Por: Director
Fecha: julio 7, 2012
Nace otra historia: Gustavo Sórzano y la plástica sonora
La historiadora María Mercedes Herrera ha iniciado la excritura de lo que podemos comenzar a denominar Nueva Historia del Arte en Colombia.
Siguiendo aquí a Jean-Luc Nancy, excritura es el desbordamiento del sentido común, aquello que ya no es común, que por común nos resistimos a compartir. Con sus investigaciones recientes acerca del “origen” del arte conceptual en Colombia, Herrera ha evidenciado un sentimiento que comparten muchos artistas colombianos y algunos profanos. Nos resistimos a aceptar como común la historia del arte que el Poder Estético Nacional nos ha ficcionado para mantener la hegemonía de un pensamiento caduco.
Gustavo Sórzano es un artista que hace música visual por fuera de las estéticas conservadoras de los años setenta en Colombia. Ha sido olvidado por la historia y las nuevas generaciones de artistas escénicos, músicos, plásticos y visuales. A Herrera le debemos el que hoy podamos repensar una historia real del arte en Colombia. La historia no se narra como quiere el statu quo. Se la piensa para que pueda ser considerada ficción verdadera y no simplemente una retahíla de anécdotas y fechas. Con este gesto de resistencia rescatamos una actualidad que sistemáticamente ha sido invisibilizada por los trucos del pensamiento plástico estatalizado, y con los cuales se ha tratado de borrar el pensamiento artístico del mapa emancipatorio nacional. Las ficciones no verdaderas de la innovación en todos los campos del saber, desplazaron las luchas por la igualdad y la libertad que tomaban forma verdadera en las creaciones plásticas de muchos artistas de la época a la que Herrera toma el pulso.
Pronto ingresará al Archivo General de la Nación una amplia muestra documental del trabajo multidisciplinar del artista integral Gustavo Sorzano. Quizá sea una redundancia hablar de artista integral, mucho más en una época que se jacta de su sensacionalismo desintegrado. Inclusive los críticos contemporáneos dirán que hablar de un pensamiento integrado es un anacronismo, pues, han sido condicionados al no-pensar que caracteriza al Burocracionismo Estético Nacional. Ignoran que el pensamiento no es otra cosa que un campo de fuerzas terribles en que simultáneamente convergen y divergen todas las diferencias que lo constituyen: la música deviene imagen, la imagen deviene acción y la acción deviene demopoesía: pueblo. No existe arte sin pueblo. Cuando decimos pueblo, acontece la poesía como participación colectiva en la construcción de un espacio común en el cual mediante la igualdad y la libertad se conforman todo tipo de individualidades.
La muestra documental que llega al Archivo General de la Nación es curada por Herrera quien actualmente realiza la investigación Música Viva: eventos de participación en Colombia en la década del setenta, financiada por la Universidad Autónoma de Colombia. No obstante, es necesario precisar aquí que “curar” no quiere decir cosificar y administrar el pensamiento de un artista. Al contrario, comprendemos por curar aquella acción mediante la cual se pone en escena un conjunto de elementos conceptuales y estéticos para crear un espacio diferente, capaz de mostrar las potencias de aquello a lo cual se le niega espacio, un lugar en el mundo que ha olvidado que sólo los poetas pueden dar sentido al sentido común que se ha dejado de compartir.
Herrera cuidadosamente ha estudiado, organizado, seleccionado y clasificado un acervo documental compuesto de fotografías, programas de conciertos y eventos de participación, partituras gráficas, cintas de audio, grabaciones musicales, escritos, cartas personales, recortes de prensa, fotocopias y grabados, planos y bocetos, que testimonian la labor de este importante artista durante más de cuatro décadas de trabajo ininterrumpido, y que a su juicio, merece estar en un lugar de consulta pública como es esta institución estatal.
Un adelanto de la colección es la bella pieza de música electrónica Zeguscua, grabada por Gustavo Sorzano y Música Viva en los Estudios INGESON de Manuel Drezner en 1970, con la tecnología propia de la época y cargada de una paciente labor artesanal. Esta pieza puede ser escuchada, descargada, apropiada, modificada según juzgue el oyente, quien además dispone de la partitura gráfica con la cual fue interpretada y varias diapositivas que testimonian el proceso de grabación. Vale agregar que Zeguscua fue comisionada para la bóveda del Museo del Oro por su director Luis Barriga del Diestro, y que fueron precisamente su hijo Luis Fernando, antiguo integrante de Música Viva, y su nieto Emilio, quienes facilitaron a la investigadora Herrera esta valiosa pieza de música electrónica.