¿Debe el Estado financiar eventos cuyo propósito central es la búsqueda del mayor lucro personal para sus promotores?
Ana Milena de Gaviria saca la cara por el arte mercancía y le reclama al Estado mayor compromiso con las empresas artísticas que generan riqueza material a sus promotores y arte para todos. Sí, idea bellísima: arte para todos. Pero, ¿qué tiene en mente la señora Ana Milena cuando dice “Arte”? Una cosa: libre comercio de bienes decorativos.
“(…) El potencial es grande y al apoyo continuo de la Cámara de Comercio debe sumarse un apoyo estatal mayor que lleve a esta industria de las artes a ser un referente no sólo en nuestro país, sino en el mundo, pues el arte debe ser para todos”.
Llegamos pues finalmente al futuro: el neoliberalismo estético pide pista. Todas contra todas, que sobreviva la más fuerte, la más intrigante, la que tenga mayor acceso a las páginas de entretenimiento de la gran prensa escrita y visual, y a los presupuestos estatales. La mano de obra de los artistas debe ser contratada y administrada con mayor eficacia comercial para que las industrias artísticas se puedan consolidar en Colombia, y, lo más importante, para que puedan competir libremente entre ellas. De esa sana competencia depende la salud de las artes contemporáneas.
Al Estado se le venderá pauta publicitaria para que lave su imagen de esclavista y funja como mecenas desinteresado de las artes del mercado libre. El Estado promoverá una desmovilización de los artistas rebeldes que no han querido ser parte de los templos doctrineros del futuro ahora ya presente. Decretará una amnistía económica y designará a un selecto grupo de encomenderos artísticos. Es responsabilidad de los artistas producir, producir y producir… Pensar es un asunto del pasado, cuando había artistas, cuando la preocupación del artista no era consumir, cunsumir y consumir miserias y violencias, sino elaborarlas, –darles una imagen pensativa. Los productos artísticos se venderán entre aquellos circuitos que quieran colaborar con la resocialización estética de los artistas rebeldes.
Dejado de lado el tono cínico de la señora Ana Milena, debemos abonarle el que haya puesto el dedo en la llaga. Ya sabemos lo que quieren los industriales de las artes, finalmente se han quitado sus máscaras. Hoy ya sabemos de fuente fidedigna que sólo buscan mancipar a quienes se cobijan con una tradición modelada por un espíritu de rebeldía libertaria. Quitarse las máscaras quiere decir solo una cosa: este es el sistema que opera actualmente en Colombia. Pequeñas empresas artísticas que se han confabulado en contra de la libertad de las artes y han empoderado una pequeña casta de gerentes denominada curadores. La idea es debilitar al Estado, que éste comprenda que los recursos que destina a los Salones Regionales y Nacionales pueden ser redireccionados más eficazmente hacia las Ferias de Arte. ¡Qué cada región tenga su Feria de Arte! De los Regionales nadie habla. De los Nacionales menos. ¡En las Ferias todo el mundo del espectáculo está comprometido! El neoliberalismo estético es el fin de la historia, es el fin de las luchas por la libertad, por lo tanto, el fin de la crítica. Hay que gozar el mercado de bienes y especular como el Capital manda. Sin duda alguna, nuestros referentes son Madona y Lady Gaga; maravillosas máquinas de entretener que se alimentan de las esperanzas de libertad de sus seguidores, para momentos después defecarlas como dólares, o, en el peor de los casos, para no engordarse con ilusiones de otras.
El Ministerio de Cultura deberá recibir la notificación de la señora Ana Milena y decodificarla como un campanazo, como un puño al mentón. La respuesta nula a las “inversiones” en los Salones Regionales y Nacionales, no se compadece con la repercusión masiva de art-BO, como efecto de presiones económicas y políticas. Los asesores del Misterio de Cultura deberán dejar en suspenso sus asesorías a puestas en escena Fashion, y dedicarse a defender sin ambigüedades las prácticas de miles de artistas colombianos que son críticos del arte-basura, del arte-mercancía, del arte-encomendero.
Fotografías: Ricardo Muñoz (Acción comunitaria en el barrio Santa Bárbara de Bogotá, Localidad de la Candelaria).