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¿Un aparente regionalismo puede ocultar la perversión del régimen curatorial?

Tiene gran relevancia para el arte colombiano que la Costa Caribe no ceje en sus luchas ante el Estado Estético. En Bogotá también se piensa que es necesario crear un régimen artístico en el cual se vuelvan a reconocer las ideas de  los artistas. Sin embargo, el diferendo actual a propósito del XV Salón Regional de Artistas Zona Caribe, no puede presentarse como un conflicto entre regiones. Sienta un pésimo precedente la idea según la cual los y las artistas bogotanas   no pueden participar en los regionales del caribe ni los artistas de Caribe participar de los estímulos que ofrece  Bogotá a sus artistas. ¡Qué más no quisiera el Ministerio de Cultura!  ¡Qué todo se pudiera reducir a un regionalismo estético! ¡A celos artísticos!  Esta banalización  ocultaría el verdadero problema de las políticas que rigen el arte colombiano, las cuales afectan tanto al Caribe como a la Región Centro, en especial al Distrito Capital.

Por supuesto, un nuevo régimen implicaría salirse del Dictado del Mercado Global, y el Ministerio de Cultura no lo va a hacer, pues, no puede hacerlo ni tiene voluntad, ni perfil  para ello. Eso lo sabemos en Bogotá, por eso mismo aquí las luchas son mucho más aisladas y silenciadas. Y no hay solución a la vista para esta pandemia. Al  parecer, no habrá ningún cambio en los feudos ministeriales durante los próximos cuatro años. Esto por un lado.

Sin embargo, por otro lado, desde la perspectiva del Abogado del Diablo, es necesario reconocer que los curadores son otras víctimas del régimen estético impulsado desde el Estado. Quizá inconscientemente, los curadores  realizan esta acción ingrata, haciendo caso omiso de que  la figura misma del curador es ingrata ante los artistas, debido a que se sabe de antemano que representan un régimen estético especulativo del llamado capitalismo avanzado. Por un momento llegamos a pensar que en este debate Alexa Cuesta, crítica de este régimen,  iba a contestar de la siguiente manera: «es que el problema actual en Colombia, no es si hacer o no hacer una curaduría. El problema no es de empleo. El problema es el régimen curatorial mismo, como expresión perversa para suprimir la potencia de las ideas  de los artistas. El problema es si debemos prestar nuestro prestigio a cambio de un puñado de dólares».

A continuación traigo a colación unas ideas de Fredric Jameson, no para seguir martirizando a Ricardo Moreno, curador de Arte Corrosivo, sino para organizarnos en torno a una propuesta diferente para el Salón Nacional que se nos viene encima y del cual poco se sabe (como siempre). Jameson sugiere que el Estado otorga curadurías con la idea según la cual, cada exposición se concibe como una especie peculiar de  musical de temporada. Consumimos musicales como un todo, no como presentación de ideas específicas, o como apertura a una mayor participación en los espacios de exposición públicos.

He aquí el texto de Jameson:  “(…) Hoy en día se ha sostenido que el curator es más importante y creativo que el, o la, artista, y éste es un cambio, fruto no sólo de la inmensa transformación del museo y la galería en la sociedad contemporánea, donde las exposiciones famosas son tan populares como los musicales de éxito de Broadway, y los arquitectos tan poderosos como estrellas de rock. Sin embargo, la función más profunda del curator, y el significado fundamental de esta figura, radica en insertar estas singularidades artísticas en un contexto efímero, en una agrupación o exposición no-canónica, la cual como la instalación en el ámbito de la obra individual, le presta el valor efímero de un acontecimiento en el tiempo. Ahora que el canon ha desaparecido, es el curator quien construye efímeros cánones, quien reconstruye la propia idea de arte, sólo para desmantelarla a la semana siguiente y sustituirla por otra nueva. Es el curator, finalmente, quien nos da la idea de obras reunidas para el consumo, consumimos la exposición como un todo y no sus componentes individuales (2012:72-73).”

Como nos podemos dar cuenta, el curador es promotor de valores efímeros, valores para el consumo de un día.

 

BIBLIOGRAFÍA:
Jameson, Fredric (2012).  El Postmodernismo revisado. Madrid: Abada

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