Por: Jorge Peñuela
Fecha: septiembre 29, 2014
Arte al paso: insolentados con los patrones
Colección de Arte Contemporáneo del Museo de Lima, en el Museo de Arte del Banco de la República.
El viernes 22 de marzo de 2013 se inauguró la exposición Arte al paso. Rodrigo Quijano, el curador, realizó una visita guiada a través de la mayoría de las obras que están instaladas en el segundo piso del Museo. Una introducción oportuna a la vida de un país que existe en la realidad, que no se esfumó con el descuartizamiento de Ataualpa, que espera su regreso.
Quijano proporciona un contexto amplio al trabajo de un grupo de artistas inquietos por comprender un presente sacudido por las violencias que genera la abusiva distribución capitalista de los medios para la subsistencia. Artistas preocupados por la ausencia de un sentido de ciudad, decididos a construir el sentido de lo urbano y a enfrentar la nueva realidad social que el Plan Cóndor configura en latinoamérica.
De manera clara, sencila y ampliamente informada, Quijano nos puso al tanto del arte de un país hermano de cuyo arte poco sabemos. A pesar de las diferencias, las problemáticas de Perú no son muy diferentes de las que padece Colombia. Inició su recorrido en El placer, la obra de la peruana Gilda Mantilla y el colombiano Raimond Chaves, un matrimonio de artistas binacional. Mediante este gesto curatorial, se indica que pese a los esfuerzos ingentes de nuestros Estados por mantenernos separados, Colombía y Perú comparten varias de las dinámicas que durante décadas nos han mantenido en el atrazo material y en el retroceso ético que nos caracteriza. A partir de los años setenta del siglo XX, el crecimiento urbano transforma a Lima y Bogotá. Sus primeros rascacielos se comienzan a levantar en la misma década. Se constituye una cultura popular que los artistas perciben en la calle, fuera de los clubes artísticos y los museos sociales. Esta nueva realidad exige otro tipo de arte, otra manera de hacer las preguntas a lo real.
Pese a su riqueza étnica y a la demanda turística hacia sus lugares arqueológicos más representativos de la cultura oficial del Perú, poco sabemos del día al día de las peruanas y los peruanos. Ese paso a paso del día a día llama la atención de los artistas que visitan Bogotá. El hombre y la mujer constituyéndose en sus marchas, consumiéndose en sus procesos, modelándose en cada uno de sus pasos. En Perú, a esta acción formadora se la denomina “hacer algo al paso”.
Arte al paso es esto: un arte que se reivindica en los procesos que emergen y permanecen en las calles, en sus muros, en las gentes que las pueblan con sus angustias cotidianas. Los artistas encuentran su sí mismo junto a quienes padecen la injuria del progreso liberal. Se alejan del artificio ideológico: la interioridad de la artistocracia comercial, promovida por una peculiar interpretación museística del legado antropológico prehispánico. Se mofan del esnobismo que caracteriza a las elites criollas, un esnobismo comercial denominado “alta cultura”.
Las técnicas de las cuales los artistas se valen, hacen presuponer que Quijano denomina “contemporáneo” a la apropiación de las herramientas con que las cuales El Capital modela la sensibilidad contemporánea. En efecto, encontramos una amplía gama de recursos técnicos: video-instalaciones, fotografía, dibujo, pintura, serigrafía, cerámica, instalaciones, entre otros medios expresivos. Pero este no es el criterio que orienta la selección de estos gestos artísticos. Tampoco se trata de la aplicación de una teoría importada para el caso peruano. Según Quijano, contemporaneidad es una manera de hacer preguntas. Está determinada por las circustancias de la existencia, constituida por la peculiaridad del ejercicio artístico en un país en que los artistas no aparecen en ningún mapa o no tienen ningún apoyo. Una contemporaneidad marcada por la marginalidad de un país violentado con masacres y todo tipo de oprobios, desde hace quinientos años. Perú y Colombia se hermanan en sus respectivas tragedias y plantean sus propias preguntas. Un giro hacia lo popular caracteriza la modernidad del arte peruano. No se trata de seguir las rutas internacionales del Arte Pop. Los artistas proponen aprovechar la técnica de la serigrafía para transformar la realidad artística y social de Perú.
En 1980, el ensayista Mirko Lauer afirmó que “sólo lo popular es realmente moderno en el Perú”. Con este enunciado, se articuló críticamente la exposición Arte al paso, una exposición de Huayco, uno de los colectivos artísticos que piensan otras modalidades de expresión, con el propósito de responder a los retos que plantea el totalitarismo a los espíritus libres.
Arte al paso proporciona el contexto histórico en el cual Quijano se ubica. Se apropia de esta experiencia plástica para estructurar la exposición que muestra en Bogotá. La referencia a Lauer, nos hace pensar que no existe en Perú una diferencia cualitativa entre modernidad y contemporaneidad. La inclusión de un grupo de pinturas que en Bogotá son leídas como modernas, evidencian que no existe tal división. Previamente, Quijano llevó una muestra más grande a Brasil. No sabemos por qué la de Bogotá es una muestra más pequeña. Quizá se deba a limitaciones espaciales.
Arte al paso deja algunas enseñanzas y varias inquietudes en el público bogotano. En primer lugar las enseñanzas. A diferencia de algunos artistas pop colombianos, los peruanos tienen claro que el giro hacia lo popular obliga a borrar el Museo y a dejar de lado la pintura de cuadros al óleo. Ser pop y pintar al óleo es una contradicción. Este criterio nos sirve para explicar porque Marta Traba impulsó algunos artistas pop en Colombia. El pop colombiano es un pop aristocrático, al óleo, para el mercado museístico.
En segundo lugar, están las inquietudes. Arte al paso es posible gracias al convenio del Museo de Arte del Banco de la República con el Museo de Lima. Mientras en Lima se muestra Protografías, la exposición de Oscar Muñoz, curada por José Roca, en Bogotá se ve la colección de arte contemporáneo de Lima. Las exposiciones se inauguraron el mismo día. La modalidad de este convenio despierta algunas suspicacias, pues, mientras a Bogotá llega un variado grupo de artistas, la mayoría con trayectoria en colectivos, con experiencia en crítica del poder y de la propaganda, a Lima llega un solo artista con sus obsesiones retóricas puestas en escena como experimentación técnica.
En lo visual, Muñoz es un artista sugestivo, pero este proyecto deja en evidencia una asimetría. ¿Por qué se retribuyó con otra moneda la iniciativa peruana? ¿Por qué no llegó a Lima una muestra más generosa del arte contemporáneo en Colombia? ¿A qué de debe esta reducción? ¿La gira tiene interés comercial o cultural? ¿Por qué el Banco de la República persiste en fomentar el culto a proyectos individualizantes? ¿Por qué sus directivas no miran la calle, por qué no salen al encuentro del arte por fuera de las galerías y museos, como hacen los artistas peruanos?
El Banco debe dar señales a las colombianas y los colombianos más claras en cuanto a la importancia que le otorga a las obras de colectivos de artistas y respecto a deslindarse del culto del artista solitario que tanto apoya el régimen burgués.
Arte al paso complementa la exposición Arte =/ Vida, realizada en 2011, y 20 Desarreglos, arte brasilero, exposición curada por Gerardo Mosquera, en 2009. Es curioso constatar otra vez que en arte los colombianos tampoco aprendemos de los buenos ejemplos. Mosquera puso a dialogar a los artistas brasileros con una artista colombiana, y el resultado fue muy bueno, fue de tú a tú. ¿Por qué los curadores del Museo de Arte del Banco de la República no se atreven a introducir otras estrategias expositivas? ¿Los nacionales no tienen el mismo respaldo que los curadores internacionales? A nuestro juicio, Taller 4 Rojo debió ser invitado a dialogar plásticamente con los artistas peruanos. Para eso son las investigaciones de los historiadores colombianos. María Sol Barón y Camilo Ordoñez han trabajo con denuedo este proyecto artístico de los años setenta del siglo XX, el cual tiene muchos elementos en común con la muestra de artistas peruanos invitados a Bogotá. Un proyecto binacional como Arte el paso era una oportunidad para atreverse a contar una historia conjunta.
La Colección del Museo de Lima está cómoda en el segundo piso del Museo, el montaje las deja respirar y no fatiga al visitante. Junto con La Colección del MamBo, son las exposiciones que acompañan a los estudiosos del arte durante esta temporada y a aquellos que gustan de alternativas no religiosas para meditar en los días santos. No hay que perderse ninguna de las dos. Con esta nueva iniciativa, el Museo de Arte del Banco de la República sigue creando y reforzando los vínculos de los colombianos con latinoamérica. Los vínculos que nos pueden sacar de nuestro encierro esteticista, del encierro del fútbol a la inteligencia nacional.
A pesar de que no había un televisor transmitiendo en directo el partido de la Selección Colombia, la inauguracion estuvo muy concurrida.
Visita guiada: