“Medidas cautelares”: una performance realizada por mujeres artistas aferradas a la democracia

Un  grupo anónimo  de mujeres artistas realizó una performance en la Plaza de Bolívar, el día 22 de enero de 2014.

Se trata de una acción plástica en la cual las mujeres se presentan como sacerdotisas sumerias. Ataviadas con una falda blanca y con el torso descubierto e inscrito con palabras emancipadoras, convocan a tomar la democracia en nuestras manos. En este contexto, los conceptos inscritos en sus cuerpos evidencian la precariedad de los procesos democráticos en que está inserta Colombia. Ojalá esta no sea la última vez que vemos en acción a estas mujeres corajudas; ojalá logren potenciar su anonimato como una crítica simultánea del star system  que se traga las mejores mentes del mundo artístico e intelectual; ojalá se animen a proyectarlo como una crítica a la arbitrariedad jurídica que mantiene de rodillas a sus mejores mujeres y hombres.
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De manera sorpresiva, el grupo de mujeres se abrió paso entre la multitud. Intervino el discurso del Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro, sin saber que estaban haciendo una intervención artística a la altura de las mejores iniciativas de arte contemporáneo mundial. Un arte que exalta las diferencias como criterio de igualdad e inclusión. Estas mujeres artistas realizaron lo que se puede llamar en lenguaje plástico, un dibujo instalado, un dibujo en acción, un dibujo igualitario que se coloca en el espacio de espectador, a su misma altura  y le invita a participar en el círculo mágico que genera toda acción plástica. Mientras el Alcalde Mayor hablaba de los círculos aristocráticos de exclusión, ellas dibujaban un círculo de brazos abiertos a todos y todas, un círculo modelado con ramas de laurel, rosas, colores y líneas democráticas, libres e igualitarias. En medio del fervor político que sobrecogía la Plaza de Bolívar, aconteció un pensamiento artístico con tal intensidad y belleza que logró dejar  el potente  discurso del Alcalde como epifenómeno. Su pretensión era clara.

Contrario a lo que hacen muchos y muchas artistas contemporáneas que se marginan en se autoexilian en círculos de poder excluyentes, se atrevieron a pensar artísticamente dentro de un contexto político. El círculo mágico que crearon fue un círculo de exclusión inclusiva. Pese a su espíritu transgresor, su acción causó sorpresa y fue muy bien recibida por los ciudadanos y ciudadanas.
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Mientras el Alcalde hablaba acerca de la lucha por la existencia que mantienen los trabajadores colombianos, estos hombres y mujeres ninguneados, que no existen   en ninguno de los protocolos con los que se somete la voluntad popular, las mujeres artistas se movían dinámicamente en torno al círculo abierto hacia las multitudes que coreaban al Alcalde, estableciendo con los ciudadanos y ciudadanas relaciones de cercanía distante, trazando una distancia inclusiva.  Toda relación real tiene este carácter: afirma la distancia para mantener la cercanía. Mientras el Alcalde hablabaa las multitudes de justicia, tiranía y  arbitrariedad, el grupo de mujeres tejía una nueva red de sentido en la cual ya no pueden aparecer mujeres y hombres arrodillados. No digo colectivo, pues, esta es una categoría estética que le quita intensidad a la acción de estas artistas reales: reales porque están inmersas en lo real de la existencia política colombiana.che bogotanob
No se trata de la Guerrilla Girls nuevayorquinas, pues, estas artistas exigían al campo del arte inclusión artística de las mujeres en los círculos de elite artística y social. Las mujeres anónimas de la Plaza de Bolívar, son mejores que aquéllas, pues sus acciones no están circunscritas dentro del régimen de intereses monetarios  mediante los cuales se animan el espíritu de los Museos Chanel No. 5 del mundo neoliberal. La trasformación a la cual instan, no es de caviar y champán. Mediante su acción plástica –de las mejores que se ha visto en este espacio político–, promueven unas prácticas artísticas en diálogo multidireccional. Este grupo  de mujeres artistas-ciudadanas tiene el propósito de ampliar nuestra cultura y nuestras prácticas democráticas; promueve una cultura y una democracia en la cual todos y todas quepamos. La riqueza expresiva y comprensiva de los trabajadores y trabajadoras rasas, es tan rica como la de sus empleadores. Quizá identificadas con el sentir de la multitud que escuchaba, animaba  y coreaba a Gustavo Petro, rechazan el proyecto de cultura que se promueve desde el Ministerio de Cultura, un dispositivo que se reserva el derecho de admisión a los lugares “patrimoniales” más representativos de Colombia. Quizá también rechacen la idea de democracia promovida desde la Procuraduría General de la Nación, una democracia que igualmente se reserva el derecho de admisión a los cargos públicos de representación ciudadana, bajo el presupuesto de que los trabajadores  colombianos y colombianas son incapaces de producir pensamiento. Según el régimen teocrático que la ciudadanía  criticaba en coro, los y las trabajadoras colombianas de las cuales habló el Alcalde Mayor de Bogotá, sólo tienen brazos. Dios sólo les dio a los trabajadores brazos, pues, sus labores no requieren entendimiento. Con este mismo criterio, insistió Gustavo Petro, se declara inexistente la actividad del actual gobierno distrital. Terminada la acción, las mujeres de almas tomar, irrumpieron en la tarima desde la cual un grupo de rock animaba las multitudes, y procedieron a insurrectar a los ciudadanos y ciudadanas. Todas y todos felices de verse y reconocerse mutuamente en la multitud de diferencias reunidas en la Plaza de Bolívar.

 

Comunidades alternativas en asamblea permanente

¿Violencia neoliberal o esperanza social? Esta es la pregunta que se pone en escena en la Plaza de Bolívar, el 15 de enero de 2014, a las 3:30 P.M. Se trata de la misma pregunta que se plantean muchos artistas contemporáneos insatisfechos con el arte, la cultura, la sociedad y la economía política.

El arte y las comunidades Hip Hop, entre otras, se autoreconocen como artistas y proyectan su potencial creativo y transformador en la cultura agraria que aún impera dentro del sentir de las élites bogotanas. Bogotá: una ciudad cruel con los marginados sociales y culturales, escéptica con respecto a las ideas de emancipación colectiva  e incrédula con sus líderes religiosos y políticos. En los márgenes sociales en los cuales golpean, rasguñan o escriben, los y las jóvenes que día trás día se reunen en la Plaza de Bolívar, proponen otras maneras de pensar las artes y las relaciones sociales y políticas que los excluyen y les quitan todas las oportunidades de ser felices. Se trata del acontecimiento de la vida nuda, aquella realidad que infructuosamente buscan los artistas contemporáneos.hip hop 12
Lo que se ha visto en la plaza de Bolívar después del 9 de diciembre de 2013, es un arte real que eclosiona dentro de  una realidad distorsionada por todo tipo de intereses. ¿Qué es un arte real? Es un arte que interactua  con gente real. Es un arte para hombres y mujeres inmersos en la catástrofe que implica asumir una actitud corajuda ante la violencia de la carencia total o parcial de oportunidades, de educación, cultura, trabajo y vivienda. Un arte real es  un arte con esperanzas y luchas personales que tienen el propósito de salir de todas estas miserias humanas.
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¡Hay tanta esperanza en los jóvenes reunidos allí! El interlocutor escéptico e incrédulo se pregunta, «pero señor, ¿de cuáles esperanzas habla usted?». La esperanza no es algo que podamos cuantificar, determinar o sumar, como pretende el observador positivista. La esperanza es una actitud ante la existencia. Por ello mismo, la esperanza siempre escapa a la ideología de la cuantificación. Cuando se canta y se escucha a los cantores, a aquellos y aquellas que modifican la realidad con sus ritmos inéditos, se manifiesta un sentir el sentido de estar con otros diferentes. Una idea se despliega en múltiples actos que reconfiguran la realidad oprobiosa que niega la igualdad. La idea que ve la luz en la esperanza que surge en los márgenes,  recoge la energía de los diferentes que, juntos, se atreven a hacer frente a la desigualdad que impone la realidad neoliberalizada. Señor, insiste nuestro interlocutor, «¿por qué insiste usted en hablar del neoliberalismo? ¿Nos puede decir en qué consiste esta entelequia?». Es una política económica que obliga al Estado sólo a invertir en la guerra y en la defensa. Para las demás necesidades, ¡sálvese quien pueda! La salud, la educación y la vivienda son problemas personales de cada uno y de cada una. Allí el Estado no debe entrometerse. Debe dejar que la usura privada se ocupe de esos derechos fundamentales.
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Los jóvenes que noche tras noche llegan a la Plaza de Bolívar, ponen en acción  la idea de que un mundo mejor está por venir. La esperanza es que este nuevo mundo y el hombre y la mujer que con él surgen, sean igualitarios. La esperanza es un activismo, no es asumir ensoñaciones abstractas pasivamente. No hay nada más revolucionario que la esperanza. La esperanza es el deseo de querer estar juntos entre los diferentes. La esperanza es una actitud política. La esperanza convoca al reconocimiento mutuo y múltiple de los diferentes. El reconocimiento hace cesar la lucha fratricida de clases. En la esperanza se superan las pugnas atávicas que nos impiden ser felices.hip hop 10
Cuando no hay esperanza ni canto, solo cabe la violencia cruda que devasta a Colombia. Hay esperanza porque en el canto no hay afán de lucro, mucho menos de usura. El canto es la única actividad humana que no reclama lucro personal, en este sentido es una actitud inútil, por ello mismo altamente positiva. La esperanza es una invención poética para sentirnos vinculados a otros seres que tienen necesidad de la unión múltiple que se demanda en un canto. Al contrario, las expresiones conocidas como Gran Arte, carecen de esperanza, pues, sólo quieren lucro personal. Por esta razón, los expertos afirman que el Gran Arte está muerto. De nuevo interviene nuestro interlocutor: «¿qué es eso de Gran Arte?» El arte de museos y galerías. El afán de lucro los devoró. Una historiadora de arte mexicana afirma que el llamado arte político, sólo es un eufemismo para hablar sin rubor de arte comercial. Así son las cosas. Así es Hollywood. Muy respetuoso de los códigos neoliberales. ¿Política y democracia artísticas? Sí: pero que no oigan muchos, y sólo en privado. Nunca en la Plaza de Bolívar.

Estamos con las luchas y las esperanzas de las comunidades Hip Hop y de todas las demás comunidades alternativas que se han expuesto en la Plaza de Bolívar desde el pasaddo 13 de diciembre de 2013! Los grandes artistas pueden aprender de los artistas Hip Hop. Todos y todas somos artistas afirmó Joseph Beuys.

 

Cuando lo que cuenta es la verdad, la ciudadanía toma la palabra

Los artistas Fernando Pertuz, Marcela Córdoba, José Orlando Salgado y Carlos Aguirre, hacen un recorrido por la carrera séptima de Bogotá durante la marcha multitudinaria de apoyo al alcalde mayor de Bogotá, Gustavo Petro. Mediante un dibujo sencillo en la bandera de Colombia, el maestro Pertuz envía a los colombianos y colombianas  una señal sencilla y potente,  una alerta universal. Cinco banderas fueron inscritas con el dibujo AYUDA y la inversión de colores que identifica universalmente el llamado de ayuda. Nos alerta acerca de grandes males: la ausencia de igualdad y la  pérdida de libertad: una catástrofe para cualquier democracia.

 

43 Salón Inter y Cultura Agustiana en feria: ¿dos caras de la misma moneda neoliberal?

El campo de la cultura prehispánica, actualmente se encuentra en una encrucijada. De la misma manera que respecto al campo del arte, el Estado se pregunta, cuáles son las mejores estrategias para estimular la creación de imaginarios aristocráticos, en el caso de la cultura se pregunta cómo conservar el patrimonio cultural y estimular su conocimiento por parte de todos los colombianos y las colombianas.

El doctor Fabián Sanabria, director del Icanh, proyectó una esposición en Bogotá para acercar la comprensión científica de la cultura de San Agustín a sectores mucho más amplios y diversos de aquellos que hoy, legal y ilegalmente, legítima o ilegítimamente, se lucran de este patrimonio.

Como en el caso del fallido 43 Salón Inter, el proyecto fracasó porque la comunidad del municipio de San Agustín sospecha algo más en esta noble acción por parte del Estado.  Sanabria se defiende. Sin duda alguna, faltó más consulta y un diálogo menos arrogante y más generoso con las comunidades afectadas con las políticas neoliberales del Ministerio de Cultura, tanto en San Agustín con el el Salón Inter. Es torpe afirmar que la resistencia ciudadana a mover el patrimonio del lugar actual, sea retrograda, de la misma manera que es sofista la afirmación del Ministerio de que los opositores a la internalización del Salón Nacional de artistas, defienden una actitud conservadora, renuente al intercambio internacional. Es torpe no reconcer los beneficios de estos diálogos interculturales. Sin embargo, el asunto es que la resistencia artística y cultural colombiana tiene memoria y sabe de los expolios culturales y de sus respectivas justificaciones. Recuerdo el caso del patrimonio religioso de la iglesia de Santa Bábara, en la localidad de La Candelaria. Con el noble pretexto de restaurarlo, se sacó su patrimonio litúrgico durante los años ochenta del siglo XX. Los expolios tienen justificaciones nobles. Ningún expolio importante carece de ellas.

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La empresa exitosa corrió por cuenta del Estado. En efecfto, se restauraron cuadros reliquias culturales de gran valor emocional para los habitantes de la parroquia. No obstante, unavez se restauró el patrimonio, se hizo una exposición muy elegante, en las instalaciones de la biblioteca Luis ÁngelArango,  a la cual no fueinvitada la comunidad expoliada. Finalizada la exposición, el patrimonio jamás regresó a su lugar de origen, fue entregado a la Arquidiocésis de Bogotá, con el pretexto de fundar un Museo que nunca se instituyó. Allí adorna las instancias palaciegas de los padres de la iglesia colombiana. De talmanera, que las reservas del campo  de la cultura y del arte con respecto a laspolíticasneoliberales, no es un gestoparanóico; quienes se resisten a estas movidas sospechosas del Ministerio de Cultura, intuyencuáles el destino final de las nobles gestas estatales, neocoloniales y mercantiles. El estado neoliberal no tiene ciudadadanos y ciudadanas, sólo tiene negocios e intereses comerciales.

Como colofón al debate acerca del traslado de los monolitos de San Agustín, Sanabria habla de post conflicto cultural. A propósito del debate acerca del expolio perpetrado en contra del Salón Nacional, ¿en el campo del arte se puede hablar de post conflicto artístico? ¿En uno y otro, tenemos dos  casos de impunidad en las fincas administradas por el Ministerio de Cultura? ¿Las críticas que hacen los siervos a los señores y señoras feudales del Ministerio no cuentan para nada? ¿La evidente comercialización actual de la cultura no va a la par de la comercialización del arte de ferias que promueve el Estado Neoliberal de Derecho?  ¿No es evidente el lazo neoliberal común tanto a la producción del 43 Salón Inter como al fallido intento, desde el Estado,  de radicalizar  la espectacularización de la cultura? Existe una ingrata coincidencia entre aquello afirmado por el maestro Jaime Cerón respecto a que el objetivo del Salón 43 era hacer un excelente catálogo, y lo que cuenta Fabian Sanabria,  el gesto de “regalar un catálogo lujoso a la mayoría de familias de San Agustín”. En los dos casos tenemos una generosidad globalizada. ¡Arte y cultura de papel de lujo para amenizar las ferias y fiestas del globo! ¡Y todo con dinero de las colombianas y los colombinas! ¡Y todo a nombre de ellos y ellas!  Pese a todo, hay algo de decencia en las afirmaciones del doctor Sanabria: deja en manos del presidente la continuación en el cargo. Esta dignidad no es frecuente en Colombia. Otros prefieren agachar la cabeza y esconderse perennemente  en las gabetas de los escritorios estatales.