Por: Jorge Peñuela
Fecha: octubre 13, 2014
La Zona Tórrida de Abel Azcona
No es fácil hacer la calle, recorrerla, habitarla bajo la mirada presuntuosa de la hipocresía bogotana. Pues bien, Abel Azcona no teme ni la hipocresía, ni las miradas malciosas, ni las calles lujuriosas. En uno de sus ejercicios más arriesgados deja los espacios palaciegos del arte contemporáneo y se aventura a confrontarse con las violencias del día a día que muchos hombres y mujeres padecen. Su última práctica la realiza en Bogotá en una de las zonas más tórridas de la ciudad. Lo escalofriante de los ejercicios de Azcona son los riesgos que asume. Esos riesgos es aquello que los teóricos llaman la política del arte, pues, ¿de qué sirven las críticas ideológicas si los sujetos y sus estructuras de poder no se cuestionan desde lo más produndo de sí? Nada cambia en la política si no se cambia a los sujetos en particular. Azcona hace esto. A muchos artistas del performance les falta asumir este tipo de riesgos. Azcona cree que al performance lo caracateriza la espontanediad de la acción, piensa que una formalización acabaría con la potencia transgresora de sus gestos. Después de ver una performance de Azcona, las demás se ven muy formalizadas. A pesar de que sus imágenes expresan una estudiada poética, sus gestos desbordan las formas que intentan detenerlos. Este gesto desbordado aparece poéticamente en muy pocos artistas.
Fotografías: cortesía del artista.