Por: Jorge Peñuela
Fecha: septiembre 17, 2019
La experiencia drag y los espectros del arte de nación
Precisamente porque no se hablan ni se determinan una a la otra, el Museo de Arte Moderno de Bogotá (Mambo) y la movida drag bogotana coincidieron temáticamente la noche del 14 de septiembre de 2019. Por supuesto, cada una conservando su lugar. Por un lado, el Mambo convocó a las elites bogotanas a renovar el Credo de la modernidad feudal y de paso recoger fondos para sostener los espectros nacionales que resguarda bajo sus protocolos de exclusión. Por otro lado, a la vuelta, solo una cuadra más al sur, ahí no más en la calle veintitrés con carrera sexta, en el Auditorio Mayor (AM), tuvo lugar un encuentro drag con las Queens nacionales más celebradas por la noche bogotana, evento coordinado por Oh My Drag.
El Mambo tramitó su angustia a través una parodia de la famosa Gala del Museo Metropolitano de Nueva York. Teme definitivamente irse de bruces. Sin victimismos, las ciudadanías diversas reunidas en el AM celebran sus libertades precarias. La soledad del Mambo espantaba. Esta es la función de los espectros. Ni siquiera había vendedoras ambulantes, indicador de los eventos importantes en este país. Las colas para entrar al AM asombraban. Las vendedoras ambulantes nos ofrecían todo tipo de productos. Sin embargo, no era un concierto. Se trataba del encuentro de diversas comunidades consigo mismas. En en Mambo, ni hay comunidad ni preocupación alguna por la identidad. Allí todo está blanqueado, por eso mismo, no hay quien entre o compre. El Mambo es un espectro.
No sobra decir que las Queens auténticas estaban en el AM. Auténticas porque antes de sus performances estaban al frente del auditorio, en contacto directo con sus seguidores. El evento de la organización Oh My Drag, es oportuno. No recibe apoyo estatal. Esto merece mencionarse porque son muchas las galerías comerciales de prestigio social que reciben apoyo económico por parte del Ministerio de Cultura. Oh My Drag evidencia las contra-historias en las que piensa la Facultad de Artes-ASAB. La investigación de Óscar Zambrano al respecto, muestra cómo operan las exclusiones. Oh My Drag se constituye en una contra-historia que nos ayuda a deconstruir el relato oficial acerca del arte colombiano. Terminadas las performance sociales comprendemos mejor a Hegel cuando constata el Fin del Arte: el arte cortesano y burgués han dejado de ser la fiesta privilegiada de la cultura. En el siglo XIX, Hegel anunció la igualdad que todas reclaman hoy en día, sabía que ya no hay fiesta privilegiada, tal y como sigue promoviendo el Estado colombiano en el Siglo XXI. Tal y como lo ilustra la política estética del Mambo y la de los Salones de Estado.
Hoy el arte es experiencia. Se nos ofrece en espacios vitales, en las márgenes, en las calles en donde todas luchamos por sobrevivir. El arte no se resuelve hablando y amedrentando a unas “minorías” modeladas por discursos señoriales. Hace falta otro tipo de excrituras como las que a diario inventan las artistas drag, trans y queer. En este sentido, si el Mambo pretende seguir siendo cultura de actualidad, debe hacer un lugar a la experiencia que las existencias diversas propician. Los simulacros de verdad estética no le favorecen. El Mambo debe hacer lugar al Otro-otras para que entren en sus salas experiencias como las que promueve La Noche y Las Luciérnagas y Oh My drag. Se trata de un mandato ético. El Mambo recibe dineros estatales y solo ofrece sus finas, elegantes y estudiadas miradas a unas elites comerciales que no tienen nada que decir, ni de sí mismas, ni acerca de una actualidad no-redundante.
Al Mambo no lo salvan las élites. Al contrario. Solo las artistas vigorosas y sus miles de ciudadanas y ciudadanos que las respetan, tal y como las que apreciamos la noche del 14 de septiembre, pueden exorcizar sus demonios. Como reflejo de la actualidad, lo drag es falso de cabo a rabo. No obstante, el talento artístico de Adore Delano sorprendió a todas las asistentes. No hace lipsync porque canta y performa muy bien. Las artistas drag de planta de Oh My Drag son jóvenes promesas del arte transdisciplinar colombiano, a saber, Lesley Wolf, Aquarella y Mindy Fire. Las performance que lideraron muestran que las artes drag están en su mejor momento. Son muchas las artistas drag que participan de estas performance ciudadanas. Me excuso por no poder citarlas a todas. Sin embargo, no puedo dejar de mencionar a Ukumari Kamikasy, una artista que se inventa día a día, de manera coherente consigo misma. Ukumari hace parte del colectivo drag Casa Orquídea.