Por: Jorge Peñuela
Fecha: abril 25, 2014
Dante: una poética desheroizada. Un ejercicio artístico de José Alejandro Restrepo
A pesar de que es muy conocido y frecuentado por la ciudadanía capitalina, el Monumento a los Héroes, en su intimidad, como nuestro mismo régimen político, es un espacio poco o nada conocido. Su realidad es aparente, es una ilusión ideada por el arte para ocultar lo real, para esquivar aquello que nos rehúye la mirada, que se resiste a ser nombrado (Foster, 2001).
La realidad es una ficción, es una estrategia artística para domar la violencia de lo real político: el conjunto de acciones contradictorias con el cual se sostiene un determinado régimen político.
Los bogotanos y las bogotanas a pesar de estar tan familiarizados con el Monumento a los Héroes, pueden decir poco de él. Ahora, si aceptamos que conocer en arte es aprender amirarse desde dentro, este Monumento requería una acción que facilitara la intelección y la modulación de ese saber, esa mirada a sí mismo que ama ocultarse. Y quién mejor que un artista para abrir ese interior oscuro, esa diferencia inasible, ese real material esquivo a la mirada de hombres y mujeres que merodean en sus entornos.
La subdirección de Divulgación de los Valores del Patrimonio Cultural y el Museo de Bogotá, orientados por Alejandro Burgos y Julien Petit, respectivamente, deciden gestionar la apertura interna del Monumento a los Héroes, un espacio heroico y de gran atractivo para la sensibilidad artística contemporánea. Para su inauguración como espacio expositivo, José Alejandro Restrepo fue invitado a pensar el espacio. Este artista es el ganador del premio Luis Caballero 2013. Como aún muchos y muchas recuerdan, Restrepo dejó dudas respecto a la pertinencia de su propuesta para este premio; en especial, se notó un prurito por experimentar técnicas de expresión alternativas sin el acompañamiento de ideas que justifiquen mínimamente la necesidad de esta exploración. La técnica sepultó a las ideas, la técnica estuvo al servicio de sí misma. La preocupación del artista fue anclada al campo de la innovación y no al de la creación. La innovación piensa en función de la técnica misma. La creación persigue con obsesión la igualdad de los seres humanos. No se puede confundir innovación con creación.
Ahora bien, si la intervención de 2013 en una de las salas de la Casa del Teatro Nacional no dejó mella en los espectadores, en la video-instalación Dante, realizada en el Monumento a los Héroes durante el mes de abril, el artista muestra todo aquello de lo que es capaz de crear cuando, en primer lugar, se tienen a la mano los espacios adecuados; en segundo lugar, cuando se dominan las técnicas apropiadas para el espacio elegido, y en tercer lugar, cuando se afinan las herramientas conceptuales y se cuenta con un apoyo financiero firme y generoso.
En Dante, y pesar de algunas debilidades, Restrepo despeja cualquier duda en quienes lo encuentran ansioso de técnica durante su participación en el premio Luis Caballero 2013. Tuvo la suerte de encontrarse con este espacio que reivindica sus prácticas, así sea imperfectamente. El artista despliega su inteligencia visual y espacial recurriendo a estrategias narrativas sencillas, fáciles de seguir. Por ello mismo, la curiosidad arrebata la imaginación de los espectadores. No hay que olvidar que la curiosidad es el origen mismo de todo saber, al cual, según Aristóteles, todos los seres humanos aspiran. Toda idea artística propicia la dispersión de múltiples saberes. A diferencia de la idea científica, el gesto artístico toca a los espectadores, les sacude el polvo con el cual son marcados por el sentido común, los lleva a sentir en sus cuerpos los pensamientos que hacen posible los diferentes saberes que en sus prácticas erigen hombres y mujeres.
En el Luis Caballero 2013, Restrepo confundió a los espectadores, en Dante deja claro que su técnica ha sido refinada y simplificada. La navaja de Ockham se aplicó virtuosamente. Todo para realizar dos propósitos fundamentales para los artistas contemporáneos. En primer lugar, para abrir un espacio para el acontecimiento de la Idea. En segundo lugar, para tocarel cuerpo de los espectadores. ¿De qué ideas se habla en el arte contemporáneo? ¿De qué cuerpos se ocupan los artistas? Se trata de la idea más fundamental durante los dos últimos siglos: la Idea de igualdad (Badiou, 2012). Asimismo, los cuerpos de su interés son los cuerpos marcados por el trauma de una verdad que reclama expresión (Foster 2001). Estos dos propósitos con frecuencia están íntimamente entrelazados en los ejercicios artísticos contemporáneos. Restrepo muestra solvencia en la comprensión de los cuerpos. No obstante, a pesar de que es un excelente lector, no logra relacionar efectivamente los cuerpos con las Ideas. Los cuerpos no evidencian sus ideas. Es el caso de las ideas detrás de su Dante.
Restrepo concibe una estrategia para generar la sensibilidad adecuada al ejercicio propuesto. Audazmente, dispone que la entrada al Monumento sea desde el techo. Para ello diseña una estructura externa y la instala sobre el monumento a manera de diadema. En uno de sus flancos, se instala una escalera lateral la cual absorbe a los espectadores desde el primer piso hasta el último. Durante el trayecto a pie, el espectador padece una modificación de su estado perceptivo, pues, todo ascenso súbito causa vértigo, angustia y desasosiego, justo el estado sensible que exige el ejercicio propuesto por Restrepo a los espectadores. Una vez en el techo, éstos toman algo de aire y observan el panorama nocturno de la bella apariencia de Bogotá. Los visitantes empoderados toman la fotografía de rigor para su facebook y de inmediato comienzan su descenso, supuestamente al infierno prometido por Dante y Restrepo, quizá un infierno previamente encarnado en las mismas miradas de estos visitantes siempre inoportunos. Poco a poco se encuentran con su propio infierno: los miedos atávicos que maniatan sus cuerpos, su miedo a sí, su temor de confrontarse con aquello que es común a una comunidad: sus miedos.
En un primer momento espacial, los espectadores se encuentran con unas imágenes tipo Nosferatu. Pronto descubren en sí mismos una voluntad de terror y sangre que les horroriza. Comprenden que las imágenes son sólo sombras de sí mismos, de su lado más oscuro y tenebroso. Este efecto, este encuentro recuerda a otro autor clásico, el poeta de la Alegoría de Caverna. La verdad de este miedo a sí mismo consiste en que, en sus soledades, los hombres y las mujeres son solo sombras largas y lánguidas. Continuando con su descenso, se siguen encontrando con más imágenes, esta vez corresponden a aquellas que manipula con frecuencia el artista. Un sonido inocuo de perros ladrando acompaña este recorrido. Hasta aquí nada sorprendente, excepto, la fuerza subyugante del espacio y de las sombras que lo envuelven y lo compelen a gritar sus horrores más secretos.
Se sigue bajando hasta llegar al primer piso en donde los espectadores se encuentran con un espacio que desestabiliza la percepción, se apabulla la imaginación y se nulifica el entendimiento común. A diferencia de los anteriores, sendos videos de gran formato se cuelan por los entresijos que dejan entremirar los muros. Son imágenes cotidianas que llaman poco la atención, principalmente, porque el espacio sigue cumpliendo con una misión dictatorial, con el ejercicio de una heroica y soberbia soberanía: dominar la percepción de los espectadores con su materialidad crudamente singular. En el ir y venir constante de imágenes a lo largo del espacio, se muestran algunas de aquello que puede ser una película antigua acerca del infierno de Dante. El sonido que acompasa cada una de las imágenes se confabula con el espacio para que los espectadores no busquen aquello que ninguna imagen es capaz de mostrar. La realidad siempre engaña, nunca tiene el coraje de mostrar lo real.
Las acciones de Restrepo realizadas para el Luis Caballero 2013 fueron representativas, comprometidas más con el teatro que con la performance. En su Dante, las imágenes no pretenden representar el Infierno, pues, ningún humano es capaz de hacerlo. Aquello que cuenta para el artista es generar la experiencia perceptual del infierno, hacerlo vibrar en el presente, no representarlo. Restrepo está pensando en los imaginarios que abrazan los espectadores, no tanto en las imágenes requeridas o adecuadas para colgar en este tipo de lugares. Sabe que ninguna imagen puede disputarle su fuerza al espacio que le alberga en sus entrañas. A cambio, crea en los espectadores la sensación de infierno. ¿Qué es lasensación de infierno? No es otra cosa que la sensación de universo de la cual habló Valery (1998). No poca cosa: se trata del abrazo eterno del bien y el mal: su indiscernibilidad plástica. Mediante esta experiencia les hace sentir que están en el infierno universal.
Por lo menos alguna vez, ¿quién no ha pensado que vivir en Colombia es vivir en el infierno? ¿Quién no piensa que esta percepción relaciona sin ambigüedades vivir y gozar? Vida y gozo siempre van de la mano. Su conjunción excluyente es el infierno. ¿Es imposible separarse de la idea según la cual el infierno es gozo violento y permanente? Lo que se muestra en Dante se muestra por sí mismo, sin representaciones, sin que el espectador tenga que recurrir a las imágenes para adquirir la sensación de infierno, así entre ellas el espectador culto descubra, como ya se dijo, algunas imágenes sonsacadas a alguna película acerca del Infierno de Dante.
Si Restrepo concibió alguna alegoría o metáfora en su evocación del poeta italiano, no se siente la presencia de la idea en su crítica a la poética de Los Héroes. Explicar una metáfora no tiene sentido, pues, su fuerza se siente o no siente. La debilidad de los ejercicios de Restrepo consiste en que es necesario explicarlos. El arrebato momentáneo de la imaginación es suspendido y el placer exiliado.
Falta un amarre contundente para intensificar el gozo y evitar que desaparezca una vez se abandona la edificación. Tal y como está planteado, el anacronismo consiente pensado por el artista no produce efectos concretos en la actualidad. El choque anacrónico no produce el efecto deseado: develarnos algo en la actualidad. A pesar de la gran dificultad, faltó algo. Quizá generar más fuerza visual o, por otro lado, realizar una intervención sonora más audaz e intensa, tal vez agresiva. En su mayoría los espectadores de Dante son jóvenes y pueden soportar la intensidad de un gesto artístico llevado hasta el límite. Esta carencia de intensidad debilita el loable ejercicio de Restrepo.
En Colombia, desde las primeras exploraciones del arte contemporáneo, Dante está presente en el pensamiento de los artistas. Uno de los primeros en explorar las ideas del poeta es Álvaro Barrios. La propuesta Inferno de Jaime Franco para la cuarta versión del premio Luis Caballero en 2007, es una de las últimas. En la propuesta de Restrepo falta explorar una Idea tan fuerte como la enormidad del espacio que se atreve a mirar de frente, pues el Infierno de Dante se muestra diezmado, incapaz de articular la voz en este espacio gimiente. En la actualidad, no es fácil afectar un espacio tan sombríamente autoritario como el Monumento a los Héroes. El espacio hizo trizas el propósito del artista. El anacronismo queda depotenciado, desprovisto de su fuerza subversiva. En arte, la función de todo anacronismo consiste en convocar lo real para volver trizas la realidad que vela la actualidad de lo real, de lo reprimido (Foster, 2001).
El sonido de los perros ladrando que acompañan al espectador o alertan al espacio acerca de su presencia, aporta poco a la situación que se quiere detonar en la percepción de los visitantes. Sin embargo, así su uso sea ingenuo, en las video-instalaciones de los pisos superiores, el ladrido es la figura más destacada del segundo momento espacial de la video-instalación. Allí contribuye poco al ejercicio de intervenir la percepción del espectador. Tampoco ayuda a prepararlo para la experiencia del espacio más profundo en la exploración del sentido de lo real no dicho por los Héroes, la verdad abyecta convocada por Restrepo. Si por lo menos se pudiera conjeturar que los aullidos de los perros son las quejas del inconsciente del cuerpo político o colectivo, se tendría una idea que articulara mínimamente, que sostuviera con firmeza el ejercicio. Pero hacer esta intervención simbólica es sobreinterpretar el gesto del artista.
A futuro y cuando el espacio lo amerite, como es el caso que apostillamos, Restrepo deberá considerar otras alternativas expresivas e introducir en sus instalaciones sonido en vivo, mejor concebido y construido, menos efectista. Ahora, si su interés en este momento es laestética del terror tan en boga en el cine experimental de Nueva York durante los años ochenta del siglo XX, pues, la cita sonora y visual debe ser más intensa, directa y creativa. El Monumento a los Héroes es un espacio ideal para hacer puestas en acto interdisciplinarias. Rodolfo Acosta, compositor de música contemporánea, ha realizado varios ensambles interdisciplinarios en este tipo de espacios con excelentes resultados. Pero hay otros artistas interesados en este tipo de experiencias, que realizan prácticas alejadas del artista solitario, soberbio y todopoderoso.
Si tuviera la oportunidad de sugerir una idea a Restrepo acerca de la actualidad de su ejercicio y de aquellos que habrán de venir, diría que la presencia del voyeur es algo presente en toda la video-instalación de Dante y los Héroes. En varios momentos el espectador se encuentra con registros de acciones que se resisten a ser develadas pero que sin embargo exigen expresión y verdad. El espectador interpreta, se vuelve actor, juega el papel de mirón. En Dante, todo se confabula para reforzar la cultura del voyeur, del mirón obseso en sí que es atraído, arrastrado irremediablemente hacia lo real. Sin embargo, se le teme tanto que sólo se le puede mirar desde lejos con la protección de un poeta. ¿Qué tanto ayuda el poeta a acercarse a lo real abyecto? Ese real que se teme es lo reprimido en la experiencia de los cuerpos de una polis deseante de acontecimientos, en especial de la Idea de igualdad que abre espacios para el disfrute igualitario del goce público con los cuerpos. Este real es una oportunidad que se le abre a Restrepo para refrescar las inquietudes puestas en acto en cada uno de sus gestos. Como las guerras que asuelan a Colombia, el componente “político” de sus ejercicios previos acusa fatiga.
En la experiencia del mundo contemporáneo se aprecia un desplazamiento del espectador al voyeur, del sujeto universal, del observador neutro, hacia el sujeto marcado por el trauma que infringe la experiencia de lo real político o sexual. Si se carece de recursos creativos para generar placer corporal catártico, el trauma queda sin tratar. Ahora bien, política y sexo andan siempre de la mano, pues, la política se ejerce en y con los cuerpos. Aquello que se denomina cuerpo es la promesa de sexo permanentemente diferido (Cassin, 2013).
La relación entre política y sexo es tabú en los ejercicios de Restrepo. Restrepo es demasiado filósofo: no goza su cuerpo en sus prácticas, sus ejercicios no evidencian el goce de ser caído. Está obsesionado con el credo tenebrista que niega el cuerpo y el placer de ser otro en sí. Esta carencia es intuida por los espectadores, intuición que les cierra cualquier salida a su propio goce. Su entendimiento padece el imperio de un arte conceptual no suficientemente comprendido y decantado. Debe recordar que si el espectador moderno niega el goce, por el contrario, el voyeur contemporáneo se extasía en él. El gozo es el todo en que se modela lo real en todo trauma infernal.
Es necesario devolverle a los espectadores el cuerpo que los artistas les raptaron, es urgente reivindicar de nuevo el placer emergente en los cuerpos. En Dante, Restrepo muestra que tiene las herramientas para desplegar esta cruzada. A espaldas del artista, si algo queda claro en este ejercicio plástico es que, amparados en la oscuridad, los espectadores convertidos en voyeurs evidencian sus traumas y gozan de sus miedos a sus anchas. Restrepo indirectamente logra que los visitantes gocen, así la estética del terror aquí implementada haya sido explorada tímidamente. Los artistas son artistas por no tener miedo a quebrar los principios que se convierten en obstáculos para el goce de una imaginación libre y abierta. Botero ya no goza. Tiene otros intereses que no son los de la vida ni de los de la polis deseante de igualdad. Al contrario, el vigor desplegado por Restrepo en su Dante, indica que está en el mejor momento de su existencia. Deja claro que puede hacer frente a la vida y a los diversos intereses de una polis desheroizada. Muestra que está presto a reinventar el placer como práctica del arte de la igualdad. Este atisbo al placer del mirón es una salida que encontrará adeptos en el campo del arte. Para un juicio aprobatorio, esto es lo que cuenta, digan lo que digan los manieristas conceptuales. Los voyeurs que tuvieron la oportunidad de escudriñar los adentros del Dante de Restrepo, cada uno a su manera y en diferentes intensidades, gozaron esta experiencia, por lo tanto, dieron su aprobación. El juicio de la mayoría es lo que cuenta, una mayoría que los artistas contemporáneos han despreciado con pedantería.
En general, es un buen ejercicio plástico y una experiencia sensorial sorprendente. Asombra que previamente Restrepo no haya tenido conocimiento de este espacio monumental para realizar su propuesta al premio Luis Caballero 2013. Sorprende también la ceguera conceptual de los funcionarios del Distrito que conociendo la riqueza visual, espacial y simbólica de este espacio, no lo hayan propuesto a los artistas nominados. Ahora bien, teniendo en cuenta que está en marcha la próxima versión de la octava versión del premio Luis Caballero, y que una las promesas incumplidas del Idartes al campo del arte bogotano es dotarlo de una sede propia para la Galería Santa Fe, sería interesante seguir invirtiendo recursos económicos y simbólicos en el Monumento a los Héroes. De la dispersión acrítica y turística por toda la ciudad, la cual fue experienciada en la séptima versión del Premio, queda nada. No sobra recordar que el Monumento a los Héroes fue uno de los espacios propuestos por el Idartes para albergar a la Galería Santa Fe, la cual, desde entonces, está saltando de tumbo en tumbo, con altos costos para las arcas del Distrito Capital. Ojalá se estudie la próxima realización del premio en este espacio vigoroso y exigente, tal y como lo exige un premio como el Luis Caballero.
Sin duda alguna, la feliz iniciativa de Alejandro Burgos y Julien Petit abre muchas expectativas espaciales para el arte colombiano que se realiza en Bogotá.
BIBLIOGRAFÍA
Badiou, Alain (2012). El despertar de la historia. Buenos Aires: Nueva visión.
Cassin, Barbara, (2013b). Jacques el sofista. Lacan, logos y psicoanálisis. Buenos Aires: Manantial
Foster, Hal (2001). El retorno de lo real. Madrid: Akal.
Valéry, Paul (1998). Teoría poética y estética. Madrid: Visor.
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