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Felisa Bursztyn y Salome Rodríguez: artistas colombianas en el exilio

El Ministerio de Cultura tiene muchos estímulos artísticos para la creación y la investigación de cuyos resultados la opinión pública se entera muy poco. Por otro lado, no existen estudios acerca de su pertinencia artística, cultural y social. Si los hay, estos no se conocen más allá de los conciliábulos ministeriales.

Respecto a la pertinencia de la investigación en artes, la república requiere un estudio acerca de los y las artistas en exilio, en especial de aquellos y aquellas que por su raza y sus convicciones políticas no son de interés para el Estado Estético. Si bien amerita realizar un estudio amplio de las circunstancias que obligan a los artistas a salir “voluntariamente” de país, en esta época de transición política es perentorio hacer una investigación acerca de la vida y obra de aquellos artistas que fueron forzados a dejar el país debido a sus convicciones políticas.

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Felisa Bursztyn es el mejor caso documentado de entre todos aquellos artistas forzados al exilio. Como se recuerda, la artista fue acusada de ser un enlace entre la guerrilla del M-19 y algunos miembros del gobierno cubano. Asentada en Bogotá, Bursztyn hace parte de la élite intelectual de los años sesenta y setenta del siglo XX. Por ello mismo, su obra y exilio fueron ampliamente debatidos y actualmente sus relatos hacen parte de la historia del arte colombiano. Otros artistas no han merecido un lugar en la red de olvidos programados que constituye nuestra historia. Bursztyn no se beneficia de la amnistía otorgada al M-19.  Muere en el exilio. Ojalá que los artistas actualmente exiliados por diversos motivos y razones, se reencuentren a sí mismo en un país comprometido en la construcción de la paz. La paz es un estado de ánimo que demanda mucha preparación y recursos humanos Para ello se requiere una política de Estado que incluya a quienes aún nos miran con esperanza.

Salomé Rodríguez, es una artista afrocaleña exiliada en España desde hace quince años. En Valencia logra aquello que el contexto violento de Colombia le impide realizar sin poner en riesgo su vida. Actualmente, dentro de sus preocupaciones como artista, como ciudadana y mujer, no se encuentra la salud del Arte. Como se sabe, los alardes discursivos silencian la imaginación. El trabajo artístico de Rodríguez es diverso, como corresponde a todo pensar artístico actual. Especial mención merece aquel que se encuentra localizado en los contextos de las personas que están en riesgo de exclusión absoluta. Sin las vacuidades conceptuales, sin aquellos juegos estéticos de las sociedades poshistóricas que caracterizan muchas propuestas artísticas contemporáneas, la artista crea situaciones en las cuales prosperan las esperanzas de quienes están en riesgo de exclusión absoluta. La solidaridad artística se manifiesta cuando se impide que otros y otras padezcan la segregación que desde el pasado amenaza a quienes no reciben atención ni cuidados por parte del Estado.

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Si se tiene en cuenta que nuestra época se caracteriza por la implementación indiscriminada de estrategias de exclusión de todo tipo de diferencias, el tipo de iniciativas que actualmente Rodríguez pone en marcha, comienza a recibir apoyos específicos dentro del país que la acoge. La imaginación respira en libertad en cada uno de los ejercicios que se propone, como en aquellas prácticas de caminar los espacios pacientemente tejidos por la palabra que une las diferencias para garantizarles una separación vital.

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A pesar de que sólo conozco a distancia el trabajo de Rodríguez, pienso que sus ideas exiladas son relevantes para la coyuntura colombiana. En un mundo cada vez más temeroso de las libertades que reivindican aquellos o aquellas que exploran en sí mismos otro tipo de realidades, las luchas de esta mujer-artista son testimonios que muestran la persistencia de la esperanza de igualdad que manifiestan muchas colombianas. Como la práctica artística de Felisa Bursztyn, su trabajo artístico mantiene vivo el interés por un mundo mejor. La historia de estas y muchas otras mujeres colombianas está aún por contarse. Ojalá el Ministerio de Cultura promueva la investigación de este olvido.

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Fotografías: cortesía Salomé Rodriguez.

 

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