fbpx

Alberto Baraya en la Quinta de los pájaros sordos

Alberto Baraya es uno de los artistas más serios con que cuenta el actual régimen artístico colombiano. Más serios quiere decir más finos cuando se trata de tejer los hilos que traen a la presencia un trabajo artístico. Por segunda vez, se presenta al Premio Luis Caballero (LC). La primera vez lo hizo en 2005. La propuesta registrada para aquella convocatoria del IV Premio LC, fue configurada bajo la idea de Expedición. En esa oportunidad ganó el premio Masa Crítica, del artista Fernando Uhía, quien actualmente es jurado del VIII Premio LC. Al parecer, no se ha diversificado mucho el arte colombiano en la última década. Sin embargo, las estrategias de Baraya sí han cambiado. Ahora, su pensamiento es más pensante, más pesante, el artista muestra inquietudes resueltas de manera más interesante para el campo del arte colombiano. En esta oportunidad, Baraya se sale del régimen de las descripciones y explora los infinitos mundos de las metáforas.

 

alberto baraya el fantasma de la igualdad de libertades

 

Baraya presenta un proyecto que sorprende por la claridad de las ideas, por la manera de documentarlas y por el rigor seguido en su exposición para el jurado nominador. Conocido el proyecto para el VIII Premio LC, en su momento lamenté la pesadez y el rigor argumentativos, pues, considero que este tipo de prácticas documentales, aunque importantes para las ciencias positivas y sociales, implementadas en los espacios del arte dejan poco espacio a la imaginación productiva de un artista. Sin embargo, pasé por alto que para los buenos artistas, ese poco espacio, ese pequeño intersticio, invisible para el lector lego, es suficiente para un hombre o una mujer de imaginación. Si en el esbozo de la idea del proyecto, Baraya es pesadamente discursivo, en acto fluye como el vuelo del pájaro, con bastante libertad imaginativa.

 

alberto baraya los comenzales de la seora de las artes

 

Las metáfora que configura la  desazón que Baraya  experiencia al entrar en contacto con la historia de la violencia, introduce en los espacios del arte colombiano una transformación en la manera de pensar este asunto tan complejo, delicado y sensible. Para comenzar, Baraya juega con los dos espacios que el  lenguaje configura. Relaciona dos textos antitéticos. Intuye que la relación prolífica es aquella que produce un choque de significados contrapuestos, detonando el acontecimiento de sentido real para la existencia de la historia del ser humano. Sentido es aquello que no cabe en un signo. La sensación de este no caber en lo común, es aquello que se denomina experiencia. Debido a sus últimas transformaciones, no es frecuente encontrar este tipo de ensayos metafóricos en el LC, pero los artistas que buscan alguna  verdad como suele hacer Baraya, se salen de los signos y van tras el sentido asignificante. Por un lado, el artista presenta un enunciado simple: ornitología bolivariana. Por otro lado, lanza al espectador un anunciado hiriente como una flecha de eros: la fábula de los pájaros. El pájaro como fábula complota en contra de la pretensión científica del otro lado textual explorado por Baraya. El primer texto describe, el segundo arrastra toda creencia, derrumba los prejuicios del sentido común, fulmina los egos cosificados, rompe los límites del signo. Este último se constituye en el espacio propio del arte, aquel en donde emerge la metáfora, con toda la fuerza de la cual es capaz. En la emergencia se propicia un conflicto que reconfigura la realidad común, aquella incapaz de comunicar algo sentido con verdad última. Como se sabe, desde Aristóteles la esencia de las artes es la fábula, la palabra que logra tocar la herida abierta al sentido.

 

alberto baraya los comenzales de las seoras de las artes cinco

 

Baraya interviene la mayoría de los espacios museísticos de la Quinta de Bolívar, un espacio poblado de signos sobre-ideologizados, como la mayoría de aquellos espacios a los cuales se les da acceso restringido a los artistas del Premio LC. Sin embargo, por la especificad de la acción es mejor decir que Baraya acota cada uno de los espacios puestos en juego.  En efecto, el artista juega con sus dos enfoques literarios. Los espacios metafóricos son los intervenidos  con mayor fortuna. Es el caso de la habitación de Simón Bolívar y el espacio del comedor principal. Con estos dos espacios hubiera sido suficiente, para llevar un poco de sentido a la Quinta de los Sordos. Sin embargo, Baraya debe resolver qué hacer con los demás espacios. Entorno a estos espacios metaforizados, procede entonces a realizar una poco afortunada serie de descripciones ornitológicas.  Satura los espacios restantes con fauna aviar, dispersando pájaros disecados por todas partes, amenazando con su acción restarle  fuerza a esas figuras potentes que logra instalar en la habitación de El Libertador y en el espacio del comedor, allí en donde las aves convocadas dejan de ser entidades cosificadas y se convierten en agentes activadores de sentido. A pesar de lo aburrido que resulta encontrar pájaros por todas partes pretendiendo describir relatos inaudibles, la voz que retruena en la habitación del comensal principal de la Quinta de los pájaros sordos y su comedor cortesano, se hace sentir en todos los espacios. Baraya logra detonar la fuerza expresiva del sentido de El Libertador, una fuerza capturada por el dispositivo museístico de la Quinta de Los Sordos, por el combo de los pájaros, o, como dicen los jóvenes de hoy, por “el parche”.

 

alberto baraya los comenzales de las seoras de las artes ocho

 

En la literatura de la política colombiana, pájaro es comprendido como un signo que anuncia violencia, aquella violencia con la cual se marca a las dos últimas generaciones de hombres y mujeres. Es un gesto atrevido instalar esta idea en la Quinta de los pájaros sordos (los pájaros son sordos, por ello algunos pueden cantar muy bien y por largo tiempo, dice un pensador antiguo.) La idea de Baraya tiene la potencia de dispersar alrededor una multiplicidad de configuraciones con sus respectivos sentidos. No obstante, si aún es posible mantener la diferencia entre acto y potencia, alguien podría afirmar que una cosa es la potencia y otra el acto. Por tal motivo, es oportuno preguntar: ¿se logra en el acto todo aquello que promete la potencia de la metáfora ensayada? El jurado del VIII Premio LC cree que no. Éste no logra sentir la presencia sensible de la idea en la metáfora.

 

alberto baraya los comenzales de las seoras de las artes seis

 

Los jurados de arte contemporáneo ya no creen en metáforas. El positivismo de este jurado, lo lleva a exaltar propuestas con funciones descriptivistas y a censurar propuestas metafóricas como la de Alberto Baraya. No comprende que el ser del arte no es una función, que no se le puede reducir al trabajo innoble de  describir las coyunturas artísticas, políticas y sociales de un país. Desde Baudelaire, los artistas tienen claro que la actualidad debe abordarse desde esa instancia eterna la cual convocan permanentemente con sus gestos. Ahora bien, alguien sin suficiente juicio puede sostener que la metáfora de Baraya no logra detonarse, que no alcanza a tocar ni la actualidad que perturba al artista ni la eternidad que reivindica su oficio de pensar la historia en la cual se encuentra inmerso. Sin embargo, a mi manera de sentir, pensar y percibir, al entrar en contacto con las figuradas pensadas en la habitación de Simón Bolívar y en la del comedor central, es mucho aquello que se siente: pasan muchas ideas en la percepción del espectador. Baraya ensaya una estrategia no descriptivista para tocar la violencia colombiana. Sólo así es posible tocar el sentido real de actualidad eterna que todo artista busca encontrar en los espectadores que le salen al encuentro. Baraya logra tocarlos. Paradójicamente, este tocar es un aporte importante al arte colombiano, quizá una sensación poco sentida por aquello que se puede denominar público expandido: los turistas del arte y de la cultura contemporáneos. Paradójico, porque la fábula de los pájaros no puede ser comprendida por el jurado. A pesar de esta incuria en el juicio, la metáfora se constituye  en un logro suficiente para aspirar a algo. Mucho más, si se tiene en cuenta que hubo muy poco toque real en la muestras en sitio específico del VIII Premio LC.

 

 

 

Comentarios

Deja un comentario

Ingresar con: