadia Granados: una épica Fulminante

“No es suficiente con liberar la sexualidad; también es necesario liberarse de la noción misma de sexualidad”.

Michel Foucault.

 

En la milenaria iconografía religiosa, los dibujos, pinturas o bajorrelieves de  orantes constituyen uno de los motivos gráficos más antiguos y potentes de la tradición plástica occidental. Con sus cuerpos, las orantes o los orantes paleocristianos, hablan poéticamente conjurando las fuerzas del universo. Con una serenidad desafiante, elevan sus brazos al firmamento. Tienen una convicción: este gesto performántico abre la realidad y entrega los cuerpos  a otros estados de ser. La oración no es un acto de sumisión. Es expresión de emancipación: a los dioses se les puede increpar. Nuestros imaginarios poéticos abren el pensamiento de los dioses, propician que el pensamiento se disperse e inunde el sin-sentido del mundo. Mediante estas acciones mágicas, las orantes realizan sus oficios religiosos, unas prácticas de religamiento de aquello que se separa inexorablemente, de aquello cuya esencia es desparecer dentro de un devenir infinito. Las orantes acceden a las fuerzas que a distancia y silenciosamente modelan la realidad perceptible a la sensibilidad humana. Ponen sus cuerpos fuera de sí mismos, se mueven más alla de sí mismas, se entregan a un más allá de las reglas que regulan los escritos del arte o los discursos científicos, que limitan sus actos de libertad. En la antiguüedad clásica y helenística, a este acto se le deniminó maino, locura divina: conversación franca entre los humanos y los dioses. En este sentido hablo de performancia. Evito la connotación fuerte de forma en ejecución, la cual se evidencia en la expresión performance. Asimismo, remito a maino para eludir el psicologismo discursivo contemporáneo, el cual patologiza el término mania y las diferencias que esta última detona.

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En la actualidad, la imagen antiquísima de las orantes paleocristianas sobrevive en  los actos performánticos de Nadia Granados. Son actos de adivinación del sentido de  aquello que nadie más aprecia, estando esa realidad presente de manera ostentosa. En sus juegos de verdades ocultas y abiertas, la artista muestra construcciones que develan el juego vehemente entre lo abierto comunitario y la clausura política. En el juego del arte, lo comunitario marginal y lo político institucionalizado se confrontan bajo la regla ontológica que instaura la artista.  Granados conjura las fuerzas del universo político y común que marca los cuerpos de las colombianas y los colombianos. En cada una de sus performancias,  lucha con estas fuerzas hasta desfallecer y resucitar plena de sentido junto con todos, todes y todas aquellas que acompañan sus acciones. En estado de desfallecimiento, en ese más allá ontológico, Granados accede a estados mentales que le permiten anunciar realidades otras, diversas y múltiples. Los elementos mediante los cuales la artista accede a estos universos  son cotidianos y prosaicos, pero en sus manos devienen realidades cambiantes, dinámicas, móviles, poéticas y verdaderas. Este anuncio es el maino griego, la locura divina de Diotima de Mantinea.

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Nadia Granados golpea con precisión los discursos de la política y con contundencia artística los imaginarios sexuales: deja la tradición abierta de par en par, expuesta a todas las miradas. Constituye una ruptura dentro del diván en el cual se pactan las prácticas artísticas colombianas más tradicionales. En sus perfomancias, Granados  transfigura la tradición y la  entrega a quienes la siguen. Como recuerda Agamben (2014), esta entrega configura la parádosis de los padres de la iglesia, acto a través del cual se transmite la palabra divina, ese fuego eterno que ilumina nuestra actualidad. Principalmente, la importancia de Granados dentro del arte de hoy se debe a que su activismo fulminante no es trivialmente político, entre otras cosas, porque la artista no permite que sus convicciones políticas impongan las reglas del arte. Tampoco permite que la etiqueta comercial arte político o arte feminista devore la reflexión necesaria que precede todos los procesos de creación artística. Siguiendo la tradición helenística, a este tipo de meditación Foucault la denomina ascesis: un trabajo crítico sobre sí mismos. El infierno somos nosotros. La herida es nuestro infierno. Debemos tener el coraje de hacernos responsables de nuestra propia herida. No se sale de la herida, no se la limpia, haciendo responsables de ella a otros, otras u otres. Somos nuestro propio infierno, así para salir de él requiramos la asistencia de algún testigo que nos hable, que acompañe nuestra palabra imaginada, que acote la transfiguración de la artista relatando las verdades de la herida, de los cuerpos marcados por ejercicios de poder.

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Este acto comunicativo se inicia con una cita de Michel Foucault, por supuesto, esto no lo hace verdadero, pero nos ayuda a pensar la complejidad de los problemas que Nadia Granados piensa cuidadosamente antes de ponerlos en escena. Foucault considera que es “necesario liberarse de la noción misma de sexualidad”. ¿Qué quiere decir esta proposición? Poca cosa, pero muy significativa: la fluidez de la experiencia está marcada con todo tipo de discursos acerca del sexo correcto, de los “actos” bien vistosa a la luz de nuestros traumas. Los discursos que marcan nuestras experiencias más tempranas no nos dejan ver con claridad, por ello, es mucho aquello que a diario se nos escapa acerca del dolor que generamos en otros. Urge trabajar sobre nuestras heridas silenciosas o silenciadas, pues, con frecuencia suelen hacer mucho daño a otros, otras u otres, frecuentemente personas amadas. Si desexualizamos la mirada, si nos emancipamos de los discursos que reproducimos acríticamente, podremos apreciar claramente las violencias discursivas que se imponen a la realidad, en especial a aquella que se configura alrededor del sexo.

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Figuras milenarias como las orantes, son herramientas artísticas que siguen actuando en la actualidad. En cada una de las performancias de Granados, se aprecia una preparación esmerada, un cuidado de la forma. Como Thomas Hirschhorn, en lo esencial Granados es formalista. Pese a todos los discursos que intentan etiquetarla, Granados no es artista política. La artista piensa por sí misma. Como Hirschhorn piensa en común, realiza su práctica artística, sus reflexiones sobre las formas y consigue efectos políticos potentes: modifica los imaginarios de quienes se exponen a su bella gestualdiad. En esto, Granados sigue al artista suizo: “cuando digo ‘político’, no quiero decir que alguien debe hacer arte político, sino que se debe hacer arte políticamente”  (Hirschhorn, 2004: 120). No solo las luchas por la igualdad ocupan las ideas de Granados. Expuesta en carne viva, lo central  en su pensamiento es la idea misma de arte, la idea de aquel espacio fluido en donde los hombres y las mujeres pueden reinventarse permanentemente.

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El presente segmento visual del registro de la intervención de Nadia Granados en Kuir Bogotá 2015, muestra todo aquello que aquí apenas se esboza. Se trata  de una de las performancias más elaboradas de las cuales hemos sido testigos en Bogotá. Tuvo lugar en el teatro de la Fundación Gilberto Alzate Avendaño la noche del 18 de noviembre de 2015.   Noche sorprendente y tumultuosa en la localidad de La Candelaria. Esa noche temimos por Granados, por su futuro como artista marginal e intensa. Este tipo de artistas no arrastran multitudes como aquellas que se agolparon en las puertas de la Fundación demandando espectáculo y entretenimiento. Ávidas de sensaciones, las multudes banalizan cualquier poética, por más auténtica que esta sea. Este peligro deben sorterarlo todos los artistas. La mayoría fracasa. El dinero es irresistible. En este sector de la ciudad, nunca antes se había visto tanta congestión vehicular y peatonal a estas horas: 9 P.M. (horario de adultos y adultas). Pacientemente, la multitud espero e  hizo largas colas, pero, finalmente, fueron muchos y muchas quienes no pudieron entrar a hacer parte  del ejercicio de la artista consigo misma, con sus objetos mágicos, con esta poética de lo real que emerge de ellos: una verdad de borde con la cual Granados transfigura radicalmente las prácticas artísticas en Colombia y las entrega a la ciudad. Sus performancias son un acto de entrega total.

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Bibliografía:

A.A.V.V. (2004). Thomas Hirschhorn. Hong Kong: Phaidón.

Agamben, Giorgio (2014). Pilato y Jesús. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.

Michelle Foucault (2009). Historia de la Sexualidad, V. 1, La voluntad de Saber. Madrid: Siglo XXI.

______________(2009). Historia de la Sexualidad, V. 2, El uso de los placeres. Madrid: Siglo XXI

______________(2009). Historia de la Sexualidad, V. 3, La inquietud de sí. Madrid: Siglo XXI.

Aún…no se sabe. Sin embargo, algo se mueve

Preguntas al maestro Óscar Salamanca, quien gentilmente responde desde Pereira.

¿Cómo está el ambiente artístico en Pereira para el 44 Salón Nacional?

Hasta el momento el ambiente artístico en la ciudad sigue un ritmo normal dadas las condiciones de la gestión local. Al realizar la misma pregunta a algunos artistas dicen que ya se les habia olvidado que el Salón Nacional AÚN iba a ocurrir en Pereira. Lo anterior da muestra de la poca presencia en medios y divulgación para un evento que supuestamente representa un gran acontecimiento, no sólo en la ciudad, sino en el país. A mi modo de ver el trabajo de posicionar una “marca” como lo es el AÚN, requiere de estrategias que no solo impliquen a las personas del medio, sino también a la ciudadanía. Yo me pregunto: si los artistas ya han olvidado que se realizará el Salón en la ciudad, ¿cómo será en las personas fuera del entorno artístico? Simplemente no existe.  Lo anterior demuestra el “auncentrismo” del Salón Nacional y anuncia la poca o inexistente traducción de sus alcances  en un espacio artístico que supuestamente echa mano de algo también ruinoso como lo es el paisaje y más el paisaje vinculado con lo cultural como región. En otras palabras, no se entiende hasta el momento cuáles son las trochas que recorrerán las propuestas de investigación curatorial, si no se ha ambientado un cúmulo de experiencias que permitan conocer de antemano (para no ser asaltados a última hora) los por qué y los cómo de las obras de arte esperadas, las cuales significarán sendos estudios o propuestas de confabulación.

¿Curare hará actividades para animar la participación de la ciudadanía de Pereira?

Curare es un evento alterno al Salón Aún, por lo tanto no pretende rivalizar en ningún sentido fuera de las sinergias que representan cada una de las propuestas seleccionadas. Nuestro propósito no es generar la animación cultural a partir de participaciones ciudadanas, ya que, a decir verdad, creemos que el paradigma del público como factor de funcionalidad del arte, debe surgir expontaneaamente y no como una imposición. En dicho sentido, parafraseando a Celan, el arte no se impone, se expone.  Sin embargo, tenemos dentro de las posibles obras a exponer , algunas que se realizarán en el espacio público. Las hemos denominado “obras de intervención urbana”. El nombre aduce que la intención de las obras consistirá en producir interrupciones o cortes dentro de las dinámicas de lo urbano, no sabemos en qué sentido o con qué frecuencia o también si la obra alcanza a generarlas. Lo cierto es que dichas obras intervendrán de manera invasiva y ojalá sin permiso de espacios públicos.Hemos recibido la invitación de un evento mensual que se produce en espacio público para realizar allí las intervenciones seleccionadas, pero hasta no conocer la magnitud y calidad de las propuestas sería muy prematuro proyectar participaciones de públicos.

Ahora,  la pregunta puede estar dirigida a indagar si la organización Curare tiene pensado realizar estrategias de formación. Al respecto podemos afirmar que se realizarán charlas de los artistas participantes durante los días de las intervenciones urbanas en horario de 6 p.m a 8 P.M. en el espacio de “acantonamiento”

Flujos deseantes: Revisión universitaria de la obra temprana de Juan Fernando Herrán

El Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia, presenta una Revisión de la producción plástica de Juan Fernando Herrán. Esta última es concebida, recreada y montada bajo el nombre  flujos deseantes. Abarca la obra más temprana del artista. Expresado en términos editoriales, se trata algo así como El Joven Herrán, Escritos de Juventud. Se muestra un conjunto de obras socializadas y evaluadas previamente, y, al parecer, no suficientemente comprendidas críticamente dentro del campo del arte ni pensadas abiertamente por el artista. No es una carencia de Herrán. Un gesto artístico, nunca se lo piensa suficientemente, requiere muchos espacios y una herida infinitamenete abierta en el cuerpo finito del artista. Las revisiones son importantes cuando logran mostrar un intersticio no visto por el artista. Este intersticio justifica la revisión histórica, de otro modo, queda reducida a un ejercicio estétco, lúdico, es decir, sin peso epistémico.

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En la actualidad se sabe que el cuerpo no existe. Para el artista, sólo la herida abierta es real, fuente de sentido y promesa de significación. Por esta razón, Herrán enfrenta árduamente su crisis de madurez, la nostalgia que abre la sensibilidad a todo aquello que yace olvidado, reprimido o silenciado. Sin duda alguna, la nostalgia y la melancolía son sentimientos creadores, el primer sentimiento revisa el pasado, el segundo anuncia el porvenir. El Angelus Novus de Herrán, muestra algo más que una problemática individual. Este conjunto diverso evidencia las ideas y las influencias predominantes en el arte colombiano a partir de los años sesenta del siglo XX: minimalismo (Donald Judd), land art (Richard Long, Robert Smithson), arte conceptual (Bruce Naumann), arte del cuerpo (Bruce Naumann), entre otros deudas estéticas que el país no termina de pagar. Juan Fernando Herrán es artista de una generación que configura su comprensión más bajo la égida del arte conceptual anglosajón que en diálogo con los Conceptualistas del Sur.

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María Belén Sáez de Ibarra  deja claro que no se trata de una retrospectiva, ni de un homenaje a la vida y obra de un artista. Sáez habla de Revisar los procesos de la fase más intuitiva en la vida del artista, la más fértil en todo artista con sentido de verdad no instrumental, al servicio de ninguna ideología.  Con esta idea, Sáez evoca la imagen del artista como arqueólogo, como adelantado que vuelve a sí, como espía que husmea en sus archivos más vitales, más traumáticos,  que de la mano de un poeta los saquea y vandaliza reclamándoles sentido de realidad y verdad. Artista y poeta son seres en trance que intentan sorprenderse uno al otro, que no temen el horror de verse a sí mismos escudriñando  aquellas rendijas a través de las cuales se puede filtrar en la actualidad algo de la luz retenida en la regla oprobiosa que regula la práctica del artista, la regla que lo hace ser el artista que se es en un determinado momento de la historia. Sin embargo, artista y curador, asumen esta puesta en discurso como revisión nostálgica, estética, formal, es decir, sin un intersticio real capaz de generar algún conocimiento de aquello que hoy pretendemos ser.

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A pedido de la curadora, los ejercicios presentados en Flujos deseantes están inmersos en el Planeta Nostalgia. A corto plazo, sería grave para el proyecto creativo de Herrán, que el nostálgico no fuera él mismo. Establecida la alianza estratégica entre artista y curadora, no es evidente quién es el poeta y quién el notario. La actividad del artista consiste en reelaboraciones de trabajos dispersos que —afirma Sáez— requieren unidad conceptual y museográfica. En su opinión, en el espacio del Museo “ (…) las piezas renacen con una nueva vida, una nueva energía de quien es hoy el artista, sin alterar la naturaleza pura y original de su concepción”. Al respecto debemos resaltar que si las piezas reelaboradas impecablemente por Herrán no corren el riesgo de perder la originalidad primigenia, el artista ha perdido su tiempo revisando aquello que estando en la actualidad da la impresión de quedar atrás. Con dificultad se puede renacer y decir algo interesante para la actualidad, si el marco conceptual en que se encasilla la actual exposición recurre a satanizar la dispersión, a exaltar el origen inconmovible de un gesto creador de sentido, a conjurar una sensibildiad prístina, a reclamar la pureza, la originalidad  y la unidad de las ideas de un artista, que, sin duda alguna, es aún interesante para sus coetáneos. Las ideas no tienen unidad. La unidad es un dispostivo de control institucional, un artífico metodológico. Las ideas fluyen dispersamente, aunque no impulsadas por el deseo. Uno de los aciertos de la exposición consiste en que el artista desmiente en silencio el concepto curatorial.

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El archivo de un artista no es un archivo muerto. Cuando aparece acompañado con algún tipo de señalización gráfica, abre alguna rendija a través de la cual se filtra la luz del sentido en los signos ideologizados, sometidos a un régimen formal que niega lo real de la herida que mueve y conmociona la creación de un artista. Por otro lado, el trabajo en el archivo vivo es una estrategia mediante la cual se muestra algo que pasa desapercibido en el pasado del artista, que es olvidado por la comunidad que le ofrece abrigo crítico, o se reprime en la actualidad por medio de alguna práctica discursiva.

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Teniendo en cuenta que no se trata de una retrospectiva ni de un homenaje a la vida y obra de un artista, no queda claro al espectador cuál es el intersticio que justifica la Revisión propuesta en un Centro de Estudios de prestigio como la Universidad Nacional, ni cómo se desempolvaron las obras que hoy se aprecian en su Museo de Arte. No se informa si se hizo a dos o a cuatro manos, tampoco se informa por qué este Museo universitario refuerza esa voluntad  de forma evidenciada en la exposición. En la modernidad, de la cual Sáez y Herrán hacen parte, la voluntad de forma es una manera de lavar realidades traumáticas mediante imágenes inmunizadas, desmundadas, descontaminarlas de sentimientos comunitarios. Las formas conceptuales limpian las ideas del artista de contaminaciones espurias y las pone al servicio de un dispositivo de poder homogeneizante de la realidad.

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La importancia de Herrán dentro del entramado artístico reciente y la amplia experiencia de Sáez en el campo del arte colombiano exigen respeto, obligan a formular algunas preguntas adicionales acerca de la compulsión por la forma evidenciada en la actual exposición  del Museo de Arte del Alma Mater: ¿se trata de una necesidad académica, de un proyecto pedagógico, de pautas prácticas o de lineamientos teóricos? ¿Qué necesita qué? ¿Quién necesita a quién en esta actualidad que sale a escena en un Museo de peso (inter) nacional y de la mano de un artista de mucha relevancia local? Mediante este gesto, ¿qué necesidades proyecta a Bogotá el Museo de Arte de la Universidad Nacional? Con cada exposición, un Museo o una Galería de Arte muestra sus necesidades e intereses más sentidos. Con mayor razón, un Museo universitario debe mostrar lo más claramente posible el saber que anima sus prácticas. La escritura del artista es importante, pero no es suficiente. La escritura del artista activa procesos epistémicos de mucha importancia para la sobrevivencia de cualquier comunidad. En el caso actual, no se aprecian.

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A pesar de que se trata de un trabajo arqueológico en el archivo del artista, Sáez no dice por qué es interesante este artista para un museo universitario, no estudia qué nos dice el artista de nuestra actualidad, de aquello que padecemos hoy. La imagen inmunizada, por sí misma no constituye razón suficiente ni fuente de verdad plena. Ni la curadora ni el artista se percatan de que el problema de la cultura en su relación con la naturaleza (en el caso de que pueda aún sostenerse esta antinomia) se comprende mejor bajo la noción  de deflujo.  Sáez no habla de los deflujos, es decir, de aquellas enfermedades del sentido que agobian la comprensión de los hombres y mujeres de hoy. Herrán sí intuye que el problema es el deflujo. Ahora bien, Sáez tampoco  explica por qué es relevante volver la mirada a lo no visto por las reglas que regulan el lenguaje del campo del arte colombiano reciente, es decir, aquello silenciado u olvidado por la generación de la cual hace parte el artista. En el espacio en donde aparece un artista quedan cien silenciados o tendidos en el camino, hombres y mujeres destinados a devenir humus sin la posibilidad de ganarse un epitafio, de ser esamblados o aglomerados en pacas museísticas. También queremos oír hablar de estos otros artistas sin embalar, sin escrituras, de aquellos y aquellas que persisten en reclamar un lugar dentro de los espacios del arte controlados por dispostivos curatoriales. Esta referencia contextual y documental no concierne al artista, es responsabildiad de quién encarga, conceptualiza y produce artificiosamente la obra total. Sólo así este artificio de la historia deviene verdad del sentido que asecha la actualidad para fecundarla. Además del efecto  estético y formal de las instalaciones de Herrán, muy gratificante por cierto, Sáez no menciona qué se  logra con el uso de la expresión  flujo deseante, ni qué queda para el campo del arte de este encuentro entre la práctica del artista y los conceptos puestos en escen por la curadoraa. Temo que el uso del concepto Flujos deseantes es sólo una práctica estética y no una alternativa epistémica útil al campo del arte colombiano. Esta carencia curatoral no es aislada. En Colombia, configura la práctica curatorial. Por lo general, en Colombia, esta práctica no es epistémica. Es estética. Pero no sólo debido a que en la mayoría de los casos es asumida por artistas o arquitectos. Puede haber prácticas curatoriales estéticas, pero esto es incursionar en el campo incierto de la creación, una actividad propia del artista que se arriesga a desapropiar cualquier episteme. En mi opinión, esta carencia curatorial marca las prácticas artísticas de los últimos veinte años. Este vacío epistémico favorece al mercado y sus lógicas de expropiación de sentido.

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Por tratarse de un espacio público de mucha relevancia para la formación artística y ciudadana, el espectador espera una razón que justifique el encargo al artista del cual habla Sáez de Ibarra. Es oportuno insistir y volver a preguntar: ¿por qué se decide encomendar tal encargo al artista? ¿Cuál es la relevancia epistémica y estética de este ejercicio para un centro de producción de saber? No se trata de cuestionar la relevancia estética del artista. No es este el punto. O mejor: esto es otro punto. Como todo artista prolífico, Herrán requiere una episteme, un saber que regule la dispersión de las ideas del artista. Sin una episteme adecuada a su gesto, pertinente con el espacio contemporáneo y  relacionada con la sensibilidad de nuestro tiempo, una estética como la de Herrán queda ciega, es despojada de sus luces y de sus sombras, de sus contrastes, de sus chispas epistémicas. Ahora, si bien una Galería o un Museo de Arte privados no están obligados a dar mayores razones de sus proyectos, una institución que produce saber, que realiza prácticas académicas y  tiene responsabilidades ciudadanas y pedagógicas, está llamada a cuidar los límites de las  formas que configuran el campo del arte.

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Sin duda alguna, Flujos deseantes muestra no sólo a un artista. Con esta exposición, se muestra una generación alineada con el arte conceptual anglosajón. El deflujo es evidente. A pesar suyo, Flujos deseantes muestra que no todo flujo es deseante, pues en sí mismo, el flujo es libre, es decir, no carece de nada ni tiene límites. Es notable cómo Herrán se ubica más allá de los conceptos curatoriales. Este es el gran acierto de la exposición: el más allá, aquel real intenso en sentido cuya verdad el artista aún no se atreve a mirar de frente. En arte existen deflujos como los señalados por Herrán en unas sugestivas series cerámicas sin cocer, sin duda alguna, signos plenamente marcados o atrapados en la constelación del deseo. Sin embargo, el humus aglomerado y prensado en bloques regulares, vida atrapada y sometida a las formas estéticas, está más allá de las lógicas del deseo. A pesar suyo, Flujos deseantes muestra cómo opera la biopolítica en arte. Paradójicamente antiecológica,  esta instalación deconstruye el sentido de las otras piezas; por supuesto, este es un efecto no previsto ni por el artista ni por la curadora.

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Flujos deseantes muestra los aciertos estéticos, los logros formales y las destrezas técnicas que legitiman la presencia de Herrán en el Museo universitario. Sin embargo, entre estas destrezas no se encuentra  la inteligencia espacial que se explora en Occidente a partir de los años sesenta del siglo XX. Es cierto que  las instalaciones se presentan inmersas en el espacio del espectador, pero éste no logra encontrarse en ellas ni penetrar plenamente los entresijos del espacio real, aquel que es evidente e impone sus lógicas discursivas, no sólo al artista. Principalmente, el dispositivo museístico opera sobre la sensibilidad de los espectadores quienes son formateados,  sometidos y sojuzgados por una estética formal que se empeña en seguir hablando solo de sí misma. Herrán debe conocer las tácticas expositivas e instalativas  de Carl André y con seguridad se aprovecha con éxito de este recurso técnico. A pesar de este prolífico diálogo estético e histórico, el espacio real, aquel en donde deambulan a diario miles de hombres y mujeres en el campus universitario, lo real de ese espacio no logra asomar sus horrores ante la vista de la curadora, tampoco ante la sensibilidad del espectador. Los imaginarios del artista tampoco son perturbados por este real en que está convulcionada la Universidad Nacional.  Pese a la multiplicidad y diversidad de fugas operantes en la Universidad, Herrán no encuentra ningún resquisio a través del cual asomarse e iluminar la vacuidad sombría del Museo de Arte, la inanidad de todo Museo sin sentido de verdad. El formalismo tiene vocación totalitaria. Entre otras cosas, porque el diseño espacial y la ideología estética depurada en la Modernidad, siguen reclamando para sí toda la atención e  imponen al artista y al espectador  una autonomía hoy en día insostenible.

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En 2006, Herrán presenta Camposanto, una instalación fotográfica en el Centro de Memoria Jorge Eliecer Gaitán, un espacio aún dejado a su suerte, así actualmente lo administre la Universidad Nacional de Colombia. Allí, Herrán muestra una sensibilidad espacial que logra relacionar sus ideas con los muñones de la edificación bocetada en honor del político inmolado. Las cruces funerarias de Camposanto logran abrir ante los espectadores la simbólica yaciende en los espacios del Centro de Memoria. Aquí, la poética austera del artista devela una política espacial que generalmente pasa desaperciba al espectador. Diez años después, Herrán ya ha olvidado este ejercicio bello y realizado  en Camposanto. En el VIII Premio Luis Caballero muestra que su pensamiento es rehén de discursos e ideologías que le impiden comunicarse realmente con el espacio que lo convoca —El Monumento a los Héroes—. Héroes mil muestra  un artista serio, con buenas ideas, que trabaja mucho, pero que no alcanza a tocar a los espectadores con sus gestos, con sus luchas. Para tocar al espectador es necesario tocar el espacio en que se cuece su cuerpo. ¿Existe en el gesto de Herrán algún tipo de lucha concreta, espacial,  persistente y real? Creo qué sí. Sin embargo, el discurso moderno presente aún en su estética, la minimiza, la opaca o la silencia.  En el Museo de Arte de la Universidad Nacional la crisis se acentúa, pues, el espacio obliga al artista a mantener silencio ante la prolífica diversidad biológica y cultural que rodea al Museo. El totalitarismo estético no permite ninguna interpelación, a pesar de que el espacio y el espectador de hoy se lo exigen a los artistas. Herrán queda atrapado en un formalismo esteril, sin vínculos reales con  la realidad.

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Con su belleza transitoria, los bloques prensados de humus encantan al espectador y se constituyen en antinomia de la simbólica represiva puesta en acto en la instalación cerámica. Por otro lado, pese a la fluidez de algunos de sus dibujos instalados, ninguno de estos ejercicios logra salir de su hermétismo estético, de su aislamiento espacial, de la  autonomía y del esoterismo modernos. En general, el espectador se sorprende gratamente con algunos efectos espaciales y estéticos, pero no alcanza a ser tocado con esta Revisión programada a instancias de la curadora. Las Revisiones son relevantes en la medida en que nos dicen quiénes somos hoy estos seres en estado de deflujo. Pese al trabajo esmerado y meritorio en lo formal, Herrán no logra detener a sus visitantes. Herrán es joven y con seguridad pronto veremos salir de su cabeza imaginarios más reales, más acordes con las luchas de nuestra época, imaginarios en los cuales él se abra en carne viva al mundo. Herrán tiene las herramientas expresivas —técnicas y conceptuales— para mirar de frente a su Medusa, a la Medusa que todas, todes y todos llevamos en ese adentro que es siempre afuera en el mundo.

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Esperamos volver a ver a Herrán en el Premio Luis Caballero. Es un artista experimentado que puede animar la emergencia de epistemes que curen la ceguera del arte colombiano, actualmente determinado por lógicas comerciales. Sin la emergencia de estas epistemes los aristas no podrán encontrar un camino acorde con la sensibilidad del aquí y ahora. Por el momento, no es mucho lo que se aprecia de aquello que el artista es en sí mismo, es decir,  más allá de las problemáticas que parece abordar. Sin duda alguna, en las cerámicas crudas que hacen parte de Flujos deseantes, se muestra algo personal que invita a pensar. Esta crudeza de la cerámica deja rastros que vale la pena seguir a corto plazo. La exposición merece ser visitada y más ampliamente estudiada o comentada. La agonía del arte colombiano se manifiesta en la ausencia de espacios escriturales. Sólo en ellos pueden emerger y crecer las epistemes que hablan del sentido del arte al que se exponen los artistas. Más que una bella edificación señorial, este es el espacio que le reclamamos al Museo de Arte del Alma Mater.

En efecto, el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia debe salir de su campo de inmunización y arriesgarse al contagio de las artes más avanzadas del momento en Bogotá y en el resto del país. ¿María Belén Sáez de Ibarra tendrá el coraje, el temple, para salir al encuentro de una realidad aún no determinada completamente por el mercado? Creo que sí. Y, lo más importante, ¡tiene cómo hacerlo! Puede propiciar un encuentro con todas las iniciativas alternativas que emergen en múltiples intersticios en las principales ciudades del país, que reclaman para sus prácticas espacios físicos y escriturales. El Museo de Arte puede y debe ser gestor de estos espacios de acción contemporáneos, debe llevarlos al espacio del museo y de la escritura. Ojalá Saéz de Ibarrra propicie un encuentro de todos estos espacios alternativos en el Museo de Arte que dirige. No a la manera de una pequeña feria de arte para artistas sin publicidad galerística, o para espacios alternativos, sino como la presentación del Estado del arte colombiano actual al resto del país.

 

Fotografías: artistas Sofia Peréz y Ricardo Muñoz.

Juan Pablo Echeverry: Around The World In 80 snob Gays

Para empezar con una crítica sobre la pieza titulada “Around The World In 80 Gays” del artista Juan Pablo Eceheverri, expuesta actualmente en la sala de exhibiciones de la ASAB,  quiero recordar rápidamente qué significa críticar. Criticar es un verbo que proviene del griego krinein, cuyo significado es discernir, analizar, separar. También se suele asociar este verbo al de criba, o sea, al acto de separar lo que es provechoso de lo que no, o lo que cumple con un criterio y en qué se aleja de éste. Crítica y criba provienen, finalmente, de la misma raíz griega citada anteriormente.

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Luego de esto paso a definir el criterio desde el cual hago una criba a la pieza mencionada. Yo me ubico en un lugar particular del arte. Este lugar —que comparto con algunos conocedores del arte y de expertos en el tema que han venido sacudiéndose del viejo paradigma del arte a la moderna, orientándose más hacia los estudios de la cultura visual— se aleja de las formas de producción de arte de la modernidad-colonialidad y se ubica en un campo en el que el arte ya no puede ser considerado como una profesión de elites artísticas o de profesionales en la rama. Es decir, en este lugar asumimos el arte como una facultad humana no meramente privativa de los profesionales en arte y mucho menos de quienes se encuentran en el interior de los sofisticados, moderno-coloniales, círculos del arte moderno.

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Me ubico, pues, en un lugar diferente del artista y su obra, aunque la pieza en cuestión tenga toda la potencia para abrir brechas hacia una nueva mirada del arte desde la producción del video en una perspectiva más revolucionaria que moderna. Pero, en principio, Juan Pablo Echeverri pertenece al grupo de los profesionales en artes y se ubica en los círculos del arte moderno, los cuales reducen el arte a un asunto de obras producidas para el solaz y la complacencia del gusto estético modernamente entendido.  Debo aclarar, también, lo siguiente: aquello que muchos llaman arte contemporáneo es, en realidad, arte moderno.

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Lo primero que quiero decir sobre la pieza en mención es que puede ser interpretada en el contexto local y nacional como una especie de espectáculo de alguien que le ha dado “la vuelta al mundo”, entendiendo por “mundo” unas cuantas ciudades y países en su mayoría epicéntricos. Claro, si de dar una vuelta a ese “mundo” se trata hay que hacer los videos en los lugares más centrales. Hay que hacerle un guiño al esnob colombiano que se “descresta”, se deja deslumbrar por un pasaporte lleno de sellos y, sobre todo, de visas. Hay que hacerle un guiño a la “loca viajada”, la que se ha abierto puertas en el extranjero y que, por ello, se convierte en una diva gay del arte local y nacional.

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Para muchos esto es lo que podría reflejar la pieza a nivel de contenido: un gay que hace videos de arte en los lugares europeos y quizás, americanos, donde ha estado, con una variación exotista de algunos parajes amazónicos.  Un gay que, como todo buen gay así identificado, con bandera de arco iris, refuerza los valores hegemónicos y la vocación sumisa a considerar mejor todo lo que se haga afuera o todo lo que represente viajes a las grandes ciudades del “mundo” civilizado.

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Sin embargo, como he dicho, esas son posibles interpretaciones de la pieza. Por el contrario, noto en ella más bien una crítica juguetona, no muy clara, camuflada, simulada, no directa, a esa actitud subordinada propia de aquellos que, naciendo en las colonias, sueñan la metrópoli. Es un crítica que retuerce, mariquea, esa actitud propia de quien suele tomarse fotos en los más icónicos parajes universales para decir: “mira mami estoy triunfando, ya no soy salvaje”.

El tono burlón de la pieza, la ironía constante en el conjunto de videos — una de ellos realizado en la Amazonía, con animales salvajes de juguete y serpientes de plástico— es lo que destaco como elemento que retuerce el esnobismo colombiano, tan a flor de piel en ciertos círculos, particularmente los artísticos. Si hay un toque queer en la pieza, como algunos dicen que lo hay, es esa mirada maricona que se mofa de la seriedad con la que algunos se toman el asunto de los viajes: mejores aerolíneas, primera clase, hoteles cinco estrellas, finos restaurantes y así sucesivamente; todo un largo protocolo que incluye suvenires, espectáculos (como ir a Milán y asistir a La Scala a una recital de Cecilia Bartoli) y hasta dieta gourmet con los chefs más reconocidos por la élite de la sociedad de consumo y sus programas televisivos. Pero creo que le falta algo para que la pieza llegue a tal.

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Quien tiene un ojo agudo advierte que el artista no ha visitado estos lugares en tal plan. Por el contrario, percibo que hay algo de mochilero en este tour mundial. Eso le da una especial gracia a la obra, pues, la ubica en un contexto más periférico y por lo tanto más crítico con las ideologías que nos imponen gustos foráneos y esa idealización por lo extranjero y la metrópoli colonialista. Hacer coaching surfing es muy distinto a hospedarse en el Savoy de Londres o el Four Seasons Hotel George V de París, lo cual significa estar por fuera del círculo de las élites más adineradas o de las esnobistas pretensiones de los pocos colombianos que pueden darse tal lujo. Destaco el hecho de aprovechar esa manera de movilidad internacional —el backpaker— para hacer videos y generar arte. Eso le da un matiz provocador, retador de lo establecido y, por lo tanto, político.

Pero, como se trata de criba y no de aplauso, lo que desde mi percepción no encuentro muy claro es justamente eso, la fuerza transgresiva de lo incorrectamente político. Echo de menos una imagen más directa, menos dual, menos confusa como crítica al esnobismo colombiano. El artista puede estar siendo ambiguo por razones relacionadas con la aceptación general, al no poner firmemente el dedo en la llaga y decir abiertamente lo que dice de manera camuflada. Si bien las artes son la mímesis por antonomasia, no es este el caso y el sentido de mímesis que necesitamos. Creo que la pieza carece de esa contundencia política de otras obras en las que esta posibilidad del arte queda más claramente demarcada.

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Ese hecho, la poca fuerza política, es lo que no permitiría llamar, en sentido estricto, queer a la pieza de Juan Pablo Echeverri. Una pieza que carece de la fuerza poética del arte en sentido convencional, es decir, una serie de videos que no tienen mucho de original en sentido creativo, propositivo, poiético; una pieza que es una deriva del arte pop de periferia y del juego de imágenes propio de la sociedad de la informática y la era digital; una pieza que, a todas luces, no está preocupada por la perfectibilidad de la técnica, tendría que tener su poder estético en la transgresión política, ya que es por ese lado hacia dónde se puede encaminar por el tono burlón e irónico contra el esnobismo que la atraviesa.

La pieza “Around The World In 80 Gays” a nivel estético cansa, más aún, por un cierto tono egótico del artista protagonizando todos los videos. Claro está que nadie puede descalificar su valor estético sustentado en tales argumentos. Hacerlo así sería más bien envidia. Muchos artistas son célebres no tanto por la maestría de sus piezas, sino por el despliegue de otras potencias en la misma obra. En cuanto a lo egótico muchos artistas son famosos por sus autorretratos o sus biografías en relación con su arte. Lo que si puedo sostener, entonces, es que si bien la pieza es llamativa destacando su irreverencia política —debido a la mofa gay a lo establecido en la relación metrópoli-colonia— no es directa o contundente en este sentido.

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En resumidas cuentas lo que pudo explotar el artista como potencia de su pieza es la crítica política. Sin embargo, no llega a tal, le hace falta fuerza, choque, un tono más disruptivo. En cuanto a la estética es un pop monótono y reiterativo. En cuanto a la técnica es más bien básica. Y, finalmente, en cuanto a lo creativo es completamente plana. Pero, hay que verla, hay que enjuiciarla desde varias perspectivas. A mí, por lo demás, me pareció divertida. Para nada queer. Por el contrario: muy gay, obstinadamente gay, hasta en el manejo de la ironía. No en vano Juan Pablo la ha titulado “Around The World In 80 GAYS”.

 

Bogotá, abril de 2016

 

Fotografias: cortesia Sala de Exposiciones ASAB, Catalina Contreras y Santiago Gómez.

El Validadero Artístico: un programa de acompañamiento que sutilmente desenmascara la ideología del discurso del arte contemporáneo

Más que un hábil e hiriente sarcasmo artístico, el nombre de este espacio de arte contemporáneo es un síntoma de nuestra época. La austeridad del espacio muestra quién es el hombre y la mujer de hoy: seres atrapados y dominados por la red de producción intensa de bienes y servicios. Evidencia un malestar en la educación artística, y en general, en la educación colombiana. ¿Estudiar? ¿Para qué? ¿Vale la pena sacrificar tiempo y dinero para lo poco que ofrece el campo de las artes?

 

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En todo proceso de formación se oculta, se pierde o se reprime algo. Con su plan de estudios, el Validadero Artístico cuestiona la inactualidad y inocuidad de los formatos de educación artística, en todas sus modalidades ideológicas y estéticas, tanto los programas formales respaldados por el Estado como los espontáneos legitimados por el mercado. El Validadero Artístico evidencia la gratuidad de la eclosión de espacios de formación artística de todo tipo que le hacen creer a hombres y mujeres que cualquiera puede ser artista. ¿Que és ser artista hoy? El comerciante ingenuo cree que el negocio es el arte. Como pocos en Occidente, en el Validadero quizá saben que el asunto es el ser. Sólo si el ser logra asomarse en un gesto, es posible hablar de arte. El Validadero quizá sepa que busca el ser de la actualidad, sus angustias, sus penurias y pobrezas. Tiene claro que las pompas del arte académico y de investigación son una estafa a la imaginación.

 

jose ismael manco parra

 

Con frecuencia, las escuelas de arte hacen experimentos pedagógicos en los cuales se libra a los estudiantes de las preguntas que alertan las angustias en que hace presencia el ser. Ante la angustia de ser, muchas de estas escuelas optan por programas respetuosos con el ocio de sus clientes, por ello mismo son lúdicos y entretenidos. Son programas de máxima gratuidad y ligereza en los cuales la dureza del discurso se impone a la liviandad de ser. Los estudiantes son enseñados a  exigir discursos  para someter la angustia de ser pregunta aburrida, constante, hiriente e  intensa.

El Validadero Artístico es una propuesta de Federico Daza, antiguo militante del colectivo artístico  La Decanatura. La idea de Daza hace explotar los protocolos de validación de todo tipo, “estudios” en donde lo que importa es el mercado, sus discursos, sus lógicas, la satisfacción del cliente con dinero que requiere el Artista de Cartón Paja.

En arte, una buena idea vale su peso en oro. El Validadero Artístico no sólo compite con todos aquellos espacios que ofrecen cursos de emprendimiento artístico, rápido y eficiente. Busca ser alternativa a la inocua pompa académica. A corto plazo, ofrecerá un programa de maestría. Con seguridad,  logrará acreditar un doctorado, ahora que están tan de moda en las hojas de vida de los funcionarios públicos.

Cuerpos Fragmentados de Santiago Echeverry

Santiago Echeverry es uno de los pioneros en Colombia del video arte, el performance, el artivismo y la defensa de los derechos LGBTI, su trabajo pretende crear conciencia en la comunidad sobre el respeto y la igualdad que merecen todos los individuos, en un continuo rechazo a la homofobia, a la discriminación sexual y a todos aquellos actos que afectan y ponen en riesgo la vida.

Crecimos y nos desarrollamos en medio de la lucha entre carteles, grupos guerrilleros, sicariato, delincuencia común  y la persecución de grupos estatales contra delincuentes, todo esto ocasionó que la sociedad civil se encontrara en medio del conflicto, las balas y la injusticia; ¨Reflections¨ es un video que nos deja ver las víctimas de una serie de bombas colocadas en ciudades donde murieron muchas personas como daño colateral de esa guerra que vive nuestro país, Colombia.

En una sociedad donde los actos de violencia contra otros ha sido permitida durante décadas y donde el rechazo por la diferencia es impulsada en colegios, iglesias e incluso por personas que trabajan para el estado, es donde se vuelve necesario hablar y señalar que nos afecta y que atenta contra nuestras vidas.

Santiago Echeverry expuso incluso su vida al dar la cara y ponerse los pantalones para salir del closet y admitir públicamente su posición de hombre abiertamente homosexual en una sociedad que te juzga e incluso te asesina por ser un individuo sensible que se resiste ante los modelos heteronormativos, lo que ocasionó un auto exilio en busca de un lugar donde pudiera vivir sin miedo a que lo maten, como lo han hecho con miles de seres humanos de la comunidad LBGTI.

 

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Anoche Mataron  un Travesti / Video Performance / 1993

 

En los noventa, Echeverry realizó el video arte ¨Anoche mataron a un travesti¨ (1993), tema recurrente que aparece en su trabajo como en ¨La vida es rosa¨ [2013], corroborando que veinte años después sigue sucediendo lo mismo sin que se haga justicia y se propongan estrategias que protejan a la comunidad. Los continuos asesinatos de mujeres, prostitutas, travestis y homosexuales a manos de personas y grupos de exterminio que rechazan las tendencias sexuales de otros demuestra que vivimos en una sociedad que va a misa el domingo para juzgar entre semana a todo aquel que no piense o actúe como ellos, la violencia no es solo el producto de grupos al margen de la ley, guerrillas, narcotráfico, la violencia es el síntoma de una enfermedad que busca el control de las personas utilizando múltiples estrategias para desaparecer, matar y amedrentar a personas.

 

cuerpos fragmantados -la vie en rose - video experimental kinetic video santiago echeverryLa Vie en Rose / Video Experimental – Kinetic video / 2013


Su vida y obra son un acto de resistencia, una posición política que busca un mundo donde el amor, la igualdad, la fraternidad y el respeto sean base en las relaciones interpersonales contribuyendo a construir un mundo mejor, ese espacio de convivencia que anhelamos y merecemos.

Desde que el sida apareció aumentó el miedo entre jóvenes que mantenían relaciones sexuales extramaritales o que tenían encuentros sexuales entre personas del mismo sexo; al mismo tiempo se incrementó el rechazo, la discriminación, las amenazas, golpizas e incluso asesinatos contra personas, El video interactivo ¨Sida¨ de 2005 hace pública una amenaza anónima recibida por email por una persona que afirma que los dos tuvieron relaciones y que allí fue infectada, el hipertexto e interactividad permiten reconstruir el mensaje y recomponerlo a medida que es leído y recorrido, igualmente este escrito se descompone persiguiendo los movimientos que realizamos con el cursor, una sombra permanente que te persigue, como el miedo que padecemos luego de tener relaciones con desconocidos, un temor que no es único de ciertos grupos sino de todos los individuos de la sociedad.

Años después de la  aparición del sida hemos escuchado como este virus pudo haber sido creado en laboratorio y diseminado como otra de las estrategias del control social.

 

cuerpos fragmantados -sida - video interactivo santiago echeverrySida / Video interactivo / 2005

 

El uso del preservativo se volvió necesario y su comercialización aumentó con campañas que lo venden como un elemento que te proteje para no adqurir enfermedades de tranmision sexual, dejando a un lado el eslogan de prevenir un embarazo no deseado; las luchas entre los productores, los medios, las religiones y la sociedad mogigata hiceron que durante muchos años no se publicara publicidad sobre el uso del condón, así como desde hace unos años se ha prohibido colocar máquinas gratuitas que distribuyan preservativos en colegios y universidades bajo la idea de que se está es impulsando tener sexo a menores, sabiendo que el incremento de embarazos no deseados y de infectados va en aumento.

 

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 Asfixia / Video Performance / 1992

La aparición de alter egos, trans-formismo, trans-sexual, drag queen o trans-especie demuestran el deseo de transformación que quiere y necesita un individuo cuando no está de acuerdo con normas sociales que le han sido impuestas, estos hechos performativos se han convertido en acciones políticas contra una sociedad que niega la libertad, la igualdad de derechos y el respeto por la diversidad;  ¨Manifesto Pattyetiko¨ ( 2003)  es un video experimental y documental que nos enseña la filosofía y posición política de los trabajos de Echeverry  donde nos habla de las otras definiciones que tiene lo masculino (hombre) y lo femenino (mujer) detrás de la máscara que usamos ante otros; muchos grandes seres humanos tuvieron que ocultarse, cambiar de aspecto, irse de sus hogares, alejarse de sus familias y amigos por el temor al rechazo, al desprecio y aún peor a ser dictaminados como enfermos. Siempre me he preguntado porque si venimos de familias religiosas como somos capaces de juzgar, sentenciar y matar en vida incluso a nuestros hijos o amigos.

Manifestarnos es un derecho que tenemos, sobre todo cuando esto afecta nuestras vidas.

 

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Manifiesto Pattytetiko / Documental / 2003

¨Por qué me tocó ser marica¨ palabras del artista Luis Caballero quien en su obra luchó  por mostrar el amor, la pasión y las relaciones entre dos hombres que se quieren. A partir de ello Santiago Echeverry realiza ¨Narcissus¨ video de 2015 inpirado en los dibujos de Caballero donde por medio de técnicas digitales realiza un trabajo con la técnica kinetic que descompone la imagen conviertiendo al personaje en amante y amado, Así como en la mitología griega donde Narciso fue condenado por sus continuos rechazos a las mujeres a amar su propia imagen reflejada en el agua, aquí el video se convierte en la superficie que los reune para verse y amarse así mismo. Esta es una acción realizada por una persona cuya vida gira entorno al agua, un nadador norteamericano que además ha apoyado campañas de asistencia a personas que tienen sida.

cuerpos fragmantados -narcissus - experimental video art- kinect video- 3d animation- santiago echeverryNarcissus / Experimental Video Art, Kinect Video, 3D Animation / 2015

El espacio público ha sido testigo de muchas marchas que se manifiestan en contra de lo que afecta a la comunidad, ¨Bastilla¨ registro fotográfico de 2006 de la toma de la Plaza de La Bastilla, se convierte en una metáfora de la toma de La Bastilla donde el pueblo se tomó el poder en sus manos para atacar la Bastilla símbolo del absolutismo y de la injusticia contra muchas víctimas del poder; Así como en muchos países, en junio se realiza la marcha del orgullo gay; allí Echeverry realiza un registro fotográfico de muchos de los participantes que salen a marchar cada año para con ello seguir exigiendo sus derechos y afirmando que están comprometidos social y políticamente con un mundo que los respete, acepte y valore como profesionales y seres humanos y no por sus tendencias sexuales. 

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Bastilla / Fotografía / 2006

 Los Santos Modernos ya no son lo que eran en épocas anteriores, la religión ha buscado personas del común para santificarlos o más bien con ello acercar a muchos adeptos, seguidores y con ello mantener su control sobre las comunidades que los veneran. Los santos han tenido la facultad de salvar, ayudar y proteger a la comunidad, un paralelo con todos aquellos super héroes que la ciencia ficción nos vende, ellos tiene en común que atacan la maldad. Echeverry ha realizado este trabajo con algunos artistas que han compartido sus miedos, sus temores y sus demonios para ser proyectados en ellos mismos y con esto ¨purificar¨ las experiencias que los marcaron a ellos.

 

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Santos Modernos / Fotografía / 2013

 El símbolo de la prisión es un overol naranja que universalmente reconoce a un ser humano como presidiario que está en una continua lucha para ¨SER¨ libre. La persecución, encarcelamiento, condena y muerte de millones de seres homosexuales se ha repetido en varias etapas de la historia, la Alemania nazi, los perseguidos en medio oriente, en Rusia, Uganda o el rechazo en instituciones militares.

Echeverry utiliza la canción ¨Tú no tienes que decirme que me amas¨ de Dusty Springfield’s para representar ese sentimiento que deja la partida del ser amado, donde uno muere por su ausencia, donde uno se siente encarcelado por lo que siente.

 

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Eduardo / Video Performance / 2009

¨Santiago Echeverry es egresado de la primera promoción de la Carrera de Cine y Televisión de la Universidad Nacional de Colombia. Desde muy temprano se dedicó a la exploración de las posibilidades creativas del video, la performancia y las tecnologías digitales, exhibiendo sus obras desde 1989. En 1995 obtuvo la beca Fulbright y recibió su Maestría en Telecomunicaciones Interactivas en NYU. Se especializó en producción y programación de sitios web y desde entonces se ha dedicado a diseñar proyectos en línea profesional y artísticamente. Reside en los EEUU desde 2003, en donde se ha concentrado principalmente en el desarrollo de videos e instalaciones interactivas, participando en festivales internacionales tales como Siggraph, FILE y el Japan Media Arts Festival, entre otros. Actualmente es Profesor Asociado de Arte Digital en la Universidad de Tampa, en la Florida, y Profesor Visitante en la Especialización en Creación Multimedia de la Universidad de Los Andes, en Bogotá.¨ http://santi.tv/ 

Esta texto es un sentido homenaje a la obra, vida y lucha de un ser humano que nos ha enseñado a ser hombres justos, sensibles y entregados con nosotros mismos, luchar por nuestras convicciones y nuestro entorno, un ejemplo de cómo construir el mundo que necesitamos, merecemos y deseamos.

 

 

 

Reykjavík, Islandia: una lección de estética política y otra de la política estética

Estética en la Política: el primer ministro de Islandia renuncia a su cargo porque su nombre aparece en el entramado de corrupción denunciado en Panama Papers. Es notable, porque en Argentina, el presidente Macri sigue campante en su entramado de corrupción mediática y financiera.

Política en la Estética: el museo de Artes Vivas de Reykjavík,  pone el dedo en la llaga que más duele en la actualidad: estamos obligados a reír permanentemente para las poses de nuestras selfies. Se debe mostrar que ser global significa ser aparente y plenamente felices. ¡Se debe lucir radiante! ¡Irresistible! ¡Seductores a los ojos de El Mercado! Es un crimen ser aburrido.

El proyecto curatorial Being Boring que se inaugura el próximo 8 de abril, evidencia esta condición de aparición del hombre mercancía. El hombre mercancía es globalmente feliz. Un colectivo de estudiantes de artes y de artistas profesionales interpretan una de las partituras del artista poeta John Baldessari. Se interpreta un ejercicio de reprensión y constricción artística: I will not make any more boring art. 

Gareth Bell-Jones y Gemma Lloyd  reivindican el ejercicio de curar una exposición artística. Escogen un concepto medular para comprender la actualidad: el aburrimiento del cual todos quieren apartarse, como si de la misma muerte se tratara y no de la libertad que el aburrimiento promete. La puesta en escena del concepto trastoca todos los consensos impuestos por el mercado. ¡He aquí la política del arte!

La curaduría deja entrever que estamos obligados a entender la felicidad como entretenimiento gratuito, como una actividad sensorialmente cerril, individual; sin juego, sin símbolo ni fiesta, diría Gadamer.

Fuente AQUI: