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Elogio del dibujo y de la pintura: Oscar Muñoz Y Beatriz Olano

Dos exposiciones se desmontan durante este fin semana, las dos tuvieron lugar en dos sectores densos estéticamente de Bogotá y en torno a los cuales gravita el pensamiento artístico de la ciudad.

Hablo de  la calle once con carrera cuarta, y la carrera quinta con calle veintiséis: el Museo de Arte del Banco de la República y  NC-arte, respectivamente. En estos dos sectores confluyen las investigaciones más importantes de arte contemporáneo en Colombia. Se trata de las Protografías de Oscar Muñoz y Esquema Estructural de Beatriz Olano. Hoy reelaboro mis primeras impresiones acerca de Muñoz, las cuales publiqué en Facebook recién abierta la muestra; en otra oportunidad me referiré a Olano, a su curadora, Maria Iovino, y por supuesto, a la nueva Galería de Arte. Ahora bien, esta relación plástica no es arbitraria, no se debe solamente  a que su montaje coincidió temporalmente. Más importante es que estos dos artistas insisten en seguir tratando de resolver intempestivamente las limitaciones del arte tradicional, las del dibujo en el caso de Muñoz, y las de la pintura en el caso de Olano. En efecto, en las dos propuestas apreciamos un vivo interés por el oficio, pero secundadas pobremente por el discurso del artista, por no decir, puerilmente, ya sea por parte de una crítica de arte profesional, inexistente en Colombia, o por los historiadores de arte desbordados por la intensidad de nuestra época. Para que las artes tradicionales sigan siendo una alternativa contemporánea en Colombia se requiere una innovación en la manera de hablar de nuestras prácticas artísticas. Si queremos hacer un elogio de las artes tradicionales, el discurso debe mostrar su pertinencia, y lo logra, sí y solo sí logramos decir algo distinto a aquello que, por instinto de autoconservación, estamos conminados a defender.
muoz sombra
Protografías es una retrospectiva de Oscar Muñoz en el Museo de Arte del Banco de la República, un museo sin apellidos superfluos,  pero que poco a poco y con mucha persistencia ha logrado posicionarse  como el Centro de Arte Contemporáneo que los artistas han reclamado para una ciudad capital como Bogotá. Varias de las exposiciones que han tenido lugar allí en los últimos años corroboran esta hipótesis. Las obras que se están desmontando ya, fueron instaladas  en el segundo y tercer pisos. José Ignacio Roca y María Wills tuvieron la responsabilidad de pensar los espacios y las ideas  para mostrar los trabajos del artista caleño. Salvo minúsculos descuidos, el montaje fue impecable, generoso con las obras y la arquitectura del museo, y, además, amable con la percepción del espectador. Aunque el criterio de la exposición lo determina una preocupación constante del artista por la técnica, aspecto de lo cual no son responsables los curadores, la exposición logra mantener la curiosidad  del espectador a lo largo del recorrido técnico que nos propusieron. Sin embargo, esta curiosidad no logra ir más allá de sí misma, porque aún seguimos hablando como hace cuarenta años. En arte, los años sí pasan. Cuarenta años constituyen dos generaciones, dos generaciones cuasi perdidas porque los artistas logoclastas de nuestro país lograron sepultar su única posibilidad de existencia: la crítica de arte. La poshistoria no requiere crítica.
muoz mano
En efecto, en este momento de incertidumbre, de apocalipsis estético, de  grandes transformaciones sociales y mutaciones biológicas contemporáneas, Oscar Muñoz da la impresión  de no querer moverse, así quiera mostrarnos que lo hace y esté convencido de ello. Pese a que, junto a Miguel Ángel Rojas, sobresale entre los artistas de su generación por el dominio de sus herramientas técnicas, nos da la sensación de ser un artista enajenado en ellas, en su perfeccionamiento, así esta insistencia no sea más que redundar o signifique simplemente que ya no hay más que perfeccionar, pues algo ha llegado a su fin. Por otro lado, es fácil apreciar que está obsesionado con el mundo de  las formas, “bellas” si se quiere, –el mundo  de las apariencias. Dibujo y fotografía, video e instalación, se constituyen en las estrategias técnicas de las cuales se apropia su pensamiento para solucionar las limitaciones que le inflige el dibujo tradicional, un dibujo que ya no es capaz  de dar cuenta por sí sólo de una época múltiple que se desdobla permanentemente en muchos frentes, la mayoría de las veces antagónicos e irreconciliables.
lectores anonimos
Atento a las obsesiones del artista,  –a su inquietud por los gestos que buscan emanciparse de las formas, ya sean artísticas o discursivas, Roca pensó el concepto Protografías para señalarnos el momento previo a la formación de la imagen que la voracidad del tiempo-capital pretende atrapar y dominar. Por supuesto, y en consonancia con el “espíritu de la época”, Muñoz ha mostrado un interés conceptual  por los anónimos sin más, por aquellos que no tienen ni tendrán una historia que contar porque jamás pudieron desprenderse del orden social establecido, es decir, por aquellos por quienes no ofreceríamos una misa pública. Pese a que los anónimos  saltan a la historia gracias a su mirada, muchos de ellos solo logran suscitar una curiosidad superficial en los espectadores, así algún comentarista haya afirmado que son muchos quienes salen “conmovidos” o transformados por las Protografías de Muñoz. Me temo que no hay tal. Y no es debido a la insensibilidad de nuestra época por las cosas bellas y buenas, como decían los griegos. El artista nos sorprende menos porque descubramos que el destino de nuestros nombres es el desdibujarse lentamente por la acción de nuestra inacción, que por la destreza de una técnica que no puede decir tan siquiera ¡Hola! Debemos notar que llamamos “descrestar” a la acción mediante la cual se nos sorprende sólo por sorprendemos, o por vanagloriarnos de una posesión banal. Por fortuna la técnica aún no conmueve a nadie, por eso no todo lo técnico por más sofisticado que sea no  puede constituirse en arte. En efecto, sentimos que lo anónimo en los proyectos recientes de Muñoz sólo es un pretexto para seguir mostrando un virtuosismo técnico del cual nadie duda ya, si es que alguien alguna vez lo ha hecho. Por supuesto, poco nos importa que el artista sea un esteta empedernido. Muñoz ha logrado unas de las más sugestivas imágenes de la historia del arte colombiano de las últimas décadas del siglo XX y durante la primera de este que iniciamos, así ellas cada día nos digan menos, así con ellas se nos trate de descrestar aún más. Creo que estas son razones suficientes para explicar la poca afluencia de público. El sofisma pueril según el cual son muchos los artistas que son más conocidos por fuera de Colombia que en nuestro país, sólo sirve para plantear algunas preguntas: 1) ¿Por qué estos artistas han descollado en otros países cuando en el nuestro no logran salir de sus círculos herméticos? 2) ¿Por qué estos artistas no han logrado convertir su práctica artistíca en arte-experiencia, en arte que transforma la existencia de aquellos espectadores con los cuales comparte vínculos vitales?

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