Por: Jorge Peñuela
Fecha: agosto 20, 2014
Gigantomaquia por La Vagina en Santa Clara
Sorprende la conmoción que puede generar la representación de una vagina. No es para menos, Ella es el Origen del Mundo. El artista asume el riesgo de acercarse a todo origen. Sus ejercicios pasan por un proceso de comprensión de las heterotopías que aquéllos generan y regulan mediante sus múltiples desplazamientos. Ubicados más del lado de las representaciones de las vaginas y menos desde la comprensión de su sentido, en la actualidad todos quieren escribir acerca de Ella. Es legítimo hacerlo, sin embargo, en el caso de los ejercicios de la artista María Eugenia Trujillo, se corre el riesgo de no captar el sentido de sus gestos para la deriva del arte contemporáneo en Colombia, gesto audaz sin duda, pero que, por supuesto, no es nuevo, ni mucho menos.
La Vagina está de moda en los campos de las representaciones. Emerge una Gigantomaquia por su posesión y control entre aquellos que no distiguen la realidad de la representación de lo real que acontece en la experiencia de vaginar, de abrirse a la existencia y modelar mundos. Con las vaginas se originan mundos, así lo perceptua Gustave Courbet en e siglo XIX. Así recientemente lo reitera Deborah de Robertis en la Sala 20 del Museo de Orsay.
La Vagina está de moda: todos quieren una, todos quieren tocarla, todos desean someterla mediante algún dispositivo de escritura. Como El Ser de Heidegger, en la Modernidad, La Vagina es algo que es necesario poseer, predecir, controlar y cosificar. La Vagina debe responder a las demandas del Sujeto Comercial que en la actualidad se apodera de todas las prácticas sociales, políticas, éticas y artísticas.
En Bogotá, La Vagina y sus escrituras más audaces, saltan por encima de todas las representaciones que el Sujeto Comercial en boga se hace de ella. Sin embargo, en Colombia, La Vagina corre el riesgo de convertirse en Vanguardia Artística, en mercancía selecta destinada a satisfacer el gusto selecto de algunos consumidores de élite. Por ello mismo, promete convertirse en sujeto mendaz de la historia del arte colombiano.
Artistas transgresoras como María Eugenia Trujillo y Nadia Granados se hacen a un lado para esquivar la amenaza de esta Vanguardia Comercial. Junto a otras y otros artistas marginalizados del mercado, se lanza al frente de una campaña artística que busca ir más allá de La Vagina Monumental que se construye en la contemporaneidad artística. Intenta inventar un lugar de paso en el cual las mujeres y los hombres puedan desprenderse de sí mismos y transitar a una multiplicidad de estados no-posibles. La singularidad de lo humano no se puede reducir a lo posible. Nadia Granados mira más allá del poderoso Monumento Contemporáneo a La Vagina que busca ocultar a las mujeres colombianas. Con sus gestos palpa un espacio igualitario en el cual mujeres y hombres son reivindicados en sus múltiples diferencias. Con el Diablo adentro, es un ejercicio mucho más transgresor que la propuesta de Trujillo, la cual no se ha visto y ya se la somete al control falojudicial.
En Colombia, las mujeres luchan solas por un espacio en el lenguaje en el que sus tetas y sus culos no sean los que tomen eternamente la no-palabra. Las ideas de las mujeres dinamizan la angustia creativa que muchos y muchas padecen en su experiencia de no pertenecerse a sí mismas. Seguirán solas por cuenta de nuestros imaginarios y representaciones atávicas y traumáticas. El próximo jueves 21 de agosto a las 7:30 P.M., Nadia Granados y Paola Corzo, continúan con esta campaña en El Parche Artist Residency, carrera 9 No. 22-87, apartamento 202.
En medio de la intensidad discursiva incentivada por la Gigantomaquia de la Vagina, Halim Badawi reseña en Semana el intento de censurar una vez el acontecimiento de una vagina libre de todos sus atavismos, discursos y representaciones teofalologocéntricas. Dios-pene-discurso-poder: cuatro instancias distintas y un sólo “discurso verdadero”: Dios los crea y ellos se unen por el Mercado. En esta oportunidad, se trata de la propuesta de la artista María Eugenia Trujillo pensada in situ, en un espacio real, así sólo sea real a medias. Como muchos y muchas artistas contemporánas, Trujillo saca del olvido las mujeres cultas que habitaron ocultas de la mirada mundana en el antiguo convento de Santa Clara, hoy el Museo Santa Clara, un espacio en el cual yacen aún tibios algunos restos de mundo, restos que claman por la verdad de las voces que allí fueron silenciadas. Las mujeres ingresadas al claustro no salían ni muertas, pues, allí mismo se las enterraba. La artista señalada como impía, indica un estado de cosas que afecta aquellas figuras que de sí mismas las mujeres luchan por inventar. Sólo mediante los ejercicios de inventarse a sí mismo se es libre. En las custodias de Trujillo que se mostrarían al público bogotano, existe una luz que ciega eternamente a las mujeres hispanodescendientes y deforma la mirada de los hombres que vegetan bajo el mismo régimen discursivo.
Badawi expone este intento de censura a la artista y plantea varias inquietudes que merecen un estudio de fondo. Comienza su escrito rememorando el acoso fálico, blanco, católico y burgués a Débora Arango. La referencia histórica es pertinente y oportuna, sin embargo, respecto al litigio que envuelve los ejercicios actuales de Trujillo, es más oportuno recordar la doble censura de que fue objeto La Anunciación de Carlos Correa, en 1940 y 1941. Dos veces expuesta, dos veces declarada inmoral por parte del Ministerio de Educación.
Badawi usa una cita de Débora Arango como epígrafe de su artículo: “el arte, como manifestación de la cultura, nada tiene que ver con la moral”. Nos queda la tarea de esclarecer, con qué tiene que ver el arte: ¿en verdad el arte sólo tiene que ver con la cultura? ¿No es precisamente “La Cultura” la que intenta ocultar el arte y las mujeres que incursionan en este campo? Quizá tal vez sea al contrario: el arte no le debe nada a la cultura, está más allá de la cultura, y, en esa misma medida, ensancha sus límites mantenidéndole vigente su sentido. Por ello mismo, el intento de censura de la propuesta de Trujillo, es una torpeza teológica que solo tiene una motivación: recordar por igual a mujeres y hombres quiénes son aquellos que controlan nuestra sensibilidad artística, moral y política.
La exposición Mujeres Ocultas de María Eugenia Trujillo se inauguraba el 28 de agosto de 2014 en las instalaciones del Museo Santa Clara. Poco a poco, este Museo se está integrando con éxito dentro de las dinámicas expresivas y expositivas del arte contemporáneo. No obstante, como medida precautelar por parte de un juez de la República, la exposición fue suspendida.
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