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Hablo por ti y por mí

Hablo por ti y por mí.

Hoy grito hasta desgañitarme

por aquellos que han tenido que susurrar

sus deseos y necesidades,

por aquellos que no se atreven

a ponerle nombre a eso que otros

denominan inmundicia, pecado, abominación…

por esas otras tantas nuevas mujeres

y esos otros tantos nuevos hombres

que se vivencian

en su feminidades y masculinidades

halladas, asumidas y encarnadas,

por aquellas y aquellos cuyos cuerpos

descubrieron el placer

que la religión, la familia, la escuela

y los medios les habían negado.

 

Hablo aquí por los que no se han atrevido

a denunciar la insidiosa persecución

de las iglesias, guerrillas,

militares y paramililitares,

por quienes por ellos fueron maltratados

o recibieron daños físicos y emocionales

asestados por personas que decían amarles

más que a sus propias vidas,

por aquellas a quienes les dijeron

que preferían una hija puta

que una lesbiana,

por aquellos que son un castigo de dios,

anormales, enfermos y raros,

por los que son una desviación,

una aberración, un fallo en la educación.

 

Grito aquí para darle voz

a esos otros, otras, otres

cuya existencia es innombrable,

por los que murieron gracias a dios,

por los amenazados de muerte,

por los que asesinaron,

por los que fueron obligados

a vivir muertos en vida,

por aquellos cuya vida es

casi como estar muertos,

por los que fueron encarcelados

porque sus deseos los convirtieron

por obra de la ley y la decencia

en vagos y maleantes,

por los que debieron desplazarse

para habitar en lugares

y con personas que les eran extrañas.

 

Hoy hablo aquí por ti

y por mí,

por los que desde pequeños

fueron acosados en la escuela,

los parques y las calles;

por los que se vieron presionados

a buscar el amor en los baños

de las estaciones y centros comerciales,

en los cines o en las sacristías,

en las oficinas de las directivas escolares;

por los que se sintieron sucios

y debieron limpiarse en el confesionario;

por los que nunca se atrevieron

y decidieron cortarse las alas de raíz

para deshacerse de las garras que

constreñían su corazón

y poder dejar volar

sin cortafuegos

el último suspiro por

el ser amado.

 

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