Laura Holguín, la inquietante inquietud

Laura Holguín tiene un gran talento para hilar metáforas y narrar historias visuales con las manos, como práctica de un cuerpo sin voz que se atreve a salir del olvido de sí. A pesar de que los énfasis plásticos que perfeccionó en la Academia son la cerámica, el dibujo y el grabado, durante su propuesta de grado despliega una gran empatía con la escritura, pero no tanto con la escritura como práctica intelectual, representacional,  sino como práctica corporal; la primera excluye, la segunda abre, excribe un sinnúmero de relaciones. Laura excribe acerca de los cuerpos violentados e invisibilizados como son las violencias a niñas, niños y adolescentes. Luego de explorar varios medios de expresión, se centra en la excritura de ese cuerpo sentido que no ha logrado una escritura reparadora a pesar de las marcas psicológicas que en su cuerpo claman por una elaboración refinada, plástica; a través de una poesía silente, Laura explora una memoria aun en bruto que se niega a quedar sepultada bajo el olvido que la cultura le impone a las múltiples violencias machistas.

La propuesta de Laura Holguín es excritural en el sentido acabado de enunciar. Se trata de una escritura de sí, como llamó Michel Foucault a una práctica contra-cultural que se desplegó durante los últimos siglos del mundo clásico en la Grecia Antigua y en los primeros siglos del naciente imperio cristianismo. La escritura como cuidado de aquello, de aquella verdad que no fue atendida oportunamente, no es un medio más, tampoco una técnica árida; este excribrise del cuerpo es realizativo, por sí misma configura una realidad rica en imágenes inconexas que al ser recuperadas y puestas en manos de la artista quedan liberadas de sus rosarios de  miserias y le permiten al cuerpo sin voz dejar su pasado en claro, como Octavio Paz lo manifiesta con verdad y justa precisión visual. Como nos enseña Penélope, el cuerpo se hace y deshace en la escritura. 

Laura Holguín no solo se inquieta por su entorno más personal. A pesar de que su proyecto se centra en la creación en el sentido más tradicional, explora otros recursos junto a técnicas de investigación para estudiar el abuso cultural de las niñas y los niños como ethos, como manera de sobrevivir en lo abyecto. Y no solo investiga, realiza prácticas de taller para comprender intensamente aquello de lo cual no había podido hablar por falta de recursos adecuados. Su proyecto de grado es una intensidad que se despliega en bellas pero inquietantes imágenes. No obstante la belleza de sus imágenes quebradas por la pezuña del macho cabrío, la propuesta de Laura Holguín no se deja reducir a un esteticismo vacuo. La oscuridad desde donde las imágenes de Laura se escapan deben ser bellas para que sin horrorizar puedan dar fe del horror del silencio y el olvido. Lo bello no fulmina, pero inquieta, no apacigua pero reconforta. Se excribe ese cuerpo que no sabía que era cuerpo. Excribir ese dolor del cuerpo muestra que quizá no todo está perdido. 

Paralelamente a sus exploraciones en esta cultura del abyecto abuso infantil, Laura trabaja una excritura corporal que se despliega en el modelado de piezas cerámicas.  El resultado es un bello conjunto de pequeñas piezas escultóricas que inquietan a quien entra en contacto con ellas. Laura logra activar ese sentimiento que Freud pensó como un juego entre lo familiar y lo no-familiar, entre aquello a lo cual estamos acostumbrados por la cultura, y el horror que nos suscita ese tipo de imaginarios sociales aceptados en lo más oscuro de la cultura. Si en el texto escrito que acompaña su propuesta Laura juega entre lo familiar y lo-no-familiar, el texto de la instalación cerámica fulmina debido a que desata una serie de recuerdos inconscientes que no sabíamos que teníamos. La propuesta de Laura Holguín es una escritura silente de lo inconsciente. 

Fotografía: cortesía Laura Holguín.

Proyecto de grado de la artista Yessica Vásquez

 

La propuesta de Yessica Vásquez se localiza en un momento crítico para la humanidad: una pandemia global y múltiples estallidos sociales en varios lugares del planeta. En muchos casos, los dos fenómenos dejaron una huella profunda en la humanidad, en otros, activaron procesos de reflexión profunda sobre una misma. Este es el caso de Yessica Vásquez. En efecto, el análisis de la estudiante se ubica en una zona perceptual compleja por las circunstancias ya mencionadas pero también por el pasado vivo que asedia a la artista. Hay una necesidad expresa de aclarar un pasado personal que ha marcado su vida y con el cual Yessica debe enfrentarse como artista. Pero no se trata solo de hablar de ella misma, también encontramos en su propuesta una reflexión acerca de un entorno cultural muy violento con las mujeres.

Lo primero que Yessica Vásquez realiza es la exploración de los medios plásticos de los que dispone; decide experienciar otras posibilidades de mirar aquello reprimido que rehúsa ser mirado por una palabra inquisidora.  De esta manera, Yessica llega a la experiencia de la escritura, se sumerge en la escritura de sí para salir de sí, como Michel Foucault llama a esta experiencia contra-cultural. Sin embargo, el trabajo de la artista no es acerca de la obra conceptual de Foucault, principalmente, su propósito consiste en realizar un duelo efectivo por aquellos sucesos para los cuales nunca antes tuvo espacio ni palabra en su sentir. 

Yessica decide trabajar poéticamente sobre sí misma para dar cuenta de una realidad de la cual a una mujer le queda difícil salir ilesa. Explora varios medios plásticos como el video y las esculturas blandas. Finalmente encuentra en la poética de la palabra mesurada la comodidad que requiere su proceso creativo. Poco a poco se percata de que puede recurrir a la escritura como un ejercicio perceptual dentro de un cuerpo personal y social adoloridos. Su duelo es por ella, pero también por el lenguaje y por una cultura que le cerró muchos espacios.  Cada palabra en su poética fue largamente meditada, pensada. Nada hay de superfluo en la expansión de su cuerpo a lo largo de esta poética escritural. 

Yessica Vásquez es modelo de transdisciplinariedad, transforma las disciplinas que la formaron como artista. El resultado de su trabajo es excepcional porque logra pensar una poética precaria, como toda poética de duelo, que la libera de un pasado que no cesa de amedrentarla, como mujer, como artista y como ciudadana. Su poética se desdobla en una instalación y en una performance que tridimencionaliza la palabra pensada una y otra vez, de manera constante y rigurosa a lo largo de un año de intenso trabajo esmerado.

Las esculturas performánticas de Andrés Bueno: personajes emergentes para una historia pendiente por contar.

Mediante el diseño y confección de trajes (prendas, vestidos, ropas, atavíos, hábitos), Andrés resalta el viejo principio aristotélico para las artes poéticas: no hay obra sin historia.

Andrés Bueno recoge en una prenda historias de vida esencial que debe parecer, mostrarse como inesencial para no arriesgar su esencialidad (Heidegger).

Las prendas de Andrés Bueno se constituyen en el soporte, en la piel que sus personajes necesitan para desplegarse y recoger la experiencia de ser un artista actual, que actúa, que transforma con amor la sensibilidad avasallada.

El sábado 10 de febrero, invitamos a Andrés Bueno a dar un taller dentro de la electiva de la facultad de Artes ASAB, Estéticas drag, trans y queer para una sociedad igualitaria. Nos sorprendió gratamente con su propuesta de escultura performada.

Andres Bueno es un artista de nuestro tiempo, un tiempo cruzado y sacudido no por el grito desgarrado de Edvard Munch, a finales del siglo XIX, sino por las múltiples poéticas que emergen de un pueblo despojado de habla, de piel, de escritura. Las poéticas de los artistas actuales anuncian desde ya el siglo XXII.

En Andrés Bueno hay un saber porque se atrevió a saber, como recomendaba Kant, porque se atrevió a probar la vida real, como recomiendan hoy las disidencias de género y sexuales. Las técnicas plásticas que la Academia le proporcionó le sirven a Andrés para interpretar las huellas de grandes performers, a nivel nacional e internacional, pero también para elaborar las marcas que comienzan a dar sentido a nuestro tiempo.

Andrés Bueno es un artista plástico que incursionó con coraje de verdad en los movimientos contra-culturales que están transformando nuestra manera de percibir nuestra realidad. Ser es percibir el fluir de la existencia a través de los signos que las poetas piensan.

De regreso al alma mater, Andrés Bueno habló a les estudiantes acerca de sus talleres en contexto social, de las historias detrás de los trajes con los cuales irrumpe en contextos de violencia, entre otros tópicos, Sus trajes son hechos por él mismo, son pensados para hacer frente a las violencias de las cuales es testigo.

Andrés Bueno nos sorprendió gratamente, nos ofreció caminos plásticos aún inexplorados a fondo por las artistas drag y vogue colombianas, prácticas que solo pueden ser performánticas en la medida en que sean plásticas. Andrés Bueno nos muestra que la calidad plástica de los signos-elementos que una poeta despliega en una performance, determina su poder de afectación, de transformación de sí y de los otros (Foucault).

Gracias maestro Andrés Bueno por su generosidad, también a Dayanne González y Bryan, estudiantes de la Universidad Pedagógica que apoyaron esta conferencia performántica, adivinatoria, poética, la mantica, es el arte de las poetas.