¿Es posible un arte sin belleza ni humanitarismo?

Antes de su llegada a Cartagena en donde el Festival de Cine de esta ciudad le rendirá un homenaje, Isabella Rossellini responde unas preguntas de El Espectador.
Hija de dos leyendas del cine, sigue desplegando esa  belleza violenta y siniestra que puso en escena en Blue Velvet. ¡Ay  del toque siniestro a  la belleza! ¡Sólo el hombre puede ser siniestro! ¡Sólo por él es posible aún la belleza en toda su violencia contestataria! ¡Toda una revelación para la contemporaneidad!

Ahora bien, la periodista le pide a Isabella que defina la belleza. Pero,  ¿cómo definir la condición siniestra de lo bello que configura a los que hablan durante un día cósmico? Ella responde que no puede haber una definición de  belleza porque esta noción  está hoy demasiado comprometida con la cosmética, “(…) funciona más como un juguete comercial para vender revistas y, a la vez, publicidad.” ¡Tal cual! A esto quedaron reducidas las artes por cuenta de la emancipación de las mercancías. Isabella no habla de sus obras humanitarias.  El pudor se lo impide. Es inmoral hacer el bien a quien más lo necesita, sólo para reducir impuestos o vender mejor los productos artísticos.

Pregunta la periodista. “La filantropía es como un sello registrado de las figuras públicas. ¿Cuál es su posición?”

“No me gusta en lo que se ha convertido. Y eso no quiere decir que no sea generosa o que no esté atenta a lo que está pasando. Pero, la verdad, no me gusta hablar de eso. No me parece bonito que la gente exhiba sus buenas causas o su generosidad para caer mejor o tener mejor prensa. Me molesta mucho. Hace tres años, cuando daba entrevistas, me preguntaban si tenía novio; ahora no me hacen esa pregunta (seguramente por la edad), pero sí “qué doy a cambio de…”. Es casi como un estereotipo. Antes era una cuestión privada. Recuerdo que mi madre era bastante reservada con sus tareas filantrópicas.”

Ojalá los artistas que despliegan su humanitarismo a través de los medios pasivos de comunicación aprendan esta lección. Shakira, Juanes, pero sobre todo el señor  Alfredo Jarr.

 

Para leer la entrevista, por favor siga el enlace:
http://www.elespectador.com/impreso/cultura/gente/articulo-325957-me-molesta-exhibir-caridad-isabella-rossellini

Tupi, or not tupi, that is the question: manifiesto caníbal por Gonzalo de Pedro Amatria

En un sugestivo artículo, el autor publica una crítica de la  película de Pedro Aguilera, Naufragio.

Amatria redescribe el “Manifiesto antropófago” del poeta brasileño Oswald de Andrade, para analizar la inversión lenguajica que propone y elabora el cineasta español en torno a Viernes, el protegido de Robinson Crusoe: “En primer lugar, le hice saber que su nombre sería Viernes, que era el día en que le había salvado la vida. También le enseñé a decir amo, y le hice saber que ese sería mi nombre”, nos recuerda el autor. Más provocadora no puede ser la actualización de esta problemática, en esta época en que unos pocos tiburones transnacionales están empeñados en que los llamemos “amos” y amemos nuestro destino: ser devorados por ellos.

En esta oportunidad el naufrago neocolonial llega a las costas españolas bajo el nombre de Robinson, el nombre del amo colonial. Robinson, “(…) sin embargo, no se asimila, sino que engulle y digiere aquello que el poder le impone, como parte del proceso que le llevará a consumar su venganza por tantos años de dominación, por tanto dolor, por tantos años de explotación”. Este gesto de Robinson-Viernes, justifica el que Amatria cite al poeta brasileño:

“Sólo la Antropofagia nos une. Socialmente. Económicamente. Filosóficamente. Única ley del mundo. Expresión enmascarada de todos los individualismos, de todos los colectivismos. De todas las religiones. De todos los tratados de paz. Tupi, or not tupi, that is the question. Contra todas las catequesis. Y contra la madre de los Gracos. Sólo me interesa lo que no es mío. Ley del hombre. Ley del antropófago.”

¿Alguien en Bogotá sabe dónde podemos ver o comprar esta película?

 

Para leer el artículo, por favor siga el enlace:
http://salonkritik.net/10-11/2012/01/manifiesto_canibal_gonzalo_de.php#more

Vanity Fair

“Los jugadores de cartas”, una de las cuatro “copias” “originales” de un cuadro de Cézanne, ha sido vendida por 191,6 millones de euros, algo así como $450.000 millones de pesitos colombianos.

Sin duda alguna, este es un síntoma más de la catástrofe humanitaria que estamos padeciendo por cuenta de esta elite comercial que tiene a la mayor parte del planeta sumida en la miseria, y todo, para poder presumir de cultos y civilizados con estos precios infames de “copias originales”. Un precio así es señal de barbarie. La vanidad capitalista no es más que eso, una barbarie.

 

Para leer el artículo de la revista Semana, por favor siga el enlace:
http://www.semana.com/vida-moderna/cezanne-cuadro-caro-historia/171634-3.aspx