Por: Elena Sánchez
Fecha: julio 1, 2020
3-Jl. Yo Marcho Trans
Creo que toda vida trans es un ejemplo de lucha. Muches hemos vivido la tortura que nos administraron nuestras propias familias, nuestros compañeros de colegio. Tuvimos que dejar nuestra casa, migrar, dormir en la calle. Buscamos ayuda creyendo por fin acabar con la pesadilla y nos enfrentamos a un sistema médico tránsfobo, nos sometieron a años de tratamiento piscológico y a diagnósticos de patología mental para poder acceder a una substitución hormonal.
Hemos perdido trabajos y hemos sido atacads en la calle por nuestra apariencia. Con mucho esfuerzo, alguns hemos logrado filtrarnos en la academia, hemos intentado apropiarnos del lenguaje “riguroso” del pensamiento (tradicionalmente hecho por personas cisgénero) y deconstruirlo, intentando introducir categorías nuestras, categorías en muchos casos inventadas por nuestrs compeñers de fuera de la academia.
Constatamos sin embargo que la infantilización a la que nos somete el sistema médico se repite en la academia (no en toda). Se podría pensar que para las nuevas generaciones es más fácil, pero en un país como Colombia todavía hay mucho trabajo por hacer, las siguen sometiendo a diagnósticos patologizantes (disforia de género), las EPS administran hormonas de mala calidad perjudiciales para la salud (seguramente a las mujeres cis les pasa también pero una mujer trans que comienza su tránsito a los 20 tendría que tomarlas por 45 años), no todas las EPS tiene un protocolo para las personas trans y sus médicos pueden negarse a tratarlas (como le pasó a una chica que conozco a la que la médica le regaló una imagen de jesucristo: “tú no necesitas hormonas, tu necesitas es esto”), nuestras vidas corren peligro cuando no nos acomodamos a las normas de género pero si lo hacemos nos acusan de reforzar los estereotipos de género.
Como artista me la he pasado toda la vida pensando en cómo tratar esto desde el arte o qué hacer desde el arte y sólo hasta hace muy poco he comenzado a encontrar claves (quizás también porque la herida sangraba todavía). Pero el arte de hoy se ha vuelto demasiado fotogénico. Si lo comparamos con exposiciones como “When attitudes became form” del 69 (tuve la oportunidad de ver la reconstrucción que llevó a cabo Germano Celant), que marca teóricamente los inicios del arte contemporáneo, tenemos que constatar que el arte contemporáneo ya no tiene nada que ver con el arte contemporáneo. La imagen se ha “estetizado” profundamente, lo visual se convirtió en fetiche.
Siento por ejemplo que el performance debería alejarse de la cámara, volver al dibujo, al texto, a la huella o entorpecer la cámara … En todo caso la verdad no sé qué tenga que ver lo trans y la estética. Si no es en negativo, negando cualquier estética de lo trans, dejando abierta la posibilidad de construirnos como lo necesitemos.
En cuanto a la política, necesitamos que se despatologice lo trans, que los cis se denormalicen y entiendan que es tan misterioso que su género coincida con la asignación que les dieron al nacer como que no coincida. Nadie sabe cómo se llega a la autoconciencia del género.