Por: Jorge Peñuela
Fecha: marzo 24, 2017
El brutal e impune asesinato del adolescente afrodescendiente Emmett Till, llega al Museo Whitney de Nueva York en una pintura de Dana Schutz.
A no ser por la inclusión de esta pintura en el evento, no nos habríamos enterado de que la Bienal del Museo Whitney sigue viva, o de que tiene algún interés para el público de no-artistas. No creo que la apatía en Nueva York con respecto al Arte contemporáneo por parte del público real, sea muy diferente de aquello que se percibe en Colombia en un Salón
Schutz nombra su pintura Open Casket (cofre abierto). Con él, la artista alude al gesto de la madre de Emmett Till. En efecto, para que los Estados Unidos se enteraran de la brutalidad de este crimen atroz, decidió dejar la ventanilla del cofre abierto para que todos pudieran apreciar el rostro desfigurado de su hijo, de apenas 14 años. El gesto de la artista es pertinente porque muestra que este cofre sigue abierto y que aún después de 62 años no se hace justicia a la memoria de Emmett y sus deudos. Se le crítica el modo de hacerlo y su derecho a tocar asuntos tan sensibles para las comunidades afro. Se le plantean varias preguntas: ¿con sinceridad se puede criticar al régimen del cual se beneficia? ¿Con qué derecho la artista se apropia de una memoria que no es la suya? En Colombia, estas preguntas nos recuerdan la situación en que está inmersa buena parte de su producción artística.
Un grupo de artistas reclama al Museo la remoción de la pintura de Schutz. Otros piden su destrucción. El debate está servido. Se pone en escena un choque de principios. ¿Cuáles prevalecen por encima de los otros? La artista y el Museo reclaman libertad de expresión y los dolientes del crimen de Emmett Till, exigen respeto por su memoria y por el dolor de sus deudos. Estos últimos, consideran que el Museo Blanco, apuntalado en la estética colonial del Cubo Blanco y regentado por la ideología Blanca, no tiene derecho a lucrarse estéticamente del trauma de las comunidades afrodescendientes.
Sin duda alguna, el Museo abre una herida mal cicatrizada. En 1955, Emmett fue brutalmente asesinado por supuestamente coquetear con una mujer blanca. Terminada la investigación del crimen, los señalados fueron absueltos por un jurado compuesto por hombres blancos. Años después, seguros de que los rígidos protocolos de la justicia impedirían reabrir el caso, los sindicados del crimen declaran que ellos fueron los asesinos. Sin duda alguna, un gesto bellaco y canalla que aún hiere, y con razón, no solo a las comunidades afro.
La Bienal Whitney se inauguró el pasado 17 de marzo de 2017. Apenas unos días antes del Día Internacional contra la discriminación racial. La respuesta al evento por parte de muchos artistas es rápida. Varios medios virtuales siguen el día a día de este escándalo mediático. Se trata de un debate muy parecido a lo acontecido con la obra Sumando Ausencias, de la artista Doris Salcedo. Las preguntas que se formulan hoy en Nueva York son las mismas que se plantearon en Colombia. Las suspicacias del público son las mismas. En Nueva York, en general las críticas performánticas no dejan lugar a dudas. Un espectador observa la pintura de Schutz y se puede apreciar en su camiseta la denuncia siguiente: la muerte afro convertida en espectáculo. En su momento, este mismo señalamiento se le espetó a Doris Salcedo
Fotografías: revista digital Hypperallergic.