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Diálogo con el artista Adrián Gómez

No debe sorprendernos que muchas personas pueden apreciar, verbalizar y argumentar  cuándolascosasquemás nos importan van bien o cuando van mal. Sólo se requiere coraje para tematizarlo, decirlo y sustentarlo.

Apelar ingenua y subrepticiamente a la ignorancia del otro, excusarlas negligencias personales, o justificarlas limitaciones creativas recurriendo al expediente de la estupidezciudadana, son argumentosquedejaron de persuadir a una opinión pública fatigada y apabullada con tantas salidasartísticas  en falso en la ciudad de Bogotá. Tenemos maneras de establecer cuándo las cosas terminarán estrelladas sobre el pavimientoduro de realidad. Así algunos artistas tengan la suerte de estrellarse sobre el pavimiento acolchonado del mercado o del dinero del Estado. El artista contemporáneo despertó del sueño retórico de los vendedores de mercancías posmodernas, según el cual el artista liberal y susempresarios se constituyen en la medida de todaslascosas.  La medida de las cosas de arte se establece mediante estetipo de diálogos, los cuales hay necesidad de incentivar parafortalecer unas prácticas amenazadas desde diversos flancos. El destino del arte de Bogotá  no tiene nada quever con la humanidad liberal. Se trata de evaluar la pertinencia de laspolíticasquedistribuyen los recursos del Estado para fomentar espacios de aparición diferentes a aquellos que controla el dispositivo comercial  enquistado en aquél.

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