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Botero cumple 100 años: ¡vive el maestro!

La revista Semana le da su portada al pintor Fernando Botero esta semana que comienza. Para el columnista, Botero es uno de los artistas más importantes del mundo porque logra mover “millones de dólares”.

El artista, entonces, se vale de su arte para potenciar el neoliberalismo que tanto dolor causa a millones de hombres y mujeres, niños y niñas en países como el nuestro. El arte que logra una portada en Semana es una arte en el que poco importan las ideas de igualdad, solidaridad y libertad. En este orden de ideas, el homenaje que Semana pretende hacer a Botero no es más que un indicador de la falta de cultura en nuestro país. En efecto, escrito por un anónimo contemporáneo, se trata de un artículo, breve y lleno de lugares comunes, los cuales por sí solos no justifican la importancia del pintor para su país, mucho menos para su madre patria: el mercado ubicuo: global.

Fernando Botero está tan ajeno a la contemporaneidad, que ya no puede decir nada de ella, ni de lo que somos o hemos dejado de ser por cuenta de los dealers de la política y de los Derechos Humanos para garantizar el bienestar del Capital: ¿a sus ochenta años, aún pinta? ¿Qué pinta? Por supuesto, una humanidad reducida a relaciones mercantiles. ¡El arte de Botero también es relacional! Si esto es cierto, esta categoría no es más que otra banalidad posmoderna. En efecto, sus cuadros no pueden pretender otra cosa, porque en el mundo de las mercancías el cliente siempre tendrá la razón y no se lo puede molestar. Además, es importante tener claro que todos tenemos un precio: ¡esto es pragmatismo! Reconocer nuestra precariedad e instrumentalización.

Los cuadros de Botero son incapaces de generar una pregunta que nos llegue al alma y la desgarre. La vida siempre le ha horrorizado a Botero. Cuenta su hijo Juan Carlos –según Semana– que Botero dejó el toreo porque durante su primera corrida le horrorizó la realidad que se manifestaba en el aliento disolvente del toro. Botero se asustó tanto que dejó de torear. Fue ahí que decidió alejarse de la vida y ser pintor al servicio de la representación estética. Esta anécdota que nos proporciona Semana es valiosa porque nos sirve para pensar el arte contemporáneo: sus artistas corren el riesgo de que la vida los disuelva: de hecho muchos han caído ante su brío e intensidad. Botero ha sido más inteligente, no se expone inútilmente. No obstante, sus formas plásticas no alcanzan ese borde en el que toda forma debe desgarrarse a sí misma para volverse vida y modificar sus formas expresivas, para parirse permanentemente a sí misma por la intervención del artista que le enseña lo que es la vida verdadera. Parece que Botero no va a cumplir 80 años, sino 100. Parafraseando a Hegel, podemos sentenciar: Botero es un pasado para nosotros los contemporáneos. Dice Semana:

“Hace casi diez años, la revista Art Review se puso a la tarea de hacer una lista con los diez artistas vivos más cotizados del mundo. Fernando Botero quedó de quinto. Los editores encontraron que sus exposiciones no solo habían llegado a los principales museos del planeta, sino que sus cuadros y sus esculturas habían llegado a mover ya en ese momento casi 60 millones de dólares en el mercado del arte. En la última década esa cifra se ha más que duplicado con el creciente prestigio del maestro. El ranking era apenas una confirmación de lo que ya se sabía: Botero era el primer colombiano en convertirse en un artista universal. ¿Cómo lo logró?”.

Leído este primer párrafo, quedamos informados: podemos hacer lecturas más interesantes durante esta semana. ¡VIVE EL MAESTRO!

Artículo de Semana AQUÍ:

https://www.semana.com/nacion/articulo/bravo-maestro/255391-3

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