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Miguel Ángel Rojas, Suspendido, Una y otra vez…, hoy en la Galería Casas Reigner


Una y otra vez, las tardes suspendidas recoge imágenes de Miguel Ángel Rojas que, pese a su antigüedad, no habían salido del taller del artista. Quizá porque nos parecen algo familiares, tendemos a creer que las conocíamos. Imágenes como las que compartimos hacen parte de la obra temprana del artista, la más intensa, la más inquieta con lo no-familiar familiar tematizado por Freud, por lo tanto la más auténtica; por eso hablamos sin dudarlo, de obra. Obra es aquello que se construye pública y críticamente. Aunque debido al carácter personal del dibujo y la mirada hacia sí mismo, se puede decir, que se tratan de ejercicios de autoexamen del artista. 

Pese a la cantidad de enfoques con los cuales se ha querido domesticar el imaginario de Rojas, ese “no—sé— qué” que punza en las imágenes ha logrado esquivarlos. Esta historia de exclusión es inaprehensible, aún no se deja contar. El discurso espanta al yo real, al no-familiar familiar. Los discursos de moda que promueve tanto el Estado como el Mercado, o la alianza entre uno y otro, no han logrado arrebatarle esa fuerza underground que nos pone a temblar, de miedo, pero sobre todo de gozo. En todo goce hay un miedo que enriquece la existencia. Sebastián Mesa y Paula Bossa, curadores de la exposición, aportan una reflexión que surge de un interés investigativo serio. Mesa realizó una investigación como culminación de su maestría, con aciertos y algunas ideas controvertibles. Sin duda alguna, una buena investigación es aquella que se puede controvertir. Esto es señal de que dice algo aún no dicho. 

Por otro lado, no menos importante que la interpretación, y a pesar de que mucha agua ha corrido por debajo del puente de las ferias arte de contemporáneo y seguirá corriendo hasta que tengamos otro régimen, estas imágenes se constituyen en síntomas políticos y sociales de una época que aún no termina. Restan como preguntas sin tramitar, ni siquiera dentro del reducido mundillo del arte. Los artistas se caracterizan por constituir una diferencia común, una fuerza resistente que opera desde el interior de los dispositivos artísticos. Miguel Ángel Rojas hace parte de este grupo de artistas. 

Las tardes suspendidas es una figura potente, nos permite atisbar en el ethos marginal que Rojas husmea. Las obras en mención suspenden el tiempo, sacan al visitante de su cotidianidad. Inclusive,  pueden constituirse en ejes para orientar un seminario de investigación acerca de lo marginal en los años setenta y ochenta del siglo XX. La actual exposición en Casas Reigner nos da el título del Seminario: las tardes suspendidas del arte colombiano. Quizá encontremos que las páginas más intensas del arte colombiano se nos dan cuando los artistas nos logran suspender las aburridas tardes del arte colombiano. Aquellos que nos sumen en la violenta cotidianidad que nos ahoga, escriben las páginas más aburridas y sumisas del arte colombiano. Hay algo sumiso en Rojas, por lo tanto aburrido, pero en nuestros imaginarios persiste la idea de que Rojas es uno de los artistas más intensos.

Los estudios de maestría de Sebastián Mesa se constituyen en el enfoque que permite mostrar a un Miguel Ángel Rojas algo diferente. La mirada es aquello que debe indagarse dentro del contexto familiar no-familiar que propone Mesa. En palabras de Mesa, se trata de refutar algunos de los mitos con que se rodea la obra temprana de Miguel Ángel Rojas, en cuanto a los espacios de inspiración y a sus motivaciones más personales. 

Agradecimientos: Sebastián Mesa.

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