Por: Ricardo Arcos Palma
Fecha: octubre 6, 2014
El presidente de Ouest-Lumière tiene asiento en la ONU. Exposición de Yann Toma en la Valenzuela Klenner Galería
“Las empresas críticas se inscriben en la duración, es allí donde reside su particularidad. Ellas son frecuentemente las empresas de toda una vida. Detrás de ellas el individuo desaparece voluntariamente.
Ellas operan como sistema global y como estructura instalada en el tiempo para interpelar directamente los fenómenos del mundo. En esto, son portadoras de una dimensión política”. Yann Toma. Les entreprises critiques.
Desde hace varias décadas, frente a una globalización comercial predadora, que no conoce fronteras y que arrasa con los pequeñas compañías y mercados locales, el artista contemporáneo asume una posición y trata de crear lugares de reflexión plástica y crítica: se convierte en un verdadero exota (Nicolas Bourriaud. Radicante) que recorre el mundo instalando su visión crítica. En el año 1991, Yann Toma artista francés, decide “comprar” una antigua empresa de electricidad que había perdido su posibilidad de existencia en el complejo mundo del mercado.
La empresa Ouest-Lumière comienza a devenir el lugar de cuestionamiento crítico, donde el artista deviene el presidente a vida. Recuperando elementos de archivo de esta extinta compañía de electricidad, el artista se apropia de una red simbólica, una infraestructura de fábrica, la cual se convirtió en un territorio de investigaciones y la materia misma de su actividad artística. Su proceso de trabajo visa una autonomía absoluta y la proyección del artista como motor económico y político de la innovación mundial. Para alcanzar este objetivo, él sesiona permanentemente en la Asamblea General de la ONU como estrategia de inmersión en la realidad política.
Esta experiencia artística tiene un antecedente: en el año 1966 el artista canadiense Lain Baster crea su empresa “N.E. Thing Company” la cual es tomada en serio por el mundo empresarial, generando una incursión crítica al interior del sistema financiero de manera viral. Este dispositivo político, abre la puerta a nuevas experiencias, claramente enraizadas en presupuestos situacionistas que generan nuevas maneras de pensar nuestra relación con el mundo empresarial que domina nuestras sociedades contemporáneas.
Ouest-Lumière se convierte en una verdadera multinacional que despliega energía artística, instalando agencias y filiales en varias partes del mundo: India, Estados Unidos, Islandia, Suecia, Japón, Francia y China. Muy pronto se instalaran las primeras agencias en Latinoamérica: Colombia ha acogido con entusiasmo este proyecto iluminador para escapar del oscurantismo artístico, dice irónicamente el Presidente de Ouest-Lumière quien ha escogido dos ciudades para instalar su empresa luminosa: Bogotá y Cartagena de Indias.
El Presidente de Ouest-Lumière, durante la segunda Cátedra Franco-Colombiana de Altos Estudios, habló en la Biblioteca Nacional el lunes 11 de octubre del 2010, sobre “el artista emprendedor y la empresa/mundo”. El artista afirmó: “quien se interesa hoy en el arte contemporáneo, está obligado a constatar que no es una, ni dos, sino una multitud de empresas de artistas que tienen su lugar en el corazón de los dispositivos institucionales mundiales. Cada una de ellas, inscrita históricamente y estratégicamente, distribuye un proceso de trabajo, desprendiendo quizá una parte de esa espiritualidad que Beuys consideraba en su tiempo como necesario al devenir de la empresa. Pues el devenir-empresa del artista no es un llamado a oponerse irónicamente al sistema de la empresa sino más bien a interrogarse sobre el lugar que ocupa el individuo hoy”.
Las empresas críticas logran hoy señalar las fortalezas y debilidades de un sistema global basado no el intercambio de valor simbólico, sino el intercambio de valor monetario. Cuando el artista decidió instalarse en la Organización de las Naciones Unidas, su obra logra penetrar de manera contundente la realidad. Pero no cualquier realidad: el lugar donde él se instala, es el lugar mismo donde el poder mundial decide de las cosas más importantes y transcendentes.
Esta incursión en la realidad, tal como lo demostré en el seminario Art & Flux en la Sorbona el 14 de diciembre del 2010, está muy relacionada con la manera en que el arte crítico particularmente el del artista-empresario, logra incidir estéticamente en la realidad. La ficción en este caso deviene verdaderamente operacional para transformarse en cuestionadora. Ya estamos cansados de simulaciones el arte reclama realidades; esto no es nuevo si tenemos en cuenta que el arte siempre ha estado vinculado a la realidad.
Cuando vemos a Yann Toma, sentarse al lado de los grandes presidentes y sus cancilleres, o tomarse una foto en la sala de juntas de la ONU, nos hace pensar en los lugares del poder. Su obra logra unir de manera contundente la palabra: arte y vida. No hay fabulación o parece no haberla en su obra.
Yann Toma logra instaurar un dispositivo representacional que nos interroga de frente sobre las maneras en que se toman las decisiones que afectan el mundo. Fotografías, vídeos, sus folletos y también su carnet de acceso al recinto de la ONU, hacen parte de la serie de objetos que ahora hacen parte de la obra del artista.
Hay que anotar que el artista asume posiciones en comités de dirección en la Unidad de Formación e Investigación en la Sorbona UFR04, desde que era estudiante en la década de los noventa del siglo pasado. Siendo delegado estudiante ha asumido hasta hoy cargos en las más altas instancias de su facultad como el cargo de Representante de Relaciones Internacionales.
La incursión en la Organización de las Naciones Unidas, por parte del Presidente de Ouest-Lumière, es una incursión en el mundo real donde se toman las decisiones más importantes y se discuten las acciones más transcendentales del planeta. En conversación con el artista, Édouard Glissant logra poner en evidencia lo que significa estar en la ONU como lugar de la “relación”; la ONU: “Es un alto lugar de la relación pero esta se realiza de una manera no terminada e incompleta. Es un lugar de la relación. Y es por ello que es importante.”
En efecto, ese alto lugar simbólico es sin lugar a dudas donde la sola presencia del artista abre en el mundo del arte, una dimensión política capaz de poner en juego las relaciones de poder. Pero la pregunta que surge es: ¿Cómo es posible que un Presidente a vida de una empresa de energía creativa logra hacer parte de un selecto grupo de mandatarios? ¿Cuál es la importancia de estar ahí presente? ¿Qué significa estar en el pódium donde se realizan los grandes discursos o presidiendo una mesa vacía, pero símbolo de las más altas discusiones?
Édouard Glissant en conversación con el artista insistía al respecto: « Estar presente en la ONU y estar a cargo de representar OL en la ONU. Eso no puede estar preparado por discursos ni por conceptos. La presencia y el lado eléctrico deben funcionar. No se debe preparar grandes discusiones. Hay que ir, se debe ir”.
Cuando el pensador de la errancia, insiste al artista, que si se instala en la ONU, no es para hacer lo que hacen los otros dignatarios del mundo; por el contrario, se trata de dejar el lado discursivo de la palabra y los discursos, por la sola presencia corporal, por la presencia muda y silenciosa del cuerpo, que paradójicamente habla y dice con mayor fuerza lo que tiene que decir. El sólo hecho de estar presente en tal reciento, ya es una puesta en escena, formidable que va más allá, donde las palabras se tocan. En este sentido esta incursión en la realidad por parte del artista es una verdadera incursión en lo político, pues el arte es absolutamente político no porque quiera serlo, sino porque en verdad lo es por su propia acción. Glissant concluye: “El arte descarnado no es aquél que quiere ser político, es el arte que es político desde que se expresa. El arte descarnado es aquél que lo es desde que se presenta, claramente u oscuramente.”
En estos términos, el artista logra que su obra se inscriba dentro de una concepción del arte político tal y como Jacques Rancière lo entiende: como una división del mundo de lo sensible. La incursión en lo real, por parte de OL, logra dividir y operar dentro de lo sensible y por ende dentro del mundo real, sin crear una separación entre el arte y la vida, entre la ficción y la realidad. Por el contrario, cada vez que se presenta esta opción, podemos darnos cuenta que todo es realidad.
En este sentido, la fotografía cobra un papel determinante dentro de la obra de Yann Toma, donde, esta se convierte no solamente en un documento que señala la mencionada incursión en la realidad, sino que también logra concretar un imaginario propio del mundo empresarial. Es por eso que lo más importante es sin lugar a dudas, esta manera de ver el mundo, frente a una sola realidad.
Las fotos que testimonian de esta incursión del artista, como aquella que nos muestra al Presidente de OL con el Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon, o aquellas donde el recinto sirve de telón de fondo, logran realizar una inversión radical de lo que significa estar de está lado de la realidad y del otro. En efecto, el artista al incursionar en ese lugar, logra ficcionar la realidad de ese recinto, pero al mismo tiempo inoculando ese grado de ficción, logra instalar un grado de sospecha sobre lo que significa la realidad.
Una de las imágenes que sorprende, es aquella donde vemos al artista, situarse frente a la gran mesa de deliberaciones en el momento donde no hay nadie en el recinto tan sólo él. Esta extrema soledad, acentúa la idea de lo que significa, estar solo al frente de la imagen del poder. En efecto como decía Michel Foucault a propósito de qué es un autor, el poder, la figura del poder, al anularse crea otra imagen de poder, o mejor un espacio vacío que vendrá a ser ocupado por otra figura del poder.
Esta especie de vacío es llenado por el artista con su propia figura, donde se recrea un nuevo espacio de poder donde, esta vez la figura del Presidente a Vida de Ouest-Lumière se convierte en el sólo y único dignatario; como si esta multinacional, como si esta empresa crítica luminosa, lograse irradiar un lugar donde ya no brilla nada, donde la luz y Les Lumières parecieran haber desertado desde hace ya bastante tiempo.
Ricardo Arcos-Palma. París-Bogotá, 2011.