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Manifiesta drag, trans, vogue y queer, a propósito del Día Internacional de la visibilidad trans. 

Pensar no es más ni menos que repetir la misma insistencia, la experiencia entre la inocencia de la lengua singular de la poeta extrema y las inconsistencias del lenguaje señorial con pretensiones de universalidad. La relación entre experiencia, lengua, excritura, signo y absoluto artístico configura la verdad del estatuto de las artes transestéticas de nuestros días. 

Es muy poco lo que separa la escritura del dandy del siglo XIX de la verdad de la draga del siglo XXII. Solo hay que tener el coraje que da la desesperanza e imaginar otro signo para salir de la vieja bolsa de traumas que arrastra nuestra época. Hace falta atreverse a trucar la línea de la exclusión social, de la abyección psicológica, de la miseria impuesta por medios coactivos de los cuales se vale la cultura.

Falta de coraje es la falta común del cuerpo humillado, ofendido, sometido y ultrajado. Falta el coraje de  r e i n v e n t a r  el espacio diferencial que hay entre  las temporalidades X y X, falta arriesgarse a romper el dique que separa al uno de la otra. Lo uno es otra, pensaba la madre Rimbaud. La escritura formal del dandy del siglo XIX contiene la excritura vital de la draga luminosa que anuncia el siglo XXII. El dandy aún representa una identidad que responde fielmente a un discurso excluyente; a la draga le sobra coraje, realiza la identidad, la performa, la hace  real, la saca del mundo del teatro y la transporta a la vida en común; hace de su personaje una persona inaudita. Aunque uno y otra son seres para la noche, dandy y draga son luz nocturna, luciérnagas en medio del totalitarismo contemporáneo que subyuga a mujeres y hombres.

“Hay que ser absolutamente modernas”, manifesta Rimbaud con determinación. ¿Radicalmente modernas? ¿Esta rebeldía, este giro sobre el género abierto como el pecho del pelícano es la experiencia que Baudelaire captó en la mente del poeta de poetas? ¿En verdad? SÍ poetas, lo poético se realiza como patética, como cuerpo que sufre al realizar una experiencia que transforma la vida de la poeta del amanecer. Será desde la alborada de otros géneros y las experiencias transestéticas que se piense toda poética patética, o simplemente no habrá ni pensamiento ni poesía, ni cuerpo ni vidas dignas de ser vividas y contadas. Las artes de hoy son para poetas que habitan sufriendo lo real (patética), no solo para la minoría galante que posa bajo los grandes reflectores de las galerías y los museos de artes. Las artes del siglo XXII serán poéticas transestéticas, discretas y silentes o no serán; serán excrituras del cuerpo en pena y gozo, o volverán a ser capturadas por el mercado museístico de capital simbólico. Solo así es posible escapar a la mirada de Medusa que petrifica todo amanecer, todo nuevo comienzo. 

La crítica del dandy al absoluto burgués contiene la verdad de las poéticas transestéticas de las estéticas diversas de nuestros días: somos absolutamente transmodernas, ligeras cuando soñamos, aladas cuando caminamos, intensas cuando salimos a las calles, patéticas cuando entramos en relación unas con otras, poéticas cuando pensamos lo común. Lo transmoderno es experiencia transestética de totalidad, de absoluto en flujo, de ser múltiples con otras para explorar otras realidades. 

Según apostilla Paul B. Preciado, (…) “el dandi es demasiado afeminado para ser simplemente un hombre”. ¿O quizá ser simplemente un Hombre? No hay nada simple en ninguna singularidad, el todo en su simplicidad fluye, todo transita sin cesar ni reposo alguno, sin detenerse en ningún estatuto ni a hacer balances de pérdidas y ganancias: ¿podemos llamar a esta experiencia que se hace cuerpo en la excritura lo inter, lo entre, lo transestético, aquello que logra romper las gramáticas totalitarias y salir de los dispositivos del lenguaje que subordinan las lenguas que manifiestan la patética que anima lo real? Lo real pasa por la lengua de la poeta. Lo simple moderno solo es o mercancía para feria o minimalismo discursivo. Consumo infamante que niega lo trans que fluye en el ser. Ser es devenir. Ser se excribe en lo real con ex, siempre se es la e x  de algo o de alguien, dice Preciado, una y otra vez lo mismo diferente, desplazándose hasta alcanzar la cualidad de lo imperceptible, de lo indiscernible, hasta dar el paso hacia lo libre, hacia lo incapturable por el dispositivo del lenguaje. 

Nosotras las transestéticas, las desmunidas, las despatriadas, las sin-nombre, las sin-comunidad, las abyectadas del lenguaje, las desnombradas, o para las que aún o ya no queda nombre, las que mutamos patéticamente en la lengua, las que por vez primera devenimos signo en nuestra propia excritura, las primeras sibilas embriagadas de amor, las últimas bacantes delirantes por terror, las primeras hijas de Afrodita, las últimas de Caravaggio y Rimbaud.

No hace falta el dispositivo Hombre. Somos e x , ex medievales, ex renacentistas, ex barrocas, ex neoclásicas, ex modernas, ex románticas, ex impresionistas, ex cubistas, ex surrealistas, ex expresionistas, ex futuristas, ex constructivistas, ex suprematistas, ex vanguardistas, ex minimalistas, ex pop, ex bachueistas, ex contemporáneas, ex decoloniales, ex, ex, ex sin fin. Solo hace falta mutar, atreverse a ser ex hombre. Otra masculinidad sale al encuentro deviniendo mujer, otro tipo de músculos se están tranzando, otros cuerpos llegan aconteciendo para hablarnos con verdad. 

Nosotras, las flores del mal, las caminantes de la noche, las contra-patriarcales, las contra-monumentos de verdad, las demoledoras de las “buenas” costumbres de la dictadura burguesa, esa horrible fantasmagoría con que se asusta a niñas, niñes, y niños, “buenas” costumbres que hacen de los cuerpos o una horripilante obra de arte para el mercado de bienes suntuarios, o un dispositivo de control .

Nosotras las abominadas, que como Baudelaire, hacemos del desprecio y del escupitajo una obra de arte que actúa, según apostilla J. Benito Fernández en Babelia. Solo es obra lo que transforma de manera permanente, aquello que continúa actuando en la diferencia de manera diferida, o que es en la medida que acerca a unas con otras para mantenerse lejos del dispositivo de cosificación de los galeristas y museos.

Nosotras las que una y otra vez reinventamos las artes, lo amatorio lejos de los reflectores del discurso de quienes están sentados en la verdad aunque saben que no hablan con verdad, según nos recuerda con sarcasmo Michel Foucault. 

Nosotras demasiado jóvenes y ligeras de ideología para una burguesía sectaria, obscenamente vieja y rica, obsoleta en lo ético, perversa en lo político, inútil en lo económico. Cuando lo económico se pone al servicio de unos pocos es inútil porque no obra en donde debe responder.

A Arthur Rimbaud, una flor del mal, madre de la transmodernidad estética.

A Charles Baudelaire, poeta maldito: con motivo del bicentenario de su nacimiento.

A las luchas trans en su día, 31 de marzo Día Internacional de la visibilidad trans .

Esta balada patética comenzó a bocetarse el 27 de marzo de 2021: poesía es aquella experiencia del cuerpo que hace vida y crece gracias a la libertad de dejar ser. 

Artículo en: https://elpais.com/…/baudelaire-el-inventor-de-la-vida…

Ilustración de la portada: artista Laura Sofía Gómez.

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