La venta, permuta o alquiler de obra

Dentro de las dimensiones del arte contemporáneo se encuentra uno que afecta los demás fundamentalmente, cuando se habla de la propagación y difusión de los productos artísticos hablamos de la gestión, de los canales por los que se publican los materiales culturales y artísticos.

Me interesa analizar los movimientos y cambios del mercado del arte Colombiano en la década de 2000 a 2010, intentando establecer el panorama donde las propuestas de arte social y critico intentan, además de generar cambios o movimientos sociales, generar mercado para estos, pensar la motivación del arte en el sujeto, factor que hoy cohabita con la producción, una aparente relación del “espíritu del arte” y la producción de mercancía.

 

MARCO TEÓRICO:
En la inmediata posguerra el compromiso estuvo inevitablemente asociado al desgarro interior del sujeto y algo después el surgimiento de diversos grupos “contractuales” propugnará la renovación radical de las prácticas políticas, sociales, artísticas y vitales. Por ejemplo la internacional letrista, derivada más tarde en internacional situacionista. Sus enunciados tendrán una notable influencia en el ámbito de las artes pláticas donde surgirán propuestas como fluxus que retoman en cierto modo los dadaístas; en general propiciaran una atención preferencial hacia los contenidos al entender la obra de arte como medio de comunicación social y aunque con el auge de las abstracciones alejará de nuevo a los artistas del discurso crítico, la efervescencia ideológica, de los años sesenta , que culminará en la revolución de 1968, legitimará los “nuevos medios” que en buena medida llevan aparejados discursos sobre la realidad del presente.

Capitulo 2, Página 54. Tendencias del arte, arte de tendencias a principios del siglo XXI Juan Antonio Ramírez y Jesús Carillo (eds.) ENSAYOS ARTE CÁTEDRA

 

CIRCULACIÓN:
Prácticas que ponen en escena pública los procesos y proyectos del campo cultural, artístico y del patrimonio. Se incluyen las industrias culturales, los productores, agentes y todos aquellos profesionales dedicados a facilitar la relación entre la formación, la investigación y la creación, con la apropiación.

Página 48. Extracto de: Políticas culturales distritales 2004-2016 2ª edición revisada Diciembre 2005 Bogotá Colombia.

 

Parto desde un punto personal para hacer esta indagación, que más que tener un deseo de arrojar cifras y estimados conceptuales cerrados pretende hacer una idea sobre un comportamiento ético dentro de los movimientos en el circuito del arte local, tomando muestras y ejemplos para relacionar ideas sobre la metáfora de las obras y la metáfora del dinero.

En el dialogo diario entre estudiantes de arte surge la controversia entre el medio y el fin de la creación, entonces la dicotomía entre la introspección y la extroversión es punto de disputa, pues, para algunos, la primera, sugiere alejarse totalmente de los discursos, teorías e ideologías validantes desde la razón; los segundos, se enlazan a escritores referentes y discursos para apropiarlos y desde allí estructurar sus propuestas, estas dos formas de andar se encuentran nuevamente al final del desarrollo de la técnica y es en el momento de vender el producto – habiendo también un sector que decide no hacerlo- entonces el relacionarse con los espacios de exhibición venta y difusión pone en juego muchas de sus ideas personales sobre la sublimidad y la relevancia de la imagen en la sociedad.

Dejar en consignación un cuadro en una galería hasta esperar a que un comprador se interese y además le convine con los muebles de sus sala infiere en el artista más que combinaciones morfológicas, colorísticas y de enmarcado, acusa la necesidad de relacionar la estética académica y la belleza decorativa, siendo aspectos diferentes, imaginarios y lugares en el mundo casi contrarios, los discursos del artista deben dimensionarse disimularse relegarse plegarse y en ocasiones solaparse (paisajes desolados, Pertuz) para entrar en la oferta y generar demanda plástica, dejando lo conceptual para otro momento, otro en el que no se le castigue n lo profesional por lo espiritual.

Teniendo en cuenta que el arte se considera un producto cultural del que puede darse cuenta mediante la pieza artística resultante, reflejo de los movimientos, los desplazamientos (forzados o no) las gestas, las acciones… de las comunidades y de sus formas particulares de crear identidades, de ubicarse geográfica y temporalmente, no es en vano entonces, como artista, preocuparse por los contenidos y sobre todo, en esta ocasión, por los medios que sirven para difundir la producción artística y el modo de pensar el espectador, el medio, efectivamente, interviene en el arte que no es una cosa sino un ser presente en algunos objetos y personas.

Un aspecto a resaltar es el concepto de lo efímero de las manifestaciones artísticas, dependientes de sus cualidades matéricas e inseparablemente de las tendencias de su tiempo, por esto no es difícil encontrar en los ismos y en los movimientos una “identidad colectiva” para manifestar de ciertas formas el proceso artístico, esto también para la formación de círculos de validación, circuitos de vital importancia y dadores de trascendencia para el creador, para figurar y para permitirse comerciar la pieza artística, vender su producto en los lindes profesionales. No en todos los casos la acción creadora se mantiene limpia entre lo que a espiritualidad se refiere, es normal hallar artistas solo de moda seguidores de estilos y tendencias.

También es propicio considerar los tipos de producto artístico, cuadros al óleo, esculturas en diversos materiales, existen también posibilidades de manifestación que se basan en la materia efímera creada, como el land art o el grafitti, y otras que comprenden solo la afectación, como el performance y el happening. Entonces las técnicas mercantiles varían según la pieza artística, dándose dos variantes: objeto y/o espectáculo.

Se pude pensar en una demanda que nace con el arte mismo, ya sea una búsqueda ritual o un bienestar sensorial o incluso una gala social, el consumidor genera la demanda, podrían existir también tipos de demanda y tipos de oferta de la pieza artística, tipos de compradores, tipos de observadores, tipos de donaciones, tipos de exposiciones, tipos de escuelas y académicas, todo obedeciendo a unas políticas internas que crean diferentes círculos de validación, gestión, educación, difusión y creación.

La demanda del arte es un problema que siempre está presente en la formación y creación del artista, de esta manera se tiene una consciencia de: “lo que necesita saber y ver la gente” y lo que desea comprar y ver la gente, galeristas y museos; dos tipos de demanda que acusan los tiempos y formas de expresión propias de las artes y en muchos casos, dos caminos diferentes y aislados, aunque exagerados ejemplos, es como rotular de artistas activistas y los que figuran en los medios oficiales; o de izquierda y de derecha.

El objeto artístico que sale de las manos del creador deja inmediatamente su connotación inmatérica en brazos de las musas para convertirse en un producto a cargo del aparato del mercado (Peraza Miguel, Josu Iturbe. EL ARTE DEL MERCADO EN ARTE. Grupo editorial Miguel Ángel Porrúa. Página 21)

 

Si bien en la prehistoria la adquisición de lo necesario estuvo vinculada a la supervivencia, y lo ritual dependía del reparto de las presas cazadas, la oferta actual se genera según la capacidad de compra de la empresa privada y el mercado especulativo 1 las organizaciones sociales con diferentes estratificaciones en su sistema de intercambio son quienes generan, o no, las oportunidades para acceder a la cultura y las producciones de sus gestores. Este marco ayuda a ubicarnos en las dinámicas capitalistas del intercambio de pensamiento, dinámica que sectoriza y facilita la penetración de las políticas gubernamentales y mercantiles en las políticas intrínsecas del arte, es decir que, esta necesidad de venta de piezas artísticas aumenta la obligación de conseguir patrocinios y así de generar modas, tendencias, que facilitan el movimiento en círculo, a veces vicioso, en la manipulación trivial de las identidades, las costumbres y los imaginarios de una época.

1(Peraza Miguel, Iturbe Josu. EL ARTE DEL MERCADO EN ARTE. Grupo editorial Miguel Ángel Porrúa. 1998. pagina 22)

 

También hay que tener en cuenta que el artista busca indagar en su propio cuerpo convirtiéndolo en un espacio de creación, ya no es el artista y el lienzo o la escultura, en donde se da una relación de cercanía sino que ahora el arte está en el cuerpo del sujeto y se convierte en su campo en/de exhibición donde la idea de la obra como algo duradero se pierde, aquí lo que importa es la acción el momento, el transmitir sensaciones y emociones, un arte efímero que no sea para guardar como una reliquia sino más que eso contar y mostrar que el cuerpo es un territorio permeable que siente y vive y puede ser utilizado como objeto y como campo.   Hay un aspecto importante a tener en cuenta y es la veta-herida abierta al convertir la acción del cuerpo creador lo que, en teoría, es una práctica ritual y autococentradora, en un espectáculo, es sabido que la pieza artística es la que puede ser vendida y en este caso el espectáculo brindado por el artista puede ser convertido en circo, manierismo, pantalla, la brecha está siempre esperando ser fracturada, es la reificación que amenaza con aparecer en el acto del cuerpo, en la alegoría del cuerpo desnudo sangrante lacerado mancilladlo que se presta como vehículo de evidencia, de la incomunicación del hombre con el hombre, de lo espiritual con la velocidad frenética del mundo, de el ser con la materia.

El performance como alegoría es muestra de la concentración de las ideas religiosas y de las confluencias sobre lo espiritual propias de los hechos de las sociedades, mediante la confrontación -¿podría ser panfletario?- el creador traduce en su propio cuerpo una política propia y sectaria de un grupo de individuos, un grupo, que cree en unos ideales para el futuro, tal como lo hizo el constructivismo ruso o el expresionismo abstracto, estos todos ismos, relacionados por las políticas de gobierno en surgimiento y canales también propagandísticos de modos de hacer cultura; es aquí donde me gustaría detenerme, por la importancia que siempre se le da al arte como medio de comunicación y unificación, de canal de mercado de ideales donde mediante un esteticismo delicadamente utilizado se puede convencer a una masa de actuar de cierta manera, de ser amasada.

¿Serán estas alegorías modernistas una apología del origen marcado como exótico y colonial? Recordando el seminario recientemente ofrecido en la ASAB, hay un concepto que se cruza en este tema y es la idea del recuperar la identidad – como si fuera una sola- por medio de prácticas estereotipadas de comportamiento y ritual. Solo siendo una hipótesis y un símil escueto, podría establecerse esta relación de lo trivial de lo tribal, al ver como en cada ismo tendiente a regresar a lo original, termina por repetir cánones diversos si se mira desde la perspectiva de la espiritualidad, de la no creación de pieza artística.

…Diría Jacques Rancière hay que abogar por “el espectador emancipado”. Este tipo de obras que intentan generar escándalo haciendo “participar” al espectador que no sabe que es lo que está presenciando, ya no tiene sentido hoy entrando en el siglo XXI. Esto hubiese tenido sentido en la década del setenta, en pleno apogeo del performance, pero hoy, ya no produce nada de nada sino aburrimiento y decepción. Al espectador hay que dejarlo en su lugar y no tomarlo por un imbécil. Vistazo Crítico Al Decepcionante Performance De Tania Bruguera – Ricardo Arcos-Palma. Originalmente en [esferapública]

En el arte show y de espectáculo la utilización de imágenes que referencian, como indicales de eventos o mitos supuestos de un pasado milenario, a veces rebuscado o forzado, es de resaltar que artistas contemporáneos escriben la crítica a la sociedad moderna y contemporánea desde una mirada extranjera de tiempo y espacio, las condiciones en las que la historia se narró se encuentran aisladas por barreras de espacios inalcanzables ya en el pasado, pero así mismo, se abren las lecturas que cruzan los caminos interpretativos y las acciones como dispositivos, que sí un rol cumplieron, ese fue, el de causar reflexión en quienes presencian el acto artístico.

… El arte corporal se presenta como la primera medicina para la enfermedad social puesta en evidencia por los desordenes del mayo Francés, y como la más contundente y violenta reacción contra el establishment que, conscientemente o no, es el responsable d poner el mundo al revés, – dice M. Pluchart en el manifiesto Niza- el arte corporal no tiene por qué producir belleza, sino lenguaje, un lenguaje inédito , no codificado que, rechazando la historia, el sentid la razón, sea capaz de hablar del cuerpo, aquí y ahora, con el fin de preparar también el mañana”.

 

Extracto: MANIFIESTO DEL ARTE CORPORAL. s importante, paralelo de las críticas que se puedan hacer, permearse de los tipos de expresión, exageradas o no que nos puedan parecer, cada una encierra un mundo de sensibilidad, de razones, de momentos, de sensaciones que son el arte vivo, la afectación, DE CONFRONTACIÓN Y AVENTURA para la transformación de la no materia y el reflejo en la masa, un arte vivo ayer y hoy mientras que hayan ojos para verle.

Una venta que se efectúa sobre el objeto que no encierra en su precio el valor que pueda abrigarle, de parte del artista el compromiso, como dice José Alejandro Restrepo, del hacerse responsable de una imagen con la firma, y del espectador comprador, el gusto por adquirir patrimonio, un movimiento en circulo que podría ser vicioso en buen sentido si el movimiento orgánico se repitiera para crecer, en tamaño y calidad, de las cosas que creamos como época para las generaciones venideras, porque puede ser y se ha visto en muchos casos, que lo único que puede hacernos eternos – si aun lo deseáramos- es que las palabras sobrevivan a las cosas.

10 proyectos particulares

Exposición Colectiva reúne a 10 artistas jóvenes quienes exhiben sus  proyectos particulares.

La exposición se inauguró el 28 de abril en la galería casa Cuadrada

Los artistas que participan en la exhibición son Alex de la Torre Carbonell – Anibal Gomescasseres – Catalina Torres – David Camargo Donny Peter Pinedo – Edward Rico – Juan Néstor Ortiz – Mariel Castellanos – Oscar Medina – Robertson Buitrago.

 

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Dibujos, pesadillas y murmuros

En la galería Casas Riegner se encuentran en exhibición dos exposiciones que concluyen esta semana

una de ellas es Escenas para evitar las pesadillas de la artista Angélica Teuta y la otra es La obra Dibujos de Bernardo Ortiz, todavía queda tiempo, pero si lo que le gusta son la inauguraciones no se le olvide pasar por la  galería Santafé, donde se inaugurara  la intervención  del segundo postulante por el premio Luis caballero  el viernes 29 de abril en la noche, el turno le corresponde a Mauricio Bejarano Calvo  con la obra Murmuro.

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Clemencia Echeverry en la Galería Alonso Garcés: Fotográfica Bogotá ad portas

Clemencia Echeverry  muestra en la Galería Alonso Garcés el video Juegos de Herencia. La iniciativa de creación fue  dispuesta en ocho pantallas de gran formato instaladas simétricamente, cuatro en el muro norte y cuatro en el sur de la sala principal.
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Cada una de las pantallas proyecta un encuadre diferente de  una historia escenificada aparentemente por actores naturales. El relato transcurre en  uno de los tantos pueblos colombianos que sobreviven la violencia, el olvido y el abandono por parte del resto de sus compatriotas, inclusive por parte de los/las artistas. Las imágenes llaman la atención inmediata del espectador porque han sido concebidas fotográficamente; los logros estéticos son excelentes y pueden ser apreciados fácilmente por una mirada sin formación plástica. Debido quizá a estos resultados, un grupo selecto de imágenes fue sustraído  e impreso impecablemente en formato fotográfico, y exiliado en la Sala Alterna de la Galería. Las imágenes del video son acompañadas por un sonido dramático que acentúa algunos gestos de los protagonistas que a la artista le interesa resaltar,  pero que a la vez tiene el propósito de manipular la sensibilidad del espectador; éste es  confundido deliberadamente, pues, fácilmente puede imaginar que los actos de violencia que se presentan estetizados por la mirada del fotógrafo, tienen relación con o relatan alguna de las tantas agresiones que padecemos los colombianos y las colombianas. El sofisma visual tiene un propósito moralizante sin más.
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La historia de Echeverry  no relata agresiones con motivación política, pero induce arbitrariamente esta connotación. Después de una corta estadía en el El Valle, Chocó, cuenta cómo sus habitantes realizan un ritual mediante el cual degüellan un gallo de manera violenta. La artista llama a estos rituales culturales Juegos de Herencia con la pretensión de aportar elementos de juicio para explicar la violencia política de Colombia.  Juzga estas prácticas sin comprender que no hay nada más serio que un juego dentro de una tradición cultural. Sin estos juegos serios los hombres y las mujeres  seríamos nada, así muchos de estos rituales sean tan crueles como los que aterraron a Echeverry en Bogotá. Los juegos son un grito y Echeverry los confunde con el horror. Confunde vitalidad con moralina. El horror de Echeverry oculta el grito en el ritual que censura para sacar rendimientos morales gratuitos. Echeverry se refugia en su horror y se inhibe de comprender las verdades que develan los rituales de unas comunidades que han padecido todo tipo de violencias, inclusive estéticas. Juzga a una comunidad que no conoce; pasó una semana con ella y regresó a Bogotá a emitir juicios moralizantes. Echeverry olvida que el artista contemporáneo no juzga: el artista comprende y para hacerlo requiere más de ocho días de asueto. Ojalá me equivoque, pero Echeverry extrajo sus bellas fotografías con propósito sensacionalista.
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Echeverry se interesó en Bogotá por los rituales de El Valle, juego no exclusivo de esta comunidad, pues, lo juegan en otras regiones de nuestro país, quizá menos exóticas para la mirada bogotana. Cuenta que  encontró la historia en un libro acerca de fiestas en Colombia y que esta lectura  la dejó horrorizada de tal manera que decidió irse a este pueblo a constatar personalmente los detalles del ritual y a estudiar los comportamientos de los protagonistas en torno a, aparentemente, esta acción vital estetizada. Ha manifestado a los medios de comunicación que esta historia la confrontó de tal manera que la llevó a concluir que en estos rituales enraizaba la violencia política que ha azotado a nuestro país. Conclusión apresurada que no ameritaba un viaje con un costoso equipo de producción a este pueblo, pues, ejemplos de violencia en contra de los animales los vemos a diario y peores. Sólo bastaría mencionar el ritual de los bogotanos en la Plaza de Toros de La Santamaría. Pero abordar todas las formas de bestialismo que se conjugan en Bogotá no hubiera sido atractivo para un determinado tipo de coleccionistas que esperan sofismas visuales exóticos, como los que horrorizaron a Echeverry, para evitar confrontarse con las causas reales de la violencia en Colombia. Además, Bogotá no cuenta con marinas de tarjeta postal. La fantasía primitivista de los artistas europeos de comienzos del siglo XX ronda aún a muchos artistas internacionales y ha hecho de las suyas con el pensamiento de la artista colombiana. Echeverry se equivoca al juzgar a los habitantes de El Valle. Cuando un artista sale de las salas glamurosas de las galerías de arte bogotanas para desplazarse hasta los paisajes más agrestes de nuestro territorio, debe dejar todos sus prejuicios morales y políticos en sus elegantes e irreales espacios. El trabajo de Echeverry nos sirve para recordar que uno de los peores vicios de los bogotanos consiste en juzgar lo divino y lo humano sin tomarse el tiempo para comprender aquello que reta su sensibilidad y el entendimiento: el poco que nos queda.

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El trabajo de Echeverry es antropológico en el peor de sus sentidos: hablar de los demás a sus espaldas sin ton ni son. Éste es el sentido que los filólogos clásicos atribuyen a esta palabra en la Grecia Antigua. Mucha de la moralina etnográfica del arte contemporáneo en Colombia padece este mismo síndrome. Ahora, el formato de montaje que utilizó Echeverry  es contemplativo, no hay una comprensión del espacio ni interés por pensarlo; los video-cuadros no alcanzan a realizarse en el espacio; aparecen colgados con deseo de contar algo más vital pero no pueden hacerlo; no pueden cruzar la frontera estética establecida por la artista. A pesar de los trucos sonoros, el espectador tampoco logra entrar en la temporalidad de la historia, queda por fuera porque no se pensó ningún recurso para romper la distancia entre la obra y el espectador; la música sazona la imagen pero no involucra al espectador en la historia. El/la espectadora puede mantener su distancia para juzgar, para evitar comprender.
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La muestra recibe el nombre de Instalación por un tímido intento que Echeverry realiza por explorar el espacio por medio de una proyección cenital sobre un círculo de arena en el extremo oriental de sala principal de la galería. Esta proyección evoca el supuesto Lugar del Crimen y es la más sugestiva y bella de este trabajo estético. La idea es buena pero no se alcanzó a comprender su potencial: una vez más, el círculo excluye al espectador del ritual. Un artista instalador osado e innovador, con sensibilidad espacial, habría cubierto el piso de la galería con algún material expresivo para propiciar la catalización de procesos sensoriales e incorporar a los espectadores en esta historia de arenas movedizas en que naufragó esta idea estética de Echeverry. Dispuestas como están las imágenes, se le configura una imposición al espectador, la historia nos exige una autonomía estética que los espectadores contemporáneos no estamos dispuestos a otorgarle a un trabajo artístico.

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Echeverry se las arregló para manipular la imagen. Hábilmente oculta historias de hombres y mujeres de El Valle que no alcanzan a llegar hasta nosotros, esas sí quizá fundamentales para comprenderlos y comprendernos. La tradicional moralina bogotana no es otra cosa que mala conciencia. Este prurito de espectacularidad moral persigue a muchos fotógrafos que fueron  convencidos por el Régimen de El Capital de que arte es sinónimo de espectáculo circense. Ojalá que el anunciado rubro Niños fotógrafos de Cazucá, de Fotográfica Bogotá 2011, no tenga el tufo de moralina que apesta en los medios masivos de exposición universal, y que percibimos de manera moderada en esta bella exposición en la Galería Alonso Garcés.
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Esta  observaciones quizá no tengan mayor interés para los fotógrafos, pero Echeverry es más que eso. No sólo realiza registro de imágenes. Es una artista de trayectoria que quizá nos sorprenda este año en el Luis Caballero. Por su amplia experiencia en el campo artístico colombiano, es mucho lo que esperamos de ella este año en la Galería Santa Fe. Ojalá logre intervenir y pensar mejor este espacio específico.

 

Fotografías de Ricardo Muñoz.

Figuritas en el Suelo

El primer nominado  al premio Luis Caballero  es el Ingeniero Antioqueño, Camilo Restrepo, quien hace una instalación llamada Figuritas en el Suelo, en la cual se encuentra una especie de instalación, algunas fotografías y sonidos, los cuales tratan un incómodo problema social como lo es el consumo de bóxer o sacol como lo conocen en Antioquia, ciudad natal del artista.

Esta iniciativa de representar el bóxer, nace del consumo que este tiene en las cárceles y calles de las ciudades, de ahí el nombre Figuritas en el Suelo como lo denominan aquellas personas al momento de inhalarlo, dejando volar su imaginación sin límite, que es realizado a través de bolsas de plástico o bien en el recipiente donde viene el producto.

En cuanto a mi opinión me pareció impactante pero al mismo tiempo bella, en cuanto a la forma que el artista presenta este tema, de una vida infrahumana, un mundo desconocido,  del cual los que no somos participes no lo conocemos o simplemente no nos interesa. Esta exposición es una oportunidad para sentir la sensación de estar bajo los efectos del bóxer y creo que Camilo Restrepo lo logra, no de una manera morbosa y corrompida como algunos lo denominan sino de una manera crítica, para aterrizarnos de este problema social, y para hacer a  los artistas un llamado, de cómo un problema tan impactante como lo es la drogadicción en Colombia, no solo del bóxer sino el consumo de muchos más químicos, puede ser convertido a una manera tan contemporánea, bella, limpia.

 

Fotografía: cortesía de Camilo Restrepo

Alucinaciones producidas por bóxer

Si el arte se tratara de hablar por hablar diría mucho y nada, ejemplo que se ve a diario en millones de artistas que vinculan su obra a la pornomiceria, se vuelve así, cuando se apropia de la mal vista desdicha de ciertos grupos humanos y la venden en forma de imagen, pero cuando es introducido el discurso este arte se salva pues evoca un problema social que incumbe a todo el personal como sociedad.

El tema de consumo de bóxer o “sacol” se vive y se ve a diario en nuestra cotidianidad colombiana, considero más allá que sea una causa del desempleo, la violencia y la pobreza de esta supuesta civilización, como el acto decadente de resistencia ante el consumo , ante la industria, ante el imperio, una degeneración provocada por un ambiente degenerado. Humildad embotellada en un frasco de plástico. Esta sustancia utilizada no solamente en prisión si no en cada esquina de esta calle prisión, es consumida por medio de la inhalación, esta entra en el cuerpo y afecta los sentidos creando alucinaciones, escenas de distracción ante seguramente una historia destruida. El consumo de sacol está dominado por un alto porcentaje de niños, es entonces cuando Restrepo manda su propuesta o intervención ante el “Luis Caballero” , “Figuritas en el suelo” que es merecedora de este premio quizás no por su destreza en el arte pues este ingeniero hasta ahora comienza su proceso artístico. Sin embargo lo salva  aquel discurso de lo carnal del ser plasmado en imagen de huellas que en las bolsas sacoleras de niños son ejemplo de aquella marca que deja aquella sustancia en la vida de los consumidores, eso en cuanto a las fotografías instaladas que complementan concepto a lo largo de la galería. Respecto a las instalaciones tridimensionales que a pesar du su majestuosa simplicidad van más allá de lo estético, de la imagen, pues el estigma se transforma en metáfora enriquecido por esas máquinas de humo que finalmente terminamos siendo nosotros reales imágenes interponiéndonos un mensaje de vida de cómo inhalamos y votamos la vida efímera y repetidas veces , de cómo tenerlo todo y perderlo en menos de un segundo, en menos de un suspiro, de cómo los recuerdos vivencias y torturas mentales es realmente lo que nos entretiene que resulta siendo las alucinaciones  lo que nos mantiene vivos. (Espejos visuales, carnales y espirituales).

Para concluir, no me parece una idea innovadora, ni deslumbrante, para la temática.  Logra atrapar la mente del espectador a pesar de que asuntos como el espacio y la música de fondo le hayan favorecido sin estar preconcebido pero es un ejemplo del magnífico arte simplista pero contundente colombiano maximizado por el concepto  e impulsado por la misma problemática que se ve a diario en nuestra señora patria.

 

Fotografía: cortesía de Camilo Restrepo

Figuritas en el suelo por: Judith Medellín

El trabajo del ingeniero Camilo Restrepo llamado “figuritas en el suelo” nos demuestra, una vez mas, que para ser artista, mas en la contemporaneidad, no hay que tener una preparación absolutamente artística, sino  que las artes se pueden abordar desde diferentes campos y lo que realmente importa es la sensación.

Restrepo presenta una instalación de fotografías de bolsitas llenas de “Sacol” o “Bòxer” y a su vez instala un circuito con botellas que hacen las veces de niños inhaladores de bóxer.

Como propuesta plástica, no me parece interesante, creo que una serie de fotografías valiéndose de niños  callejeros colgadas en una pared no me producen ningún sentimiento.

A este hombre, le hizo falta la formación artística, a si la contemporaneidad permita que personas ajenas al arte, puedan comprometerse en este y hacer trabajos para este, creo que Restrepo no se comprometió con la causa como artista, porque no dio cuenta del sufrimiento que causa el objeto de su trabajo, las bolsitas no solo tienen pegante sino que dejan tras de si, cientos de niños y adultos que destruyen sus vidas diariamente  y él aprovecha esto para representar su trabajo ante los espectadores, que sin saber a ciencia cierta de donde proviene sino solamente a lo que aluden, puede decir que resulta hasta divertido el trabajo instalativo.

La secuencia de fotografías es interesante en cuanto a que son bastantes y ninguna se repite, aunque de la sensación que en algún momento puede ocurrir, la escultura que presenta las botellitas inhalando quitan completamente la sensación de soledad dentro del recinto y leda vida, un respiro, y una aspiración profunda en la sala, hace que uno se voltee y se pregunte,  ¿que pasa?

 

Escrito por: Judith Medellín
Estudiante de la Facultad de artes –  ASAB
Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Figuritas en el suelo por: Wanda Uribe Villa

La primera vez que vi el trabajo de Restrepo no fue en la Galería Santa Fe, sino en el Salón de Artistas BBVA expuesto en el Museo de Arte del Banco de la República, al verlo, dije “esta pared está chupando pegante”, después vi una de las fotografías de las bolsitas, sólo que ésta mostraba su contendido y estaba expuesta en un formato mayor.

Al volver a encontrar su trabajo en un formato distinto pero aludiendo a lo mismo, pensé en su creatividad y ahora enterándome que es un ingeniero y no un artista en cuanto a su formación, me sorprende mucho cómo puede aludir a algo tan complejo como es la indigencia y el consumo de sustancias psicoactivas tan fuertes como el bóxer, cuyo componente principal es tolueno, que es altamente tóxico para el cuerpo humano, con tanta sutileza y con tanta agresividad, con sólo un suspiro.

En cuanto a la calidad de las fotografías, debo decir que su presentación es impecable, tienen  una luz que las hace tridimensionales, pues cuando entré allí con compañeros, lo primero que dijeron fue que  pensaron que eran bolsitas pegadas en la pared. La recolección de éstas, me parece no sólo valiente, teniendo en cuenta la cantidad de riesgos que se corre al recoger el  “sustento” de la destrucción complaciente de habitantes de la calle, sino también una actividad edificante, porque puede encontrarse con ellos, saber cómo viven, qué sienten, sentir por ellos a través de esas bolsitas, de las fotografías de éstas.

Como propuesta plástica es interesante, intrigante, en cuanto a la factura, porque no es una estructura convencional, está viva, respira, llena de aire el ambiente, algo paradójico pues llena de vida un espacio a través de la muerte a la que alude realmente.

 

Escrito por: Wanda Uribe Villa
Estudiante de la Facultad de Artes – ASAB
Universidad Distrital Francisco José de Caldas