Ejercicios de sustracción de Rodrigo Echeverri en el Museo Santa Clara de Bogotá

Con Ejercicios de Sustracción del artista Rodrigo Echeverri, comienza propiamente el IX Premio Luis Caballero. Decimos comienza, porque sólo en la crítica sobrevive el artista y su obra. El premio tiene muy poca crítica, pero mucho más que cualquier otro evento artístico nacional. Con la crítica el artista accede al sistema del arte. La propuesta de Echeverri suscita crítica, pues, tiene la pretensión de entrar en nuestros imaginarios estéticos, políticos, plásticos y sociales, y lo más importante, como todo artista, legítimamente quiere transfigurarlos. En la crítica se activa y sobrevive el pensamiento del artista.

La visitante ingresa directamente por la puerta lateral de la antigua capilla de las Clarisas, aquella que da a la carrera octava. Se encuentra en la Nave Central con unas videoinstalaciones que extraen pequeñas historias acerca de la vida de quienes padecen la minería colombiana, sus desgracias y sus avatares. Queda inquieta por el formalismo al que recurre el artista para instalar sus videos. Se pregunta acerca de la relación de estas pequeñas historias, con otras pequeñas historias de mujeres del siglo XVIII. No logra hilar nada respecto a esta relación. Refuerza su escepticismo acerca del arte contemporáneo en su modalidad “trabajo in situ”. Piensa y con suspicacia se pregunta: ¿en verdad esta exposición no es una muestra del extractivismo artístico y estético tan en moda en nuestros días?

Hasta este momento del recorrido, ni la visitante ni las clarisas hacen parte del pensamiento del artista: una y otras quedan marginadas, reducidas a espectadoras modernas, pero despojadas de los goces que ofrece el arte moderno. Se la aprecia deambular aburrida. A veces se entretiene mirando las bellas pinturas del lugar. Sospecha que el artista solo ha usado la devoción y los imaginarios de las clarisas para provecho personal. Se perturba con la idea, según la cual el artista no logra pensar los imaginarios de estas monjas ilustradas.

De pronto la visitante sale de la Nave Central e ingresa a la antigua sacristía. Se encuentra con el corredor por el cual transitaban las monjas cuando debían salir a confesarse en esta capilla colonial. El largo corredor permanece a oscuras. Habitualmente es iluminado con lámparas fijas que hacen visible alguna guía o alguna imagen. Echeverri suspende esta iluminación fija y se la entrega al visitante: lo emancipa diría Rancière. Esto es lo que hace un arte de imaginación: como Prometeo, el artista roba la imaginación a los dioses y se la entrega al vulgo, a los vulgares, a aquellos que son reprimidos como comenta con frecuencia Rafael Escallón en sus notas acerca de la champeta y los campetúos.

Mediante este gesto, de inmediato, el artista activa los imaginarios de las visitantes y se apropia de ellos. Aquéllas se sumen en la oscuridad y comienzan a jugar con las luces, a pesar de que el artista busca adoctrinarlas en una ideología específica que da réditos estéticos y económicos. Finalmente, Echeverri logra tocarlas, porque al tener la luz del entendimiento en sus propias manos lo comprenden todo. Se develan varias verdades: la de las clarisas y las de los mineros. Unas y otras sobrevivieron en túneles de amor y dolor, entretejiendo este último con el primero. Pero se muestra una verdad más fundamental: la venalidad de la época, la compraventa de emociones estéticas.

La comprensión de las visitantes se activa cuando el artista toca la imaginación de sus interlocutoras. No solamente los imaginarios de las “las olvidadas” por el artista. También la imaginación de aquellos cuerpos que en vivo se conmueven con la historia ingratamente olvidada de las clarisas. En lugar de las espermas y cirios, Echeverri recurre a linternas portátiles que la visitante usa para desplazarse a lo largo del corredor. La visitante se siente transitando por el túnel, o como una monja devota o como un minero resignado. A cada paso se encuentra con fotografías  que una vez son modeladas con bisturí,  el artista dispone en los nichos del corredor de sombras vivientes. La visitante siente que dispersa su luz sobre la oscuridad del arte que Echeverri castiga y enclaustra.

Hasta ahora, ninguna de las exposiciones del IX Premio Luis Caballero ha pensado las visitantes. A pesar de los olvidos del artista debidos al régimen cultural que opera en silencio en los imaginarios del arte contemporáneo, esta propuesta las toca y se las apropia. Echeverri gana la apuesta del reto de trabajar In Situ, pues, con las lámparas que entrega a las visitantes, estas se sienten a sí mismas dentro este espacio y se involucran como parte de esta propuesta crítica con la actualidad. En este momento, las visitantes lucen alegres. No se ven como el ignorante que producen algunos discursos de arte contemporáneo.

Ejercicios de sustracción recibe apoyo de la curadora María Alejandra Tapia. Los días 19, 20 y 21 de Octubre, Rodrigo Echeverri programó un Foro en el cual participarán expertos en el problema de la minería y algunos artistas que han producido imágenes a este respecto, como Chocolo, Camilo Bojaca Eduard Moreno Sanchez  y el curador Santiago Rueda. Modera Hannah Jane Ahern.

No sobra destacar que Santiago Rueda y el artista Julián Santana presentaron una propuesta para el 44SNA acerca de los estragos de la minería extractivista. Los artistas no pasaron el examen. El Estado colombiano no reconoce los efectos de la extracción como paisaje.

En este orden de ideas, Rodrigo Echeverri acierta con la invitación a los artistas, a que cuenten sus experiencias al respecto, a que elaboren en público aquello que han pensado acerca de este problema. Pensar es poner en común los problemas que configuran actualidad.

Para terminar, preguntamos: ¿qué buscan obras políticas y sociales como las de Doris Salcedo y Ana María Escallón para el Hospital San Juan de Dios de Bogotá? ¿Han aportado algo a la comprensión de los problemas que rozan? Preguntamos: entrar en las grandes colecciones de arte internacional como la del Banco de la República, ¿exige la ilustración de algunos temas de interés para las ideologías en boga?

Fotografías: cortesía Ricardo Muñoz

Desde Aquí: IV Bienal de Arte de Bucaramanga

Deslocalizar lo global: globalizar lo local

Jorge Torres presenta la propuesta para Desde Aquí, en la biblioteca Luis Ángel Arango,  el 8 de septiembre de 2017. Se trata de la deslocalización de la IV Bienal de Arte de Bucaramanga (IVBiab). En las versiones anteriores, la Biab contó con mayor presupuesto e invitó a un amplio colectivo de curadores y artistas afines al arte contemporáneo. Dirigida por Torres, en esta oportunidad la IVBiab cuenta principalmente con la convicción de este artista incorrecto según la cual esta Bienal debe mantenerse abierta, así sea realizando acciones políticamente correctas. Me pregunto, ¿vale la pena?

Reflexionada la propuesta Desde Aquí quedan algunas impresiones que es necesario elaborar en extenso. Torres está decidido a que este proyecto no cierre sus puertas. No puede terminar como las demás Bienales de Arte en Colombia, la última en fracasar fue la de Cartagena. Torres gestiona con las uñas. No sorprendería que esta versión de la Bienal sea superior a las anteriores, pues, mirarse a sí mismos en el mejor camino para mirar a los otros. En arte, los grandes presupuestos garantizan una profunda e inútil perfección, pero esto es poca cosa en un mundo imperfecto.

Torres habla acerca de la niñez olvidada de Colombia y de los problemas que esta circunstancia acarrea. El artista acota el arte encriptado sin sentido que impera en la actualidad. Expone el núcleo de la IVBiab, el cómo se pondrán en marcha los talleres artísticos para niños y niñas coordinados por artistas. El público retroalimenta. Relaciona la niñez con el juego. Se habla de recuperar la fuerza vital con la cual los niños y niñas transforman el mundo. Finalmente, Torres habla de la desmaterialización contemporánea del juego, de recuperar juegos tradicionales, de deslocalizar el Ego del artista, entre otros temas neurálgicos.

La relación que Torres establece entre niñez y juego es el eje que potencia la propuesta para IVBiab. Sin niñez, el hombre y la mujer disminuyen su existencia. Sin juego, sólo resta la docilidad y sumisión de los cuerpos. En juego emancipa. En este sentido, y forzada por la coyuntura económica y política, la IVBiab deslocaliza el arte contemporáneo, lo liberara de sus protocolos comerciales y estatales, lo fuerza a repensarse.

La IVBiab suscita algunas dudas y preguntas críticas. Sin embargo, una vez expuesta ampliamente la propuesta, se evidencia el mérito de la gestión de Torres y del trabajo de los artistas convocados. Torres juega entre la corrección política que demanda el trabajo de gestor y la incorreción política que anima toda propuesta artística. Sabe que sin crítica no hay verdad. Es tan importante, que, a mi modo de ver, Torres tiene hoy más claro que en este contexto artístico lo esencial de su propuesta no son los niños y las niñas y sus derechos. Aunque unos y otros son sumamente relevantes para la sociedad, y hay que luchar por su protección, la potencia conceptual de su propuesta consiste en habilitar para el hombre y el arte, para actualizar el arte de ser hombre o mujer, la dimensión esencial del juego. En efecto, el juego es asunto de niños y niñas, pero no se agota dentro de las clasificaciones que operan en la actualidad. El juego es el lugar en donde permanentemente el ser deviene sujeto y luego cuerpo. Son ingenuos quienes quieren acceder al cuerpo desde dentro, con base en un humanismo mercantil. Con el juego, acontece el placer de estar con otros y otras.

La IVBiab toca fibras sensibles. Con seguridad pone a pensar seriamente a las elites artísticas tan reacias al goce y tan proclives al panfleto conceptualista, a la arenga comunitarista, al griterío oportunista y a la propuesta facilista.  Los artistas contemporáneos declaran herejes a quienes reclaman al arte placer y juego. Conminan a la ciudadanía a pensar como ellos imaginan el mundo, nos roban la libertad de la experiencia y el sentido de la existencia. En este sentido, el artista contemporáneo reemplaza la libertad del encuentro con la ciudadanía por el adoctrinamiento ideológico. La propuesta para IVBiab pueda aliviar esta carga que el artista puso sobre los hombros de los ciudadanos.

Por estas expropiaciones de las cuales se hace responsable el arte contemporáneo, el público se ha encogido de hombros y le ha dado la espalda a los artistas. Bien pensada esta relación entre niñez, juego, artes y sociedad, la puesta en juego de la IVBiab, su deslocalización, puede sacudir el Arte Aristocrático que hoy impera impunemente en Colombia.

Dimo García y la actualidad del arte colombiano

Giorgio Agamben sostiene que el tiempo sagrado se lo tragó el tiempo humano, es decir, el humanismo burgués denunciado por Michel Foucault.

Propone recuperar la diferencia entre tiempo sincrónico o sagrado, y tiempo diacrónico o secular. Lo sagrado es una dimensión de la historia que fue suprimida por el frenesí utilitario contemporáneo. Sin esta diferencia no se comprende la historia del ser humano (Agamben, 2007: 124).

Respecto al Arte Contemporáneo, imágenes como las que vemos hoy en los alrededores del la Catedral Primera de Colombia a propósito de la vista del Papa Francisco a Bogotá, cuestionan, enriquecen y retan los valores comerciales que profesa el mundillo del arte. El Arte Contemporáneo es un Régimen Discursivo que se presenta como humanista, cuando es todo lo contrario. El humanismo del Arte Contemporáneo es una misantropía. Los vicios que cultiva los elabora como virtudes: es hipócrita, traidor, esnobista y cruel. Estas últimas características las analiza en detalle la pensadora Judith Shklar (1990).

 En este orden de ideas, los ritos que escenifica el dispositivo arte colombiano son vacíos de sentido, un conjunto de realidades desprovisto de la dimensión sagrada que Dimo García insistentemente reitera en sus prácticas artísticas, en sus debates críticos y en sus reflexiones estéticas.

Así sea marginal (tánto  mejor), por esa insistencia en la dimensión sagrada del ser humano, actualmente Dimo García tiene un lugar destacado dentro del arte colombiano.

Suenan campanas de alegría no solo para las ideas de Dimo García. El arte colombiano tiene la oportunidad  de repensarse nuevamente en este acontecimiento que conmociona al pueblo colombiano. Finalmente,   comprendemos el sentido de ser un pueblo actual, igualitario y libre. El artista actual responde el llamado del lenguaje que hoy nos sale al encuentro con la visita papal.

¡Bienvenido Papa Francisco a Bogotá!

Imagen: Dimo Garcia, La masacre de los santos inocentes (2011).

Bibliografía

Agamben, Giorgio (2007). Infancia e historia. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.

Shklar, Judith (1990). Vicios ordinarios. México: F.C.E.