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Enemigo Público: la invención de un pueblo, el que nos falta * 

A lo largo de muchos años, el Estado ha financiado muchas intervenciones onerosas en el Monumento a Los Héroes, algunas de ellas bien pensadas y ejecutadas, otras demasiado arribistas e inanes como para ser bien recordadas. Sin embargo, ninguna de las obras que hemos visto instaladas hasta hoy en este espacio aparentemente público, tiene la fuerza inventiva, la contundencia conceptual ni la potencia transformadora que despliega Enemigo Público sobre la fría piel de este lugar cerrado, selecto y por ello mismo excluyente. Sin duda alguna, es un grito revolucionario que los medios de propaganda neoliberal como el Ministerio de Cultura tratarán de ahogar y borrar del mapa cultural colombiano. 

Son muchas las virtudes que se aprecian en este mural urbano levantado en perspectiva performántica. En primer lugar, su espíritu solidario con las movilizaciones sociales y la cooperación entre los artistas que lo hicieron posible. Fue bello verlos trabajar durante horas con la tranquilidad de un sabio indú. En segundo lugar, la técnica,  la delicadeza, la destreza y la precisión del dibujo. No es fácil realizar esta tarea en una sola jornada, sin andamios ni la tecnología que exige una intervención de esta magnitud. Se necesita no solo coraje. Hace falta mucho amor por lo que se hace. Cuando el coraje  y el amor se unen  acontece la solidaridad para cambiar nuestra cotidianidad más egoísta, esa que nos hace creer que la sobrevivencia se logra de manera individual. Los artistas de Enemigo Público nos permiten comprender que el gobierno carece de estas virtudes esenciales, evidencian que con la promoción del egoísmo por parte de la Economía Naranja, no vamos a ningún Pereira. 

En tercer lugar, es virtuosa la manera en que se pone a jugar la idea, el concepto y la figura. La idea consiste en cuestionar esta tumba vacía que es el monumento a Los Héroes. El concepto muestra una alternativa instalativa a los artistas contemporáneos adoctrinados con la ideología de la víctima. Sabemos que bello es todo aquello que es producto de una colectividad amplia, diversa e incluyente. Bello es el gesto que inventa un pueblo. Con este tipo de propuestas se está inventando la Colombia que las y los jóvenes sueñan. El colectivo parió esta bella intervención con un propósito: recuperar la figura, la metáfora del héroe y la heroína para librarse del dispositivo neoliberal de la víctima. La cultura de la víctima es derrotista. El dispositivo neoliberal nos quiere derrotadas y derrotados, cuando no violadas y violados.  La figura del héroe expresa el reconocimiento a aquellas y aquellos que con sus luchas nos han dado motivos para persistir en mantenernos caminando unas al lado de los otros. 

En cuarto lugar,  su apuesta política sin politiquería reta no solo los protocolos comerciales del arte de Estado, comercial y contemporáneo. El arte político contemporáneo es politiquero porque no inventa el pueblo que nos falta, que nos han negado. (El Estado sólo garantiza la libertad de ir al estadio de fútbol). En lo esencial,  Enemigo Público se constituye en la mejor obra de arte vista en los últimos años en Bogotá. Por su impacto estético, por su relevancia política y por su reconocimiento social, merece ser recordada. En quinto lugar, es evidente que estos artistas anónimos no quieren figurar en catálogos o historias del arte oficiales, ni en viajar a Bienales ni en recibir reseñas lisonjeras de revistas comerciales de bienes suntuarios, como sueñan la mayoría de los artistas de Feria de Arte. 

Todos los artistas de Enemigo Público se presentan de manera discreta y anónima. Durante la realización del dibujo, no vi que alguno de ellos quisiera ser el o la protagonista de la performance. Con un trabajo paciente y silencioso cambian la historia del arte colombiano. Por su sinceridad y compromiso con la idea de igualdad entre todas y todos, cuentan con todo el reconocimiento de las múltiples comunidades de los y las jóvenes olvidadas. Su gran mérito consiste en que no buscan ganarse un peso, mereciéndolo. No son mercancías. No buscan venderse tal y como la Economía Creativa de Mincultura les exige hoy a las y los artistas. No buscan acumular dinero para explotar a otros artistas, solo quieren transformar nuestra manera de sentir, volvernos más solidarios y mejores ciudadanos.  Estos artistas  son un ejemplo para la juventud y para las artes. Para la primera, porque las últimas generaciones no tienen ejemplos en los cuales mirarse. Para las segundas, porque ofrecen una alternativa al arte de Galería, de Salón y de Feria. Enemigo Público es una declaración ética: sin dignidad no hay sociedad. 

Las marchas de los jóvenes que se realizan con intensidad desde hace dos años, buscan desmontar la cultura comercial de élites y la política institucional con la cual se excluye o se subalterniza a millones de personas. Se trata entonces de reconocer la cultura juvenil de la desesperanza afirmativa, esa actitud de resistencia a través de la cual no se espera nada de un Régimen político que a sus espaldas acumula incendios, muertas y escombros. Una y otra vez las y los jóvenes evocan en sus cánticos su actitud de resistencia para sobrevivir como una comunidad a la cual no se le reconoce su comunidad porque su cultura es estigmatizada como “vandalismo” cuando en verdad es un síntoma, un aviso, un acontecer. 

Si en Colombia la memoria de las y los jóvenes fuera importante, no se debería pensar en borrar esta huella. Los y las millones de jóvenes representadas en los diálogos presidenciales, así deberían exigirlo. Desde este espacio pedimos no borrar la huella de la juventud colombiana. 

¡Felicitaciones Enemigo Público!

  • Texto escrito y publicado en la página de Facebook Liberatorio Arte Contemporáneo, el 12 de mayo de 2021.

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