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Weilmar Sáenz: Juguete de Artista

El artista Weilmar Sáenz participa en el Salón Interuniversitario ASAB 2014. Juguete de Artista es el concepto que capta el sentir de las ideas de  este artista joven. Juguete y juego figuran una y la misma realidad. El juego es la reivindicación del mundo, del sentido, por ello mismo de los hombres y las mujeres igualitariamente libres.

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Recientemente se han visto en Bogotá dos de sus ejercicios plásticos. Sáenz tiene vocación de escucha. Alejado de las arrogancias y pretensiones conceptuales y conceptualistas que animan a muchos artistas jóvenes,   saca de su olvido elementos y gestos que buscan ser redimidos en el campo de las ideas artísticas, el campo en el cual se renueva el sentido del mundo.

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Mientras muchos de sus coetáneos se afanan por construir puestas en escena artificiosas y banales, Sáenz responde al llamado de los gestos  sencillos portadores de alguna verdad. Sus ejercicios son puestas en gesto del sentido de la verdad  en un mundo resquebrajado desde dentro, un mundo en el cual los intereses brutales de los individuos pasan por encima de la humanidad de muchas personas. Muestra un interés incipiente por la performance, sin que haya dado ese salto al vacío que debe dar todo artista joven. Está a tiempo de seguir la intuición espacial que ronda su cabeza. A pesar de que Juguete de Artista está en el espacio del arte, no logra señalar, figurar el espacio, dibujarlo, transfigurarlo. El dibujo es el arte de escuchar los llamados del espacio. Sin embargo, aquello que la Academia llama dibujo, es sólo la cosificación de la actitud de escucha que caracteriza al artista. Escuchar no es silenciarse. Es una experiencia radical: es desprenderse de su mismo, de un sí mismo que es controlado por la mano invisible del poder enquistado en las escuelas de artes.  Por esto mismo, contamos con tan pocos artistas. El artista contemporáneo ya no escucha, solo atiende a la voracidad individualista de la época, ya no se atreve a dibujar su propia autocomprensión. Muchos y muchas artistas contemporáneas, no lograr modelar una subjetividad propia. Se conforman con el mismo que les es impuesto.

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Saénz tiene claro que el artista debe figurar el espacio, esta idea se puede apreciar en toda su claridad en su reciente ejercicicio en La Casa del Parque. La instalación de la ASAB pudo ser mejor. Juguete de Artista  se presenta con el propósito de “performar”, de interactuar, de incluir la práctica artística  en el  campo de los espectadores. Sin embargo, fue instalada es un espacio muy reducido y yace como un objeto de contemplación de difícil lectura. Tal y como está presentado, el objeto sufre la marginalidad estética a la cual están condenados los objetos de contemplación. Sáenz es un buen fotógrafo pero esta técnica está tan intervenida  con  imposturas académicas e ideológicas, que el artista atento a escuchar verdades que lo hieren y convocan,  sabiamente se ve forzado a sospechar de los tecnicismos y “eliticismos”  fotográficos. Sospecho que Sáenz intuye que en la actualidad la fotografía es instrumentalizada como dispositivo de poder. Ahora,  “elitizar” es el nombre de una enana que se pasea   de la mano de otra llamada “banalizar”. Hay tanta banalidad técnica en la fotografía, que difícilmente este  arte centenario puede ubicarse con comodidad dentro de las dinámicas artísticas del arte contemporáneo. Entre sus maestros tuvo como orientadora de taller a la célebre María Teresa Hincapié, de quien guarda celosamente  algunas anécdotas importantes para la historia del arte del performance. De ahí que no resultan extraños los guiños que el artista hace al arte de “performar”, de figurar, de transformar con su cuerpo la realidad.

En otra oportunidad, presentaremos el testimonio de la experiencia de Weilmar Sáenz con las prácticas de María Teresa Hincapié.

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