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Post scriptum. José Alejandro Restrepo: el caballero de la fe

José Alejandro Restrepo cierra su participación en el premio Luis Caballero. Mediante un conjunto de acciones ajusta el dibujo del inconsciente colombiano, el cual fue esbozado durante  las tres sesiones previas de su video performance, realizadas en las instalaciones de la Casa del Teatro Nacional. Durante la cuarta sesión de contemplaciones, evoca  imágenes de la barbarie mediante la cual se modela la cultura de la incultura colombiana. Ilustra algunos testimonios escalofriantes de la guerra. Emulando las estrategias de los medios masivos de comunicación, repite las imágenes del Holocausto del Palacio de Justicia y sugiere lo sublime como estética de recepción de este crimen.

Durante esta acción plástica, Restrepo reitera el juicio artístico tejido a lo largo de las cuatro sesiones, un juicio que bien analizado puede ser explicado como un prejuicio ilustrado: pocos colombianos están en capacidad de distinguir una masacre de una piñata, o al menos le dan tanta relevancia a una como a otra. Los traumas de guerra impiden que los colombianos y las colombianas discriminen la verdad de las imágenes con las cuales son acosados diariamente. ¿A quién habla Restrepo? ¿A quién quiere persuadir de esta verdad artística?  

 De las ocho puestas en escena del VII premio Luis Caballero, la de Restrepo es aquella que más  herramientas toma en préstamo de otras prácticas artísticas como son el teatro, la danza y la música. Restrepo confía a un grupo de actores la escenificación de sus ideas. En este sentido es la propuesta más experimental, y sin duda alguna es la más arriesgada de todas. Sin mediaciones plásticas, Restrepo pasa de lo obvio a lo enigmático, del movimiento trivial de algunos de los performers  a un fino acto reflexivo, de una técnica sofisticada a una improvisación banal.

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El riesgo es una virtud que cultivan muchos artistas contemporáneos. Sin embargo, el riesgo no siempre es prolífico. En especial, cuando se abordan problemas que afectan a comunidades enteras. En la VI versión de este mismo premio, Clemencia Echeverry realizó una sofisticada, impecable e impactante puesta en escena de esta misma problemática socio-política. Sin embargo, a pesar de que las artes contemporáneas buscan compulsivamente el impacto sensorial en los espectadores, existen muchas reservas respecto a si la violencia ética ejercida en contra de un pueblo se puede convertir en objeto de consumo, tal y como quiere el régimen económico de la actualidad. Ni Echeverry ni Restrepo, ni ninguno de los artistas que militan en este tipo de consumismo aristocrático, que suministran este tipo de entretenimientos, han mostrado una posición clara respecto a cómo se ubican dentro estas dinámicas, tampoco respecto a la injerencia de los mercados en la producción artística contemporánea. No se dice que la violencia ética de Colombia es tabú para aquellos que tienen el don de la representación bella. Se la puede pensar y es representable como lo hace Restrepo. Sin embargo, la única justificación de las acciones plásticas que se interesan en el dolor de los demás, consiste en modelar  prácticas terapéuticas colectivas, pero es necesario elaborarlas mediante los más refinados recursos artísticos. En Versión Libre, Echeverry logró la parte estética y técnica. No obstante, el concepto artístico no logró desprenderse del espíritu ilustrado con el cual se cobijan muchos artistas contemporáneos. El artista no juzga, lucha por comprender.  ¿Qué otro propósito puede tener el gesto de Restrepo en esta acción dentro del VII premio Luis Caballero? Al realizarse estas acciones de otra manera, se corre un riesgo incorrecto: agredir a quienes han sido objeto de agresión. Consigue sólo un impacto sensorial que sólo beneficia el consumo masivo y estético de estas desgracias.

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El trabajo de Restrepo para esta versión del premio Luis Caballero es importante. El desplazamiento que realiza con su gesto es vigoroso y abre alternativas de expresión. No obstante, es necesario dejar a un lado la emotividad política y el partidismo estético. La recepción de todas las propuestas artísticas debe hacerse bajo criterios claros y explícitos. Ya se han propuesto algunos. La tendencia que Restrepo sigue no es la correcta porque responde a una tendencia del mercado internacional para los países emergentes, y no a una irreprimible necesidad de expresión artística, la cual cuando es sincera desborda la singularidad del artista y compromete  a toda una comunidad. El arte no procede de manera inversa. La comunidad por sí misma no logra abrirse desde dentro. Hace falta el gesto singular del artista. No es este el caso en la obra analizada. La mirada de Restrepo se hace desde dentro, pues no se atreve a ponerse por fuera, así sus aúlicos le hagan creer que sí lo hace.

 

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Ahora bien, la proliferación de estímulos heteróclitos recibidos a lo largo de las cuatro sesiones que componen los Ejercicios Espirituales de Restrepo,  la ausencia de un concepto artístico que intensifique su sentido, los ordene mínimamente  y los saque de la anarquía sensorial y estética en la cual se manifiestan, no ayudan a comprender las ideas que animan el propósito de la obra: ¿cuál es? Si se busca un efecto terapéutico, no logra ninguno, sólo se hecha más sal en la herida. ¿Se denuncia la estupidez de los testigos de los crímenes colombianos de lesa humanidad? ¿En que radica esta estupidez y a quiénes se señala? ¿Se explora las lógicas mediante las cuales opera la violencia ética?

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Una obra de arte no tiene un propósito particular, pero en este caso, son tantos los ensayos artísticos que hablan de la violencia ética colombiana, que es muy importante pensar con cuidado esta tendencia que nos ha impuesto el mercado internacional de miserias humanas. Ahora, si aquello que Restrepo tiene en mente es hacer una crítica de la manera como los artistas manejan a las víctimas de las cuales se ocupan, el asunto es diferente. Esta interpretación tiene apoyo en el ventrílocuo y su muñeco puestos en escena en la última sesión. ¿Restrepo nos quiere decir que las víctimas de la guerra  colombiana son usadas como marionetas? No lo creo. Afirmar esto sería sobreinterpretar la obra. A pesar de estas observaciones, la propuesta de Restrepo es una de las finalistas. En sus antípodas se encuentran Mariana Varela y Consuelo Gómez, quienes sin duda alguna deben ser consideradas para obtener  la distinción del premio Luis Caballero 2013.  ¿Quién dentro de estos artistas recibirá la mención y quien el premio?

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