Por: Manuel Velandia
Fecha: junio 9, 2017
Hablo por ti y por mí
Hablo por ti y por mí.
Hoy grito hasta desgañitarme
por aquellos que han tenido que susurrar
sus deseos y necesidades,
por aquellos que no se atreven
a ponerle nombre a eso que otros
denominan inmundicia, pecado, abominación…
por esas otras tantas nuevas mujeres
y esos otros tantos nuevos hombres
que se vivencian
en su feminidades y masculinidades
halladas, asumidas y encarnadas,
por aquellas y aquellos cuyos cuerpos
descubrieron el placer
que la religión, la familia, la escuela
y los medios les habían negado.
Hablo aquí por los que no se han atrevido
a denunciar la insidiosa persecución
de las iglesias, guerrillas,
militares y paramililitares,
por quienes por ellos fueron maltratados
o recibieron daños físicos y emocionales
asestados por personas que decían amarles
más que a sus propias vidas,
por aquellas a quienes les dijeron
que preferían una hija puta
que una lesbiana,
por aquellos que son un castigo de dios,
anormales, enfermos y raros,
por los que son una desviación,
una aberración, un fallo en la educación.
Grito aquí para darle voz
a esos otros, otras, otres
cuya existencia es innombrable,
por los que murieron gracias a dios,
por los amenazados de muerte,
por los que asesinaron,
por los que fueron obligados
a vivir muertos en vida,
por aquellos cuya vida es
casi como estar muertos,
por los que fueron encarcelados
porque sus deseos los convirtieron
por obra de la ley y la decencia
en vagos y maleantes,
por los que debieron desplazarse
para habitar en lugares
y con personas que les eran extrañas.
Hoy hablo aquí por ti
y por mí,
por los que desde pequeños
fueron acosados en la escuela,
los parques y las calles;
por los que se vieron presionados
a buscar el amor en los baños
de las estaciones y centros comerciales,
en los cines o en las sacristías,
en las oficinas de las directivas escolares;
por los que se sintieron sucios
y debieron limpiarse en el confesionario;
por los que nunca se atrevieron
y decidieron cortarse las alas de raíz
para deshacerse de las garras que
constreñían su corazón
y poder dejar volar
sin cortafuegos
el último suspiro por
el ser amado.
Comentarios
Las fotografías de la performance son del español Juan Carlos Sanz, @JCSanzphoto