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Ecce Homo: anarqueología, la seducción del peligro de crear un gesto post-contemporáneo

La presente exposición recurre a la figura del Ecce Homo  porque en ese ahí se aprecia el nacimiento del hombre. A lo largo del último milenio, mediante este recurso, la iconografía cristiana reitera incesantemente que el nacimiento del discurso acerca del hombre es la muerte del hombre mismo en sus múltiples diferencias. La figura del Ecce Homo modela la sensibilidad occidental. Como se recuerda, el Ecce Homo aparece en la tradición cristiana en el evangelio de San Juan, pero solo comienza a figurar  anónimamente la sensibildiad cristiana a partir del siglo XI y termina extinguiéndose en una pintura de autor: La muerte de la Virgen, de Caravaggio. Esta pintura anuncia el fin del arte, como todo fin, consiste en mantener actualizada la misma  promesa a los cuerpos sentidos: la promesa de un orden de sentido otro, ni más allá ni más acá. explorado en un entre sin significación previa. Ahí, en ese amplio, tenso e intenso  entre espacios discursivos antagónicos como lo es aquel que figura la relación idea-apariencia, sujeto-objeto, significado-significante. Caravaggio ya no representa el infinito platónico: en sus pinturas, el hombre y la mujer se presentan en su mismidad reclamando diferencia. A la manera de un Cristo crucificado,  la Virgen acontece  rodeada de los discípulos por venir, del pueblo por venir.  El arte es la realidad en la cual emergen aquellas promesas que no se pueden cumplir. A partir de entonces, las mujeres anuncian y figuran  el Ecce Homo de las artes, sus continuos y persistentes fracasos.

El testimonio de  verdad de su  época dejado por Caravaggio, lo actualizo para mostrar que ya en el siglo XVII se percibe el olvido del hombre expuesto en su mismidad, el olvido de su ser diferencia. Caravaggio reelabora la pregunta por el sentido del ser del hombre en su mismidad, pregunta que acontece en la conversación entre Jesús y Pilatos, la cual fue creada y dramatizada por Juan de Patmos. Con base en un conjunto de ideas producto de una comunidad de habla, el olvido de la presencia del hombre como diferencia ontológica (Heidegger) aparece ya en San Juan. Dentro de las diferentes prácticas del cristianismo antiguo, las figuras del Ecce Homo y La Muerte de la Virgen reivindican  la importancia que tiene la diferencia experiencia, como fracaso esencial, como testimonio vivo de verdad real. Se trata de una verdad olvidada en la iconografía bizantina desde el inicio mismo del cristianismo hasta el siglo XI. La experiencia de esta diferencia se reactualiza en este mismo siglo, se olvida en la modernidad, pero se introduce nuevamente en el arte post-contemporáneo a través de las performances artísticas como aquellas que realiza la artista Nadia Granados. El encuentro imaginado, figurado por San Juan, es la primera performance de la modernidad antigua, las performance de Granados actualizan esta vieja tradición.

A pesar de la producción  profusa de trabajos artísticos que muestran a los hombres y a las mujeres inmersas en múltiples problemáticas sociales, la actualidad colombiana aún no logra pensar el hombre en su mismidad, en sus múltiples diferencias. Esta exposición de la piel es un estudio de las condiciones que actualmente están modelando la experiencia del arte post-contemporáneo, de aquel gesto llevado al límite impulsado por el habla veraz.

Cuando el artista sale al encuentro de los cuerpos reales, aquellos que acontecen en la existencia, no se puede realizar una  arqueología sin recurrir a una genealogía. En sentido foucaultiano, la genealogía explora aquella  pregunta por medio de la cual se escruta el origen de todo fundamento. Tampoco es posible poner en acto esta arqueología sin desplegar estrategias espaciales, tampoco  sin detonar una comprensión ecosensible. Arqueología, genealogía y estrategia figuran simultáneamente una inteligencia gestuada mediante la cual se toca, se detecta algo que no era percibido por las formas del entendimiento común, tampoco por el saber artístico,  ni por el conocimiento científico.  Este tocar es un acontecimiento en el cual se puede pensar la contingencia de todo fundamento, es decir, su condición histórica y, por ello mismo, la eventualidad de su posible desaparición (Foucault, 2004: 33). Este tocar detona una anarqueología mediante la cual se reconfigura el estado de las cosas (Foucault, 2014). En este tocar se figura lo real social o político, y se modelan múltiples subjetividades, las subjetividades que reclama la post-contemporaneidad, comprendida como  producción de verdad veraz, como invención de cuerpos sentidos. Estrategia y hermenéutica comparten vasos comunicantes con los cuales se exploran realidades no previstas por ningún método positivista, tampoco por ninguna ontología tradicional. Ubicados en los múltiples campos de las artes, el precio que debe pagar todo fundamento por su acontecimiento, es su desaparición. Los cuerpos acontecen con las escrituras artísticas, pero acontecen para desaparecer. Expuestos en la existencia, los cuerpos exigen ser reinventados permanentemente (Nancy, 2003).

En el pensamiento de Heidegger, Blanchot, Bataille, Foucault y  Nancy, abreva buena parte del pensamiento post-contemporáneo de las artes. En su conjunto constituyen una alternativa al pensamiento modernizante que aún impera en muchos sectores del saber contemporáneo que no precisan de la exactitud ni del rigor matemático, aquellas prácticas instrumentales que pueden prescindir de la verdad veraz. Durante  esta exposición es oportuno recordar  la lectura que  realiza Gilles Deleuze  de la escritura de Marcel Proust. La idea según la cual aquello que se denomina inteligencia, en verdad es aquello que llega después, con retardo, sólo para luego de su fracaso partir . Se trata del retardo esencial del cual habla Duchamp, la marca del acontecimiento tardío de una escritura artística. A diferencia del científico, en sus respectivas búsquedas, el artista y el poeta no determinan de antemano su pensar. Pensamiento ni presupuesto ni pospuesto: sólo expuesto, dice Nancy (2003: 70-71). Sus herramientas fundamentales las constituyen las escrituras de la imaginación que emergen después de que el poeta y el artista  realizan prácticas esenciales, es decir, cuando ponen en escena su anarqueología.

Los poetas se resisten a condicionar la realidad únicamente mediante la objetividad técnica garantizada por el método. Su vocación consiste en escuchar las voces dentro de los accesos al ser que son reactualizados por cada poeta una y otra vez, incesantemente creando cuerpos de sentido. Estos son accesos que las cosas niegan tardíamente al científico. Se trata de  la verdad del sentido de ser. La verdad veraz, sentida, directa, sin artificios, enlazada a lo sentido cada vez en el habla, la cual sólo balbucea metáforas en sus múltiples figuras. La inteligencia conceptual –la representación–, no antecede a la experiencia que el artista y el poeta realizan del mundo. Mundo-sentido y poeta-gesto acontecen de manera  simultánea. La inteligencia formal también llega tarde, pero en otro sentido. El científico llega a destiempo porque no toca lo real corporal, no tiene acceso a eso, a su diferencia,  no tiene la experiencia de vacío que aquélla detona. En verdad, el científico reivindica la seguridad del método y nunca puede partir, porque las cosas nunca le llaman ni salen a su encuentro. El científico no se ejercita en ningún trance, se niega travestirse, a transfigurarse. Por ello mismo, recibe como respuesta a sus exigencias metodológicas un contundente  ya no, es demasiado tarde. Las cosas  responden a la angustia del poeta con un apaciguante aguarda, no todavía, es demasiado temprano, pero en compensación dejan traslucir su verdad, la sombra luminosa que el poeta acoge con esperanza. Esta doble respuesta de las cosas determina la experiencia del mundo que tienen los sujetos hablantes post-contemporáneos, aquellas y aquellos que hablan con verdad más allá de los rituales artísticos institucionales, haciendo caso omiso de los protocolos académicos y controvirtiendo la ideología artística y científica.

La escritura poética es una excritura porque intenta salir, dar un salto hacia el lugar al cual pertenece, es decir al afuera de la conciencia.  Rescata la existencia y  abre el entre infinito del mundo que el científico clausura una vez se instaura en el método científico. Para considerar lo real político, el poeta y el artista revolucionarios experiencian las cosas sin muletas conceptuales. Esto quiere decir que el concepto  acontece con posteridad a la experiencia poética de la existencia. El concepto llega tarde porque el poeta no lo requiere. La ciencia no piensa, el concepto se lo impide. La ciencia no tiene la potestad de la consideración (Heidegger, 2001:98). Como el sujeto platónico, el científico teme tocar. Con Nancy, se puede afirmar que ese considerar  consiste en arriesgarse al contagio  que propagan los cuerpos una vez son tocados. El científico no se arriesga al  toque de ser sí mismo. El poeta, como Empédocles, se arroja a las fauces de los cuerpos. Por lo tanto, es necesario reiterar que  puede existir una investigación guiada conceptualmente, pero esta modalidad instrumental no puede aplicarse a los procesos mediante los cuales las artes se acercan a la comprensión de la cosas. Por un lado, quiere decir que la poesía  constituye una meditación acerca de la verdad del sentido de la muerte que devenimos en conjunto, en el mismo momento en el cual el poeta accede a su propia subjetividad, en el momento en el cual inventa los cuerpos de su respectiva época. A ese intermedio infinitamente finito entre la muerte y la vida que es la existencia que es negada en la contemporaneidad.. El cuerpo que acontece con la subjetividad artística propicia el encuentro en la apertura del entre infinito que  los artistas y los poetas permanentemente tensan, pesan y contrapesan en la modelación de sus respectivos mundos de cuerpos pesados y contrapesados. Por otro lado, está la ciencia que busca verificar verdades instrumentales con fines pragmáticos y necesarios. Poetizar consiste en meditar la libertad del entre ser.

Estas dos maneras de pensar –científica y artística– operan de manera diferente. El científico determina la realidad de antemano: su instrumentalización erosiona el acceso al pensar. El artista  erige mundo en la medida que  busca la verdad veraz que le hiere en su llamada, que lo contamina y lo llaga. En la llaga de ser del Ecce homo, San Juan pone en escena el acontecimiento que anuncia el fracaso del  hombre a través de sus múltiples repeticiones.  No obstante, esta doble condición de existencia puesta de manifiesto en aquella época, plantea la necesidad de buscar un enlace entre la voluntad de verdad que caracteriza el pueblo griego y la vocación del infinito ético que obliga al pueblo judío . La tensión que se acaba de apreciar entre el legado griego y el legado judío, no debe abordarse como un dilema epistémico ni ético. Todo lo contrario: el cruce de estas dos tradiciones de pensamiento, entre  otros abismos, conversiones, cruces, desvíos, diversiones, inversiones y perversiones, constituye y enriquece  la experiencia del pensar los cuerpos en la post-contemporaneidad. No hay necesidad de decidir entre Atenas o Jerusalén, entre lo masculino y lo femenino, entre el sujeto y el objeto, entre el significado y el significante, entre la divinidad que reivindican los dioses y el crimen que se le atribuye a los hombres. La escritura poética abre los corredores clausurados en todas estas palabras. De múltiples maneras, en estos corredores devienen permanentemente sus contrarios. Exigir filiaciones en torno a uno u otro pensamiento, es colonizar arbitrariamente la sensibilidad, fragmentar el entendimiento y suprimir la experiencia del mundo en toda su multiplicidad de intensidades y matices.

Estas ideas sucintas orientan una conversación pendiente entre diversas inteligencias  y entre los modos de existencia a los cuales dan lugar: inteligencias prácticas e inteligencias teóricas, conjugadas a través de la diversidad de las inteligencias artísticas, con un solo propósito: que las cosas actualicen por sí mismas sus diferencias en las escrituras poéticas. Es necesario alcanzar  las multiplicidades que dan la espalda al hombre y la mujer, las multiplicidades que abren la eterna esperanza de igualdad que  posterga el ejercicio de las libertades. Las ciencias y las artes son desencarnaciones alternas de pensamiento, reivindican lógicas diversas que tienen parámetros de acción diferentes, elementos que enriquecen la existencia de los sujetos post-contemporáneos.

Comprender el mundo es transformarlo volviendo sobre sí, es buscar los accesos al doble fondo que las cosas se reservan para sí mismas. Gadamer lo manifiesta con claridad: la mejor crítica consiste en comprender. Sólo dejando ser a las cosas, se puede acceder a su verdad. Este filósofo elabora algunas de las bases teóricas para reconfigurar las epistemologías y epistemes modernas y contemporáneas. En el despliegue de la comprensión no opera un método, la hermenéutica no es un método, es una experiencia de existencia, de transpropiación. La hermenéutica es una alternativa para el pensamiento en las ciencias humanas y el arte (Gadamer, 1977).

Finalmente, mediante esta búsqueda parresiéstica, de esta experiencia de verdad veraz, se pretende pro-curar un reconocimiento mutuo entre inteligencias que son reprimidas o  contrapuestas arbitrariamente en su despliegue en el mundo habitado. Se propone gestar una conversación  entre iguales para modelar  un New Deal Parresiéstico, abierto a la infinita dispersión de la existencia. La inteligencia artística no es superior a la inteligencia científica, pero no es inferior a ésta última en ninguno de sus no-propósitos y no-resultados.  Este reconocimiento propicia encuentros que enriquecen prolíficamente el pensamiento y la anunciación del sentido infinito  en un  mundo sentidamente finito.

BIBLIOGRAFÍA

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