Por: Carolina Rodríguez
Fecha: julio 15, 2014
Apostillas a la propuesta de intervención a un espacio público
“La palabra sin acción es vacía
La acción sin palabra es ciega
La palabra y la acción
Fuera del espíritu de la comunidad es la muerte”
Sabiduría Nasa
Después de haber realizado la propuesta de intervención El Camino a San Moritz” en un espacio público caracterizado por su riqueza precaria, las reflexiones empiezan a abordar los pensamientos. Es en estas circunstancias cuando las ideas de los artistas exigen ser aterrizadas en el lugar para la acción. Se piensa en cada uno de los momentos en que se interactúa con el transeúnte, con el espectador con las mismas personas que habitan cotidianamente el sector: trabajadores informales y comerciantes regularizados.
Estos momentos son de vital importancia para comprender las acciones del arte, los diversos lugares arremolinados en este espacio y el contexto en que vivimos. Sin esta comprensión fundamental es imposible darle un giro a lo cotidiano: comprendiéndolo e interpretándolo artísticamente la verdad de la precariedad del contexto del lugar se pone en evidencia. Asimismo, con esta intervención, le queda claro a los artistas jóvenes que la precariedad normal o naturalizada en lo cotidiano es el mismo lugar del arte. El lugar del artista está a lado de la acción precaria, en este caso, en la realidad de los chazeros de la calle 16 con carrera séptima de Bogotá.
Muchos transeúntes se nos unieron y participaron de la intervención; muchos compartieron un tinto, tejieron simbólicamente el país; otros quedaron deslumbrados con imágenes que llenaron el lugar. Muchos reían y comentaban acerca de aquello que observaban. Otros vistieron la camiseta naranja y leyeron detenidamente en este lugar el periódico La Mancha Naranja. Los adultos mayores reconocieron el personaje de La loca Margarita, manifestando que la recordaban de cuando eran niños. Asimismo, artistas de reconocimiento nacional e internacional, y maestros de la ASAB, asistieron y participaron en la acción con sus performances.
Las reflexiones llegan cuando nos damos cuenta de que el arte no tiene barreras a la hora de transmitir un mensaje y de tejer (literalmente como lo hicieron los estudiantes) una memoria colectiva y social para no olvidar la historia que ha vivido el país durante tantas décadas. Pero también nos damos cuenta del contexto de “la calle” y reflexionamos sobre la difícil situación del vendedor informal, aquel que no tiene una seguridad social por parte del Estado y que tiene que subsistir todos los días con base en el “rebusque”.
La experiencia personalmente ha sido motivadora y emocionante porque también se reflexiona sobre el quehacer del artista contemporáneo y sobre las dimensiones en que el artista puede abordar el contexto social. Las propuestas en su creación plástica son innumerables y lo hemos visto en esta intervención. Pero solo el trabajo colectivo, el aprender del otro y solidarizarnos unos con los otros, garantiza una puesta en la escena impecable y sobre todo transmitir un lenguaje y un mensaje claro al espectador, al trabajador, al estudiante, en últimas a la sociedad en general.
Finalmente, agradezco a todo un equipo de trabajo que construyó con su infatigable actividad una propuesta, de la cual a medida que pase el tiempo sacaremos muchas más enseñanzas y reflexiones sobre el rol del artista e ir construyendo el tejido social, sin olvidar la historia de nuestro país.
…Para no olvidar a “La Loca Margarita”:
“¡Abajo los godos azules y rojos
Abajo hijueputas todos, todos
Abajo el cuartillo, muerte real
Abajo la guerra y que viva la potestad
Que viva el doctor Gaitán
Y que vivan los locos!”
Teatro Comunidad