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43 Salón Inter y Cultura Agustiana en feria: ¿dos caras de la misma moneda neoliberal?

El campo de la cultura prehispánica, actualmente se encuentra en una encrucijada. De la misma manera que respecto al campo del arte, el Estado se pregunta, cuáles son las mejores estrategias para estimular la creación de imaginarios aristocráticos, en el caso de la cultura se pregunta cómo conservar el patrimonio cultural y estimular su conocimiento por parte de todos los colombianos y las colombianas.

El doctor Fabián Sanabria, director del Icanh, proyectó una esposición en Bogotá para acercar la comprensión científica de la cultura de San Agustín a sectores mucho más amplios y diversos de aquellos que hoy, legal y ilegalmente, legítima o ilegítimamente, se lucran de este patrimonio.

Como en el caso del fallido 43 Salón Inter, el proyecto fracasó porque la comunidad del municipio de San Agustín sospecha algo más en esta noble acción por parte del Estado.  Sanabria se defiende. Sin duda alguna, faltó más consulta y un diálogo menos arrogante y más generoso con las comunidades afectadas con las políticas neoliberales del Ministerio de Cultura, tanto en San Agustín con el el Salón Inter. Es torpe afirmar que la resistencia ciudadana a mover el patrimonio del lugar actual, sea retrograda, de la misma manera que es sofista la afirmación del Ministerio de que los opositores a la internalización del Salón Nacional de artistas, defienden una actitud conservadora, renuente al intercambio internacional. Es torpe no reconcer los beneficios de estos diálogos interculturales. Sin embargo, el asunto es que la resistencia artística y cultural colombiana tiene memoria y sabe de los expolios culturales y de sus respectivas justificaciones. Recuerdo el caso del patrimonio religioso de la iglesia de Santa Bábara, en la localidad de La Candelaria. Con el noble pretexto de restaurarlo, se sacó su patrimonio litúrgico durante los años ochenta del siglo XX. Los expolios tienen justificaciones nobles. Ningún expolio importante carece de ellas.

santa barbara laboria

La empresa exitosa corrió por cuenta del Estado. En efecfto, se restauraron cuadros reliquias culturales de gran valor emocional para los habitantes de la parroquia. No obstante, unavez se restauró el patrimonio, se hizo una exposición muy elegante, en las instalaciones de la biblioteca Luis ÁngelArango,  a la cual no fueinvitada la comunidad expoliada. Finalizada la exposición, el patrimonio jamás regresó a su lugar de origen, fue entregado a la Arquidiocésis de Bogotá, con el pretexto de fundar un Museo que nunca se instituyó. Allí adorna las instancias palaciegas de los padres de la iglesia colombiana. De talmanera, que las reservas del campo  de la cultura y del arte con respecto a laspolíticasneoliberales, no es un gestoparanóico; quienes se resisten a estas movidas sospechosas del Ministerio de Cultura, intuyencuáles el destino final de las nobles gestas estatales, neocoloniales y mercantiles. El estado neoliberal no tiene ciudadadanos y ciudadanas, sólo tiene negocios e intereses comerciales.

Como colofón al debate acerca del traslado de los monolitos de San Agustín, Sanabria habla de post conflicto cultural. A propósito del debate acerca del expolio perpetrado en contra del Salón Nacional, ¿en el campo del arte se puede hablar de post conflicto artístico? ¿En uno y otro, tenemos dos  casos de impunidad en las fincas administradas por el Ministerio de Cultura? ¿Las críticas que hacen los siervos a los señores y señoras feudales del Ministerio no cuentan para nada? ¿La evidente comercialización actual de la cultura no va a la par de la comercialización del arte de ferias que promueve el Estado Neoliberal de Derecho?  ¿No es evidente el lazo neoliberal común tanto a la producción del 43 Salón Inter como al fallido intento, desde el Estado,  de radicalizar  la espectacularización de la cultura? Existe una ingrata coincidencia entre aquello afirmado por el maestro Jaime Cerón respecto a que el objetivo del Salón 43 era hacer un excelente catálogo, y lo que cuenta Fabian Sanabria,  el gesto de “regalar un catálogo lujoso a la mayoría de familias de San Agustín”. En los dos casos tenemos una generosidad globalizada. ¡Arte y cultura de papel de lujo para amenizar las ferias y fiestas del globo! ¡Y todo con dinero de las colombianas y los colombinas! ¡Y todo a nombre de ellos y ellas!  Pese a todo, hay algo de decencia en las afirmaciones del doctor Sanabria: deja en manos del presidente la continuación en el cargo. Esta dignidad no es frecuente en Colombia. Otros prefieren agachar la cabeza y esconderse perennemente  en las gabetas de los escritorios estatales.

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