fbpx

Carolina Ponce de León responde ante el campo del arte colombiano

El Colectivo Liberatorio Arte Contemporáneo pregunta: ¿se sostendrá este aparente comienzo de democratización del Encuentro Nacional de Artistas?

No es fácil llegar al cargo de Asesor de Artes Visuales del Ministerio de Cultura. No lo fue para Jaime Cerón. Tampoco para Carolina Ponce de León. En ambos proyectos de vida, les antecedieron muchas luchas y controversias. Se requirió mucho trabajo previo y muchos años de estudio y preparación. Además, el cargo demanda mucha práctica artística y política. A pesar de que reconocemos que es imposible tener contento al campo del arte colombiano en su estado actual de monadización, el Asesor de Artes no puede quedar al margen de la crítica. Por supuesto, la crítica entendida como un acto de invención de la época en que estamos emergiendo hacia otras configuraciones de sentido o sobreviviendo a las ínfulas del mercado. En el campo del arte, la furia destructora de signos sin ton ni son, no puede ser reconocida como crítica de arte.

A diferencia de la gestión de los profesionales que la antecedieron  en el cargo de Asesora de Artes Visuales del Ministerio de Cultura, Carolina Ponce de León, sin reticencias, responde claramente por su gestión al frente de este despacho. Reconoce que las recientes consultas realizadas a Jaime Cerón, Víctor Manuel Rodríguez y María Mercedes González, (los dos primeros personajes, figuras omnipresentes en el campo del arte colombiano), enriquecen la perspectiva de su despacho para tomar decisiones entorno al 44SNA. Sin embargo, aclara que ella y su equipo del Ministerio fueron quienes autónomamente tomaron las decisiones finales. A diferencia de nosotros, Ponce de León da la impresión de no creer que en la sombra exista un Plan Colombia para las artes colombianas implementado eficientemente en la región Bogotá en 2001, y a partir de 2006 expandido a nivel nacional hasta la fecha. Sin la ambigüedad que caracterizó al anterior Asesor de Artes,  a título personal, Ponce de León crítica el proceso mediante el cual el Mercado da un golpe de mano al campo del arte colombiano. Por esta razón, para que esta idea sea coherente con su gestión no tiene temas vedados. Ponce de León es crítica con el mercado, pero no es crítica real en el siguiente sentido. Más allá del ejercicio crítico, no cuestiona que el mercado se constituya en el principal impulsor  del Régimen Curatorial en boga ni que, a nivel estatal, este  Régimen discursivo sea impuesto como instancia de legitimación estética y social.

A lo largo de la entrevista con el Colectivo Liberatorio, Carolina Ponce de León explica en detalle cómo fue el proceso de selección del comité curatorial responsable de la configuración académica, artística, conceptual y pedagógica del 44 SNA. Para comenzar esta reseña crítica,  después de meditar acerca de los puntos explorados durante la entrevista, pregunto: ¿la cooptación es la estrategia implementada para investir curadores en los Salones de Artistas financiados por el Estado? ¿Por qué los curadores son investidos por un colectivo de curadores? Dado el grado de empiricidad de la práctica curatorial colombiana, ¿por qué no se propicia una apertura del campo del arte a estudios disciplinares diferentes a los suyos? ¿Es posible implementar prácticas artísticas y curatoriales más  abiertas, mejor conceptualizadas, mejor informadas, más democráticas, y, sobre todo,  más igualitarias?  Al parecer, Ponde de León está implementando este tipo de prácticas. Para el 44SNA,  pone en marcha otros protocolos de selección de curadores y artistas. Implementa otra manera de hacer las cosas. Bajo otras gestiones hubo críticas y preguntas, pero no se formalizaron ni se elaboraron a fondo. Esto permitió que los gestores anteriores a Ponce de León, esquivaran sus responsabilidades para con el campo del arte colombiano. Comienza una época en la cual los artistas, los críticos,  los académicos y los ciudadanos en general, formalizan sus preguntas, las presentan ante instancias de dirección, control y vigilancia, y siguen esmeradamente todo su proceso. Al Estado sólo le queda un salida: responder, así solo sea moralmente.

Carolina Ponce de León no elude su responsabilidad con el campo del arte ni se escuda en sofismas jurídicos para responder eludiendo las preguntas de sus críticos, que ya los tiene, pues la crítica es el elemento dinamizador del arte en cualquier época. Tampoco asume acríticamente su gestión al frente de su cargo en el Ministerio de Cultura. Implementa una estrategia de consultas previas al campo del arte colombiano y una metodología de preproducción, las cuales se pusieron en marcha durante 2015. Se envía un cuestionario a 29 curadores, diez mujeres entre ellos. Respondieron 16, entre ellos, cinco mujeres. Algunos de los encuestados fueron oficiados dos veces, una como pertenecientes a algún colectivo y otra de manera personal. Cristina Lleras no respondió por tener en marcha los procesos de montaje y exhibición del 15Salón Regional de artistas. Al parecer, Rafael Ortiz, otro de los encuestados, no recibió el correo o no se percató de él. Alejandro Martín responde que sus ocupaciones como curador del Museo de Arte Moderno de Cali, le impiden aceptar más compromisos profesionales. Ana María Lozano no recibió la convocatoria. Hasta el momento de salir esta publicación, no estaba enterada del sondeo del Ministerio. Llama la atención que Inti Guerrero, otro de los curadores encuestados que no respondieron, fuera tenido en cuenta para configurar el grupo de trabajo curatorial de Rosa Ángel. Respecto a las ideas de Guerrero, el Ministerio de Cultura, las colombianas y los colombianos, quedamos sin saber qué piensa respecto a los Salones Nacionales. Los demás curadores, Guillermo Vanegas y Víctor Albarracín hicieron la tarea encomendada.

Una de las actividades preparatorias del 44SNA es la convocatoria informal de curadores.  Ponce de León se refiere a esta acción como “un sondeo dentro del campo”. Esta es una imagen adecuada para comprender este proceso de democratización que parece estarse implementando, pues, la anterior Directora Artística del 43SNA, fue designada mediante un gesto voluntarista. La acción de Ponce de León es oportuna e importante, pero urge formalizarla más. Es mejor hablar de preguntas de investigación y no sólo de una encuesta o sondeo. Esta es una investigación que el campo del arte colombiano se merece y tiene profesionales calificados para realizarla.  Es necesario formailizar este proyecto y asignarle recursos.

En primer lugar, el Ministerio de Cultura requiere que los curadores hagan un estudio comparativo de los últimos cuatro Salones Nacionales. Unos lo hicieron mejor que otros. Legítimamente, unos apelaron a la retórica y otros a la flexibilidad que reivindica la investigación artística. Algunos otros, prefirieron seguir protocolos de investigación histórica o formal. Junto a la propuesta de Carlos Uribe, una de las que se destaca por la claridad conceptual y su cuidadosa elaboración es la presentada por Adriana Arenas. Expresa o tácitamente, Uribe y Arenas hacen un énfasis moderadamente crítico con los anteriores Salones. Al ser Arenas una artista oriunda de Pereira, llama la atención que sus ideas no hayan sido tenidas en cuenta. Con seguridad, aparecerá dentro de las artistas convocadas. La razón para no ser incorporada al Comité Curatorial del 44SNA, parece ser que los curadores que acompañan a Rosa Ángel, fueron propuestos por esta última. Dentro de la lista propuesta de Ángel no está Adriana Arenas. La razón para no tener en cuenta a Uribe, podría ser que Jaime Cerón, promotor de las modificaciones de las políticas implementadas para la producción de los últimos Salones, consideró inapropiadas las observaciones moderadas de Uribe a los Salones estudiados. Esta es sólo una hipótesis empírica.

En segundo lugar, los curadores deben indicar qué tipo de énfasis implementarían de ser seleccionados como Directores artísticos del 44SNA. En general, todos resaltan positivamente la emergencia de grupos de artistas que se reúnen a pensar lo común sin mediaciones curatoriales, pero todos y todas siguen de cerca la idea o figura Paisaje Cultural Cafetero. En el caso de la propuesta elegida —la de Rosa Ángel—, vagamente se presenta el paisaje como génesis de relatos de nación. Tampoco se podía precisar mucho, pues las limitaciones del formato implementado restringían argumentar con mayor profundidad. Carolina Ponce de León no precisa expresamente cómo emerge esta figura del paisaje, como lema para el Salón Nacional. Pero al parecer, viene con la postulación de Pereira como sede del 44SNA. Aún —la idea curatorial— palidece frente al lema propuesto. Llama la atención que Bogotá, no se muestre interesada en organizar el Salón Nacional. Al parecer, los administradores sociales de la capital creen que sólo de grafitis vive el arte colombiano.

En tercer lugar, el Ministerio desea saber acerca de  las ideas, los procesos artísticos y las dinámicas culturales más importantes del momento actual. Llama la atención que dentro de esta pregunta no se hable del “arte contemporáneo”.  Lo  relevante —y es la actitud incorrectamente correcta de Ponce de León— es la actualidad, no los dogmas contemporáneos de El Mercado. Llama la atención que Rosa Ángel se refiera de manera especial a ArtBO y a la fallida Bienal de Arte Contemporáneo de Cartagena. Por su parte, Adriana Arenas opta por una actitud incorrectamente correcta: lo de hoy, lo actual, no son las Ferias de Arte. En su opinión, lo relevante son los trabajos en común que realizan muchos grupos en los intersticios del Mercado Ferial.

Al parecer, un criterio intermedio determina  la elección final del comité curatorial para el 44SNA: los intereses del mercado favorecidos durante la gestión de Jaime Cerón, se concilian con el ímpetu de aquellos grupos marginales que operan bajo la bandera de pensarse en común.  Puestas estas ideas en marcha, el 44SNA puede ser diferente, tal y como esperan muchos y muchas artistas. Víctor Albarracín ha sufrido en carne propia lo que es pensar en los márgenes del discurso ideológico. Por su parte, Guillermo Vanegas ha estado ambiguamente cerca de estos procesos. De Rosa Ángel y de Inti Guerrero, poco real se sabe de ellos, de su presencia en el aquí álgido y el ahora terminal, problema que indaga en su sondeo acertadamente Carolina Ponce de León.

Para terminar, quedan dos aspectos por ser pensados. En primer lugar, Ponce de León muestra un gran optimismo por el éxito del próximo 44SNA (Encuentro nacional de Artistas). ¿Cuáles son las razones que justifican este optimismo? De buena fe, una de ellas es la confianza desmedida de Ponce de León en el régimen curatorial actual. La actual Asesora de Artes se formó como crítica de arte y hoy milita en el campo de la curaduría. Como se sabe, la militancia suprime todas las distancias reflexivas e impide ver con claridad. Aunque es necesario matizar: Ponce de León tiene claro que las condiciones artísticas, económicas y políticas en que se formó durante los años setenta y ochenta del siglo XX, ya son cosa del pasado. Por ello mismo, sabe que la crítica es un pasado, que aquellos ejercicios de invención crítica de una época fueron devorados por el mercado global. Sin embargo, Ponce de León, aún no ve con claridad que el proyecto curatorial que ella de alguna manera ayudó a modelar desde la Biblioteca Luis Ángel Arango, lo pervirtió el mercado global de mercancías suntuarias, con el cual el Ministerio de Cultura se comprometió a fondo desde 2013, bajo el sofisma de internalización de la cultura y los artistas colombianos. Sin embargo, como decía un teórico del pasado reciente, allí donde crece el peligro, también emerge la esperanza. El breve sondeo realizado por Ponce de León, se puede convertir en insumo para convocar a los historiadores e investigadores profesionales para que hagan una investigación a fondo acerca de las preguntas que se le plantearon oportunamente al campo del arte durante el proceso de configuración de políticas de inclusión para el 44SNA.

Pese a las críticas no-críticas que recibe del campo del arte colombiano, la Asesora de Artes Visuales del Ministerio de Cultura, se muestra generosa con sus críticos. Sólo pide moderación para que la furia crítica en red que deja de ser crítica, no devore la reflexión que requiere con urgencia el campo del arte colombiano. Ponce de León tiene claros los objetivos de su gestión y se muestra serena cuando se trata de responder preguntas álgidas. Pese a mis propias dudas, algunas de ellas expresadas bajo el influjo del vértigo de los nuevos medios, estas cualidades del ánimo en la Asesora de Artes dan seguridad a la crítica y al campo del arte en general.

Deja un comentario

Ingresar con: