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Los mil árboles del artista Jorge Torres González

“Algunos crímenes están cargados de belleza, incluso hasta parecen arte”.

Jorge Torres González, realiza una exposición precaria en Facebook, con una economía estética no calculada para acumular sentido, sentido de verdad. El artista nos invita a hablar de nosotros, de nuestra pobreza epocal, en este medio tan egocéntrico, tan poco dado a salir del “estado de cosa” en que se encuentra anclada la producción de Arte Contemporáneo. Hay algo de Pop, de sorna soterrada en este medio en que estamos zampados por voluntad de un Dios Maligno. Quizá en esto consista su atractivo: la sorna y la expresión soterradas en Facebook.

La máxima que extraigo de la comunicación del artista es aquello que los teóricos llaman una idea regulativa, aquel movimiento que orienta la desmesura que arrastra tras de sí todo pensamiento cuando se echa a rodar entre el mundo de las palabras. Con razón, Torres llama crimen a esta desmesura. En esta condición hace presencia lo bello. En el crimen, lo bello sale de su ostracismo. Lo bello rehúye del comerciante de conceptos. Se esconde cuando el Arte curatoriado usurpa la experiencia del pensamiento del artista. También tiene razón cuando afirma que algunos crímenes parecen Arte o se enmascaran como Arte. Esos crímenes que parecen Arte no son tales, es decir, no tienen nada de bello porque no emergen de una idea. Jorge Torres González nos ayuda a comprender que el Arte Contemporáneo no es bello porque no tiene ideas. Solo es mercancía. ¡Ay! Lo decimos una y otra vez. ¡Nadie nos cree! ¡Todos nos encogemos de hombros! ¡Somos hombres modelados por el mercado!

Me llama la atención que algunos artistas (Jorge Torres y Carlos Eduardo Serrano en Bucaramanga; Oscar Salamanca en Pereira) se escapen de las cadenas del mercado y de sus circuitos galerísticos, y se ensayen en las redes post-contemporáneas de sentido, sentido en vivo y en directo, sin mediaciones mercantiles.

El crimen de Torres consiste en tomar como soporte aquello que exalta. Se lo hace notar una amiga de su blog en Facebook. Pero Torres no asume su crimen. Al contrario, se asusta. Se ve descubierto con las manos en la madera, corrijo, en la masa. Como algunos  de esos Artistas Contemporáneos que de cuando en vez se pasean por Facebook, el artista quiere ser correcto y se sale por las ramas. Maestro: ¡acepte su crimen!

Con respecto a los Mil Árboles, me gustaría saber por qué son mil, por qué esta diversidad de formatos y cómo se ejecuta este tipo de grabados.

 

 

 

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