Por: Jorge Peñuela
Fecha: junio 28, 2012
Los doce apóstoles de la reforma protestante: guión para una puesta en escena de las artes contemporáneas en Colombia
“Yo te amplío tu período, te extiendo la edad de retiro forzado y tu garantizas mi inmunidad”, dice José Fernando Isaza a propósito de la fallida Reforma Protestante en Colombia. La sentencia parece el guión literario para uno de los cientos de artistas Hip Hop que luchan por un lugar en un bus capitalino lleno de maniquíes parlantes, una verdadera revolución del automatismo global. Estos callejeros Hop o Hip, o Hip Hop, sueñan un espacio en que puedan ser libres e iguales al lado de los autómatas a quienes cantan. Pero, no obstante, quieren ser diferentes de ellos. Si no fueran así de ilusos e ingenuos, estos poetas callejeros no serían artistas verdaderos. Como bien sabemos, en la sentencia que recoge Isaza de nuestra ignominiosa actualidad, no se trata de un guión literario para una telenovela de Caracol o RCN, no es una ficción verdadera, pero podría serlo en manos de un artista Hip o Hop, existente idóneo para oler el sentido de la vida porque sus luchas diarias lo han habilitado para ello. La sentencia expresa una verdad que tiene la potencia para algún día devenir verdadera, una verdad de a puño, no de Academia Peluquera del Poder. Pero toda verdad verdadera de apuño no es más que un epitafio que promete una vida diferente. En efecto, es necesario pasar por la experiencia de la muerte para comprender el sentido de la vida y de lo verdadero. El artista Hip Hop experiencia la presencia de la muerte en cada uno de sus actos.
Ahora bien, la vida es un conjunto de ficciones en pugna, unas verdaderas, otras no verdaderas, como aquellas ficciones depotenciadas en que nos ocupan los medios masivos de incomunicación en Colombia. La ficción del artista Hip Hop es verdadera. Por tal razón, los artistas callejeros que vagabundean por el campo de concentración de autómatas capitalino, tienen claro que para poder constituirse en la mejor ficción de vida verdadera, primero deben deshacerse de todo aquello que no los deja pensar: la sustancia capital que las Galerías de Arte y sus respectivos curadores ponen debajo de su nariz, que no son precisamente ideas, ni el polvo que empolva el sentido del sentido de los colombianos. Sólo nada verdadera que es más letal. Nihilismo absoluto. Cada uno es un soberano con potestad sobre la vida y la muerte.
Los artistas que hacen sus guiones con base en experiencias de vida, SABEN LEERLA con sus narices, y, además, pueden llevarla más allá de la misma vida porque ella por sí sola es incapaz de salir de su Eterno Retorno de lo mismo sin diferencia. El artista introduce la diferencia de ser en medio de los autómatas capturados por un “sentido común” al servicio de los atavismos más siniestros. Ser es diferencia o no es ser. En los artistas existe un saber hacer que es potencia de ficción plástica, olida de la actualidad y modelada con las manos. La nariz del artista es múltiple, se ramifica en sus manos, las narices-manos son las que nos permiten modelar la realidad. Los artistas leen con la nariz desplegada en sus manos para construir realidad, pues, la vista capturada por el Poder se queda corta cuando se trata de ver las ficciones verdaderas de los poetas detrás de las verdades verdaderas de las Academias Peluqueras del Poder, de los doctores de la Santa Madre Iglesia Capitalista (SMIC).
El exrector de la Universidad Jorge Tadeo Lozano nos dio su opinión el 28 de junio de 2012, acerca de AQUELLOS DOCE MAGNÍFICOS –la punta del iceberg–, evangelistas convencidos del bien que propicia el mal, que saben con creces cómo autoridad que en Colombia no abusa y no se corrompe, se desgracia. En el texto breve publicado por El Espectador, Isaza nos recalca la importancia de la lectura para tener un pensamiento diferente al que promulga una clase dirigente esquizofrénica; una élite que dilapida los recursos que el Estado ha expropiado con dolo a los pobres, para promover sus propios intereses. Este es el caso de la Reforma Protestante que intentó oprobiar aún más a Colombia. Leer sí: sin duda. Pero leer con la nariz puesta en las manos para no equivocarnos con los sesgos de la vista capturada por el Poder. Al ver con el “sentido común” nos hacemos complices del poder. Es necesario entonces aprender a oler. De esto no sabe nada el Poder. Es preciso volver a hacer cosas con manos que huelan la actualidad que pretende esconder su inmundicia bajo la publicidad y la propaganda. Muchos artistas contemporáneos se quedaron sin memoria Ram porque olvidaron lo que las manos saben: oler. No se puede pensar sin olfato, así muchos artistas contemporáneos estén convencidos de lo contrario.
Los analistas del declive de la lectura con sentido, afirman que en Francia sus habitantes leen diez libros por año y que leen por lo menos tres durante cada verano. La lectura es una manera artística de hacer resistencia. Un artista francés hace resistencia de esta manera para quebrar la homogeneidad del pensamiento totalitario. Ahora, ¿a qué se debe el analfabetismo en Colombia, de este país de doctores, de poesía inmarcecible y de artistas conceptuales? Lo patético de este otro nacional reality a propósito de la Reforma Protestante a la justicia ya de por sí injusta, es que como en cualquier secta del hermano Jim Jones, nuestros doctores promovieron y aprobaron un haraquiri nacional ante las narices sin manos de todo el mundo, unas narices que sólo saben oler buenos negocios privados en perjuicio del interés general. Posteriormente, lo festejaron con jolgorio y cánticos mediáticos, y a los dos días debieron anularlo alegando que ninguno había leído o comprendido lo que allí estaba prescrito para una nueva vida embadurnada aún más en la injusticia en que está sumida Colombia. Una verdad de a puño queda como corolario: Colombia no sabe leer.
Nos sale al encuentro una pregunta después de estas acotaciones ingenuas, callejeras. ¿Se puede revertir un suicido? En Colombia SÍ. Aquí cualquier cosa es posible. Todo se ha vuelto ficción sin verdad, espectáculo sin sentido, velo mediático para cubrir las infamias del poder soberano que suprime la vida y legisla sobre la muerte. Poder detrás de los casos de Luis Andrés Colmenares, Rosa Elvira Cely y Juan Guillermo Gómez, el poder del mal entre otros miles de casos anónimos y espeluznantes, que nacieron sin veta o arepa mediática. Sólo basta con recordar una vez más los niños de las Madres de Soacha.
¡Hoy por fin Exultamos. Hablamos de indignación, del poder ciudadano y otras venalidades. Pero eso es todo, no podemos ir más lejos. ¿Por qué no podemos andar un poco más lejos? ¡Porque no sabemos leer el presente y los signos que lo delatan! ¡Al presente se lo delata o nos hace su complice! Pues, se nos muestra como verdad verdadera no siendo más que una ficción ficción, simulacro, a saber, una ficción a la que le falta pueblo, como decía Klee. Marchamos por las calles una y otra vez, y no logramos concretar nada. ¿Por qué no renuncia Simón Gaviria a su delfinazgo? ¿Por qué no revocamos el Congreso? La razón es sencilla y por ello mismo no verdad verdadera: costaría mucho dinero y con ello no se solucionaría nada. Nosotros maniquís parlantes volveríamos a votar por los mismos maniquís corruptos por su iletricidad –también por la nuestra– pues, dentro del Campo de las Verdades Verdaderas de Academia Peluquera del Poder Soberano (CVVAPPS), no existe manera de romper el círculo que de manera suicida aprieta y aprieta sólo para producir el orgasmo final, total y fatal que llevara a Colombia a su colapso.
Colombia no es un país viable como paisaje de libertades en igualdad. Colombia aún no existe. Aún es una ilusión, un sueño de maniquíes. Aún no tiene pueblo. Es un proyecto olvidado en la cabeza de un dios borracho. ¿Podremos encontrar un remedio que no sea peor que la enfermedad? ¡SÍ! Una ficción verdadera, poética: poesía sin verdad verdadera. Poesía con pueblo. Sólo la poesía sin mediaciones, arandelas ni supuestos verdaderos puede romper el cerco de verdades verdaderas que nos impiden salir de nuestras carcasas de maniquíes, romper nuestro círculo vicioso de complicidades en la iletricidad. ¡Ay¡ ¡Atenas suramericana¡ ¡Ficción sin pueblo!.
Por lo menos esta vez renunció un Ministro de Estado a su coto. Con la Reforma a la educación no pasó nada. Finalmente hubo un arreglo por las buenas, pero como consecuencia de tanta bondad con el capital opresor, hoy las Universidades Públicas no están mejor que los hospitales del Distrito Capital. Finalmente, maestros y estudiantes salvaron su semestre universitario, se dejaron seducir por el interés privado.
Una última cuestión: nos permitimos una última ingenuidad. Preguntamos a los poetas exterminados: ¿quién acabó con el arte callejero? ¿En qué momento los poetas dejaron sus harapos y vistieron sus vistosos esmóquines con que se pavonean en las exposiciones de arte contemporáneo? ¿Quién asesinó la poesía? ¿Los artistas Hip Hop la recogerían moribunda en algún basurero del campo de concentración capitalino?
Artículo de Isaza en:
http://www.elespectador.com/opinion/columna-355796-lecto-escritura