Por: Jorge Peñuela
Fecha: octubre 6, 2014
¿Cómo conciliar el aprecio que les tenemos a los amigos con el amor que le debemos a la verdad?
Ricardo Arcos le ha respondido a Fernando Pertuz en Liberatorio, acerca de las ideas que este artista ha expresado sobre la Galería Santa Fe y el premio Luis Caballero. Pertuz es el único artista que se ha manifestado públicamente a este respecto, mostrando con ello una coherencia intelectual con aquello que piensa y actúa en su práctica artística. Arcos tiene razón respecto a que es prudente dejar que Marta Bustos despegue en la gerencia de artes del Instituto de las Artes y despliegue sus ideas respecto al campo del arte contemporáneo. Al igual que Pertuz, yo he formulado algunas inquietudes que coinciden con algunas de sus observaciones. Las reservas que he expresado respecto al manejo administrativo que se da en las instituciones responsables de orientar la producción artística de nuestro país, tienen que ver principalmente con la responsabilidad que tenemos los ciudadanos de velar porque los funcionarios públicos cumplan con sus deberes y no desvíen su atención a otros menesteres. El peor de todos sin duda alguna es el que se dediquen a atender su clientela. Si la información que ha trascendido a la opinión pública no nos pone alertas, no sé qué podría hacerlo. Principalmente, mis reservas se deben a un temor por las lógicas administrativas que finalmente no son las lógicas que más benefician a las artes ni a los artistas.
Arcos ha roto su silencio y ha vuelto a participar en espacios críticos y de opinión sustentada. Razonablemente nos ha convocado a apoyar a Marta Bustos. A pesar de que también reconozco el profesionalismo de la nueva gerente de artes, al cual alude, por mi parte prefiero apoyar ideas. Esperemos que finalmente Bustos las plantee, en especial aquellas que son objeto de debate dentro del campo del arte contemporáneo que se piensa en Bogotá: la Galería Santa Fe y el premio Luis Caballero. Me preocupa la información de Arcos, según la cual los nuevos administradores están pensando en adaptar espacios adecuados a este estímulo. La sola idea de adaptar algún espacio dejado de la mano de Dios, es muy riesgosa para este premio, pues, en ese desplazamiento puede naufragar el Luis Caballero. Estoy seguro que si los artistas contemporáneos no quedan satisfechos con cualquiera de las soluciones que se dé a nuestro problema, tendremos que decirle adiós al Luis Caballero, de la misma manera que los artistas más importantes de nuestro país poco a poco se fueron marginando del Salón Nacional de Artistas. Sin artistas, no hay arte reflexionante, como lo es el arte contemporáneo.
Legítimamente, Arcos hace una defensa de Jorge Jaramillo, el antiguo gerente de Artes Plásticas. Coincido con Arcos. Creo que hizo una buena labor al sostener el premio Luis Caballero, pero considero que éste lo desbordó. Un balance de su gestión se hace necesario, menos para exaltar sus logros y más para establecer en qué aspectos se quedó corto y por qué. Es importante que Arcos recuerde que mantenernos en lo mismo a través de los años en nuestras mismas prácticas, es ir retrocediendo, es desdibujar lo que logramos configurar. Entregar la galería Santa Fe y el premio Luis Caballero tan debilitado como está, no es una buena carta de presentación para la nueva gerencia. Este premio debería tener en la actualidad la posibilidad de financiar once proyectos para un plan anual de exposiciones. Con este debate, los artistas que han participado en el premio LC han comenzado a hablar de las dificultades que tuvieron que sortear para salir adelante, algunos han comentado los problemas formales que genera la Galería Santa Fe en sus ideas. Si no hablaron antes fue porque no querían debilitar el premio aún más.
Esperaremos las ideas que nos van a proponer y ojalá que nos permitan participar. Ojalá que la lógica administrativa a la que temo, no vuelva a imperar aquí: primero consultar con los críticos y seducirlos con lisonjas, para luego tomar decisiones sin tener en cuenta sus observaciones. A pesar de estos pequeños matices que he señalado con respecto a la mencionada intervención de Arcos, los dos nos movemos en el mismo sentido: valoramos las ideas por encima de las personas. Pienso que siempre debemos recordar la sentencia que Aristóteles formuló para hablar de su maestro, la cual configura el pensamiento crítico de Occidente: “apreciamos a los amigos, pero amamos más a la verdad”. Ningún amigo, por bueno que sea, debe apartarnos de la responsabilidad que tenemos para con la verdad. Si no hubiera sido así, no habríamos llegado hasta aquí.