Por: Magali Reales
Fecha: junio 29, 2016
Manifiesto por una carta de Derechos de Artista
Por los D.A. (derechos de artista). Que la memoria de la conquista de toda suerte de libertades se renueve y permita que entremos a emitir en esta era, el discurso en que humanidad deje de ser un tema fraccionado de los derechos.
Un día de guerra puede echar hacia atrás cinco y más años de conquista de un orden más justo, debemos encauzar lo que nos corresponde a la luz de nuestra voz y en ella expresar toda suerte de ajustes: somos nosotros quienes vivimos desde nuestra piel, desde nuestro cuerpo las carencias, las inconsistencias y toda suerte de injusticias por pertenecer a un oficio que por su carácter hermético y sacro es en su mayoría “no verbal” ..pero la complicidad que podemos mantener al no pronunciar aquello con lo que no estamos de acuerdo, hace que permitamos a otros el espacio de renacimiento que nos corresponde, a esa complicidad la dejamos que se convierta poco a poco en un delito del que seguiríamos siendo sus víctimas.
Hemos vivido pensando que los otros, esos otros que nos administran van a poder ejercer justicia sobre nuestra causa, esa de guardar celosamente un tipo de sensibilidad para que otro lenguaje no la contamine. Pero no es posible que conozcan nuestros órdenes aquellos que no los han vivido y que tampoco lo padecen. Nuestro silencio también un poco displicente ante un circulo de valores, de superficie, nuestro silencio puede caer ahora en ser otro producto de etiqueta y número de producción. Este por no considerar su valor invendible es después del festín “del número” el último en escucharse, somos ese articulo de “lujo” que sostiene con todo tipo de sacrificio, el deseo de otro por poseerlo.
Cuando no hay comunicación, todas las palabras y lenguajes no podrán establecer el ritmo del toma y da sino existe en el receptor la voluntad. Hemos soportado, una voluntad que ignora que no somos la cola de una estructura sino parte de un engranaje. Tenemos entonces que desde nuestra imaginación, verbal o no, transformar y poner de manifiesto todas aquellas formas que insisten en hacernos desaparecer. Difícilmente donde el dinero es el único medio de intercambio de valores, los verdaderos…los intangibles no tienen cabida. Este intercambio que no nos corresponde, no alcanza a medir el instante o el tiempo que transcurre entre una idea y su ejecución, no mide en cuántos tonos ve el color quien lo va a aplicar sobre una superficie, o si su un niño es capaz de imitar a un artista o al contrario, no se mide el por qué ese hombre o mujer de cincuenta o treinta años, insiste en comunicarse con el alma de ese niño. Es el, sin embargo quien resiste…quien puede medir entonces las horas de silencio que se necesitan para hacer emerger de lo invisible ese algo que llega ha ser plástica.
Hay en un sistema religioso modos para entender y aceptar el mundo del espíritu, pero para el arista plástico, acaso existe justificación de su ser, aunque como Yves Klein te haga sentir la esencia del vacío…y te dicen: ¿por qué no se dedica a otra cosa?….¿Y por qué tiene que dedicarse a otra cosa? Al panadero, no le pides que haga zapatos y al médico no le pides que cambie de oficio para que haga las veces de abogado.
Cuando los derechos son incipientes significa que soportar una dosis de ignorancia combinada con engaño, mentiras, tretas, explotación, abuso; son la orden del día. Todo porque no se ha descubierto científicamente el dispositivo para mudar la posibilidad de crear de una mente a otra, todo porque si alguien es capaz de transmitir ya no vale hasta que no podemos ser posesos del mismo mensaje. Todo porque el autor no lo puedes reproducir en serie, todo porque cada uno de nosotros es único en su especie.
Existe un tipo de sevicia, de crueldad soterrada como la de un antropólogo que no ha resuelto el origen de la especie y pregunta al primitivo… “de dónde viene” y este le responde de “la tierra”. Mientras que nosotros sentimos más orgullo de tener nuestros orígenes en las estrellas. Así, al lado del mercado donde todo tiene un precio, nosotros debemos pasar todos los exámenes para llegar a justificar el por qué hemos llegado al planeta. Habrá antes que diseccionarnos, para entender el porqué alguien insiste en seguir en su oficio, pero no vamos a esperar más que intenten cambiarnos el norte o el sur si esa es nuestra dirección.
Con esto indefinible tendrían que “integrarnos…en órdenes que van desde un tipo de religión hasta un tipo de mal que después de pasar por el psicólogo, lindaría en la psiquiatría.
Nuestro oficio es y seguirá siendo multiforme e intangible, nuestro oficio es profesión, disciplina y no sólo un instrumento más para llenar el vacío de una terapia de turno. El habitar lo transpersonal no obliga a obedecer a la norma, al contrario somos la excepción. Rodeados en cambio de normas caducas y algunas otras inexistentes, tendríamos entonces nosotros que abrir ese espacio para hacer valer y encontrar formas más justas de habitar, de habitarnos, de participar, de ejercer nuestro oficio con dignidad, de reescribir nuestros derechos. Tenemos un mensaje, tenemos una misión en libertad e independencia!. Libertad e independencia que para nosotros no son valores de la política de turno, sino un renunciar a lo que a ellas no pertenece.
Convoco entonces a todos los creadores y artistas que sientan que están “vivos” para que la sociedad vuelva a respirar y admita y acepte que en la edificación del espíritu está la semilla de una realidad más sólida y perfecta…, a asumir nuestro rol de guías y maestros. Convoco y llamo a todos los artistas de este país a que nos unamos en la redacción de un Manifiesto que defienda nuestros derechos. Que la hechura de esta redacción venga de nosotros mismos. Una gran convención nacional, en la que se unan organizaciones, artistas independientes, educadores, la voz de cada uno, el voto de cada uno. Que el final de los tiempos sea el renacimiento del espíritu. Estamos aquí artistas del mundo para abrir esta era de espiritualidad en el sitio que nos corresponde como guardianes de un alma creadora a la que debemos el tributo de estar vivos.
Magali Reales
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