¿Qué piensan los poetas contemporáneos? ¿Qué dicen? ¿Aún cantan las musas? ¿Aún sobreviven estas realidades anacrónicas?

Retroalimentación al siguiente comentario del artista Luis Ariel Apolinar Arevalo en Facebook respecto a la servidumbre poética de nuestros días: “poetas o mercachifles (…) el problema es diferenciar”. Más que un propósito inconsciente para 2023 , encuentro en este aporte fugaz una gran pregunta por el ser del arte neoliberal: ¿inquietud poética o mercado de bienes suntuarios?  ¿Ser o no ser mercancía? Este dilema con el cual despunta la modernidad económica debe resolverlo pronto la maestra Patricia Ariza Flórez, la ministra del gobierno del Cambio.

En efecto, la Ministra de Cultura deberá considerar si mediante el portafolio de estímulos 2023 envía a los “artistas contemporáneos” a los territorios para que sean formados éticamente, en una ética de la solidaridad. No hay nada más formativo éticamente que aprender a sembrar y cosechar papa en Boyacá, o caña de azúcar en el Valle, o mazorca y cebolla en Cundinamarca. La otra ruta consiste en que la Ministra disimuladamente opte por seguir con la ética que se despliega con la economía naranja, símbolo de opulencia y riqueza material en los mismos albores del capitalismo. 

Lo poético en el Festival de música  Petronio Álvarez, 2019.

En algunas señales enviadas a algunas disciplinas y prácticas artísticas, la Ministra de Cultura muestra que opta por lo poético, es decir,  por recuperar la relación entre ética, póetica y saberes. Lo poético es un saber no matematizable mediante el método que hoy los aprendices de artistas exigen.  No es el método, es la vida en su mismidad ausente. Se trata del saber de la vida que se piensa a sí misma para no dejarse subyugar por ningún dispositivo. La ética del arte contemporáneo es neoliberal, puesta en escena de salvajadas a diestra y siniestra disfrazadas de crítica. Este estado de cosas ya es insostenible. 

Lo poético en el Festival de música  Petronio Álvarez, 2019.

Más que un cambio de gobierno nacional, urge un cambio de sensibilidad, eso lo saben el Presidente Gustavo Petro y la maestra Patricia, ella y él saben que esto no es un asunto menor. Ojalá la Ministra de Cultura logre realizar esta esperanza de miles de artistas y de las nuevas ciudadanías en territorios, aquellas y aquellos que con las prácticas más humildes hacen habitable lo inhabitable. 

Lo poético en el Festival de música  Petronio Álvarez, 2019.

Carolina Sanin: feminismo, el fin del arte neoliberal  y la crítica transmoderna

Contrario a las investigaciones sobre género que transformaron radicalmente la manera cómo entendemos el concepto y la experiencia de género, las feministas TERF sostienen que ser mujer se puede reducir a un dato biológico. Esta tesis que difende Carolina Sanin es muy conservadora y como tal es excluyente, sectaria, desconoce los avances discursivos  y demopráxicos que se han realizado en los últimos treinta años a este respecto. La mayoría de feminismos tienen presente la tesis siguiente de Simone de Beauvoir: no se nace mujer, se llega a serlo. En otras palabras, ser mujer es algo que se difiere en el tiempo, que se despliega y no cesa de reconfigurarse. Sanin hizo un monólogo al respecto hace poco, el cual fue refutado punto por punto por feministas internacionales muy destacadas. 

Respecto a lo que Sanin plantea recientemente acerca del lenguaje burocrático que usa el Ministerio de Cultura para promover su política cultural a través de lemas y proyectos, pasa por alto lo real, el contexto social. Sanín no comprende lo que todas y todos entendemos. Lucha con dos párrafos que  encuentra en cualquier parte, en los cuales se resume la política pública cultural del nuevo gobierno. No para de decir que no entiende nada. Por supuesto, si Sanín no vive en los territorios, o si reside en el exterior, o en un suburbio elegante de Bogotá, probablemente no sepa respecto a que en Colombia hubo un Paro Nacional de grandes repercusiones culturales, políticas y sociales, en 2021. No es que no se pueda criticar al Ministerio de Cultura, al contrario, es deseable que esto sea posible, pero con contexto, historia viva y conceptos actualizados. Es importante mencionar que Sanín participó en la campaña pasada en favor de Gustavo Petro y Francia Márquez. Solo habría que decir que ya pasamos la prueba de la campaña, y que entramos al debate de si se podrá  cambiar la estructura de Mincultura o si solo nos tenemos que conformar con el cambio de nombre. Por lo pronto Sanín está inquieta con el cambio de nombre del Ministerio de Cultura, sus lemas y sus primeros proyectos culturales, en especial el  llamado “estallido cultural” diseñado para ponerse en marcha  durante el mes de diciembre 2022. Sanín debe sospechar que este cambio de nombre apunta a algo estructural. Con respecto al nombre de “estallido cultural”, ya algunas y algunos habíamos mencionado la inconveniencia de este nombre.  Urge evaluar esta primera iniciativa, lo cierto es que fue muy rápida la Convocatoria y los resultados los pudimos ver: muy baja la asistencia de público. Cabe preguntar: ¿a quiénes benefició esta convocatoria?    

Es importante configurar el lugar de enunciación de Carolina Sanín, el cual no es el territorio, ni la lucha por el pan de cada día. Sanín critica al Ministerio de Cultura a nombre de unas maneras de hacer arte conocidas bajo el nombre “arte contemporáneo”. Tambien a nombre de unas élites sociales que se han beneficiado de manera privilegiada con recursos del Estado para promover una estética burguesa, de Salón, sin contexto, alejada de los territorios. En este sentido, su Monólogo en YouTube también es propaganda, tiene el mismo carácter que le apribuye a la política cultural del actual gobierno nacional. Sanín confiesa que no comprende aquello de lo cual cientos de artistas hemos hablado en los últimos tres meses. Como decimos coloquialmente, Sanin habla desde el privilegio económico, estético y social,  y este tipo de  privilegios son expresión de clase, no constituyen un argumento realmente crítico, excepto para un selecto grupo de seguidores del arte contemporáneo. 

Sanín señala como propaganda ideológica las ideas regulativas de este gobierno, es decir, la paz total y Colombia potencia mundial de la vida.  No se percata de que “el arte” que ella promueve es propaganda estética e ideológica. Quejarse de que las élites comerciales no entienden el lenguaje que nos dejó el Paro Nacional no es culpa nuestra. El Ministerio de Cultura ha sido claro al respecto: los territorios serán sus interlocutores preferentes. Sanín sigue creyendo que arte es lo que hacen las élites comerciales. Éstas deben dejar de considerar a las y los artistas de territorios como menores de edad. Deben aprender la lengua de los territorios. Este gobierno está dejando atrás las pedagogías mediante las cuales nos enseñaban a pensar como los “artistas contemporáneos”, es decir, como Sanín y otros artistas contemporáneos, ¡ay! Hay mucha soberbia ideológica en el arte contemporáneo.  

Recapitulemos retomando  el argumento en torno a cómo Sanín descontextualiza sus apostillas, que están lejos de ser una crítica. Ya lo dijimos, es ideología estética. 

Sanín da la impresión de habitar en un suburbio en Dinamarca, en el reino Hamlet. Pero no. Ella es una mujer muy culta y sabe perfectamente qué pasó en Colombia durante los últimos tres años. Solo lo escamotea, lo ignora. Le dice al “mundo del arte”, “ muchachos aquí no ha pasado nada”, “en Colombia no hay conflicto”, “esta hojarazca no tiene nada que ver con el Arte”. Pero esto es ideología neoconservadora: falsa conciencia. 

Para finalizar hablemos del lenguaje de la burocracia, objeto de la crítica de Sanín. La manera de pensar de Sanín es expresión de una élite comercial que se ha apropiado de la cultura real, la cultura en los territorios. Sanín representa el dispositivo burocrático que ha ejercido soberanía cultural sobre los territorios, soberanía en el sentido que le dá Foucault: poder de exterminio. En este sentido, cuando Sanín critica al cuerpo burocrático no menciona que ese cuerpo que critica se ha puesto al servicio del espíritu burgués que habla por la boca de ella.  Las peleas del burgués no son por ideas de igualdad, son por la libertad de mercados, es decir,  por un puñado de dólares. 

Bienvenida la crítica ilustrada de Carolina Sanín, recupérenos el espíritu crítico de la modernidad, pero atengámonos a las consecuencias que ha dejado el estallido social en 2021. Luego de las grandes marchas sociales y universistarias a lo largo y ancho de Colombia, los tutelajes críticos son cosa del pasado. No necesitamos tutelas ni la “crítica” pedante que ha predominado en el decadente arte conceptual-burgués colombiano. El Paro Nacional se constituyó en una declaratoria de mayoría de edad respecto a la crítica pedante del fin del largo siglo burgués. En Colombia, La Bastilla cayó en 2021. El siglo XXI comenzó con la toma del Monumento a Los Héroes, en Bogotá, con Puerto Resistencia, en Cali, y en Portal Resistencia, en Kennedy. 

En la Mesa Amplia por el Arte y la Cultura (MAAC), los artistas de territorios han planteado el debate acerca de reactualizar la crítica. Allí el artista Santiago Gonzalez  se queja de que el Ministerio de Cultura no está escuchando. Es necesario atender a estas quejas para que los agentes culturales  conservadores no se tomen nuevamente la vocería de los territorios.