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Bienalización o Ferialización del Salón Nacional de Artistas

Reflexiones críticas en torno a las transformaciones del Salón, su la relación entre arte y política.

Hace poco circuló por internet una crítica feroz al lanzamiento del 44 Salón Nacional de Artistas denominado AÚN y que se desarrollará en la ciudad de Pereira. El autor de esa crítica feroz es José Peña, nombre que al parecer esconde artistas mujeres que se han agrupado en un colectivo. Pero lo que me interesa rescatar aquí de esta crítica feroz y llena de ironía, no es el ataque al equipo curatorial pues eso me parece irrelevante, sino que ellas han logrado develar algo que a mi juicio está en el centro de la transformación de este Salón desde sus dos últimas versiones: la transformación en una bienal y pero aún en una especie de feria. Ya Jorge Peñuela ha manifestado hasta el cansancio la mercantilización de este espacio y creo que la cosa va por allí. Varios signos a tener en cuenta:

El Salón 43 Saber desconocer realizado en Medellín, respondía a un claro interés comercial evidente:

  1. La mayoría de los artistas participantes eran una cuota de galerías importantes en el país. La fichas técnicas de los artistas más relevantes del momento venían acompañadas con el nombre de la galería.
  2. El Salón se realizó casi en paralelo a ArtBo, la Feria comercial más importante del país y quizá una de las más relevantes del continente.

 

Ahora el Salón 44  Aún se realizará en Pereira. Todos sabemos que esta ciudad donde nació el expresidente César Gaviria, quien desde algunos años es un connotado comerciante de arte. Su hija María Paz Gaviria al frente de ArtBo ha sido en buena parte artífice de un éxito sin precedentes comercial en el arte contemporáneo. La presencia de Gaviria durante el lanzamiento dice demasiado. Ahora bien, en principio esto no está mal, el arte siempre ha estado al lado del poder: desde la Antigüedad hasta hoy. ¿Pero entonces vale la pena seguir generando la ilusión de que el pastel es grande y que hay para todos sobre todo en un país donde la situación del trabajador cultural es lamentable?

Surge una pregunta entonces. ¿El Ministerio de Cultura sirve par auspiciar ahora  los comerciantes del arte? ARCO fue un claro ejemplo de eso. Galerías colombianas financiadas por el Ministerio de Cultura. ¿El Salón 43 financiando galerías o las galerías pagaban cuotas al ministerio? ¿Dineros públicos que financian a comerciantes del arte?

Pero para que no se despeinen de la ira, esto siempre ha sucedido en el país. Cuando tuve a cargo la dirección del Museo de Arte de la Universidad Nacional me encontré con un archivo completamente abandonado. Me puse en la tarea de ordenarlo con la colaboración del personal de archivos de nuestra universidad. Y oh sorpresa: me encontré con unos documentos valiosísimos  de 1969, año en que el Museo de Arte Moderno dejó los predios de la Universidad Nacional. En esa época, tuvo lugar una querella fuerte entre las directivas la Escuela de Artes –entre quienes estaba el artista político simpatizante de la Revolución Cubana Carlos Granada– y estudiantes que reclamaban a las directivas del Museo –Alicia de Barney, Gloria Valencia de Castaño y Marta Traba–, por qué razón esta última estaba haciendo negocios  con obras de arte: en efecto, ella tenía una galería que llevaba su nombre y el Museo compraba obras que después vendía. Un negocio impresionante y preocupante sobre todo cuando el Ministerio de Educación a través de su División Cultural financiaba este proyecto y la Universidad también daba su aporte: en ese archivo hay cartas de esas negociaciones. Ese fue el verdadero detonante de la salida del Museo de la Universidad. La otra historia además narrada por el periódico de El Tiempo, y haciendo eco a su salvadora Gloria Zea, es pura ficción realizada para justificar la salida de la obras de la universidad, la cual nunca pudo recuperar el dinero invertido en ese magno proyecto del Museo de Arte Moderno. Y como para una historia detectivesca: antes que me pidieran la renuncia como director, me llegó por esos días una carta de nuestro Rector Moisés Wasserman quien me exhortaba a darle el archivo a Gloria Zea pues ese Museo ya no tenía nada que ver con la Universidad. En un acto de desobediencia, me apresuré a llevar los documentos al archivo central donde fue digitalizado. Hoy existen varias copias de seguridad de dicho archivo bien custodiado y además repartido en lugares claves.

Pero en realidad este no es el asunto que más me interesa señalar: sino cómo al mismo tiempo de la creación del Museo de Arte Moderno se creó COLCULTURA, un estamento que va romper el proyecto cultural en dos en el país: La cultura ya no sería manejada por el Ministerio de Educación y su División de Divulgación Cultural sino por un nuevo estamento, que entre otras cosas se crea como parte de la Alianza para el Progreso, plan norteamericano que iba destinado a favorecer una nueva estética (anestésica diría hoy Susan Buck-Morss) que haría frente al proyecto de Casa de las Américas a tono con la Revolución Cubana. Mi colega el italiano Alessandro Armato en su magnífica investigación titulada: Marta Traba la construcción de un poder, pone de relieve una hipótesis incendiaria: la consolidación de este personaje va de la mano en el contexto de la Guerra Fría y la insistencia norteamericana de impulsar un arte despolitizado en el país, gracias al apoyo de medios de comunicación, la naciente televisión y revistas y periódicos como El Tiempo. La resurgencia de museos de arte en el país y en el continente así como bajo el auspicio del cubano disidente José Gómez Sicre, director de la sección de Artes Visuales de la Organización de Estados Americanos OEA, es muy significativa. Cuando hablamos con Armato a su paso por Bogotá, señaló que en verdad Gómez Sicre era un especie de agente que tenía una clara función en el continente y en especial en Colombia. Esto parece de novela pero la escisión entre Educación y Cultura en el país iba en clara oposición al proyecto mexicano de Vasconcelos y de la Revolución Cubana donde Cultura y Educación van de la mano.

La posterior transformación del Instituto Colombiano de Cultura –COLCULTURA– creado en 1968 por el liberal Carlos Lleras Restrepo da paso al Ministerio de Cultura en 1997, creado por el liberal Ernesto Samper. Los liberales más godos que se tocan de las manos de una u otra manera con los conservadores: no hay que olvidar que el proyecto del Frente Nacional firmado en España con la venia del dictador Franco, donde la alternancia de poderes entre liberales y conservadores los ponen en un mismo plano. Aquellos que de una u otra manera Jorge Eliecer Gaitán criticaba antes de ser asesinado y que Luis Carlos Galán Sarmiento quería dejar de lado con el Nuevo Liberalismo, proyecto que se vio abortado con su asesinato.

Así César Gaviria haya asumido las banderas del Nuevo Liberalismo, las corrientes de pensamiento son las mismas, sobre todo porque durante sus años de gobierno que él llamó de El Revolcón, fueron la puerta abierta al neoliberalismo en el país. No es de extrañar que lo que hoy sucede sea producto de eso: la coolcultura termina acuñada por Felipe Santos, otro insigne liberal al igual que su hermano, nuestro actual presidente, donde el espectáculo y el negocio dan una nueva dimensión a la cultura. El Ministerio de Cultura manejado desde hace años (basta con echar un vistazo a sus Ministros), demuestra que la Cultura en el país sigue siendo manejada por esa casta de ilustrados liberales medio conservadores que siguen viendo el arte y la cultura como un buen negocio, al cual pocos pueden acceder, pues no olvidemos que los negocios sobre todo en un país como el nuestro extremadamente inmerso en una estructura colonial, son asuntos de familia. No es una coincidencia que al igual que Gómez-Sicre, César Gaviria quien se desempeñara como Secretario General de la OEA durante diez años (1994-2004), fuera uno de los artífices de la creación del Ministerio de Cultura, así haya sido durante el gobierno de Samper.

Lo otro, respecto a quién es el curador, cómo se llama el 44 Salón Nacional, si es participativo o no, es puro ruido y chisme puro. El asunto de fondo es de otro tinte. Mientras tanto nosotros desde la Academia asistimos a ese espectáculo como simples espectadores, pues el divorcio entre Educación y Cultura hace años que dio sus frutos.

Esta es la verdadera relación entre Arte y Política: no es la que hacen nuestros artistas por más buenos que sean: es la que hacen los políticos con claros fines, sociales y económicos. La cosa es muy simple, por lo tanto como bien lo mostró José Peña con ese magnifico montaje fotográfico: AÚN Salón con aroma de café. El Salón Nacional de Artistas y sus más recientes transformaciones, es una asunto de familias que son las mismas que han gobernado este país desde hace décadas: los Lleras, los Gaviria, los Santos, los Pastrana, etc, etc, Para eso sirve el Salón que es la punta del iceberg. Me imagino la cara que Jorge Eliecer Gaitán pondría al ver en lo que se ha transformado el Salón que él creo siendo Ministro de Educación, si señores de Educación. Bueno, pero qué se puede esperar si el país todo se ha transformado en lo que conocemos. Este texto hace parte de una investigación más profunda sobre lo que hemos llamado crítica a las instituciones.

 

Ricardo Arcos-Palma

En la noche de velitas del 2015.

Bogotá.

 

 

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