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El artista no es un termómetro, ni un sismógrafo, ni un mercadómetro, ni ningún instrumento parecido

El artista no es una entidad ilustrada que registra por encargo los sucesos y los pecados del mundo. Al contrario, en los gestos del artista se despliega una subjetividad singular que trae consigo una promesa de igualdad universal.

Con su gesto, modela y modula un espacio  al cual se convoca a morarse y demorarse con otros. El artista no es un instrumento pasivo de los coleccionistas que le miman, como lo hacen ver algunos los observadores empíricos que premian la tendencia correcta. El artista es un diagnosticador de sí, diagnostica la anomalía en sí mismo. A cada paso, el artista evidencia en sí mismo la soberbia creativa que le asedia y amenaza convertirlo en mercancía. Por ello mismo, es fuente de una verdad que rompe con los consensos establecidos por las tendencias del mercado. Este diagnóstico de sí mismo muestra la tendencia universal de su actualidad. ¿Cuál es el diagnóstico de la actualidad? Como un fantasma, una tendencia incorrecta recorre el planeta de los estúpidos, los gestores culturales exultan con su presencia, mientras que algunos artistas se sobrecojen y otros se asustan. Parafraseando a Walter Benjamin, la actualidad marca una tendencia incorrecta porque los artistas soberbios –mecenas intelectuales e ideológicos les llama Benjamin-, no muestran una posición clara ante el régimen que les gobierna: el mercado global. Con algunas reservas, muchos se han acomodado a las reglas que este régimen impone y se convierten en abastecedores del mercado y en apologistas del consumo aristocrático y compulsivo de miserias humanas.

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En Colombia, es deber de la Academia asumir una actitud crítica y señalar esta tendencia espuria del arte poshistórico o contemporáneo. Esta actitud crítica fue asumida por Benjamin en los años treinta del siglo XX. Se pregunta: en el momento que todos los valores colapsan, ¿cuál es el lugar del artista? Responde de manera tajante y estridente, quizá oportunista: ¡al lado del proletariado! En la actualidad, esta pregunta se  replantea. Hal Foster considera que este lugar cambia a partir de los años ochenta del siglo XX. El lugar del artista está al lado del marginado cultural. La economía deja ser el paradigma epistemológico y la antropología se despliega como el referente que articula la experiencia  de artistas y gestores culturales. En una y otra época, los artistas juegan al dilentatismo de un mecenazo intelectual. Hoy no se formula la pregunta de Benjamin porque todo el mundo sabe dónde se venden los artistas. Su lugar es la feria: el mercado en el cual se muestra al otro como estúpido. La tendencia despótica e ilustrada, aparentemente correcta, consiste en estar al lado del mercado que las maquinarias neoliberales promueven. El artista y el gestor cultural acomodados en los escaparates de feria, manifiestan su fe en el mercado. Si se le crítica es para reanimarlo y para reafirmar  la creencia, según la cual el progreso que prometen las mercancías culturales es la única verdad.

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Al denunciar la estupidéz del mundo, el artista se ubica al lado del mercado porque no tiene nada que decir, así crea que está diciendo algo trascendental. Esta es una ingenuidad negativa. Negativa porque no es expresión de verdad franca. Sólo hay verdad cuando el artista habla con su sí mismo enfrentándose en su propio campo a los discursos que intentan mantenerlo sometido. El artista verdadero es aquel  que tiene algo que decir, que se atreve a darse voz a sí mismo, en lugar de ofrecércela a quien no se la pide. Ayer y hoy, artista es quien no evade esta verdad inventándose un otro estúpido con el propósito de ofrecerle asistencia pastoral: un otro proletario dice Benjamin,  un otro cultural refrenda Foster, un otro para el consumo, se dice hoy.  El artista verdadero interrumpe todas las tendencias correctas de los discursos ideológicos. Es acontecimiento de sentido, por ello mismo, transforma muestras maneras de ver y percibir aquello que los régimenes ideológicos denominan el sentido común estético de la mercancia cultural.

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Todo gesto artístico es una manifestación de sentido. Cada gesto artístico es un manifiesto de verdad. En el premio Luis Caballero 2013, se alcanzan a  percibir algunos indicios de la tendencia correcta que ha impuesto el mercado. También se aprecia a algunos artistas que tienen algo que decir y lo dicen con franqueza, precisamente para alejarse y diferenciarse de la tendencia correcta del mercado. A su pesar, los jurados no oyen estos gritos silenciosos porque las sirenas del mercado estatal y comercial les ha dejado sordos.

 

Imágenes: Ejercicios espirituales de José Alejandro Restrepo.
Fotografías: cortesía del artista y fotógrafo Ricardo Muñoz.

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