Por: Jorge Peñuela
Fecha: septiembre 18, 2022
Mario Opazo Cartes, paz, Kusikawsay, ventura y monumentos; Fragmentos, gracias, contramonumentos y el río Letheo, el de las aguas del olvido
Desde el mismo momento en que se posesionó como presidente, Gustavo Petro evidencia un vivo interés por la potencia emancipatoria que se encarna en algunas simbólicas de la historia y en otras más propias de las artes.
En la cultura nos importan las luchas de la historia por controlar las simbólicas de las artes administrándoles bebedizos hechos con las aguas del olvido, tomadas del río Letheo. También nos interesa los restos de crítica con los cuales detectamos las trampas de la fe en el arte contemporáneo.
A pesar de que aún no hay claridad acerca de para dónde vamos en asuntos de cultura, cabe preguntarnos: ¿Gustavo Petro se rendirá ante el hechizo, ante el fetiche de las simbólicas de las artes burguesas, y en particular del “arte contemporáneo”? ¿Ingenuamente Gustavo Petro beberá las aguas del olvido? ¿Alguien sabrá mostrarle las trampas de la fe?
La reanimación de las simbólicas del arte del estado burgués colombiano, está en marcha. Es reaccionaria. No se entera u olvida que hubo un “estallido cultural”, así la actual Ministra de Cultura lo haya vivido en carne viva, en las calles bogotanas.
¿El presidente Petro entenderá que cuando la maestra Patricia Ariza Flórez habla de “estallido cultural” alude justo a la desidentificación de las artes colombianas, a la denuncia de sus agravios políticos y de sus oprobios culturales?
“Estallido cultural” no alude a la reidentificación de la cultura en clave burguesa, clasista, sexista, misógina, homofóbica y comercial. “El estallido cultural” simboliza todo lo contrario. Es evidente que Gustavo Petro no piensa así, pero debe estar atento a las aguas del olvido que le quieren administrar.
Cabe replantear nuevamente algunas preguntas por la política cultural que opera en los monumentos acordados con las FARC, para cerrar el tratado de paz con un fetiche contemporáneo, ¡ay! De eso ya hemos adelantado algo con la historiadora María Mercedes Herrera Buitrago.
¿Por qué el olvido de Kusikawsay en contraposición al apoyo institucional y económico que Fragmentos recibe para su funcionamiento? ¿El trato preferencial hacia este último espacio se debe a que con su presupuesto de galería de arte contemporáneo otorga premios y hace homenajes a artistas que nunca han hecho una declaración explícita respecto al modelo neoliberal que diseña el star-system que por una parte, les da identidad, y por otra parte agravia la humanidad de muchos pueblos, urbi et orbi. ¿Esto fue lo que se acordó con las FARC?
Asimismo, en cuánto a simbólicas se trata, preguntamos: ¿en qué medida Kusikawsay y Fragmentos lastran el legado ético y político de la burguesía colombiana y se ponen a su servicio? ¿El “estallido cultural” del que habla la maestra Patricia Ariza dejará indemne la simbólica burguesa que ha reprimido a las y los artistas, o creará las condiciones para la visibilización de las simbólicas que emergieron durante el “estallido social”?
No estamos dispuestas ni dispuestos a caer nuevamente en las trampas de la fe, ni a beber en las aguas del olvido del arte contemporáneo.
Presidente Petro: no beba agua sacada del río Letheo y evite las trampas de la fe en el arte contemporáneo: que las hay, las hay 🙁
PS: no hemos visto ni tendremos la oportunidad de apreciar Kusikawsay y la fotografía no tiene la capacidad crítica que tiene la mirada viva. Hace falta una crítica formal de Kusikawsay, un estudio de sus falotropías inconscientes y otros atavismos modernos.
Fotografía: periódico virtual, www.elpais.com