fbpx

¿Quién es el Cristo de Botero? Alegorías larvadas en el Viacrucis expuesto en el Museo de Antioquia

Viacrucis es la problemática que los pinceles de Botero intentan resolver  en el conjunto de lienzos que actualmente están expuestos en el Museo de Antioquia. Una problemática es la expresión de la multiplicidad de cualquier Idea, nos ha dicho Deleuze.

Ahora, si las esculturas con que se agobia la vida cotidiana de los paseantes del centro de Medellín, no tienen nada que decir a la imaginación de los miles de curiosos que llegan por estos días a participar en la Feria de las Flores, el conjunto de pinturas de producción  reciente  que hoy  podemos apreciar en el Museo de Antioquia no deja indiferente a nadie. Al contrario, es una exigencia: estás pinturas no pueden dejar indiferente a nadie. Llaman nuestra atención y nos persuaden a ir más allá de las bellas composiciones y de los sarcasmos explícitos en la gesticulación de unos cuerpos que luchan por ser cuerpos aquí y ahora, unos cuerpos que quieren revelarnos cómo su nombre se volvió una  Historia Oficial, cómo se recubrió por conceptos al servicio de una remozada vieja ideología. Mediante la gesticulación, Botero abre la posibilidad de pensar  un cuerpo contemporáneo sin atavismos o anacronismos, pero también sin la inquina del presente que nos impide sentir y pensar una realidad fresca y rozagante como el clima de la ciudad que hoy acoge a este artista internacional que no teme exponerse a los ojos de su país de nacimiento.
alegoria
Botero se involucra en la problemática del Viacrucis  sagrado para hacernos ver el Viacrucis profano de nuestros días: el de Colombia y el suyo propio, para no ir más lejos, y así el pintor sea una especie de Andrés de Santamaría, alguien que a su pesar  ya no habla  la lengua de su tierra.  Respecto al viacrucis personal, es evidente que Botero no puede sentirse cómodo cargando las moles de metal con que se lastró su producción pictórica. Respecto al nacional, es claro que El Cristo de su Viacrucis no es el Cristo biológico y simbólico que reverencia la tradición cristiana. Botero parece ingenuo, pero para fortuna del arte no lo es. Sólo pasando por ingenuo se puede decir lo que Botero piensa en sus alegorías.
cuerpo expuesto b
Viacrucis es  una exposición en la cual la pintura le proporciona a Botero una respiración boca a boca. Mediante la viscosidad del color bellamente sentido, pensado y estudiado, el pintor comienza a respirar lentamente, aliviado de la carga que le fue impuesta como escultor. La  monumentalidad que apreciamos en sus pinturas es una creación de la imaginación que nos muestra su opulencia, la fuerza de su pensamiento. Al contrario, el gigantismo empírico de sus esculturas evidencia una crisis: la incapacidad de pensar monumentalmente sin tener que recurrir a la ostentación gratuita de un venido a más. En efecto, si las esculturas de Botero tienen el ingrato don de  agobiarnos gratuitamente en las bellas y frescas calles de Medellín, sus pinturas recientes son de culto, en el mejor de los sentidos, porque nos invitan al goce privado, aquel que fuerza a pensar, que nos da fuerzas para pensarnos y sentirnos de manera diferente. Estas pinturas  nos sacan de una vida torva, empobrecida con todas las trivialidades con que a diario se somete a los cuerpos envejecidos por todo tipo de discursos.
pieta
Con esta bella exposición en el Museo de Antioquia, Botero refresca nuestra imaginación para ver desde la oscuridad de la Idea las características de la época, para indagar en esa mirada torva y perdida que caracteriza a las máquinas parlantes que una y otra vez circundan nuestras ciudades más populosas, lo mismo en Medellín que en Bogotá. Se trate ya sea del Patrón de Bien o del Patrón del Mal, la misma incomprensión se pone en escena frente a nuestras narices frías y  distraídas, como las de los caninos callejeros. En uno y otro caso es el poder usurpado el que tiene la última palabra para decir qué es real o no, para establecer qué es bueno o malo, justo o injusto, verdadero o falso.

Deja un comentario

Ingresar con: